jueves, 27 de septiembre de 2012

22.11.63


De José Manuel González de la Cuesta

Los no aficionados a la literatura que se encuentra en la frontera entre lo paranormal y el terror, estamos de enhorabuena al poder disfrutar de una gran novela, de uno de los escritores más prolíficos e interesantes de la literatura estadounidense. Se trata de Stephen King, ganador del premio National Book Award en 2003, por su contribución a las letras norteamericanas, y autor entre otras muchas de novelas que posteriormente fueron a la gran pantalla, como: “Carrie” y “El resplandor”, que tanto pavor nos produjeron en su momento. Ahora Stephen King cambia de registro, aunque no del todo, con la edición de su novela “22.11.63”, ofreciéndonos un magistral relato de cómo era la sociedad americana entre 1958 y 1963, esa época maravillosa en la que el mundo occidental, con EE.UU. a la cabeza creyó que podía conquistar el futuro, hasta que el 22 de Noviembre de 1963, se produce un acontecimiento que iba a suponer el fin de la inocencia, devolviendo al pueblo americano y a occidente a la realidad, con el asesinato del presidente John F. Kennedy, a manos de un loco, que nunca hemos llegado a saber sin estaba al servicio de alguna conspiración o de su propia locura. Aquí es donde el talento narrativo de Stephen King entra en acción, al conducirnos por el camino de la ficción, para contarnos lo que los historiadores llaman la intrahistoria, es decir la historia de la gente, de cómo se comportan las sociedades y las pequeñas colectividades, todos aquellos grupos que al final, conforma la historia de los pueblos. Decía Unamuno, inventor de este término, que la intrahistoria es la historia de la vida tradicional, que sirve como decorado a la historia más visible. Y Stephen King lo cuadra en su novela, al ofrecernos la visión de un decorado real, en el que se desarrollan acontecimientos cotidianos, que se van a ver condicionados por la Historia con mayúsculas. Pero lo hace con trampa, con un magistral manejo de los hilos de la ciencia ficción, tan de su gusto, al colocar al protagonista en la ventaja de venir del futuro, 2011, para tratar de impedir el asesinato de Kennedy, jugando con suma maestría con los conceptos de tiempo y espacio, de tal forma que al final nadie sabe dónde está la delgada línea que separa el futuro del pasado. Más allá de compartir o no las hipótesis sobre la autoría del atentado, autor, narrador y personajes, se decantan por endosarle este muerto a un desequilibrado llamado Lee Harvey Oswald, que a fin de cuentas fue el que apretó el gatillo que cambió la historia, aunque la puerta a otras opciones nunca queda cerrada, me parece más interesante el planteamiento que relaciona el futuro como una causa ligada sin resquicios para la escapatoria al pasado. Es decir, cualquier modificación del pasado puede tener consecuencias incalculables para el futuro. Es el Efecto Mariposa. Una gran novela, que merece una lectura reposada, a pesar de sus más de ochocientas páginas, que nos ofrece la oportunidad de conocer desde dentro cómo vivían los norteamericanos comunes de la época, que sólo tiene, para el que esto escribe, un pequeño defecto: la narración de los acontecimientos a veces es tan exhaustiva, que exige un parón en su lectura para descansar, y quizá, tras la lectura de otro libro que nos ayude a poner distancia, reanudarlo con renovadas energías. Absolutamente recomendable.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Los peces no cierran los ojos



De José Manuel González de la Cuesta

Las referencias que podemos encontrar en el mundo de la literatura al tránsito de la pubertad, en busca de un lugar bajo el sol de los adultos, son muchas. Es un  tema recurrente que interesa a los escritores, quizá porque  los recuerdos de esa época maravillosa se van difuminando con el tiempo y rememorarlos es un ejercicio de identidad, de reencuentro con la etapa más intensa y apasionada de nuestra formación como personas. No olvidar la adolescencia es descubrir la raíz más íntima de todo lo que hemos vivido después, y nos posibilita para comprender  los problemas de las nuevas generaciones de adolescentes.
                ¿Quién no se ha sentido trémulo con la exuberancia sensual de la adolescente “Lolita”, la novela de Vladimir Navokov, más tarde llevada al cine? ¿O con “El verano del 42”, novela también llevada al cine, del escritorRaucher Herman, y las calenturas amorosas del adolescente Hermei por su vecina, ya adulta, Dorothy? Son muchas las referencias literarias que tienen como protagonista a un adolescente enamorado de su vecina de arriba, o el hermano mayor de su mejor amiga (quien esté libre de pecado que tire la primera piedra), quizá porque el descubrimiento del amor en esas edades ocupa el 95% nuestros pensamientos.
                Sin embargo encontrarnos con una novela en la que se narra la experiencia vivida por un niño de diez años, en otro verano memorable para la literatura, no es tan habitual. Retratar el paso de la infancia a la pubertad se antoja harto más difícil debido a que los recuerdos son mucho más difusos y quizá menos determinantes para nuestro futuro. No la ha creído así el escritor italiano Erri De Luca, que en su novela “Los peces no cierran los ojos” nos relata las vivencias de un niño en el inolvidable verano, para él, de 1960, cuando veraneaba junto a su madre en un pueblo costero cercano a  Nápoles. Es el principio de todo, la lucha de su mente, que ya se adivina adolescente, pero que está encerrada en un cuerpo todavía infantil. El descubrimiento del amor, de ese primer amor que te marca toda la vida, en una chica un año mayor, pero que a él le parece mágica y enigmática.
                Erri De Luca, escritor autodidacta, que ha pasado por los más variados empleos, desde albañil hasta conductor humanitario en la guerra de los Balcanes; políglota y alpinista, no tiene miedo de lanzarse a la aventura de contarnos cómo siente un niño el paso de la infancia a la adolescencia (la infancia –dice- se acaba cuando se añade el primer cero a los años), y qué mejor que narrarlo en ese tiempo dorado que era el veraneo (no las vacaciones actuales) en una playa, cuando el tiempo se detenía durante varias semanas en una maravillosa monotonía estival de baños, comidas relajadas y noches de sueños cósmicos. Y vuelve a ser el amor, en este caso preadolescente, el que acaba tomando las riendas de la narración, como centro en torno al que van a girar todos los cambios que nuestro diezañero va a experimentar y vivir.
                Erri De Luca, introduce, con esta novela, su pluma en los más íntimo y lejano de nuestro yo, con una historia que nos hace volver a los diez años, cuando el mundo empieza a ensancharse y no damos cuenta que más allá del techo amoroso y protector de nuestra madre, hay vida. Literatura de altos vuelos, que hace imprescindible su lectura.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Poema de Amelia Diaz Benlliure

No sé qué ocurre.

Han apagado la luz de las farolas.

Duermo con las ventanas abiertas

pero no se oyen canciones.

La casa se ha llenado del hedor

inconfundible de la tristeza

y, no sé que ocurre, pero

me cansan las palabras

que antes florecían y colgaban

como geranios en mi balcón.


No sé que ocurre.

Creo que quieren robarnos otro verano.

Que crezcan las arrugas

y los pechos declinen lacios

sin acordes de dedos que orquesten

el baile de los pájaros en su miel.

Y, no sé qué ocurre, pero

sin palabras y sin música yo perezco

en las orillas cenagosas

de otro abrazo vacío.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Tiempo de Valientes



De José Manuel González de la Cuesta

Lo primero que se tiene que preguntar uno de una novela que va comentar, es si merece la pena leerla. Si no es así, mejor que nos olvidemos de ella, para ahorrarnos “grandes obras de la literatura” que resultan insufribles de leer para la mayoría de los mortales. Si, por el contrario, creemos que la novela va a agradar con su lectura, entonces hay que recomendarla, y todo lo demás serán artificios literarios, con mayor o menor acierto, que tratarán de convencernos para que vayamos a la librería y compremos un ejemplar. Como la novela de Basilio Trilles: “Tiempo de Valientes” es una obra recomendable, vamos a hacer un poco de fuegos artificiales, para que usted la lea.
                En un país donde las envidias están a la orden del día, resulta difícil poder leer obras en las que se nos relata la vida, o parte de ella, de un escritor, contada por otro escritor. Porque esto es lo que hace Basilio Trilles, novelar lo que no deja de tener un aliciente añadido, un momento intenso de la vida de uno de los escritores más grandes que ha dado este país, y también de los más olvidados.
                En Tiempo de Valientes, Trilles nos relata la pasión con la que Blasco Ibáñez vive la Primera Guerra Mundial, residiendo en París, desde su posición de escritor altamente reconocido por la inteligencia política y cultural de nuestro país vecino, a la limón de otra gran pasión, en este caso amorosa, con la única mujer que fue capaz de someter su indómito carácter: Elena Ortuzar, una mujer briosa, elegante y aristocrática, chilena de cuna, que pasó de amante a segunda esposa de Blasco Ibáñez tras la muerte de su primera mujer: Miriam Blasco en 1925. Dos pasiones que nos descubren al escritor beligerante con la Alemania del káiser Guillermo II y sus deseos de colocar al Reich en el Olimpo de las potencias mundiales, y al hombre capaz de amar sin concesiones previas. Estos son dos niveles del relato que transversalmente atraviesan toda la novela, dando consistencia a los personajes, pero hay más.
                El acierto de Basilio Trilles reside en crear una atmósfera, casi de novela policiaca, en torno a la obsesión de los servicios secretos del káiser por liquidar al escritor y a la cuestión de estado que acaba siendo su protección en Francia, a la vez que nos descubre la figura de Blasco Ibáñez, y relata la génesis de su gran novela “Los cuatro jinetes de la Apocalipsis”. Lo que nos ofrece otro nivel de lectura bastante interesante.
                Volviendo a la pregunta del principio. Sí merece la pena sumergirse en esta bien construida novela y dejarse llevar por una escritura de fácil lectura, que no sólo nos va a entretener, si no también a enseñar.
                

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...