viernes, 29 de mayo de 2020

28º día de desconfinamiento. Pablo


28º día de desconfinamiento. Pablo. Querido Pablo, siento tener que decirte que deberías dimitir como vicepresidente del gobierno. Es triste tener que llegar a pedirte esto, siendo el líder de un partido tan necesario para que las políticas progresistas y de izquierda se  abran paso en el país. Te lo pido, porque últimamente la estabilidad del gobierno se encuentra amenazada por tus salidas de tono y ansia por querer figurar más de la cuenta. Entiendo que quieras que se visualice tu Partido en el gobierno, pero podías fijarte en la excelente labor de la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y arrinconar las bravuconadas o salidas de tono que sueles regalar a tus incondicionales, pero que tanto daño hacen a la labor del ejecutivo.
Es cierto que debes estar dolido por los ataques constantes que la derecha hace sobre tu persona y familia. Cualquiera lo estaría. Pero a un político de tu nivel se le debe exigir un  poco de contención, seny, que dicen los catalanes, para no entrar en su juego de crispación, que solo les beneficia a ellos. No solo eso, la mesura es una medida que siempre debe respetarse; decía Voltaire que el secreto de no hacerse fastidioso consiste en saber cuando detenerse. Y tú, últimamente has roto los frenos. No voy a enumerar aquí la munición que les has dado a la oposición en las últimas semanas, la conoces tú de sobra.
Lo que me ha llevado a escribir esta carta ha sido tu intervención de ayer en la Comisión de Reconstrucción. Vale, que el otro día llamaras marquesa a la ínclita portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, de una forma despectiva, tratando de ofender. Realmente nos importa un bledo si esa señora es marquesa, duquesa o baronesa. Lo que la convierte en una persona tóxica para la democracia y la mayoría de los españoles, es su manera de pensar en la desigualdad como un fenómeno natural y su desprecio hacía los que no piensan como ella. Su intervención contra tu familia la delata y nos da la idea de la catadura política y humana que tiene.
Pero tú no debes caer en ese juego, y ayer, una vez más, te dejaste llevar por la incontinencia verbal que no se le espera a un vicepresidente del gobierno. Lo que le dijiste al diputado de Vox lo pensamos muchos, lo escribimos en nuestros artículos y expresamos en foros, pero tú debes guardar las formas, porque cuando no lo haces pones en evidencia al gobierno y nos dejas sin argumentos a los demás.
Estos días se está hablando mucho de la crispación política, una crispación fomentada por la derecha, como último recurso para derrocar al gobierno. Todos tenemos claro que son el PP, Vox y sus medios los que la alientan. Es paradigmático que en el Ayuntamiento de Madrid, no exista crispación porque la oposición está teniendo un comportamiento exquisitamente democrático. Sin embargo, tú ayer has tirado por tierra todos los argumentos que señalaban a la derecha como única responsable de la crispación política. Al ponerte a su altura de discurso irrespetuoso y poco inteligente, ya no es solo la derecha la que alimenta la crispación, y así lo van a airear a los cuatro vientos, ya lo están haciendo, en un momento de suma delicadeza para el gobierno. Creo que no eres consciente de la responsabilidad que has adquirido al ser vicepresidente.
Fíjate hasta que punto llega, que hoy, que deberíamos estar celebrando la aprobación en Consejo de Ministros/as el Ingreso Mínimo Vital, algo por lo que la izquierda lleva años peleando, tu desatino verbal de ayer, lo ha difuminado y empequeñecido, que es justo lo que la derecha pretende: que nada de lo que está haciendo el gobierno para mejorar la vida de los españoles adquiera la categoría de buena gobernabilidad.
Perdona que utilice una expresión muy burda, pero ayer la has cagado y mucho, sin medir las consecuencias de tus actos. Por eso, creo que deberías dimitir, que tu lugar lo ocupe otra persona de tu Partido más preparada para la vida institucional. Porque los avances sociales, y esto tú lo sabes mejor que yo, no se consiguen solo en las barricadas, sino también desde el gobierno, y para ello es imprescindible que no haya en su interior ningún dinamitero, que de sembrar de minas la acción del gobierno ya se encarga la oposición.
Por lo demás, sigo pensando que fuera del gobierno eres una persona necesaria para la izquierda del país.
Buen desconfinamiento.



miércoles, 27 de mayo de 2020

26º día de desconfinamiento. Acoso y derribo


26º día de desconfinamiento. Acoso y derribo. La estrategia de la derecha está definida. Se trata de acusar al gobierno de haber propagado el coronavirus por actuar tarde y autorizar la manifestación del 8-M; no el mitin de Vox en Vistalegre, o las miles de  misas y actos deportivos que se celebraron ese día. Para ello no tienen  empacho en convertirse en rappeles del pasado, porque ya sabían lo que iba a pasar, aunque en su momento dijeran lo contrario. No hay resuello para el gobierno ni descanso para una derecha que está olfateando olor a cadáver, y ya saben ustedes que cuando el carroñero huele a muerto planea y planea hasta conseguir su presa. No podemos asombrarnos de lo que están haciendo, ya lo han hecho otras veces, lo único, que ahora han abierto la Caja de Pandora de las insidias y la mezquindad, como si fueran una  verdad absoluta, igual que cuando nos decían que masturbarse era tirar un litro de sangre por la taza del wáter.
Es muy fácil torear al toro cuando ya está siendo arrastrado por los mulilleros fuera de la plaza. Escribía don Francisco Arias de Bobadilla, maestre de campo y general de los tercios de Flandes, en un informe dirigido en 1588 al secretario del rey don Juan de Idiáquez: No hay ninguno que no diga agora: yo dije, yo adiviné; el caso es que después de ido el conejo cada uno da consejo, cuando después de la catástrofe de la Armada Invencible muchos de los que asintieron ante tamaño despropósito o no avisaron de lo que podía suceder, quisieron desvincularse del desastre, no fuera a ser que la cólera del rey Felipe II, se los llevara por delante. El  ministro de Sanidad  Salvador Illa, lo ha expresado con palabras actuales hace unos días en contestación a la Diputada del PP Cuca Gamarra: La quiniela, el lunes, la acertamos todos. Fin de la cita.
Da igual lo que se diga. El único objetivo de la derecha, como ya saben ustedes, es hacer de este país su particular Patio de Monipodio. El gobierno es culpable, ellos ya lo han decidido, y no van a escatimar recursos para cargárselo. Y uno de esos recursos es la judicatura, bien copada por la derecha por obra y gracia de Rafael Catalá, exministro de Justicia con Rajoy, con el apoyo del gran manipulador Federico Trillo.
Controlaremos desde atrás la Sala Segunda. ¿Ya no se acuerdan del famoso correo-e de Ignacio Cosidó a los senadores del PP, jactándose de que tenían controlado el Tribunal Supremo y sobre todo la sala donde iban a ser juzgados los independentistas del procés? Para entonces, el ministro Catalá ya había limpiado la judicatura de jueces y fiscales que podían ser peligrosos potenciales para los intereses del PP, y ocupado todos los puestos posibles por sus afines. Muchos de ellos, a sueldo de FAES en algún momento.
La desescalada se ha convertido en un tiro al blanco contra cualquier miembro del gobierno. Ya no importan el estado de alarma, ni las Fases, ni los muertos, ni los contagios, ni las UCIs, ni nada. Y para ello ponen demandas en los tribunales contra el gobierno y utilizan a la Guardia Civil para elaborar informes amañados y plagados de mentiras, con el único fin de poder procesar a alguien con cargo público  nombrado por el ejecutivo.  Ya están jueces y fiscales afines para dar apariencia judicial a lo que les vaya llegando. Luego, toda la derecha y sus medios de comunicación se escandalizan porque el ministro del Interior cese a un comandante de la Guardia Civil, que está en el centro de la trama instigada por las cloacas del Estado, para derribar al gobierno. Ahora entendemos por qué querían que la Benemérita dejara de perseguir los bulos, fake news y mentiras que se lanzaban contra el gobierno.
En estos días solo les interesa el proceso judicial abierto contra el delegado del gobierno en Madrid, con informes de la Guardia Civil que son una invitación a encausar a todos los que han colaborado en él, y una jueza que lleva años intentando ser relevante para las altas esferas del poder, que se postuló como sustituta del juez Garzón, cuando la derecha se lo quitó de en medio sin ninguna misericordia; que fue rechazada por Grande Marlaska para dirigir la Guardia Civil o ejerció como asesora de Rafael Catalá. Esta es la jueza que está utilizando el PP para acorralar al gobierno, en su particular desescalada hacia el poder. ¿Deberíamos fiarnos de ella? ¿O es un a pieza más en el engranaje de destrucción masiva iniciado por el poder conservador del país, para acabar con un gobierno que nunca les ha gustado?
La operación está en marcha desde hace tiempo y solo tiene como objetivo desestabilizar la democracia, para aparecer luego la derecha como salvadora de otra democracia que solo se puedan calzar ellos.


lunes, 25 de mayo de 2020

24º día de desconfinamiento. Dolor


24º día de desconfinamiento. Dolor. El dolor nos hace conscientes del drama de las cosas. Cuando uno está enfermo, si no hay dolor, parece que no pasa nada y la enfermedad avanza hasta que puede ser irremediable. Es como un chivato que nos avisa de que algo no va bien y debemos ponerle remedio. Según una parábola budista, el dolor es vehículo de la conciencia, es el que nos enseña a preguntarnos acerca de la naturaleza de las cosas, para superar con sabiduría las adversidades.
La ausencia de un dolor colectivo es lo que nos está haciendo transitar por esta fase final de la cuarentena con cierta o mucha frivolidad. Vemos concentraciones en terrazas y paseos en las que parece que no se respeta ninguna norma de seguridad, que no han sido puestas por el gobierno para fastidiarnos la vida, sino para preservar que no haya una involución en la epidemia, que podría tener consecuencias fatales. Tampoco son ajenas a ello las manifestaciones pijofachas y mentalidades simplistas que todo lo arreglan por la vía directa, es decir, en dos patadas.
Cuando sucede una guerra los muertos, los heridos, están ahí, conviviendo con nosotros, lo que nos hace adquirir una dimensión más real del drama que estamos viviendo. Sólo a un descerebrado se le ocurriría salir a pasear por la calle en pleno bombardeo, o a convocar protestas cuando el enemigo lanza bombas de gas mostaza. Esa interiorización del dolor propio y ajeno nos hace ser conscientes de la realidad que nos rodea, y por tanto precavidos.
Sin embargo, en esta pandemia, se ha tratado de ocultar el dolor producido por miles de muertos y cientos de miles de enfermos. Ha habido un comportamiento deliberado de tratar a la población  de una manera infantil, no mostrando el drama de la muerte y la enfermedad. Los propios fotoperiodistas de guerra, entre otros José Luis Cuesta, Mayte Carrasco o Gervasio Rodríguez, han denunciado las dificultades que han tenido, para construir un testimonio gráfico de la epidemia. Es como si ocultando la realidad, se haya pretendido diluir el drama. No es lo mismo que te digan como va a aumentando el número de  muertos diariamente, a que veas imágenes que penetran como un cuchillo, por la pantalla del televisor o del ordenador, hasta lo más profundo de tu conciencia, y mucho más en una sociedad donde la imagen cobra una dimensión extraordinaria.
Esa ausencia de un relato gráfico es la responsable de nuestra falta de empatía colectiva con el dolor que ha provocado la pandemia en el ámbito personal. No nos ha de extrañar entonces, que nuestro comportamiento sea el que está siendo, de mucha ineptitud. Cuando a una sociedad se la trata infantilmente, se comporta como si fueran niños exentos de responsabilidad. De ahí, muchas de las cosas que están pasando, convirtiendo la desescalada en una carrera sin sentido, o liberando el lado más infame y egoísta de una parte de la sociedad.
No hemos podido familiarizarnos con el auténtico dolor de los protagonistas de la pandemia, más allá de las imágenes lacrimógenas de la televisión, siempre mostrándonos el lado bueno de la tragedia, como las altas de enfermos acompañadas de los aplausos de quienes han estado cuidándoles y sanándoles. Ni ver el drama de la muerte en imágenes, con casi 30.000 fallecidos. Todas esas imágenes se han querido ocultar deliberadamente, haciendo que nos comportemos como si no hubiera pasado nada, porque nuestra alma no se ha impregnado de luto y tristeza, solo de ansiedad por salir lo antes posible de una situación que nos incomoda, ajena al drama que se ha estado viviendo en hospitales, residencias, tanatorios y  morgues.  
Siento ser así de duro, pero la fragilidad de nuestra memoria por la ausencia de empatía colectiva con el dolor, se debe, en parte, a  la falta de un relato gráfico,  que ayude a construir la memoria colectiva de la pandemia y sus dramáticas consecuencias en vidas y pobreza. Es la única explicación que se me ocurre, para poder entender el por qué de la insensatez de algunos comportamientos. 

Imagen: "Sarcófago". Obra de Sara Giménez Carramiñana. Perteneciente a la colección del MACVAC      

sábado, 23 de mayo de 2020

22º día de desconfinamiento. Charcos


22º día de desconfinamiento. Charcos. Este gobierno, parece que ha nacido con las botas katiuskas puestas. Cuando no se mete en un charco se mete en otro, y al final se le empaparán los pies de agua embarrada. Es tal su capacidad para liarla, que la oposición, si fuera lista, solo tendría que sentarse a esperar al nuevo desatino. Pero claro, pedirle inteligencia a la oposición, es como intentar sacar petróleo de un pozo de agua.
Le decía don Quijote a Sancho : No andes, Sancho, desceñido y flojo; que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado. Parece increíble que frases escritas hace cuatrocientos años, sigan calzando la mano como un guante, en la actualidad. Y es que los humanos, por muy tecnológicos que seamos, seguimos siendo esos monos erguidos que se aventuraron en la sabana, hace cientos de miles de años, con idénticas pasiones, que son, a fin de cuentas, las que dictan nuestro comportamiento, y nos hacen a veces errar, a veces acertar. Pero la capacidad para meternos en líos sin que nadie nos empuje sigue intacta; debe ser que lo llevamos grabado a fuego en el ADN de la humanidad.
Este gobierno parece desmazalado y desceñido. ¿Hacía falta toda esta pifia, para sacar adelante una votación que ya estaba asegurada? Porque ahora ya no se trata de cambiar la Reforma Laboral, sino de salir del atolladero en el que se han metido, sin que nadie resulte lesionado, aunque el mal ya está hecho. Y lo peor, es que han conseguido, no sé si intencionadamente o sin pretenderlo, que solo se hable del escándalo de un gobierno dividido, dejando al margen la necesidad de cambiar la Reforma Laboral, por las razones que ya expuse a en el comentario de antes de ayer.  
El país está al borde de la ruptura porque la extrema derecha, es decir, PP y Vox, han decidido ponerlo al pie de los caballos, liberando toda la adrenalina fascista que durante tantos años ha estado larvada, quizá, porque sabían que en el turnismo electoral que se diseñó en La Transición, ellos, agazapados en Alianza Popular y posteriormente en el Partido Popular, siempre tendrían su tiempo de ocupar el poder. Pero ahora, la extrema derecha tiene quien la represente en Vox y en la dirección del PP Casado/Aznar, con Díaz Ayuso de artista invitada.
 Por ello, el gobierno debería ser más cauteloso, y estar más atento a los posibles errores que puedan cometer. Tener la boca cerrada es una virtud, que algunos de sus miembros no alcanzan a comprender. Pero tener una dirección adecuada, de liderazgo, no vendría nada mal, para evitar estos desatinos, que cada vez acercan más a la extrema derecha al poder.
Queremos salir de la pandemia con políticas progresistas, en donde la salud y la economía no se cuestionen mutuamente, pero también, con una recuperación económica que pase por respetar la amenaza de un virus, que no se ha ido. Una recuperación, que no provoque más desigualdad, pobreza y destrucción del medio ambiente. No es imposible, si desde el gobierno se dan los pasos acertados. No se puede firmar un acuerdo inútil, que desconocen la mitad de los  ministros, incluidas las directamente afectadas, distancie a tus aliados, enfade a los agentes sociales y dé gasolina gratis a la oposición, que solo tiene como objetivo quemar las naves, para que vayamos todos a la deriva y a ellos les sea más fácil, no solo alcanzar el poder, sino gobernar para los de las caceroladas y marchas abanderadas, que recuerdan demasiado a los desfiles de las dictaduras que en el  mundo existen, que no son pocas.         

jueves, 21 de mayo de 2020

20º día de desconfinamiento. Reforma laboral


20º día de desconfinamiento. Reforma laboral. Hay temas que son santo sanctórum para la derecha y no tan derecha. Y uno de ellos es la reforma laboral. Ahora andan todos agitados porque el gobierno ha firmado un acuerdo con Bildu para derogarla. Anatema: derogar la reforma laboral por un pacto con los proetarras de Bildu. Esto es el no va más de la antiEspaña.
Es posible que el gobierno, una vez más, haya patinado en las formas. No lo voy a negar; desde luego no son unos linces aventajados en la oportunidad de las cosas. Pero no es ese del tema que quiero hablar, porque en general, aunque siempre hay honrosas excepciones, el don de la sabiduría no les ha sido concedido a la mayoría de los políticos actuales.
Estoy de acuerdo en que la Ley de Reforma Laboral ha de ser eliminada, no sé si en su totalidad o en parte. Me da igual. Lo que hace falta es acabar con esa desregulación del mercado de trabajo que supuso la Ley del PP, dando alas a la creación de una inmensa bolsa de precariedad laboral, con todas las bendiciones legales. Porque a pesar de que hoy ya se vuelve a focalizar en el aumento de coste de los despidos una nueva Ley, ese no es el problema principal que tienen los trabajadores versus trabajadoras. Una vez más se quiere desviar la atención de otros asuntos mucho más graves para la estabilidad del empleo y la dignidad de los trabajadores/as. Además, ¿a quién se despide hoy con indemnización, si la duración media de los contratos en España durante 2019, fue de 49 días, según un informe de la USO?
La actual Ley laboral que hay en España la aprobó el gobierno del PP. Entonces, muchos de los que hoy se están echando las manos a la cabeza, o se muestran indignados, no opusieron ninguna resistencia; es más, aplaudieron hasta el enrojecimiento de las palmas, los cambios que introducía. Suponía la mayor desregulación de las condiciones de trabajo, salario, y estabilidad contractual, habida en España desde el Fuero del Trabajo de 1938 y su posterior modificación con la Ley de Convenios Colectivos de 1958. La Ley de Reforma Laboral fue la gran aportación de la derecha, con el PP como maestro de ceremonias, a la crisis financiera de 2008: dejar el mercado laboral como una losa, para que los empresarios actuaran a su antojo, sin trabas legales que se lo impidieran.
Decía antes que el asunto de los despidos y su posible aumento, solo trata de desenfocar el verdadero problema que ha supuesto la LRL para la clase trabajadora, como es la flexibilización del mercado laboral, la pérdida de capacidad negociadora de los sindicatos al convertir la negociación colectiva en papel mojado, la precariedad laboral, la profundización de la desigualdad de género en el trabajo, en definitiva, convertir a trabajadores y trabajadoras en los nuevos esclavos del siglo XXI, quedando su vida laboral y su proyecto vital al albur de los empresarios.
Dicen los que se indignan por este giro del gobierno que no es el momento, en plena pandemia. Nunca es el momento para aprobar leyes que favorezcan a la clase trabajadora, porque cuanto más desregulado sea el mercado laboral, más riqueza se acumula en pocas manos. Y atentar contra eso es como escupir la hostia consagrada delante del altar: sacrilegio.   
Sin embargo, en mi humilde opinión, es ahora cuando el cambio o reforma de la legislación laboral vigente se hace más necesaria que nunca. La sociedad española no se puede permitir el lujo de plantearse la salida de la crisis económica provocada por la pandemia con la LRL del PP, porque volveríamos a reproducir los mismos problemas de precariedad, desigualdad, pobreza laboral y explotación que había antes del coronavirus. Es el momento de dar un giro a la situación laboral en España, de volver a dar protagonismo a los sindicatos en la negociación colectiva y  acabar con la situación de ruptura del equilibrio, que ya recogía Adam Smith en su Teoría del Valor del Trabajo, que reconocía a los trabajadores como propietarios de la fuerza del trabajo a cambio de un salario. Por eso los sindicatos son necesarios, para que el salario y las condiciones de trabajo que las rodean sean los más dignos posibles. No es una casualidad que una de las primeras desregulaciones que introdujo la Ley de Reforma Laboral actual fuera desactivar a los sindicatos, cortándoles capacidad en la negociación colectiva.
Para finalizar, la Ley de Reforma Laboral del PP se debe anular ya, solo de esa manera se forzará a la derecha y los empresarios a sentarse a negociar una nueva Ley, sin dilaciones en el tiempo.   

Imagen: "La huida". Obra de Ricardo Bastid Peris. Perteneciente a la colección del MACVAC  

miércoles, 20 de mayo de 2020

19º día de desconfinamiento. Pepito Grillo


19º día de desconfinamiento. Pepito Grillo. A veces tengo la sensación de ser un Pepito Grillo, que está siempre zumbando en la conciencia de los lectores sobre esto y aquello. Realmente, pontificar y discursear desde este púlpito abierto al mundo que es internet, bajo el eufemismo de llamarlo “reflexión”, es fácil,  sentado delante del ordenador, con un ventanal por donde entra la luz y la vida que se extiende delante, sin edificios que la escondan. Ejercer de Grillo, es una idea que no me puedo quitar de la cabeza y, honestamente, me produce cierto rechazo. Claro, que ustedes pueden pensar, que si es así no lo haga, y no les faltaría razón.
Sin embargo, la necesidad de escribir sobre lo que sucede alrededor y aportar un pequeño granito de arena que nos induzca a cavilar, es más fuerte que la sensación de discursear e, incluso, la tendencia a la vaguería que a veces me invade. No hay nada como una buena escusa del tipo: qué tontería, estar todos los días aquí soltando la arenga que a nadie le interesa, para caer en los brazos de la apatía y no hacer nada.
En todos los años que llevo escribiendo, nunca había escrito un artículo diario, por es simple hecho de escribirlo y colgarlo en un blog, que además es mío. Pero no me arrepiento, porque me ha servido de estímulo intelectual, tener que pensar diariamente lo que iba a escribir, para que la cabeza no cayera en un estado diletante, que acaba llenando de telarañas las neuronas.
Además, lo que pasa, lo que  nos cuentan y lo que nos hacen creer, está tan lleno de pliegues, que me resulta imposible no hablar de ellos, como si fuera un diario que comparto con los amigos y vecinos. Hace mucho tiempo aprendí que nada es lo que parece y que todo tiene una o varias capas de pintura ocultas, si se rasca un poco.
Fíjense. Ahora la hemos tomado con Suecia, porque parece que ha errado en su planteamiento de afrontar la pandemia. Es como si el fracaso de Suecia fuera la confirmación de que otros muchos países lo han hecho bien, aplicando unas medidas de confinamiento más estrictas. Pero, a fin de cuentas, Suecia ha dado los mismos palos de ciego que el resto de países. Nadie sabía nada cuando esto empezó, y se ha trabajado sin un cuaderno de ruta. Unos han tomado unas decisiones y otros otras. ¿A quién le ha salido mejor? Pues tristemente a nadie. Bueno, quizá a los países que tienen una sanidad pública más potente, aunque este axioma se desquebraja cuando vemos que Grecia y Portugal, por poner dos países de nuestro ámbito cultural, histórico y económico europeo, que no destacan por tener una sanidad pública potente, como puede tener Alemania, están en la parte baja de afectación de la pandemia.
Consulto una tabla de muertes por cada 100.000 habitantes de varios países del mundo, que es lo que más se aproxima a la realidad de respuesta al coronavirus. Porque no nos hemos de olvidar, que el principal objetivo de cualquier sanidad pública y de cualquier Estado, debe ser evitar muertes por enfermedad, y no enzarzarse en discusiones sobre el número de contagiados, que puede tener un valor incuestionable desde el punto de vista estadístico y científico, pero que no evita salvar vidas ante la emergencia. Veamos un ejemplo: Alemania: 178.000 contagiados, 10 muertos por cada 100.000 habitantes. Francia: 180.000 contagiados, 42 muertos por cada 100.000 habitantes. ¿Por qué?
Volvamos a Suecia. El gran fracaso de la apuesta de Suecia para afrontar el COVID-19 arroja una cifra de 31.500 contagiados y 37 muertos por cada 100.000 habitantes. Bélgica, otro país avanzado: 56.000 contagios y 80 muertos por cada 100.000 habitantes. Podíamos seguir con Portugal: 29.000 contagiados y 12 muertos por cada 100.000 habitantes. Incluso EEUU tiene 28 muertos por 100.000 habitantes y España 59. Hay muchas cosas que analizar.
No debemos ser tan soberbios, porque todos tenemos mucho que aprender. Los países ricos y los menos ricos. Lo importante, es que seamos conscientes de que el virus sigue aquí. Que el éxito de haberlo detenido, indudable en España y otros países, solo se debe a las medidas de confinamiento y la disciplina de la población. No tenemos nada más, ni vacuna ni tratamiento. Solo lo que hayamos aprendido en estos meses, que no es poco, y nuestra prudencia. Sobre todo nuestra prudencia. Todo lo demás, serán cuestiones a analizar por los expertos, y son campañas políticas que  no tienen nada que ver con la pandemia.     

Imagen: "Juntos y separados", Obra de Ernesto Bailo Xerri. Perteneciente a la colección del MACVAC

martes, 19 de mayo de 2020

18º día de desconfinamiento. Operación Cacerola


18º día de confinamiento. Operación Cacerola. El gobierno está haciendo su tarea a la hora de contener la pandemia y prevenir posibles brotes a futuro. ¿Ha cometido errores? Cierto. Pero si sopesamos el balance de su actuación, creo que los aciertos son muchos más que los errores. Y eso lo sabe la derecha, y por ello se han lanzado a una peligrosa pendiente de desprestigio a todo lo que hace el gobierno, porque a Casado, Abascal y Aznar, les importa una mierda, con perdón, lo que pase en este país. A ellos, cuanto peor vaya, mejor, porque es ahí, en esa zafiedad política a la que ya nos tienen acostumbrados, donde encuentran argumentos para hacerse con el poder. Y si no los hay, se los inventan.
En España se ha puesto en marcha toda una cruzada, a la que se unirá la Iglesia en cuanto vea la oportunidad, para acabar, primero con el gobierno de coalición de izquierdas, y segundo, para frenar el programa de políticas sociales que estaban diseñando antes de que llegara el coronavirus. Todas las iniciativas que han tomado hasta ahora van en la misma dirección, y no van a parar. Acordémonos del acoso constante de Aznar al gobierno de Felipe González, y el de Rajoy a Zapatero, plagado de insultos, mentiras y discursos apocalípticos sobre el futuro de España.
Pero ahora es mucho peor, porque a pesar de todas las dificultades y las constantes informaciones, bastante bien amplificadas por la derecha mediática, el gobierno es más sólido que nunca, y las políticas que den una vuelta al neoliberalismo que tanto daño ha hecho a la sociedad española en su conjunto, son más ciertas de aplicarse que  nunca. Además, con una extrema derecha crecida por la estupidez de los dirigentes del PP y Ciudadanos, que han alcanzado el poder en algunas instituciones cautivos del fanatismo político de Vox, la situación alcanza una dimensión alarmante para la convivencia democrática del país y la solución de los problemas de la gente.
Las caceroladas de los pijofachas; las concentraciones en los barrios ricos de Madrid y otras ciudades; los escraches, que en su momento calificaron de antisistema proetarra, delante de  domicilios de dirigentes de la izquierda; y las mentiras de esa legión de periodistas protofascistas disfrazados de demócratas: Inda, Ana Rosa, Carlos Herrera, Jiménez Losantos, etc., forman parte de un envite del establishment conservador del país, para hacer girar la política en España hacia posiciones derechistas, que hagan inviable el programa de reformas sociales y económicas del gobierno de izquierdas.
En la crisis anterior, con el PP gobernando y destruyendo de una forma planificada el estado de bienestar, no se pedía con tanta insistencia un gobierno de coalición, ni se escuchó con tanta virulencia al Banco de España (este solo saca informes apocalípticos sobre la economía cuando gobierna la izquierda); ni a las patronales, que callaban con el gobierno de Rajoy, cuando se precarizaba el empleo y aplaudían la reforma laboral; ni a los medios de comunicación, que como ya he dicho más arriba, cada día están más derechizados y no cesan de proyectar una imagen negativa del gobierno. Todos los sectores afines al conservadurismo están en marcha, aprovechando el malestar que ha generado tanto tiempo de encierro en la población y la situación económica, no derivada de una mala gestión del gobierno, sino de la crisis provocada por la pandemia.
Parece que a la derecha no le gusta que se hayan implementado medidas de ayuda económica a trabajadores, autónomos, empresas, comunidades autónomas… en definitiva, miles de millones de euros en ayudas, que han servido para amortiguar los efectos económicos de la pandemia en la mayoría de la población. O es que ya no nos acordamos de que cuando ellos gobernaban nos dejaron en la estacada, recortando todo lo que beneficiaba a trabajadores y clase media, para dárselo a los bancos y las grandes empresas.
Nos esperan tiempos de mucha agitación política. El conservadurismo del país ya está en campaña electoral, y ahora su misión es convencernos de que el gobierno lo ha hecho muy mal, para ganar unas hipotéticas elecciones, que se deben celebrar, según su calendario de despropósitos, antes de que pase la pandemia y el gobierno pueda desarrollar su programa de reformas sociales y económicas.  

Imagen: "Mente desequilibrada". Obra de Fina Campins Espí. Perteneciente a la colección del MACVAC

lunes, 18 de mayo de 2020

17º día de desconfinamiento. Reculada


17º día de desconfinamiento. Reculada. Si les soy sincero, hoy no sé muy bien de qué escribir. No es porque esté cansado, aunque en algún momento tendré que ir terminando esta serie, para pasar a otros artículos más espaciados en el tiempo. Además, tengo una novela que retomar, cuando mi cabeza esté liberada del abotargamiento que me ha producido el coronavirus.
Les diré una cosa. Normalmente, escucho la radio por la mañana y con la lectura de titulares de la prensa escrita suele surgir algún tema sobre el que escribir. Pero hoy no me ha pasado eso. Y no sé si es que vamos  normalizando  nuestra vida y las informaciones del coronavirus se vuelven repetitivas, o que me aburre insistir siempre en las mismas paranoias de la oposición (de los errores del gobierno todavía no quiero hablar, porque pienso que esto no está terminado ni por asomo, y necesitamos mucha disciplina para cumplir unas normas que nos están sacando de la epidemia, nos gusten o no nos gusten). Quizá es que ya no le pongo tanto interés al asunto. Me preocupa, porque hay muchas cosas de las que hablar, más allá del día a día de la pandemia, que tienen mucho que ver con la manera que vamos a salir de esta situación, que como ya he escrito puede ser reseteándonos como sociedad o volviendo a las andadas precoronavirus.  
Entre las cosas que me han llamado la atención, está la paralización de la liga femenina de fútbol. No parece que sea un buen mensaje de igualdad que todo el mundo ande pendiente del fútbol masculino y se deje de lado el femenino, hasta el punto de que en la prensa deportiva de hoy, poco espacio se le dedica a este asunto.  
Siempre pienso que este tipo de comportamientos no son inocuos, sino que responden a una manera de ver e interpretar la sociedad, que, en este caso, dista mucho de estar cerca de la igualdad de género. Pero además, lanzan un mensaje muy pernicioso, porque lo que explicitan es que las mujeres y sus asuntos siguen teniendo una importancia secundaria. Por eso, van a ser las grandes paganas de la crisis económica del coronavirus, con una mayor precariedad en el empleo y la eterna desigualdad salarial, si no lo evitamos.
Invisivilizar a las mujeres no trae nada bueno y en una actividad con tanta fuerza mediática como el fútbol, flaco favor se las hace suspendiendo su campeonato, justo ahora que empezaban a tener algo de relevancia; incluso habían firmado un convenio bastante precario, pero a años luz de lo que tenían.
La epidemia de coronavirus no puede ser un retroceso en el camino hacia la igualdad de las mujeres, porque eso supone el triunfo de la caverna conservadora del país. Sí, aunque parezca algo arcaico, hay mucha gente, demasiada, a la que les gustaría ver a la mujer como la presentaba aquel anuncio de Soberano de los años 60, o siguiendo las pautas de comportamiento de buena esposa de la Señora Francis. Parece mentira, pero es así, y esta pandemia puede ser una excusa perfecta para perpetuar las desigualdades, es decir, para dar una reculada.
Es importante que las mujeres jueguen al fútbol o practiquen cualquier otro deporte, porque lanzan un mensaje nítido de que la igualdad para otras actividades es posible. Por eso, en cuanto se ha podido, se ha frenado el ascenso mediático y apoyo social que estaban teniendo por una parte importante de la sociedad futbolera. No es solo una cuestión deportiva y sanitaria, porque para que se reanude el campeonato de los hombres, se está haciendo encaje de bolillos.     

domingo, 17 de mayo de 2020

16º día de desconfinamiento. Aplauso final


16º día de desconfinamiento. Aplauso final. La convocatoria de un gran aplauso final para el día de hoy está generando cierta controversia. Sobre todo en determinados sectores de la izquierda que no entienden o no quieren entender la famosa frase atribuida a Napoleón: Una retirada a tiempo es una victoria”. Tiene tanta enjundia esta expresión, que perfectamente podría haberla pronunciado algún filósofo griego, porque resume el triunfo de la sabiduría, frente al empecinamiento.
Hace unos días, me llegó un mensaje convocando a un gran aplauso final este domingo, para evitar la tristeza de ver como una de las grandes manifestaciones sociales y espontáneas que se han producido en España en los últimos tiempos, languidecía por diversas razones, que no tienen que ver con el apoyo de la ciudadanía a los sanitarios y demás trabajadores de servicios esenciales. Me pareció acertado y así creo que lo he expresado desde estas páginas.
Todo, absolutamente todo en esta vida, tiene un principio y un fin. Aunque terminar algo se nos suele hacer bastante cuesta arriba, de ahí que muchas de las cosas que hacemos al final acaben yéndose por la puerta de atrás. Por eso no entiendo muy bien que se esté intentando continuar con unos aplausos que cada vez tienen más balcones vacíos, porque las circunstancias han cambiado desde que empezaron hace dos meses y, queridos amigos y amigas, todo cansa en esta vida, incluso “la revolución permanente”.    
Los aplausos desde los balcones siguen teniendo esa función de reconocimiento y agradecimiento, pero han perdido un ánimo que no ha sido menor: la de no sentirnos solos durante los días más duros del confinamiento; salir a las ocho era reconocernos en los vecinos, que también estaban allí, como seres gregarios, que necesitan ser y estar arropados en la manada. Y la manada somos cada uno de nosotros, que juntos, con nuestras peculiaridades y diferencias, alimentamos nuestra necesidad de compartir, reconocer y ser reconocidos.
El problema y su suicidio, es cuando esos aplausos se quieren politizar, mejor dicho, partidizar (me acabo de inventar esta palabra), porque política es todo, hasta aplaudir por reconocimiento al esfuerzo de los sanitarios. Resulta, que si dejamos de aplaudir sería un triunfo de la extrema derecha, que nunca ha visto bien que lo hiciéramos, porque en su demencia cualquier cosa que  no sea bailarles a ellos el agua, es un apoyo a un gobierno ilegítimo y antiespañol. Y para evitar eso, otros nos piden que sigamos aplaudiendo, porque así le damos a la extrema derecha en los morros. Y entonces los aplausos se convierten en una guerra de gallos contra las caceroladas, y nosotros, los sanitarios y demás en la maroma que va para un lado u otro, a ver quién consigue inclinarnos hacia su bando.
Además, no habrá mayor triunfo para la extrema derecha de Vox, coronapijos y Ayuso desde su balcón de lujo, que los aplausos vayan languideciendo, para proclamar luego que ya nos hemos cansado del gobierno y sus medidas carcelarias. Terminar con ellos de una manera digna, a lo grande, como esos grupos de música, que llenan un estadio para  anunciar su último concierto, es el mayor homenaje que podemos hacer a los sanitarios y demás trabajadores que han estado dando la cara por nosotros.
No sé quién ha convocado esto, ni me importa. Lo que sí me importa es que no sepamos decir hay que terminar. Dejamos los balcones, no como un triunfo de nadie, sino como un aviso de que decidimos terminar cuando lo creemos conveniente, pero no nos vamos. No abandonamos el aprendizaje de esta pandemia y volveremos, quizá en otro contexto diferente al de los balcones, si vemos que no se refuerza las sanidad pública y los servicios fundamentales que un Estado social y democrático debe ofrecer a sus ciudadanos. Qué tome nota, también, el gobierno; este y los que vengan a futuro.
Y otro mensaje: No somos apolíticos. Por tanto, exigiremos y apoyaremos a aquellos que nos aseguren más bienestar, más democracia,  más servicios públicos y menos cháchara populista.
Hagamos que el aplauso de hoy sea un trueno de agradecimiento y esperanza. Nos vemos a las ocho.

sábado, 16 de mayo de 2020

15º día de desconfinamiento. Bandera


15º día de desconfinamiento. Bandera. El coronavirus está haciendo aflorar la manipulación y apropiación de la bandera roja y gualda, y digo bien: roja y gualda, que era como se definía en la dictadura de Franco, por parte de la derecha y la ultraderecha (la Constitución no hace mención al gualda por  ningún lado). No es un asunto nuevo que la derecha se guarde para ella, de forma tan vehemente, los símbolos del Estado que no se desvincularon de la dictadura:  bandera e himno, por ejemplo. Pero con la crisis del coronavirus está siendo tan excesivo, que resulta grosero ver cómo flamean la bandera, no como símbolo de unión de los españoles, sino, más bien, para usarla como tela arrojadiza contra todos aquellos, incluido el gobierno, que no son dignos de llamarse españoles, es decir, todos los que no piensan como ellos y no los aúpan al poder.
A mí nunca me ha hecho  mucha gracia esta bandera. Y miren que he hecho esfuerzos por identificarme con ella, creo que igual que  la gran mayoría de la izquierda y muchos españoles, que no parecen salvo en el deporte, tener un sentimiento emocional hacia ella. Nos recuerda demasiado a la dictadura y ser el emblema de las élites del país. De hecho, cuando se proclamó la II República y todo se quiso hacer diferente, de forma que pareciera que el antiguo régimen borbónico quedaba liquidado en España, la bandera cambió y fue bien aceptada por el pueblo español, salvo para las élites retrógradas que tanto extrañaban la monarquía y todo lo que esta representaba. En esa vuelta al pasado, al orden casi estamental de la sociedad española, con el que Franco tanto se identificaba, no fue una sorpresa que sustituyera la bandera republicana por la roja y gualda.
Creo que fue un error no inventarse una bandera nueva en la Transición. Ni si quiera pienso que tuviera lugar la bandera republicana, que generaba tanta animadversión a la derecha apostólica y romana de este país, como la actual provocaba a la izquierda. Con una bandera aceptada por todos, no habríamos llegado a esta situación  de rechazo de la izquierda y monopolio de la derecha. Una bandera menos ideologizada y más abierta a la tolerancia y la convivencia, habría evitado que los líderes de la derecha se escondieran tras ella para lanzar sus discursos de españoles y antiespañoles. No habrían salido los coronapijos del Barrio de Salamanca a envolverse en ella, como único argumento para saltarse el confinamiento.
Nos guste o no, la bandera roja y gualda se sigue identificando con facha y fascismo; triste después de cuarenta años de democracia, a pesar de que algunos líderes de la izquierda hayan querido reivindicarla como la bandera de todos. Vano intento con esta bandera, cuando día tras día vemos a la derecha y al fascio español envueltos en ella.
No habría venido mal, que en este momento hubiéramos tenido algún símbolo que nos identificara como país, no digo ya como nación, que esa es harina de otro costal. Es ahora cuando necesitamos sentirnos unidos en una tarea común, y parece que ni la bandera ni el himno ni la jefatura del Estado cumplen ese papel. Símbolos, que al ser aceptados por todos, no serían sagrados para nadie.
Una vez más, el coronavirus nos pone ante el espejo, como a Blancanieves, que vivía una ilusión de ser lo que no era, para lanzarnos a la cara las deficiencias que tenemos como país, como Estado y  como sociedad. A ver si aprendemos algo y empezamos a caminar por la misma senda, que no significa que tengamos que ir todos cogidos de la mano.
Hasta las ocho.     


viernes, 15 de mayo de 2020

14º día de desconfinamiento. Pijos


14º día de desconfinamiento. Pijos. Después de dos meses de confinamiento los pijos están hartos de no poder hacer lo que les venga en gana, que es lo que siempre han hecho. Están enfadados porque no pueden gastarse el dinero que les sobra. Aburridos de beber Moët de Chandon, Vega Sicilia y Glenfiddich; las ostras, el Pata Negra y las huevas de esturión no son nada tomadas en la soledad de la casa,  sin que nadie te vea como hacer alarde de buen gourmet. En el fondo comprendo la vida tan tediosa que les están obligando a llevar, como si fueran populacho del vulgo.
No me extraña que se manifiesten en nombre de la libertad y contra un gobierno que está convirtiendo a España en Venezuela, y echen de menos el Chile de Pinochet o a su añorado Franco, que les dejaba hacer lo que quisieran siempre que le adoraran.
Y cómo están hartos y preocupados por España, salen a la calle a protestar, porque tienen que defender la libertad de sus hijos, no la de los niños del mundo: la de sus hijos, para que sean como ellos y la estirpe de pijo se perpetúe en el tiempo. Cuando ellos se manifiestan lo hacen en nombre de un valor tan superior como es su libertad y la defensa de su dinero, sobre todo ahora que está en peligro porque el gobierno socialcomunista les quiere meter un impuesto exclusivo para ellos. ¡Qué vergüenza! Al final tendrán que acabar llevándose todo a algún paraíso fiscal.
Que nadie piense que los pijos son como las feministas que se manifestaron el 8 de marzo y contagiaron a todo el país, incluidos a los habitantes de San Salvador de Cantamuda, precioso pueblo de 126 vecinos, perdido en el norte de Palencia. No, ellos están legitimados a manifestarse porque Dios, que nunca les abandona, les apoya, a ver si ya se abren de una vez las iglesias. También están con su cruzada el tándem Casado/Ayuso/Aznar. Quién puede, entonces, decirles que están incumpliendo las reglas del desconfinamiento, impuestas por un gobierno ilegítimo. A ellos, que han sustituido los aplausos de apoyo a los sanitarios por caceroladas contra el gobierno, convocadas por ese  nuevo Partido de patriotas, especialista en tirar la piedra y esconder la mano, ¿quién puede decirles que no aman a España?
Poco les falta para reclamar la República Independiente del Barrio de Salamanca o Pijolandia, aunque lo de república no lo tengo tan claro, puede que proclamen rey legítimo de su nuevo cantón al pretendiente carlista Carlos Javier de Borbón-Parma y Orange-Nassau (un rey con ese nombre les tiene que provocar un orgasmo), para rescatar los valores de una  monarquía como Dios manda: católica, apostólica y romana. Además Pijolandia sería heredera, como no, de Viriato, Numancia, el Imperio Romano, Chindasvinto, Las Navas de Tolosa, el Imperio de Ultramar y Francisco Franco. Casi nada.
No pueden aguantar más. Necesitan la libertad de juntarse con los de su especie, y volver a su vida de apariencia, de exhibir poder y lamborghinis, de dinero y golpes de pecho. En Pijolandia no estarían cerrados ni los bares ni los restaurante ni los comercios ni las casas de putas. Tampoco las iglesias, para que luego pudieran ir a expiar sus pecados y pelillos a la mar.
Pijos. Son así. Su concepción del mundo no es ni siquiera terraplanista. Se circunscribe al Barrio de Salamanca en Madrid y todos los barrios que habitan en el resto del país. No se les puede pedir más. Lo triste es que haya mucha gente que los sigue, que piensan que con los pijos gobernando viviríamos mejor; que convirtiéndonos en mucamas de sus intereses la vida es más sencilla. Ellos son pijos y no lo pueden evitar, nosotros sí podemos remediar ser unos ignorantes.
Recordad. El domingo a las ocho aplauso final de agradecimiento. A ver si lo hacemos tan grande que no se oiga otra cosa en el país.

jueves, 14 de mayo de 2020

13º día de desconfinamiento. Seroprevalencia


13º día de desconfinamiento. Seroprevalencia. La primera vez que escuché esta palabra, pensé que se iba a hacer un estudio serológico en Valencia. Imagínense los trastornos a los que podemos llegar con tantos días de encierro. La verdad es que se le ha dado una importancia desmesurada a este estudio (no es de extrañar en tiempos de confusión y búsqueda de certezas), para los datos que ha arrojado. Quizá, es que a la estadística le estamos dando un valor excesivo, porque en la sociedad de la inmediatez se gobierna a golpe de encuesta. Muy lejos quedan los tiempos en que los partidos trataban de cambiar o mejorar la sociedad a través de las ideas. Hoy todo es más frío. Los datos dicen que…; hay que hacer esto porque las encuestas pronostican…; tienes que cambiar la imagen para mejorar las estadísticas de votantes… Es el  mundo que nos ha tocado vivir, una gran pista circense donde los mejores espectáculos los hacen los ilusionistas, haciéndonos ver lo que no existe y creer lo que ellos quieren que creamos.
Lo que me llama la atención es que nos sorprendan tanto los datos de inmunidad que revela la seroprevalencia. No sé qué esperábamos cuando llevamos dos meses encerrados. ¿Qué estemos  la mayoría de la población infectada? ¿Para qué habría servido entonces el confinamiento? No quiero ni pensar la que habría montada hoy por los casados, abascales,  ayusos, y Tercios de Flandes, adalides de la libertad de última hora, si hubiera salido una cifra de contaminados grande. Las acusaciones al gobierno de tenernos encarcelados para convertir España en una gran prisión, como Venezuela, se habrían escuchado hasta en la Estación Espacial Internacional.
Qué decepción, solo un 5% de infectados. Una de dos, o el confinamiento ha parado en seco la transmisión, o el coronavirus no es tan contagioso como parece, si sólo ha infectado, masivamente, antes del 15 de marzo. A no ser que el estudio sea eso, un estudio que refleja la realidad a medias. A pesar de ello, como dice un amigo médico, son 2,3 millones de infectados, que si desde el punto de vista inmunológico no es mucho, en cifras absolutas no parece poco para unos meses que lleva rodando la epidemia.
Yo lo que no tengo claro, es que  si los datos hubieran sido del 60 o 70%, significaría que la población española (en Francia los datos de un estudio parecido arrojan porcentajes similares a los de España) estaría inmunizada. De la gripe nos tenemos que vacunar todos los años, porque nunca la cepa es la misma. Conclusión de un ignorante: mientras no tengamos una vacuna que suministre la sanidad pública a toda la población de riesgo, como en la gripe, lo tenemos complicado, si además no existe un tratamiento que atempere la enfermedad.
Yo pediría que las alegrías del desconfinamiento las aplaquemos en la medida de lo posible. Nos jugamos mucho, no solo la salud; también el bienestar económico de cada uno de nosotros. La inmensa mayoría de la población no vive en el barrio de Salamanca de Madrid, que emulando a Aznar, Rajoy Ayuso y demás, se saltan las medidas de prevención a la torera y se manifiestan por las calles pidiendo libertad, bueno, lo que el facherío patrio consideran libertad. Como todos los imbéciles creen que ellos están inmunizados contra todo. Pero sí disfrutan de una diferencia con el resto: si la economía se va al garete, ellos tienen las espaldas cubiertas. ¿Será que el dinero reblandece las sesera?
Hasta el domingo, que se ha convocado un gran aplauso final, nos vemos a las ocho.

Imagen: "El sueño de una niña pobre de un país que fue el mío". Obra de Salvador Montesa. Perteneciente a la colección del MACVAC

miércoles, 13 de mayo de 2020

12º día de desconfinamiento. Nueva normalidad


12º día de desconfinamiento. Nueva normalidad. He de confesarles que a mí lo de la nueva normalidad me suena un poco raro. No sé exactamente a qué se refiere. Si lo que se pide desde algunos estamentos sociales y políticos, es volver a que la economía vuelva a ser como en la vieja normalidad, no me encaja muy bien lo de nueva normalidad. La verdad es que soy un poco escéptico con los anuncios de un nuevo mundo postcoronavirus que se nos lanzan desde alguno sectores de la sociedad.
Si pensamos que el cambio climático va a dejar de ser un problema; que el teletrabajo va a mejorar nuestras vidas; que vamos a trabajar menos para repartir el trabajo entre todos; que los ricos y el capital van a aceptar distribuir la riqueza porque el coronavirus les ha vuelto solidarios; que la educación ya no va a estar al servicio de fabricar mentes acríticas y productivas; que las mujeres van a alcanzar la igualdad laboral y social por arte de magia… Si nos convencemos de que el “hombre ya no va a ser un lobo para el hombre”, como proclamó Thomas  Hobbes en su obra Leviatán, a mediados del siglo XVII, entonces es que el coronavirus es más grave de lo que pensamos, porque también tiene efectos secundarios en el cerebro.
Lo más probable es que todo vuelva a ser como antes o peor. Siento ser tan agorero, yo que soy un optimista genético. El poder nunca ha regalado nada a  lo largo de la historia. Todo lo que se ha avanzado ha sido arrancándoselo de sus palacios de cristal, y en cuanto han podido, nos lo han vuelto a quitar. Solo tenemos que mirar lo que ha venido sucediendo en las últimas décadas. Hemos bajado la guardia y nos ha arrebatado muchas de las conquistas conseguidas en los últimos cien años. Incluso, el periodo que más avanzamos después de la Segunda Guerra Mundial, alcanzando un alto nivel del estado de bienestar, se debió, más allá de las luchas sociales y laborales, al temor del capital a que el comunismo imperante en el otro lado de Europa se extendiera por occidente. Muerto el comunismo, se acabó el miedo, y en esas estamos.
La nueva normalidad, por el contrario, puede traer más pobreza, más ajustes laborales, más desempleo y en definitiva, más desigualdad. En términos bélicos, la batalla que vamos a tener que librar en los próximos años no es contra el COVID-19, esto pasará antes o después, sino contra la avaricia del capitalismo y el gran poder que tiene en gobiernos y sobre la ignorancia y la conformidad de una gran parte de la sociedad, que va a tratar de avanzar en la desregulación de todo lo que le impida campar a sus anchas. Y eso, para la mayoría es más precariedad laboral y pérdida de bienestar y derechos, que es lo que se esconde detrás de los populismos con sus discursos fáciles y coronofascistas.
Por ello, la nueva normalidad me asusta. Porque tenemos muchas ganas de volver a la vieja y pocas de revertir los cambios hacia un mundo mejor. Suena a utopía, pero si perdemos el empujón que nos da la utopía para cambiar las cosas, lo perdemos todo y la sociedad distópica, esa que vemos en las películas y libros de ciencia ficción estará a la vuelta de la esquina. Nada me fastidiaría más que George Orwell y Ray Bradbury tuvieran razón y sus novelas fueran una premonición del futuro que nos espera. O lo que es mucho peor, el de ese mundo tan desigual que son dos mundos, como nos relata la película Elysium del director Neill Blomkamp.
Preparémonos, porque lo que viene puede ser mejor o peor que lo que teníamos. Depende, como siempre de nosotros. Hasta las ocho.   
Imagen: "Las Meninas" de Traver Calzada. Perteneciene a la colección del MACVAC

martes, 12 de mayo de 2020

11º día de desconfinamiento. Presidentas


11º día de desconfinamiento. Presidentas. Empieza a circular por algunos medios y tertulias la idea de que los países gobernados por mujeres han sabido gestionar mejor la crisis del coronavirus. Sobre todo es un mensaje que están difundiendo hombres, -no alcanzo a ver muy bien con qué intención-, pareciéndome que quieren ser más papistas que el Papa, y que flaco favor hacen a las mujeres y al movimiento por la igualdad. Ponen como ejemplo a las jefas de gobierno de Alemania, Finlandia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Nueva Zelanda, entre otras. Qué curioso, países que están un peldaño por encima en los niveles del estado de bienestar, incluida la sanidad. No sé si tendrá algo que ver, que son más avanzados desde hace décadas, con la gestión de la pandemia, o es solo el hecho de que los gobiernan mujeres. A mí me parecen mucho más reseñables los casos de Grecia y Portugal, que con muchos menos recursos han conseguido también gestionar eficientemente la pandemia. Hacer alusión a la capacidad de empatía y espíritu conciliador, es pensar que las mujeres gobiernan países como gobiernan su casa. La mujer es el centro del hogar, conciliadora de conflictos y derrochadora de amor. Parece que hay viejas maneras de entender el papel de la mujer en sociedad que nunca cambian. Todo esto me huele mucho a machismo encastrado en el fondo del hipocampo.
Yo creo que un gobierno se gestiona bien o mal dependiendo de quién lo dirija, si se hace con eficiencia y calidad democrática, pensando en la mayoría, independientemente del sexo del gobernante. Fíjense en España, país que curiosamente se les olvida a los sostenedores de tan peregrina teoría. Cuatro Comunidades Autónomas están siendo gobernadas por mujeres: La Rioja, Madrid, Baleares y Navarra. Si nos detenemos en la gestión de la pandemia hay de todo. Desde dos Comunidades que están en las antípodas: Madrid y Navarra, a las otras dos, que han tenido una gestión ni mejor ni peor que las dirigidas por hombres. Quiero decir, que algunas Comunidades han gestionado  la pandemia mejor que estas y otras peor. 
Cuando escucho que Angela Merkel es ahora una de las adalides del buen gobierno conciliador, empático y solidario con los demás, se me erizan los pelos de los brazos. Si fuera adolescente, diría: ¡¡¡Perdonaaaa!!! Angela Merkel, ¿la que asfixió a media Europa con la imposición de las políticas de austeridad en la crisis financiera, que han provocado las mayores bolsas de desigualdad en el continente desde la Segunda Guerra Mundial? ¿La que obligó a hacer recortes en sanidad a la gran parte de los países europeos? ¿La que se niega a mutualizar la deuda en la UE para salir de la crisis económica que ha provocado el coronavirus, junto con Finlandia, donde gobierna otra mujer emblema, por cierto? ¿Ella es ahora el ejemplo a seguir?
Margaret Thatcher destruyó el estado de bienestar en Gran Bretaña, provocando el crecimiento de la desigualdad hasta cifras insoportables. Esperanza Aguirre, convirtió la Comunidad de Madrid en el Patio de Monipodio, donde corruptos, corruptores, corrompidos y busca vidas camparon a sus anchas durante su gobierno, reduciendo la sanidad madrileña a un trampantojo de sistema sanitario. Cristina Fernández, no tuvo manos suficientes para robar en Argentina y quitarse de en medio a quien se cruzara en su camino. Jeanine Añez, presidenta de Bolivia, en una acto de conciliación femíneo, da un golpe de estado en su país, para proclamarse presidenta por sus narices.También las ha habido muy buenas. 
Hombres, mujeres, qué más da. Al final lo que impele a algunos a gobernar es la ideología y a otros el poder. No hay un patrón que asegure que una mujer gobierne mejor que un hombre. Lo que si hay que exigir es que las mujeres tengan las mismas posibilidades de gobernar que los hombres, luego ya será nuestra responsabilidad elegir correctamente. ¿O no nos llama la atención que en España solo cuatro mujeres gobiernen una Comunidad Autónoma?
Nos vemos a las ocho.

Imagen: "Huevo sobre negro" de Andrés Cillero. Perteneciente a la colección del MACVAC

lunes, 11 de mayo de 2020

10º día de desconfinamiento. Discreción


10º día de desconfinamiento. Discreción. Escuchar a la consejera de Sanidad de Castilla-León, Verónica Casado,  da gusto. Si hacen memoria es esa doctora que en 2018 recibió la distinción de Mejor Médica de Familia del Mundo, por su labor en un centro de salud de Valladolid, y hace no mucho, lloraba desconsolada en las Cortes castellano leonesas, cuando hacía mención a los sanitarios muertos en la región, todos compañeros de ella.
Porque la consejera Verónica Casado, después de escucharla a esta mañana en una emisora de radio, sigue siendo médica de familia, por encima de su cargo político actual. Con unas cifras en atención primaria envidiables para muchas Comunidades Autónomas, sabe muy bien que no es suficiente y tiene marcado como reto aumentar la capacidad de respuesta, no para una crisis como la actual, sino porque en la Atención Primaria está la clave de bóveda de todo el sistema sanitario futuro.
Decía que Castilla-León tiene unos números envidiables en Atención Primaria: es la que más médicos tiene por cada 100.000 habitantes y la tercera en número de enfermeras, por ejemplo. Sin embargo, su consejera de sanidad, en vez de sacar pecho y convertirse en una diva del esperpento, prefiere la discreción y la prudencia, a la hora de valorar la situación de la pandemia en su región, castigada en parte por su proximidad a Madrid, y seguir trabajando discretamente, hasta que la prudencia la indique que puede avanzar. Por eso, ella misma, no ha solicitado el cambio de fase para una parte importante de la región.
Contrasta esta actitud y los datos de capacidad sanitaria que arroja esa Comunidad Autónoma, con los de su vecina Madrid. Dos comunidades gobernadas por el PP, en las antípodas la una de la otra. Lo que nos tiene que hacer pensar que el buen gobierno se debe, principalmente, al talante del que gobierna y su interés por lo público o no.
Madrid, que está en la cola de todos los datos que se puedan consultar sobre el funcionamiento de su sistema sanitario, sin embargo actúa con una arrogancia, que parece que solo ellos hacen las cosas bien. Pero las cifras se les caen de las manos constantemente, y su presidenta, muy lejos de emular a sus compañeros de partido en Castilla-León, es ya un esperpento andante, presa de su propio histrionismo. Hasta el punto de  mostrar una insensibilidad absoluta hacia las víctimas del coronavirus en su Comunidad. Su aparición ayer en un periódico, no es solo un insulto a la inteligencia, algo que parece tiene bastante escasa, sino un peligro para todos los madrileños. ¿Qué pueden esperar de una presidenta que reconoce, con una falta absoluta de empatía, que dio órdenes de no aceptar en los hospitales madrileños a personas mayores de residencias, porque si se iban a morir, mejor, que se quedaran donde estaban?
Terrorífico. No sé qué pensarán los compañeros de partido y gobierno, más allá del hooliganismo y el tener que justificar que sigue siendo la presidenta de la Comunidad de Madrid, y no la van a dejar caer.
Discreción y prudencia. Quizá sean estas las palabras que todo gobernante debería leer nada más despertarse cada día. Quien lo sigue, llega a buen puerto;  quien no, acaba estrellándose, y con él todos a quienes gobierna.
Nos vemos a las ocho.      

Imagen: S/T 1981 de Andreu Castillejo. Perteneciente a la colección de MACVAC

domingo, 10 de mayo de 2020

9º día de desconfinamiento. Políticos.


9º día de desconfinamiento. Políticos. Volvemos a dejar que aflore el anarco populismo que llevamos dentro. Bueno, quizá nunca se haya ido. Lo digo, porque cada vez escucho más hablar de la clase política sin hacer distingos, como si todos los partidos, todos los políticos y lo que hacen unos y otros fuera lo mismo. Para ser más claro, parece que no sabemos distinguir entre Podemos Y PP o entre PSOE y Vox o entre izquierda y derecha.
“Los políticos solo piensan en lo suyo”, es la frase más escuchada y manida que podemos oír a todas horas. Claro, igual que el resto, pero la diferencia es que unos políticos, aun pensando en lo suyo, gobiernan para mejorar la vida de la mayoría y otros para que la minoría viva cada vez mejor. Es un pequeño matiz, un detallito que nos puede hacer mejor la vida o convertirla en un infierno.
Lo bueno de esto es que lo piensan igual los que son de derechas y los que son de izquierdas.  Pero quien recoge el fruto de nuestro despiste colectivo, es la ultraderecha populista, que con discursos fáciles, como “esto lo arreglo yo en dos patadas”, esconde su verdadero rostro de lobo dispuesto a  comerse a Caperucita en cuanto  la inocente niña le brinde la oportunidad.
Extra Omnes, se dice cuando los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina para iniciar unos de los mercadeos de poder más sibilinos que hay en el  mundo. Bien, hagamos nosotros lo mismo. Digamos Extra Hooligans de cualquier Partido y pensemos sí realmente todos los políticos lo hacen igual. No voy a exponerles las diferencias entre Comunidades Autónomas a la hora de gestionar el COVID-19, ni voy a hacer una comparación de las medidas que tomó el gobierno en la crisis económica financiera con las que está tomando el gobierno actual en la crisis de la pandemia. Me gustaría hacerles algunas preguntas: ¿Realmente piensan que se está gestionando igual? ¿Creen que el comportamiento de la oposición en aquella crisis fue igual que el actual? En ambas crisis el estado está gastando mucho dinero. ¿Ha ido a parar al mismo sitio en un caso y en otro?
A mi me parece, que todo esto debería hacernos reflexionar. A la derecha le viene muy bien el totum revolutum, así, pareciendo que todos son iguales, ella diluye mejor sus políticas. Esconde mejor una ideología que tiene que ver más con la caridad que con la justicia social, porque en su ideario no entra que la riqueza se deba repartir. Ya saben lo que piensan de los pobres, excluidos, marginados y tirados en la cuneta por un sistema que privilegia a los que más tienen: que son unos vagos y tienen lo que se merecen.
No todos los políticos son iguales, y si los que lo sabemos callamos, seremos cómplices del populismo derechista que nos invade. Ya sé que nos gustan los discursos fáciles (si leyéramos más, a lo mejor…), que no tenemos ganas de complicarnos la vida, que es mejor creer que la política no sirve para nada. Pero la derecha sabe que esto no es así, que el que gobierna impone su ideario y cuanto más descreídos seamos la mayoría, mas posibilidades tienen de gobernar. Y para ello se están preparando, cuando pase la pandemia. Porque tras la creencia de que todos los políticos son iguales, siempre salen ellos triunfadores, y los esfuerzos del gobierno para paliar los efectos de la crisis en la gran mayoría, caigan en saco roto electoral. Que no se nos olvide, no vaya a ser que la salida de la crisis económica la acabemos pagando los de siempre.
Nos vemos a las ocho, y por favor, un poco de coherencia, que están volviendo los malos modos hacia los sanitarios.

sábado, 9 de mayo de 2020

8º día de desconfinamiento. Claridad


8º día de desconfinamiento. Claridad. Nos hemos llevado en la Comunidad Valenciana una gran decepción al conocer que la gran mayoría del territorio no ha pasado a la Fase 1 de desescalada. Sobre todo, porque desde hacía días se nos venía diciendo que cumplimos todos los parámetros exigidos por el  ministerio, y porque, al contrario que en otras comunidades, la sensación general en la calle presagiaba que así era. Sin embargo, ayer nos cae un jarro de agua fría, que  nos ha dejado a todos paralizados, y lo que es peor, tan confundidos, que no han tardado en empezar a circular por las redes teorías de la conspiración o el victimismo, que nada aportan a una solución racional. 
Aparcando todas esas paranoias, lo único que cabe pensar es que el Ministerio de Sanidad debe tener motivos sustanciados para frenar las aspiraciones de desescalada de la Comunidad. Más aún, cuando desde la Conselleria de Sanitat, se asegura que todos los datos que han presentado al ministerio cumplía los parámetros exigidos para pasar de Fase. Y así lo ha expuesto el presidente Ximo Puig, y esta mañana en rueda de prensa, la consellera de Sanitat Ana Barceló.
Lo peor que puede suceder en una situación como esta, cuando la ciudadanía está cumpliendo escrupulosamente sus obligaciones, más allá de alguna que otra relajación, es la falta de claridad. Jugar a la ceremonia de la confusión lo único que provoca es estimular la imaginación de la gente y que las teorías más disparatadas empiecen a circular. Incluso, desde el punto de vista político, el desconcierto que produce la ausencia de una información clara y veraz, es alimento del fuego de una oposición, que está deseosa de sacar la artillería. Y no digo esto con acritud, creo que en la Comunidad Valenciana, salvo algún que otro exabrupto, el comportamiento de la oposición está siendo modélico.
Asombra que la propia consellera de Sanitat diga que todavía no sabe  los motivos por los que se han considerado que la gran parte de la Comunidad no pasa a la Fase 1. Máxime cuando  ayer por la mañana, los propios técnicos del ministerio aseguraron que el informe presentado por la Generalitat era de “matrícula de honor” (sic). ¿Qué ha pasado, entonces? Un giro tan importante debe tener una explicación coherente y esa corresponde al Ministerio de Sanidad darla, y todavía, a tenor de lo que nos dice Ana Barceló, ni siquiera a ella se la han dado.
Claridad, señores del ministerio, porque si no la hay el daño es elevadísimo. Si existen motivos para no pasar de fase que se expliciten con luz y taquígrafos y acaben con las especulaciones, y lo que es peor: dejando en evidencia a la Genaralitat Valenciana, que sí está haciendo bien su trabajo. Si no es así, tendremos que empezar a pensar que las decisiones no se toman ajustadas a los datos, y que tras esa falta de claridad, se esconden conclusiones arbitrarias que solo conducen al desconcierto y el enfado de la población.
Quiero pensar, que hay razones suficientes para tomar una decisión de esta gravedad. Por favor, no empañen todo el trabajo que están haciendo por falta de información clara en la toma de sus decisiones. Seguro, que cuando nos lo expliquen, sabremos entenderlo, como venimos haciendo desde hace semanas, ante resoluciones duras que  nos están cambiando la vida. La diferencia es que esas decisiones han estado bastante bien explicadas.
Nos vemos a las ocho, ahora más que nunca, porque los sanitarios siguen mereciéndose nuestro cariño.  

La vivienda, un derecho olvidado

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