Publicado en Levante de Castellón el 26 de abril de 2018
¿Alguien se acuerda de los años
de gobierno del Partido Popular en la Comunidad Valenciana? Parece que han
pasado cien años de aquellas muestras de lujo y testosterona política. Cayeron
en el olvido aquello de que íbamos a ser la California de Europa, los yonkis
del dinero, la parafernalia de fuegos artificiales, el caloret, las obras
faraónicas mientras haya para gastar, unas acabadas para nada y otras durmiendo
en el limbo de la propaganda …; en fin, ese mundo feliz que nos prometían
aquellos gobernantes, hoy muchos de ellos en la cárcel o a punto de entrar, que
les convirtió en adictos del poder, viviendo en su Olimpo ajeno al del común de
los mortales, que diariamente sufrían los desmanes de sus gobernantes, con una
sociedad cada vez más empobrecida y angustiada por el recorte de los servicios
públicos.
No
nos acordamos porque el tiempo lo borra todo, y estos últimos cuatro años han
sido un sedante que ha calmado nuestra ansiedad y cortado la hemorragia de
dinero que se deslizaba, entre gin-tonics y agua de Perrier, de las arcas
públicas a los bolsillos de una élite dirigente y empresarial que no le hacía
ascos a nada.
¿No
se han preguntado cómo es posible que en esta legislatura que ahora acaba, con
el gravísimo déficit de financiación que sigue teniendo la Comunidad, haya
habido dinero para muchos más servicios que antes? Quizá deberíamos empezar a
plantearnos el motivo de este cambio. Y no me refiero sólo a que el gobierno
valenciano actual sea más honesto que los anteriores, pues eso salta a la vista.
Estoy hablando de gestión; de una gestión eficiente y dirigida a solventar los
problemas de la ciudadanía. Porque eso es lo que ha habido durante esta
legislatura en la Comunidad Valenciana, con
muchos defectos, con muchos quiero y no puedo, con promesas incumplidas,
pero en general, con un gobierno que ha dirigido toda su actuación al bienestar
de la gente.
No
ha habido grandes fastos ni paseos en Ferrari ni propaganda para regalarnos los
oídos. Tampoco se ha venido abajo la Comunidad, como vaticinaban los agoreros
de la derecha, con aquello de que la izquierda es muy mala gestora. Hemos
podido descubrir, que esa leyenda urbana, no es más que eso: un mantra
utilizado por quienes piensan que solamente ellos saben gobernar. Lo cierto es
que no lo hacen mal, con un pequeño detalle: saben gobernar sólo para ellos y
sus amigos.
A
pesar de los errores cometidos y de algunas salidas de tono del nacionalismo,
hay que ser justos y decir que el gobierno que surgió del Acuerdo del Botánico
ha funcionado bien. Que Ximo Puig ha sido un buen presidente y que deberíamos
darle más tiempo para acabar todo lo que ha empezado y en el periodo de cuatro
años no ha dado tiempo a terminar. No voy a hacer una lista de todo lo que se
ha quedado sin hacer o concluir, para que no parezca que es un reproche, porque
creo, que se encontraron la Comunidad en un estado tan calamitoso y corrompido,
que poner en marcha una buena gestión no
ha debido ser fácil. Y no digo lo de corrompido como un argumento manido contra
la derecha; es que, objetivamente, la Comunidad Valenciana fue tomada al asalto
por todos los corruptos del país que pudieron hacerlo.
Es
necesario que la izquierda siga gobernando los próximos cuatro años; que se
sigan haciendo políticas capaces de mejorar la vida de la gente. Pero en la
próxima legislatura, ya se acabó la excusa de la herencia recibida. La
Comunidad Valenciana tiene graves problemas, que el próximo gobierno tiene que
empezar a dar solución, para ello les vamos a votar. Para ello, y para evitar
volver al pasado, cuando la derecha campaba a sus anchas por toda la Comunidad,
como si fuese su coto privado. No nos
olvidemos nunca de eso.