10º día de desconfinamiento. Discreción.
Escuchar a la consejera de Sanidad de Castilla-León, Verónica Casado, da gusto. Si hacen memoria es esa doctora que en
2018 recibió la distinción de Mejor Médica de Familia del Mundo, por su labor
en un centro de salud de Valladolid, y hace no mucho, lloraba desconsolada en las
Cortes castellano leonesas, cuando hacía mención a los sanitarios muertos en la
región, todos compañeros de ella.
Porque la consejera Verónica Casado,
después de escucharla a esta mañana en una emisora de radio, sigue siendo
médica de familia, por encima de su cargo político actual. Con unas cifras en atención
primaria envidiables para muchas Comunidades Autónomas, sabe muy bien que no es
suficiente y tiene marcado como reto aumentar la capacidad de respuesta, no
para una crisis como la actual, sino porque en la Atención Primaria está la clave
de bóveda de todo el sistema sanitario futuro.
Decía que Castilla-León tiene
unos números envidiables en Atención Primaria: es la que más médicos tiene por
cada 100.000 habitantes y la tercera en número de enfermeras, por ejemplo. Sin
embargo, su consejera de sanidad, en vez de sacar pecho y convertirse en una
diva del esperpento, prefiere la discreción y la prudencia, a la hora de valorar
la situación de la pandemia en su región, castigada en parte por su proximidad
a Madrid, y seguir trabajando discretamente, hasta que la prudencia la indique
que puede avanzar. Por eso, ella misma, no ha solicitado el cambio de fase para
una parte importante de la región.
Contrasta esta actitud y los
datos de capacidad sanitaria que arroja esa Comunidad Autónoma, con los de su
vecina Madrid. Dos comunidades gobernadas por el PP, en las antípodas la una de
la otra. Lo que nos tiene que hacer pensar que el buen gobierno se debe, principalmente,
al talante del que gobierna y su interés por lo público o no.
Madrid, que está en la cola de
todos los datos que se puedan consultar sobre el funcionamiento de su sistema
sanitario, sin embargo actúa con una arrogancia, que parece que solo ellos
hacen las cosas bien. Pero las cifras se les caen de las manos constantemente,
y su presidenta, muy lejos de emular a sus compañeros de partido en Castilla-León,
es ya un esperpento andante, presa de su propio histrionismo. Hasta el punto
de mostrar una insensibilidad absoluta
hacia las víctimas del coronavirus en su Comunidad. Su aparición ayer en un
periódico, no es solo un insulto a la inteligencia, algo que parece tiene bastante
escasa, sino un peligro para todos los madrileños. ¿Qué pueden esperar de una
presidenta que reconoce, con una falta absoluta de empatía, que dio órdenes de
no aceptar en los hospitales madrileños a personas mayores de residencias,
porque si se iban a morir, mejor, que se quedaran donde estaban?
Terrorífico. No sé qué pensarán
los compañeros de partido y gobierno, más allá del hooliganismo y el tener que
justificar que sigue siendo la presidenta de la Comunidad de Madrid, y no la
van a dejar caer.
Discreción y prudencia. Quizá sean
estas las palabras que todo gobernante debería leer nada más despertarse cada
día. Quien lo sigue, llega a buen puerto; quien no, acaba estrellándose, y con él todos
a quienes gobierna.
Nos vemos a las ocho.
Imagen: S/T 1981 de Andreu Castillejo. Perteneciente a la colección de MACVAC
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