domingo, 3 de mayo de 2020

2º día de desconfinamiento. Madres


2º día de desconfinamiento. Madres. Hoy es el día de acordarnos de nuestra madre, de felicitarla y recordarla si ya no está. Dicen que madre no hay más que una, pero en este mundo tan abierto a múltiples opciones de familia, también se adquiere la condición de madre por cariño, afecto, amor, cuidados y desvelos. Quiero decir, que mucha gente siente a su madre no solo por que la haya parido, sino por otros muchos motivos. A fin de cuentas, el amor es un premio que nos tenemos que ganar día a día.
Para mí, este día de la madre tiene sentimientos contradictorios. Por un lado el del cariño y recuerdos de la madre que me parió, y por otro, el de la ausencia definitiva, el del adiós que todavía no la he podido dar,  por culpa de este virus que tanto y tan rápido ha modificado nuestros hábitos y costumbres. Me imagino que es un sentimiento compartido por muchos y muchas, que han perdido a su madre estos días.
El Día de la Madre está muy bien, y es muy emocionante para ellas, pero yo no puedo evitar pensar que tiene un rebufo muy machista, que todavía, a pesar de tanta lucha por la igualdad, no se ha conseguido superar. La publicidad, la propaganda, los sermones desde los púlpitos de diferentes religiones, los mensajes que nos lanza el nuevo fascismo que está recorriendo Europa, los medios de comunicación, que disfrazados de modernidad siguen transmitiendo valores antiguos de madres abnegadas; madres que son el pegamento de la unidad de la familia; madres desveladas por los problemas de sus hijos y su marido; madres que lo dejan todo si el bienestar de la familia lo requiere; madres que anteponen sus obligaciones familiares a su vida profesional. En fin, mensajes que cambian poco o nada de los que hemos escuchado cuando éramos pequeños, los que ahora somos más mayores.  
No veo en la celebración del Día de la Madre un mensaje liberador de tanta carga familiar sobre sus hombros, que ponga en la picota de las prioridades sociales que no tengan que elegir entre ser madres y carrera profesional; que provoque el reparto de las tareas en casa, y las deje espacios de libertad y privacidad igual que los tiene el resto de la familia. Que las madres dejen de ser calificadas “malas madres” cuando se rebelan contra todos esos roles que las tenemos asignadas, o cuando no encuentran en la maternidad ese mundo maravilloso y feliz,  proclamada por la propaganda de los que nunca han sido madres, que proporciona el cuidado de los hijos.
La Sección Femenina, dirigida por Pilar Primo de Rivera en los años de dictadura franquista, imbuida de las ideas fascistas del falangismo, a su vez recogidas de los manuales sobre la mujer del Partido Nazi, otorgaba a las mujeres el papel de madres que tenían que saber cocinar, mantener la casa, coser, limpiar, planchar, cuidar de los niños y saber cómo decorar la casa. Casi nada. ¿Dónde quedaba el tiempo para la autorrealización personal, profesional y vital de las madres? Hoy, afortunadamente no es así, bueno, o no del todo, o…, no sé, algo habremos avanzado, digo yo. ¿O no? Ahora las madres, según alguna publicidad, tienen el trabajo más difícil del mundo. No sé si les gustaría tener un trabajo menos espinoso, más compartido, compatible con otras profesiones y, sobre todo, remunerado. Porque ser madres, mola, pero si ese trabajo tuviera un reconocimiento social más allá de lo emotivo, sería la leche. Para provocar emociones a flor de piel en la madre, ya estamos los hijos.
Nos vemos a las ocho. Hoy también por las “malas madres” que quieren no dejar de ser mujeres libres cuando tienen hijos.  


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