domingo, 28 de junio de 2015

Grecia, democracia frente a mafia financiera.

                                                                                                    Foto: Autor desconocido
El tiempo es implacable y acaba sacando a la luz las miserias y las verdades de todo lo que cae en sus manos. El caso de Grecia está desvelando la verdadera naturaleza de lo que es hoy la Unión Europea, y porqué los países más grandes del continente aceptaron abandonar sus monedas, para sustituirlas por una común. Ahora nos damos cuenta que el Euro no es otra cosa que una nueva manera de subyugar pueblos; un instrumento de sometimiento financiero al servicio del gran capital europeo, que necesitaba ahorrarse costes y facilitar su expansión del Atlántico al Mediterráneo. Principalmente una moneda que fuese capaz de impedir las desviaciones del criterio neoliberal que ha convertido al sur de Europa en una economía subsidiaria de Alemania y sus países satélites del norte.
Ahora, cuando la fractura entre norte y sur es una evidencia, que tiene su origen en la explotación financiera sin medida, que ha esquilmado los estados del sur, para aumentar los beneficios de los bancos europeos, sobre todo alemanes, ya no importa deshacerse de los países díscolos que están tratando salir de ese yugo impuesto desde Berlín.
Grecia ya no interesa. Hace tiempo que echaron cuentas los mercados europeos, y les resulta más barata fuera que dentro del euro. Esta es la realidad a la que se enfrentan los griegos: que una vez esquilmados por políticas de austeridad en nombre del euro, que sólo ha aumentado su deuda, ya no es rentable. Por eso la única preocupación que tienen los dirigentes europeos, y sobre todo alemanes, es que la salida del euro sea lo menos onerosa posible para la cuenta de resultado de sus banco. Porque, como estos nunca pierden, seremos todos los ciudadanos de la UE los que al final paguemos la factura de la banca, una vez más.
El neoliberalismo europeo no puede consentir que se cuestione su proyecto de una Europa de mercaderes y multinacionales, y Grecia les ha salido contestona, de ahí la dureza de las declaraciones y las exigencias una vuelta al redil que siga desangrando la economía del país y empobreciendo más a la población. Es tal su descaro, que ya no se corta en ocultar que la democracia es inasumible si va contra sus intereses. No hay más que ver la virulenta reacción que han tenido ante el anuncio del gobierno griego de celebrar un referéndum, para que la ciudadanía opine sobre las nuevas medidas de austeridad que trata de imponer la Troika, apretando más las turcas de la población.
Que pongan el grito en el cielo con amenazas de expulsión de la zona euro incluidas, porque se vaya a celebrar un referéndum en Grecia, es síntoma de que la democracia hace tiempo que perdió su asiento en las instituciones comunitarias, y de que un  nuevo fascismo plutarquico se ha instalado en la UE. Y lo que ya no pueden soportar es que un gobierno cuestione sus métodos de mafia financiera, con democracia. ¿Alguien me puede decir por qué un referéndum es contrario a los intereses de la Unión Europea?  Por más que lo doy vueltas no encuentro la respuesta, salvo que para muchos consultar a la ciudadanía sobre temas de vital importancia sea contrario a sus intereses.

No sé lo que decidirán los griegos, ni qué consecuencias tendrá su voto en el referéndum. Pero sí tengo cada vez más claro que esta Europa no es la que soñamos, y que dadas las circunstancias, ya no está claro si es interesante seguir en ella o buscar otras alternativas de confluencia europeas más democráticas y solidarias. 

viernes, 26 de junio de 2015

La derecha se destapa

                                                                                                       Imagen: elchicotriste
Publicado en Levante de Castellón el 26 de Junio de 2015
No ha habido ni cinco minutos de cortesía, desde el instante que los ayuntamientos y las Comunidades Autónomas han empezado a ser gobernadas por la izquierda. Atrás quedan los cien días de plazo que la oposición y los medios daban a los nuevos gobiernos para que pudieran aterrizar en las instituciones y tomar unas primeras medidas que apuntaran hacia dónde se iba a encaminar la gobernanza en los próximos años.
                Pero hay prisa. El miedo se ha instalado en las filas de la derecha ante la inminencia de las elecciones generales. Tienen una premura angustiosa por demostrar que la izquierda no sabe dirigir las instituciones, y convencer a la ciudadanía que todo va a ir a peor. Y digo bien, “toda va a ir a peor”, no “todo va peor”, porque de lo que se trata no es que los nuevos gobiernos municipales y autonómicos lo hagan mejor o peor, sino crear la sensación de que la izquierda está asociada a ingobernabilidad y caos. Para ello, como ya estamos viendo, todos los intentos son válidos, incluidos, otra vez más, los de la falsedad, la mentira y el desprestigio.
                Todo vale, y para conseguirlo no escatiman en recursos ni pomposas frases, esas que tan bien se la dan a Mariano Rajoy, que parecen más bien lanzadas desde un púlpito, que desde el ruedo político democrático. El reparto de papeles, además, está ya asignado: el gobierno y PP socavando al PSOE con el machacón discurso de su radicalización; los medios de la caverna apoyados por algunos de los, hasta ahora, medios impolutos de suciedad fascistoide, contra Podemos y coaliciones afines, los radicales, para los que no ahorran insultos, descalificaciones y noticias falsas; y la judicatura, junto a la fiscalía, al dictado del ministerio de Justicia, que actúa más como un agente más al servicio de los intereses del PP y el tea-party nacional.
                La derrota, sin paliativos, de sus intereses, les ha provocado una esquizofrenia colectiva de la que sólo saben salir a mamporrazos dialécticos y porrazos policiales, si la ocasión lo demanda. Es irremediable que nos hagamos preguntas. ¿Por qué tantas prisas en destruir documentos? ¿Qué se esconde en los cajones de las concejalías de muchos ayuntamientos, para que quieran borrarlo de la historia? ¿España va bien o es sólo media España la que va bien, la gobernada por el PP y afines? ¿Qué concepto de la democracia tiene cuando algunos alcaldes y alcaldesas salientes han hecho gala de una mala educación, no sólo política, también personal, que nos ha producido sonrojo a casi todos los españoles?
                Aunque la pregunta de fondo debería ser sí realmente la democracia para ellos es una impostura para seguir gobernando a su antojo y ahora se están mostrando como lo que son: hijos políticos y sociológicos del franquismo, para los que la democracia es un accidente que soportan mientras no les agüe la fiesta. A veces es inevitable pensar que si hubiera un golpe de estado ultra, la mayoría de ellos se pondrían al lado de los golpistas sin pestañear, como ya sucedió hace ochenta años. Ya sé que pensarán que eso son fantasmas del pasado que no hay que airear después de tanto tiempo. Pero enterados de la revelación que José Bono ha hecho en sus memorias a cerca de la agitación golpista entre militares que siguen pensando que son los salvadores de la patria, aunque nadie les llame para salvar nada, en las semanas que se estuvo negociando el Estatuto de Cataluña, y que el Partido Popular, entonces en la oposición, utilizó para desgastar al gobierno, nada nos puede sorprender.
                Después de las elecciones del 24-M estamos descubriendo, con cierta desolación, que casi cuarenta años de democracia no han cambiado el espíritu autoritario de la derecha y el pensamiento de que o son ellos o es el caos. Un caos que ya se encargan de inventar y propagar sin miramientos. Porque a la derecha fernandina de restauración absolutista que todavía pervive en España, no le importamos ni usted ni yo, ni el paro (ya nadie habla de paro en España), ni la pobreza infantil (los niños madrileños no tienen un problema de desnutrición porque están gordos), ni nada que no suponga que toda la sociedad estemos al servicio de una élite embrutecida por el poder y el dinero. Cuando hablan de España, no lo hacen pensando en los españoles, sino en un ente que a ellos les sirve para afianzarse en el poder. Su patriotismo es internacionalista: hoy robo aquí y lo recaudado me lo llevo a Suiza, o a Andorra, o a Luxemburgo, o a las Islas Caimán. Qué les importa a ellos España como una  nación de iguales, si de esta manera no pueden mantener el abismo, que ellos mismos se encargan de profundizar, entre la élite de reminiscencias estamentales nobiliarias y el vulgo. Y esto no lo digo por floritura literaria, el Círculo de empresarios ya ha propuesto pagar en especie pare del salario.
                Tras el cambio político que la ciudadanía y las nuevas generaciones han impulsado en España después del 24-M, no es de extrañar que algunos empiecen a añorar la democracia censitaria. Se acabó el problema, si sólo votan los ricos, el peligro de la izquierda queda conjurado. Ya lo están intentando. “Que gobierne la lista más votada en las elecciones”, dicen, sabedores de que la fragmentación de la izquierda, siempre les va a dar a ellos la victoria en número de votos, como si el voto de la ciudadanía que no les vota fuese un papel mojado, carente de valor para decidir cambiar las cosas. Después prohibirán las coaliciones parlamentarias, para que solamente el voto de sus diputados o concejales tenga valor de Ley. Y si no tiempo al tiempo.
                Pero es justo eso lo que no tienen, de ahí sus prisas por destruir el cambio que se está construyendo. De impedir que ayuntamientos y comunidades autónomas empiecen a gobernar y nos demos cuenta que hay otra forma de hacerlo, cayendo como un castillo de naipes el tenaz discurso de que las cosas son así, porque no pueden ser de otra manera (sic Mariano Rajoy). Ya se ha encargado Montoro de recordar que al amo del dinero es él, y que de aquí a las elecciones generales se cerró el grifo de la financiación para las maltrechas Comunidades Autónomas. Muerte por asfixia. Que hay más cruel que una muerte lenta para el sádico que la provoca.


                Hablábamos antes de la esquizofrenia que había provocado en la derecha el 24-M. Pero el futuro que se les viene encima no es menos esquizoide. ¿Votar al PP o a Ciudadanos? A ese hijo que tanto han mimado en los medios y que les sirve para ahuyentar del poder a los radicalizados del PSOE y los extremistas de Podemos, pero que como Saturno puede acabar devorando al padre y ocupando su sitio. Un dilema en el que se debaten, para seguir fastidiando la vida a la mayoría de la sociedad.

lunes, 15 de junio de 2015

La Ciudad de la Memoria

               
 Santiago Álvarez es un hombre polifacético que atiende con su saber a diferentes ámbitos de la cultura. Le faltaba iniciarse en el mundo de la novela y lo ha hecho por el lado que mejor conoce, la novela negra, un género que domina bien, gracias a su bagaje como director de contenidos del festival de género Valencia Negra, algo que se nota enseguida cuando uno se adentra por los vericuetos de su novela “la Ciudad de la Memoria”, a pesar de ser esta su primera novela.
                Es Valencia una ciudad que se presta muy bien como geografía física y humana para la novela negra: su situación litoral, su carácter portuario, la proliferación polígonos industriales, con la sordidez que muchos de ellos tienen, el crecimiento de una bolsa de economía sumergida que parece no tener freno, la corrupción de una clase política y empresarial depredadora de todo tipo de recursos, una burguesía que sin haber perdido su carácter rural y provinciano, se ha convertido en pocos años en una potente burguesía urbana e industrial. En definitiva, para un buen narrador que le guste adentrarse en ese mundo oscuro que transita entre el bien y el mal, siempre al borde del precipicio de la Ley, la ciudad tiene ingredientes suficientes para construir excelentes historias narrativas. La prueba es que en los últimos años la novela negra está en auge en el territorio valenciano, como lo demuestran las últimas publicaciones que están saliendo al mercado de lectores, algunas de ellas de muy interesante factura.
                Pero “La Ciudad de la Memoria” tiene algo más, un plus de calidad que nos retrotrae a los años dorados de la novela negra norteamericana, con esa elegancia desgarbada y tenaz que Raymond Chandler dotó a Philipp Marlowe. Porque Mejías, el detective todo terreno creado por Santiago Álvarez, nos recuerda mucho a aquel, encajador, solitario,  con un concepto casi religioso de la justicia, a pesar de estar de vuelta de muchas cosas. Personalmente me ha recordado mucho al Marlowe de “El largo adiós”, pero con una gran diferencia, Mejias tiene alma mediterránea, con una esencia valenciana que le hace ver las cosas desde una perspectiva más luminosa y humana, a pesar de mostrarse como un hombre duro y perspicaz. Dureza que acaba derritiendo ese otro personaje fantástica de la novela, que es Berta, una estudiante de periodismo, ayudante de Mejías, con un grado de inteligencia y suspicacia desbordante, que añade una fuerte personalidad a la novela.
                Álvarez, hace transitar a la pareja Mejías/Berta por las altas esferas de la sociedad valenciana, mediante la lucha de poder que libra una de las familias de más postín de esa alta burguesía adinerada y cerrada sobre sí mismas, los Dugo-Escrich. Pero esa lucha por el control  del poder familiar y por ende económico de la ciudad, se libra en el filo de la navaja que esconde un gran secreto, guardado con celo por el patriarca y fundador de la saga familiar, en el que Mejias y Berta se verán envueltos y obligados a resolver.


                Se puede decir que Santiago Álvarez ha entrado por la puerta grande de la novela negra, con esta primera obra, “La Ciudad de la Memoria”, y de las letras valencianas,  por su esmerado estilo literario, que no por fluido disminuye su calidad y su buen trabajo narrativo. Esperamos que las vicisitudes de Mejías y Berta no tarden mucho en regresar.

sábado, 13 de junio de 2015

El aroma del poder

                                                                     Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 12 de Junio de 2015
Hace muchos años, cuando era joven y pensaba que la vida era eterna y disponía del todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisiera, un viejo anarquista me dijo muy serio: “el poder corrompe”. Uno, que estaba muy avezado en lecturas ácratas, puso cara de asentimiento, pero de ese asentimiento que le dice al otro, “mira, lo que mes estas contado ya lo sé”. El viejo anarquista, que entendió enseguida el mensaje de mi gesto, continuó diciendo: “sí, pero el poder nos corrompe a todos, incluidos los a que estamos en esta sala” señalando al grupo de personas que ocupábamos aquel cuarto en la calle Libertad de Madrid, sede de la recién refundada CNT, que todavía pensaba en cambiar el mundo, antes que el cainismo de la izquierda española acabara devorándola con la violencia con que Saturno se come a sus hijos en el famosos cuadro de Goya. “Nadie está exento de sucumbir a los encantos del poder”, prosiguió el viejo anarquista “por eso debemos estar alerta y controlar muy de cerca a  aquellos que lo ostentan, sean quienes sean”. Luego vino la charla sobre la inutilidad del Estado, y el resto de la utopía anarquista.
                Con los años uno se ha dado cuenta que el viejo anarquista tenía razón, y aunque no siempre sea así, pues hay personas que no se dejan llevar por la tentación que ejerce el poder y saben retirarse a tiempo, básicamente es lo que sucede, pero mucho más agravado cuando el orden político no es capaz de poner barreras y controles al desenfreno, que es, ni más ni menos, lo que ha pasado en la imperfecta democracia española, que hemos hecho dejación de nuestras obligaciones como ciudadanos, dejando todo el poder al albur de quienes lo poseen.
                Esta falta de control nos ha conducido a la corrupción sin freno, de alto recorrido y bajo nivel, que ha diezmado el país, pero al fin y al cabo corrupción, que ha puesto al servicio de intereses particulares o privados el dinero público de todos los españoles. Y aunque es cierto que no todos los políticos ni agentes económicos son iguales y unos, como estamos viendo últimamente, son más corruptibles que otros, sí ha quedado de manifiesto que todo el establishment del país, por acción u omisión, ha sido cómplice de esta peste del siglo XXI que está asolando el bienestar de la sociedad. Pero hay más en esta falta de control: la retroalimentación de una clase política y económica, por no decir también cultural y social, que se perpetúa en el poder sin solución de continuidad, apoyada en unas leyes favorables a ello.
                En los últimos tiempos se está produciendo un fenómeno nuevo, quizá no tan nuevo, pero que se manifiesta ahora con mayor dimensión. Se trata de los efectos nocivos, para algunas personas, que tiene el olor del poder. Unos efectos que se revelan por la proximidad o la pérdida de este, que producen quebranto del sentido de la razón y desconexión con la realidad que les rodea. Después de las últimas elecciones autonómicas y municipales lo estamos pudiendo observar, en unos por la fuerte atracción embriagadora del cercano olor del poder y en otros por la ansiedad que provoca empezar a alejarse de esa fragancia que tan inalcanzables les hacía.
                Si nos fijamos en el comportamiento de algunos o de algunas, con vocación de líder o lideresa, nos podremos dar cuenta de lo mal que están digiriendo la presunta pérdida del sillón y la vara de mando. Fíjense ustedes en el  desbaratamiento mental de la gran mesías de tea-party español, o al menos así se ve ella, Esperanza Aguirre, que ha tenido unos días de absoluto ridículo intelectual (la verdad que esto no creo que le preocupe excesivamente) y pérdida de la vergüenza política, ante la perspectiva de perder el poder que tanto quiere y, sobre todo, tanto la protege de caerse en el surfeo que mantiene entre las olas de la corrupción. No se puede caer tan bajo, ni ser tan bufa, como para mostrar, a pecho descubierto, la verdadera naturaleza de su ser. Hasta el punto de convertirse, en pocos días, en una lideresa prescindible para los suyos y olvidada por el resto del mundo. Quizá ella sea el caso más paradigmático de la sinrazón que provoca perder el olor del poder. Hay otros, como el alcalde de Valladolid, ese machista proteico llamado León de la Riva, que ante una sentencia judicial que le inhabilita para ejercer cargo público, se atiborra de testosterona y sale diciendo que él se va cuando quiere, sin darse cuenta que los vallisoletanos ya le han echado en las elecciones. Y qué decir de la cara de estreñida que se le ha puesto a la Cospedal, ante la perspectiva de perder su feudo particular en Castilla-La Mancha. Hay muchos más casos, y declaraciones fuera de tono anunciándonos el cumplimiento de la Profecía de San Malaquías, pero todo ello queda a beneficio de inventario de una ciudadanía que por fin se ha dado cuenta que puede ser ella  la que marque su destino, a pesar de tener una democracia imperfecta.
                En el otro lado están los que empiezan oler ese aroma tan subyugante que les llega de la supuesta cercanía del poder. Una aroma del que hay que tener cuidado pues puede llegar a emborrachar las neuronas y hacerte perder la razón, haciendo que el cuento de la lechera se repita sin solución de continuidad. También este fenómeno ha eclosionado tras las últimas elecciones, y es de tal fuerza que todavía no han llegado a sumergirse en las aguas aromáticas del poder municipal y autonómico, y ya están pensando en cómo hacer para ganar las elecciones generales. Cuidado que el emperador al final no tenía traje por mucho que sus aduladores insistieran que era precioso, y el pueblo lo que veía que era que estaba en pelotas.
                “El sueño de la razón produce monstruos” escribió Goya, pero en este caso el monstruo parece ser la pérdida de esa razón, que se intensifica cuando el poder se roza con los dedos. Porque de nada sirven los eufemismos de coincidencia de programas y de acuerdo fácil en cuestiones programáticas -eso ya lo sabemos los ciudadanos- si luego chocan contra el muro de las pasiones invertebradas y lo que nos enfrenta a nuestro propio yo es ser o no ser “il capo di grupo”, el presidente, la presidenta, el alcalde o la alcaldesa. O enrocarnos en posiciones muy atractivas en el activismo civil, pero poco operativas en la gestión diaria del poder.

                El viejo anarquista era un hombre sabio, quizá porque a lo largo de su vida había visto demasiadas cosas, y constatado que el comportamiento humano es muy difícil de cambiar. Por eso nos advertía de que anduviéramos  con pies de plomo para que el olor del poder no nos embriagara hasta el punto de perder la razón, que aunque produzca  monstruos siempre son más domesticables que los de la sinrazón.

jueves, 11 de junio de 2015

La puerta hacia las privatizaciones

                                                                                                Foto: Autor desconocido
¿Qué es lo que no nos están contando los medios del pacto Ciudadanos-PP en Madrid? No hay solamente un pacto de investidura. Es algo más profundo, que tiene su fondo en el pensamiento neoliberal de unos y otros. Cristina Cifuentes ya expreso hace tiempo que ella era partidaria de la privatización de la sanidad.

"Cristina Cifuentes no descarta nuevas privatizaciones de hospitales en la Comunidad de Madrid.
La candidata del PP a la Comunidad defiende la gestión de Ignacio González a pesar del varapalo que supuso el freno judicial al 'plan de externalización' de la Sanidad.  El Mundo 13 Marzo 2015.

"Cristina Cifuentes no descarta privatizaciones y externalizaciones 
en la sanidad". Público 13 de Marzo 2015

"Cristina Cifuentes no cierra la puerta a privatizar la sanidad madrileña". Cadena Ser 13 Marzo 2015

El 16 de Marzo, en el Boletín.com se desdice. Alguien le advierto que esas declaraciones no son rentables electoralmente.
"Cifuentes convierte ahora el 'no a la privatización sanitaria' en un eje de su campaña."

Pero como la ideología no se pude evitar. Esta la traiciona el 28 de Abril en ABC. O bien el sofismo de esta mujer es tan grande que a cada medio le cuenta una cosa, para ampliar base de votantes.
"Cristina Cifuentes aclara que no va a revertir ninguna privatización sanitaria". ABC 28 Abril 2015.

Y si no fíjense. En Las Sexta el día 24, dice: "No voy a externalizar ni privatizar la gestión de ningún hospital".
Y en El Pais el día 27: "Cifuentes dice que hará públicos seis hospitales privatizados por Aguirre".

"Cristina Cifuentes no descarta nuevas privatizaciones de hospitales en la Comunidad de Madrid.
La candidata del PP a la Comunidad defiende la gestión de Ignacio González a pesar del varapalo que supuso el freno judicial al 'plan de externalización' de la Sanidad.  El Mundo 13 Marzo 2015.

"Cristina Cifuentes no descarta privatizaciones y externalizaciones 
en la sanidad". Público 13 de Marzo 2015

"Cristina Cifuentes no cierra la puerta a privatizar la sanidad madrileña". Cadena Ser 13 Marzo 2015

El 16 de Marzo, en el Boletín.com se desdice. Alguien le advierto que esas declaraciones no son rentables electoralmente.
"Cifuentes convierte ahora el 'no a la privatización sanitaria' en un eje de su campaña."

Pero como la ideología no se pude evitar, esta la traiciona el 28 de Abril en ABC. O bien el sofismo de esta mujer es tan grande que a cada medio le cuenta una cosa, para ampliar base de votantes.
"Cristina Cifuentes aclara que no va a revertir ninguna privatización sanitaria". ABC 28 Abril 2015.

Y si no fíjense. En Las Sexta el día 24, dice: "No voy a externalizar ni privatizar la gestión de ningún hospital".
Y en El Pais el día 27: "Cifuentes dice que hará públicos seis hospitales privatizados por Aguirre".

Está claro que ha jugado a la confusión. Pero el acuerdo con Ciudadanos le va a dar cobertura a posibles privatizaciones, no sólo de la sanidad, sino de la enseñanza y todo servicio o derecho que huela a gestión pública. No debemos olvidar que el programa económico de Ciudadanos está muy enrizado en el neoliberalismo y ellos también han jugado al despiste sobre su posición ante la sanidad pública. Pero sus intenciones dan un poco de miedo. El Confidencial el 14 Mayo 2015 publica lo siguiente: 
"Está claro que ha jugado a la confusión. Pero el acuerdo con Ciudadanos le va a dar cobertura a posibles privatizaciones, no sólo de la sanidad, sino de la enseñanza y todo servicio o derecho que huela a gestión pública. No debemos olvidar que el programa económico de Ciudadanos está muy enrizado en el neoliberalismo y ellos también han jugado al despiste sobre su posición ante la sanidad pública. Pero sus intenciones dan un poco de miedo. El Confidencial el 14 Mayo 2015 publica lo siguiente: 
"Ciudadanos tampoco se moja sobre el modelo sanitario. Sí tiene clara la necesidad de “reformar el actual sistema” y aunque no habla de recortes sino de “reformas estructurales factibles con el objetivo de reducir el gasto”, apuesta por un modelo “capitativo”. Lo que no deja claro en ningún caso es qué hará con el proceso iniciado de externalización de los hospitales, ya que en el programa se limita a decir “delimitaremos la sanidad pública y privada a nivel orgánico, administrativo y de gestión”.

Me parece que las "mareas" madrileñas van a tener que continuar en defensa de lo público. Han pasado de Málaga a Malagón.

viernes, 5 de junio de 2015

No estamos para partidas de mus

                                                                                                  Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 5 de Junio de 2015
Tengo la sensación de que la resaca postelectoral previa a la formación de los gobiernos municipales y autonómicos, se ha convertido en una gran partida de mus en donde todos van de farol, lanzando órdagos y envidando, para aparentar que son lo que no tienen. El mal de la apariencia y la vanidad parece ser un antiguo compañero de los humanos que, en tantas ocasiones, nos ha llevado a cometer actos cargados de sinrazón, por el mero hecho de convertir nuestro orgullo en una apuesta en la que acabamos perdiendo todo. Ya lo relataba Quevedo en su maravillosa y de obligada lectura novela El Buscón, donde Don Pablos es capaz de los mayores embustes y felonías con tal de aparentar ser lo que no era. Una facha que se disolvía cuando para hacer caldo sólo tenía una única gamba, que paseaba por encima de la perola para engañar al agua hirviendo en soledad, con el aroma que desprendía el crustáceo, que vaya usted a saber cuántos días había sido usado para el mismo menester.
                El caso es que so pena que cuando se publique este artículo la cordura se haya impuesto entre los dirigentes políticos de unos Partidos a los que se les ha dado el mandato de cambiar el país, los dimes y diretes que se traen entre unos y otros no presagian demasiada sensatez. No se trata de parecer que uno es el mejor y los demás tiene que bailar al son que este impone. Ni hacer ver que yo sigo siendo el mismo y que son los demás quienes tienen que cambiar para que vayamos juntos. Ni emborracharse de poder, como si hubieras recibido este por un don electoral mesiánico, cuando en realidad los números te sitúan en una posición que requeriría mayor humildad. Aunque realmente la humildad, que es una virtud imprescindible para una negociación entre iguales, no parece que sea la práctica natural de los políticos, de aquellos o aquellas que se sienten llamados para alcanzar las más altas cotas del poder, aunque al final sean un caldo que necesiten del aroma que otros les pueden aportar.
                Negociar no es jugar el mus, ese juego que tanto nos gusta a los españoles, forzando al contrario a retirarse o a lanzarse un farol. Negociar es una actitud que pasa por el convencimiento de que hay que llegar a un acuerdo. Desde esta premisa, calentar la negociación con declaraciones pomposas, que recuerdan a los embajadores de Felipe II en las monarquías europeas, todos ellos engolados y de riguroso negro, acompañados de un boato henchido de vanidad, jactándose de la Gran Armada Invencible, semanas antes de sufrir la mayor derrota que una nación haya sufrido jamás en el mar,  suena a ridículo en unos tiempos en que la ciudadanía lo que quiere son mensajes nítidos de cambio compartido, y da la sensación de que quienes han recibido el mandato electoral de cambiar el país no han entendido nada.
                Deberían mirar a su alrededor y darse cuenta de lo que ha pasado cuando ellos se han enfrentado a plataformas ciudadanas que aglutinan muchas sensibilidades sociales, que han quedado relegados a un lugar segundón. Incluso formaciones que se han presentado formando parte de esas plataformas municipales, han sacado la mitad de votos yendo en solitario para las elecciones autonómicas. Por ello deberían parar y mirar a su alrededor, romper esa coraza de ceguera petulante que envuelve a los Partidos en cuanto alcanzan un resultado electoral que les aproxima al poder, alejándoles de las expectativas y necesidades de los ciudadanos.
                Ahora no se trata de quedar bien con las diferentes familias que controlan los Partidos, en un juego de naipes, este de póker, que te asegure el control interno. No se trata de aparentar a ver quién es el gallo o la gallina clueca del gallinero.  Ni siquiera de contentar a las bases. Se trata de responder al reto que los electores han lanzado a los Partidos. Hacer una reflexión y darse cuenta de que  no ha habido ganadores o perdedores en la izquierda, que a todos se les ha situado en el lugar que los ciudadanos han querido para llevar adelante una transformación de raíz (radical si ustedes quieren) en las políticas que hasta la fecha se han venido aplicando.
                Por eso es tan necesaria la generosidad y el reconocimiento a los valores que puede aportar el otro en este proceso. Las sociedades del siglo XXI son muy complejas, y las democracias todavía aún más. Por eso los retos de la política son enormes, para que el bienestar de los ciudadanos no se vea recortado por un economicismo mesiánico, que necesita arrinconar a la política, para llevar a cabo sus planes de situar los principios económicos, en la actualidad de un neoliberalismo desigualitario y empobrecedor de la mayoría dela sociedad, como verdad indiscutible. Y es a la izquierda a quien se le ha dado el mandato democrático de ese cambio, empezando por Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.  Un peligro que la derecha, sobre todo la derecha posfranquista española, va a tratar de impedir, aunque para ello tenga que quemar todas las naves de su particular, pero bien asentada mediáticamente, Gran Armada.
                Si los Partidos de izquierda no son capaces de articular programas de gobierno que refuercen su posición entre el electorado, no sobrevivirán a la desestabilización política a la que van a ser sometidos por una derecha que va a pelear con uñas y dientes para preservar sus privilegios. Ya han empezado desde todos los ámbitos del poder conservador con su cruzada de desprestigio y anulación moral de unos resultados electorales que les han sido desfavorables, muy desfavorables.
                Así pues, la izquierda debe tomar nota y facilitar los acuerdos de gobierno para los que les electores les han dado su apoyo. Dejarse de tiras y aflojas que a los ciudadanos no les interesan y están al margen de sus intereses. Porque los gigantes a los que se enfrentan no van a ser molinos. Han de tener en cuenta que si los electores hubieran querido que este proceso de cambio lo hubiera pilotado un solo Partido, le habrán dado sus votos a este. Pero han preferido que sean las sinergias de toda la izquierda las que empujen, compartidamente, hacia una sociedad más igualitaria y justa.

                Lo mejor sería que este artículo, cuando lo lean, piensen que es innecesario.

miércoles, 3 de junio de 2015

Médicos, Taxistas, Escritores

               
                        Imagen: Ediciones Publiberia

 He tenido el honor de conocer a Slavko Zupcic en las varias horas que pasamos en la librería Argot charlando, el Día del Libro de este año. Lo primero que me llamó la atención es el contraste de su nombre con el acento venezolano de su titular y el desparpajo y precisión lingüística que tienen muchos castellano parlantes del otro lado del charco.
                Slavko Supcic, nació en Valencia, Venezuela en 1970, trabaja y vive en España desde hace años y es un hombre con dos pasiones: su profesión de médico psiquiatra y la literatura, algo que se deja entrever, con gran facilidad, a lo largo de su amena conversación, que por arte de una magia especial, no decae nunca. Pasiones que no están ausentes de su último libro publicado: “Médicos, Táxistas, Escritores” (Ediciones Publiberia 2011) en el que a lo largo de varios cuentos vamos descubriendo un mundo a caballo entre la mente humana y su reacciones ante los acontecimientos que se cruzan en su camino, y un mundo onírico, casi de realismo mágico, que nos habla de la manera que tienen nuestros hermanos caribeños de vivir la vida e interpretar el mundo.
                “Médicos, Táxistas, Escritores” recoge esa tradición tan magistralmente contada por García Márquez que nos relata la realidad desde un prisma mágico, a través de varios cuentos, algunos de ellos sencillamente magistrales, desde los que podemos descubrir que el mundo no tiene una mirada unívoca, sino una cantidad enorme formas de verlo y vivirlo, que tienen que ver con aquellos lugares desde donde se mira, en los que la tradición cultural y las costumbres ejercen una influencia de gran calado. Pero también, Slavko, nos enseña que todos tenemos una cierta bipolaridad que nos hace interpretar las cosas en unos momentos de una manera y en otra de forma distinta.
                Aunque las historias que nos narra en sus cuentos, no se ciñen a la geografía caribeña, van más allá y se desparraman por otras geografías menos calientes y más cartesianas, como son las europeas. Porque en “Médicos, Taxistas, Escritores”, no importe desde donde se mira, sino cómo se mira, Y esa es su magia. La que te envuelve desde el primer cuento y no te abandona hasta el último.

                Merece mucho la pena leer este libro breve y dejarse sumergir en la profundidad de un mundo que cada vez no resulta más ajeno, por la vida enfriada y economicista que nos están obligando a vivir.

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