viernes, 25 de septiembre de 2020

Caballeros despechados por la ausencia del rey


El rey no va a entregar los despachos a los nuevos jueces a Barcelona. ¡Vaya!, la judicatura se siente ofendida, por lo menos la conservadora, que es como decir toda. La judicatura ofendida, el PP indignado y Ciudadanos desconcertados. Y como no, la culpa la tiene él pérfido Pedro Sánchez, que está sucumbiendo al republicanismo de su socio de gobierno, en contra de España.

Una vez más los límites de España están marcados por lo que pasa por las cabezas de la derecha, en ese trinomio de monarquía, buenos españoles, misa de domingo. Demasiado cansino ya. Pero ellos a lo suyo, si el rey puede servir para atacar al gobierno, cañonazo al tanto. Qué si es una manipulación de la casa real (perdonen que lo ponga en minúscula); qué sí el gobierno se ha bajado los pantalones ante el independentismo; qué si Pedro Sánchez quiere confinar al rey por presiones de Pablo Iglesias; qué si…

 Lo que no sabemos es lo que piensa Felipe VI, aunque algunos enterados en los entresijos de la Zarzuela dicen que está enfadado, porque no lo han dejado salir a pasear, para que parezca que hace algo. Pero esto no lo sabemos. Pero sí sabemos que la derecha, tan constitucionalista ella, no se entera o no se quiere enterar, que en una democracia,  el rey habla, viaja y se muestra en público cuando el gobierno lo considera.

También sabemos, que los ahora ofendidos (el presidente del Tribunal Constitucional, en plena rabieta por no estar codo con codo junto al monarca, tampoco va a ir a la entrega de despachos) no parecen estar preocupados con la renovación de las instituciones de la justicia, no vaya a ser que pierdan las mayorías que ahora tienen, y se les acabe hacer de su capa un sayo en la justicia española.

Están muy molestos, por ese desaire del gobierno, no sabemos muy bien si a ellos o al rey, o a ambos, que muchas veces monarquía y judicatura parecen un totum revolutum en esta España, que sigue anclada en el siglo XIX de la restauración borbónica, por lo menos por los comportamientos de muchos y los déficits democráticos y sociales en tantas cosas.

Aunque yo pienso que la mejor manera de evitar el disgusto de caballeros ofendidos que están mostrando, es que no haya rey. Así nadie se sentirá escamado cuando este no vaya a algún evento en el que es prescindible, y a lo mejor empiezan a fijarse en los problemas que tiene la justicia en España. Claro, que para ello haría falta cambiar tanta gente.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Ayuso pasaba por allí

 


Se queja la presidenta Díaz Ayuso de que durante la pandemia “ha habido ensañamiento con Madrid” porque “cuando ha habido un error, que los ha habido, era de la Comunidad, pero cuando se hablaba de acierto, era de España”. No se da por aludida la señora presidenta en sus propias palabras de que los errores de su Comunidad son imputables a ella y su gobierno, no al de Murcia o Extremadura. A no ser, que no haya cometido ninguno y toda la mala gestión que está habiendo de la pandemia en Madrid sea imputable al gobierno central. En definitiva, ella pasaba por allí y no sabe por qué tiene que comerse ese marrón.

Lo que no es capaz de entender la señora Ayuso es que como presidenta de la Comunidad de Madrid tiene una responsabilidad absoluta en todo aquello que pase en su territorio con las competencias transferidas, entre otras: sanidad, educación y atención a los mayores. Qué casualidad, justo lo que está haciendo aguas en la comunidad madrileña desde que comenzó la pandemia de coronavirus. Quizá debería pensar que si en otras comunidades las cosas no van tan mal es porque están gestionando el problema mejor. Luego la culpa de que Madrid sea nuevamente el centro de los contagios con una sanidad diezmada, no es de Andalucía, Galicia o la Comunidad Valenciana, es solamente de su presidenta y gobierno. Ya no cuela el lloriqueo y acusar de los pecados cometidos al mundo, el demonio y la carne.

Ahora, la culpa de que Madrid sea la ciudad de Europa con más contagiados y camino del colapso hospitalario, ya no es del aeropuerto de Barajas, la tienen los inmigrantes y su forma de vida -qué raro, estaba tardando mucho en sacar a relucir este espantajo-, y por extensión todos los barrios de la periferia trabajadora de Madrid, que es que tienen una manera de vivir incompatible con una buena prevención del coronavirus. No tiene nada que ver la pobreza de muchos de sus habitantes, la mala calidad de sus trabajos precarios, los sueldos de miseria, el cierre y abandono por parte de la Comunidad de los centros de salud, los pisos pequeños donde viven más personas de las deseables…, etc. No, la culpa es de cómo se vive en estos barrios. No como en los de los ricos; esos si que se cuidan bien con casas grandes y espaciosas, ninguna dificultad económica, buenos trabajos, chalet en la sierra y servicio doméstico. Esos barrios son un modelo para la presidenta, no se han contaminado este verano. Veremos si ahora que han vuelto de sus residencias veraniegas, no hay un repunte de los contagios. Pero claro, la culpa la tendrá el servicio: las mucamas, limpiadoras, criadas, etc., que como son inmigrantes con un estilo de vida impropia para la presidenta, acabarán contagiando a los señores, que tanto gustan a la señora Ayuso.

En ese descarte de responsabilidades al que nos tiene acostumbrados, encaja perfectamente una de sus nuevas/viejas propuestas (luego hablan los de su partido y afines de populismo) de bajar los impuestos a los madrileños. A ver, con la sanidad, las residencias de mayores y la educación en precario, a la presidenta madrileña lo único que se le ocurre es bajar impuestos. Pues solo hay dos opciones: o sigue destruyendo los servicios esenciales del estado de bienestar, en beneficio de las empresas privadas (¡Oh, curioso, quiere blindar por ley la enseñanza concertada!), o, como ya ha hecho, le va a exigir el dinero al gobierno central. Es decir, la presidenta de la Comunidad de Madrid y su gobierno pretende que paguemos el resto de los españoles el sostenimiento de los servicios públicos madrileños.  Parecía tonta, pero es muy lista.

 

 

jueves, 10 de septiembre de 2020

Jubilación anticipada, esperanza de vida y reforma de las pensiones

 


¿Qué entiende el gobierno por jubilaciones anticipadas voluntarias? ¿Meten en este saco a los miles de trabajadores que han abandonado el mercado laboral como con secuencia de un ERE en su empresa? ¿Por qué no dicen que cuando una persona se jubila anticipadamente la penalización es de por vida, y no solo hasta que cumpla la edad legal de  jubilación? ¿Por qué una persona que ha cotizado lo que marca la ley para tener derecho al 100% de su pensión, cuando se jubila anticipadamente pierde ese derecho y se le penaliza? ¿No le parece bien al gobierno haber cotizado lo que marca la ley para adquirir el derecho a cobrar la totalidad de la pensión?

Las pensiones deben ser dignas, que permitan vivir a los jubilados, pero también deben no ser discriminatorias. Se puede comprender que a una persona que ha cotizado lo que la ley marca para cobrar el 100% de la pensión, se le penalice si se jubila voluntariamente (aquí deberíamos excluir a quienes hayan tenido que dejar su trabajo por un ERE), pero cuando cumple su edad legal de jubilación debería cobrar lo que le corresponde y no estar castigado hasta que se muera. Vuelven a querer hacer una reforma de las pensiones cargando la mano sobre los pensionistas, cuando lo que tendrían que mejorar es el sistema de ingresos. Mucha gente no paga lo que debería a la Seguridad Social y otros viven ajenos a ello.

Por otro lado, lo del aumento de la esperanza de vida es una trampa que solo sirve para que trabajemos más años. Es normal que un país que reduce los niveles de mortalidad infantil y mortalidad en general, aumente el tiempo de vida de sus habitantes. Es un estadística, al final. Pero la realidad es otra. En las zonas de clase trabajadora, se vive entre 8 y 10 años menos que en las zonas ricas, según un estudio del Imperial College de Londres, para el Reino Unido. En Madrid, según un estudio del Ayuntamiento en colaboración con la Universidad Carlos III, un habitante del barrio El Goloso, situado en la zona norte de la capital, con un nivel de rentas alto, tiene una esperanza de vida de 88,7 años;  mientras que un vecino del barrio de Amposta, en el distrito de San Blas, con un  nivel de rentas inferior, su tiempo de vida será de 78,4 años. Dentro de esta horquilla se mueve la esperanza de vida de los madrileños, siendo más elevada en los barrios adinerados y menos en los barrios más desfavorecidos económicamente. Por extensión, esto se puede aplicar al resto del país.

Como ven, no se sostiene por ningún lado la excusa de la esperanza de vida para aumentar los años trabajados para poder jubilarse. Al final, son todo excusas para que los ricos no tengan que contribuir al sostenimiento de las pensiones.

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...