18º día de confinamiento. Operación
Cacerola. El gobierno está haciendo su tarea a la hora de contener la pandemia
y prevenir posibles brotes a futuro. ¿Ha cometido errores? Cierto. Pero si
sopesamos el balance de su actuación, creo que los aciertos son muchos más que
los errores. Y eso lo sabe la derecha, y por ello se han lanzado a una peligrosa
pendiente de desprestigio a todo lo que hace el gobierno, porque a Casado, Abascal
y Aznar, les importa una mierda, con perdón, lo que pase en este país. A ellos,
cuanto peor vaya, mejor, porque es ahí, en esa zafiedad política a la que ya
nos tienen acostumbrados, donde encuentran argumentos para hacerse con el
poder. Y si no los hay, se los inventan.
En España se ha puesto en marcha
toda una cruzada, a la que se unirá la Iglesia en cuanto vea la oportunidad,
para acabar, primero con el gobierno de coalición de izquierdas, y segundo, para
frenar el programa de políticas sociales que estaban diseñando antes de que llegara
el coronavirus. Todas las iniciativas que han tomado hasta ahora van en la misma
dirección, y no van a parar. Acordémonos del acoso constante de Aznar al gobierno
de Felipe González, y el de Rajoy a Zapatero, plagado de insultos, mentiras y discursos
apocalípticos sobre el futuro de España.
Pero ahora es mucho peor, porque a
pesar de todas las dificultades y las constantes informaciones, bastante bien
amplificadas por la derecha mediática, el gobierno es más sólido que nunca, y
las políticas que den una vuelta al neoliberalismo que tanto daño ha hecho a la
sociedad española en su conjunto, son más ciertas de aplicarse que nunca. Además, con una extrema derecha
crecida por la estupidez de los dirigentes del PP y Ciudadanos, que han
alcanzado el poder en algunas instituciones cautivos del fanatismo político de
Vox, la situación alcanza una dimensión alarmante para la convivencia democrática
del país y la solución de los problemas de la gente.
Las caceroladas de los pijofachas;
las concentraciones en los barrios ricos de Madrid y otras ciudades; los escraches,
que en su momento calificaron de antisistema proetarra, delante de domicilios de dirigentes de la izquierda; y
las mentiras de esa legión de periodistas protofascistas disfrazados de
demócratas: Inda, Ana Rosa, Carlos Herrera, Jiménez Losantos, etc., forman
parte de un envite del establishment conservador del país, para hacer girar la política
en España hacia posiciones derechistas, que hagan inviable el programa de
reformas sociales y económicas del gobierno de izquierdas.
En la crisis anterior, con el PP
gobernando y destruyendo de una forma planificada el estado de bienestar, no se
pedía con tanta insistencia un gobierno de coalición, ni se escuchó con tanta
virulencia al Banco de España (este solo saca informes apocalípticos sobre la economía
cuando gobierna la izquierda); ni a las patronales, que callaban con el
gobierno de Rajoy, cuando se precarizaba el empleo y aplaudían la reforma
laboral; ni a los medios de comunicación, que como ya he dicho más arriba, cada
día están más derechizados y no cesan de proyectar una imagen negativa del gobierno.
Todos los sectores afines al conservadurismo están en marcha, aprovechando el malestar
que ha generado tanto tiempo de encierro en la población y la situación económica,
no derivada de una mala gestión del gobierno, sino de la crisis provocada por
la pandemia.
Parece que a la derecha no le gusta
que se hayan implementado medidas de ayuda económica a trabajadores, autónomos,
empresas, comunidades autónomas… en definitiva, miles de millones de euros en
ayudas, que han servido para amortiguar los efectos económicos de la pandemia
en la mayoría de la población. O es que ya no nos acordamos de que cuando ellos
gobernaban nos dejaron en la estacada, recortando todo lo que beneficiaba a trabajadores
y clase media, para dárselo a los bancos y las grandes empresas.
Nos esperan tiempos de mucha
agitación política. El conservadurismo del país ya está en campaña electoral, y
ahora su misión es convencernos de que el gobierno lo ha hecho muy mal, para
ganar unas hipotéticas elecciones, que se deben celebrar, según su calendario
de despropósitos, antes de que pase la pandemia y el gobierno pueda desarrollar
su programa de reformas sociales y económicas.
Imagen: "Mente desequilibrada". Obra de Fina Campins Espí. Perteneciente a la colección del MACVAC
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