sábado, 29 de octubre de 2016

Investidura. Todo en orden

                                                                                                  Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 28 de octubre de 2016
Al final se ha consumado lo que la derecha quería: que Rajoy, por activa o por pasiva, fuese presidente del gobierno. Han sido meses de presiones, engaños y falsas acusaciones, para desmontar cualquier iniciativa que pretendiera formar un gobierno de cambio, desde todos los ámbitos del poder que en España se han establecido desde la Transición. Nunca una campaña ha sido tan sucia y tan vergonzosa como la que hemos sufrido los españolitos de a pie, incluidos los catalanes, para que nos olvidemos de los últimos años de recortes, desmantelamiento del estado de bienestar, desigualdad y crecimiento de la pobreza. Y es tanta la soberbia, que incluso la vicepresidente del gobierno, sabedora ya, desde el golpe de mano en el PSOE, que Rajoy volvería a ser investido Presidente, con la posibilidad de unas terceras elecciones alejada,  se ha permitido el lujo de amenazarnos con duros recortes para el año que viene.
                El mensaje que se nos ha trasmitido durante meses es que había que formar gobierno, muy inteligentemente hurtando el debate de si valía cualquier gobierno, porque la derecha no le interesaba entrar en él. GOBIERNO con mayúsculas, elevado a  una categoría superior, donde no importa quién sea el que lo ocupa. Así, desnaturalizando la sustancia de para qué sirve un gobierno, la derecha, que sabe cómo nadie disfrazar su ideología con  cantos de sirena, tendría más fácil quedarse en él.
                Y yo digo, ¿si era tan urgente formar gobierno, por qué el PP y su entorno mediático y financiero no apoyaron la candidatura de Pedro Sánchez, y nos habríamos evitado las segundas elecciones y el “drama nacional” de unas terceras? No es eso lo que se ha pretendido desde el principio, sino que fuese Marino Rajoy el que volviese ser presidente, incluso llevando al país a unas terceras  o unas cuartas elecciones, si fuese preciso.
                ¿Qué es lo que tienen que ocultar o proteger para que no hayan escatimado recursos para que la derecha vuelva a formar gobierno? ¿Por qué los dirigentes del PSO, afines al golpe de mano, han entrado en ese juego, incluso en contra de sus bases? Se me ocurre, que si no hay intereses económicos en juego, el poder es muy goloso, hasta el punto de desfigurar el rostro de un partido centenario como el socialista.
                Lo que me lleva a plantear otra pregunta ¿Quién teme unas terceras elecciones? Parece que todo el establishment nacional, porque nadie tiene claro que podría pasar, con los juicios por corrupción que afectan directamente al PP abiertos, y el PSOE en plena guerra civil. Mientras, PODEMOS y CIUDADANOS no dejan de ser una incertidumbre, pero todos temen  que estos Partidos pudieran subir, consolidando así el fin del bipartidismo. Por lo que en la lógica de los poderes que se aferran al estatus político de la Transición, es mejor consolidar lo que existe, sin correr nuevos riesgos. Además, un gobierno de Mariano Rajoy daría tiempo a la vieja guardia del PSOE, que es más de lo mismo, la que ha llevado al Partido a la situación actual,  a consolidarse y llegar en cuadriga a la próximo Congreso

                Nada me hace pensar que va a suceder lo que nos están diciendo: que el gobierno de Marino Rajoy va a estar secuestrado por el Congreso. Eso es una mentira más de las muchas que escuchamos sin parar. El gobierno tiene mecanismos para gobernar y si se encuentra muy atado, convocará elecciones. Volvemos a dar tiempo, para que PP y PSOE cuelen toda la porquería que se está cociendo en su seno, y después, volver a las urnas. En definitiva, están hurtando a los ciudadanos ser actores principales de esta deficiente democracia que tenemos, para que el bipartidismo tenga tiempo de recomponerse.  

miércoles, 26 de octubre de 2016

Entrevista a Sergi González (Cineasta)

                

Cuando uno habla con Sergi González tiene la sensación de estar haciéndolo con un hombre de la cultura, pero no de los que entienden esta para redimir a la humanidad de sus desatinos, sino de quien la entiende como la mayor expresión de civilidad que hemos construido los humanos para comunicarnos. Se inicia como gestor cultural en un grupo de teatro de Vila-real, para más tarde convertirse en programador cultural del Auditorio Municipal de esta localidad. Pero será con el teatro cuando se sumerja en el mundo dela creación y al dirección, con la creación de la compañía Teatro de la Saca, y el estreno de su primera obra teatral “Fhürer”, con la que estuvo de gira por España y el mundo durante cuatro años. Sin embargo será con su salto al cine cuando desarrolle toda su capacidad como creador, convirtiéndose en uno de los principales directores de cortos de este país, cuatro veces premiado con un “Roel” en la Semana de Cine de Medina del Campo, uno de los más importantes de España, entro otros galardones y menciones recogidos estos años. Actualmente, desde ha ya cuatro años, dirige el Festival Cortometrando que se realiza bajo los auspicios de la Diputación de Castellón.
               
1.- Desde hace más de una década eres un dinámico emprendedor cultural en diferentes ámbitos, sobre todo en el teatro y el cine. ¿En estos años, cómo y en qué ha cambiado la vida cultural en España?
Cuando yo empecé a trabajar en el mundo del teatro todo era más fácil porque los ayuntamientos disponían de más presupuesto para las programaciones. La crisis todavía no había llegado, se tenía más dinero y todo era más fácil. Imagino que esto se puede extrapolar a todos los sectores, pero había más alegría y, la gente tenía más ganas de ir a sitios.
Por ejemplo, “Führer”, el espectáculo que escribí para Teatro de la Saca, recorrió distintos países con un elenco de 16 personas de gira, un caché que, a día de hoy, es casi inimaginable.
Quizá esa sea la principal diferencia.
También entiendo que la gente lo ha pasado o lo está pasando mal, y esa alegría ha desaparecido en algún modo y con ella las ganas de ir al teatro, al cine o a eventos culturales.
Cierto es que se percibe un despertar, que las cosas parecen volver a su sitio poco a poco, aunque me temo que nunca regresaremos a aquel punto del que partimos hace ya muchos años.
Por otro lado, y viendo cómo está el patio, entiendo que para una entidad pública (llámese ayuntamiento, por ejemplo) sea más importante atender las necesidades de las personas que viven en situaciones precarias que subvencionar un cortometraje, o una obra de teatro. Las necesidades de la población marcan, en este caso, las obligaciones municipales. Es más importante que nadie pase hambre, que rodar un cortometraje, evidentemente.
No soy un activista de la cultura, ni entiendo que los organismos públicos deben pagar todos nuestros proyectos. La mayor parte de mis cortos me los he financiado yo, a veces con alguna ayuda simbólica de ayuntamientos o diputaciones, pero siempre he sido yo el que se ha jugado el dinero. Creo que forma parte de mi trabajo, y que no puedo vivir a expensas de ayudas públicas.
Los nuevos tiempos nos han reeducado en muchas cosas. El apoyo institucional se ha quedado en un segundo plano, y tenemos que aceptar que las prioridades ahora son distintas.
2.- Dices que no eres un activista de la cultura, sin embargo, renuncias a una cultura sustentada en subvenciones, y te enfrentas al reto de financiar tus proyectos. Eso te da más libertad a la hora de programar tu actividad ¿Crees que si la cultura no fueses tan clientelar del poder sería más dinámica?
Por supuesto, el dinamismo reside en la libertad para crear. No se crea igual cuando dependes del “visto bueno” de quien te da la pasta. La libertad tiene un precio. El comúnmente conocido como “cine independiente”, sin cánones, sin sistemas, hace lo que les da la gana porque no deben explicaciones a nadie. Y no se trata de transgredir ni de ir en contra de ningún sistema, se trata de libertad creativa. Se juegan su dinero, sólo el suyo, para bien o para mal. Hay un poco de locura en todo esto, por fortuna.
Yo hago publicidad, videoclips, bodas, todo lo que me pidan audiovisualmente hablando. Mantengo a flote mi empresa y, cuando consigo ahorrar algo de dinero, dirijo un corto, o un documental… A veces pido algo de ayuda, otras no. Depende de proyectos.

3.-¿En qué medida las instituciones públicas y privadas deben ser agentes económicos para el fomento de la cultura?
Siempre he pensado que los ayuntamientos, el de Vila-real por ejemplo, deberían tener una partida anual para colaborar con toda la producción audiovisual que se haga en su ciudad. Hablo de colaborar, no de subvencionar. Sería muy sencillo recibir los proyectos y dotarlos con una cantidad simbólica que ayudase a arrancar. Ninguna cantidad en concreto, una parte del presupuesto demostrable, una manera de colaborar y de ayudar a que su ciudad crezca culturalmente.
Respecto a la empresa privada, tan solo hay que hacerles ver que la cultura es un maravilloso medio publicitario. No siempre es dinero lo que necesitamos. Un vehículo para el rodaje, vestuario, maquillaje, una casa donde poder rodar… Hay mil maneras de que se involucren de manera coherente. Un trueque, a veces, puede resultar más beneficioso que una aportación económica.
Mi experiencia con la empresa privada ha sido muy positiva hasta el momento. Con el apoyo de diferentes firmas, ninguna llega a tener tanto poder como para  imponer ningún tipo de criterio. Claro, así es difícil conseguir el 100% de financiación, pero ya te he dicho que soy más de jugármela yo…
En definitiva, tanto la empresa pública como la privada tienen en la cultura un medio de rentabilizar social o publicitariamente su inversión. Creo que deben “estar” en ciertos proyectos, de manera simbólica, pero estar.
Como ejemplo, el Festival Cortometrando premia a los seis equipos de rodaje con 900 euros por equipo. Evidentemente con ese dinero no se rueda un corto, pero les da ese primer empujón. Luego les ayuda publicitariamente y les permite estrenar sus cortos en una Gala frente a cientos de personas. Es una pequeña ayuda, pero muy importante para los cortometrajistas. Los cortos finales, con el sello de la Diputación impreso, recorren varios países del mundo y te aseguro que rentabilizan cada uno de los euros que han recibido de ayuda para comenzar a rodar.
4.- Durante unos años estuviste trabajando en el mundo del teatro ¿Qué te llevó a cambiarlo por la producción audiovisual?
Me atrevería a decir que fue un proceso natural, una evolución hacia aquello que siempre me había entusiasmado. Siendo todavía programador del Auditorio de Vila-real, allá por el 2000, hice amistad con el programador del Auditorio de Medina del Campo, y un año me invitó a su Semana de Cine. Eso fue suficiente para darme el empujón que necesitaba. Yo ya había escrito varios relatos cortos y había ganado algún que otro premio menor. Pensé que un relato corto podía ser también el guion para un cortometraje.
Al regresar de Medina, todavía fascinado por todo lo que allí había vivido, y por la gente a la que había conocido, me puse a leer guiones de pelis, de cortos, de todo lo que caía en mis manos. Tiempo después trabajaba para pulir “Éxodo, 23:20”, que a la postre sería mi primer cortometraje. Estrenado en la Semana de Cine de Medina del Campo (en el fondo soy un romántico) y premiado con el Premio del Jurado Joven.
Muchos de mis amigos del teatro me ayudaron en aquellos inicios, al fin y al cabo muchos actores de teatro también hacen cine. No fue fácil, pero fue como si de repente todo tuviera sentido en mi vida y hubiese encontrado un camino escondido entre la maleza.
Se puede decir con la voz bien alta que dirijo cortos por culpa de la Semana de Cine de Medina del Campo y de Eduardo López, su coordinador. De hecho, tengo una promesa con ellos. Si algún día recojo un Goya, cosa poco probable (seamos realistas que la cosa está muy jodida) me pondré debajo del traje la camiseta de la Semana de Cine de Medina del Campo.
5.- Vemos que Medina del Campo y su festival de cortometrajes ha sido muy importante en tu carrera profesional ¿Es este festival el culpable del Festival Cortometrando que se celebra en Castellón desde hace cuatro años?  
No de manera directa. Más bien diría que Cortometrando es el resultado de muchos otros festivales. Me explico. Tras recorrer festivales de toda España me di cuenta de que hay muchos festivales que premian el cortometraje acabado, el resultado final, pero que había muy pocos que premiaban el proyecto, el guion. Lo realmente difícil no es mover un cortometraje por festivales, lo realmente difícil es rodar un cortometraje con presupuestos ridículos la mayor parte de las veces.
Quisimos poner en marcha un festival diferente, un festival donde se ayudase desde la base, desde el origen, que es lo más difícil. Queríamos ayudar a arrancar, pegar ese primer empujón para que la producción audiovisual de nuestra provincia creciese.
Héctor Folgado, diputado de Cultura de la Diputación de Castellón hace cuatro años, también quería hacer algo con los cortometrajistas, un festival… Le propuse Cortometrando, le añadimos el factor turístico al rodarlo en pueblos de interior… Y aquí estamos, cuatro años después con 25 cortos ya rodados en estos años y con una aceptación social en aumento.
Aun así, Eduardo López, coordinador de la Semana de Cine de Medina del Campo, fue jurado en la primera edición de Cortometrando y estuvo acompañándonos y entregando un premio en la primera edición de nuestro festival.
6.- Cortometrando, entonces, es un festival que trata de poner en valor la fuerza del cortometraje uniéndola con la promoción de Castellón, desde una mirada cinematográfica. Te pregunto como cineasta ¿Qué tal casan turismo y cine?
Pues a las mil maravillas siempre y cuando el guion exija o permita localizaciones “turísticas”.
“La venus de las pieles” (2013), de Polanski, por ejemplo, sucede dentro de un teatro, poca promoción turística se puede hacer con ese guion.
Sin embargo, hay millones de personas que acuden anualmente a Nueva Zelanda tan solo para visitar los lugares donde se rodó “El señor de los anillos”. Nueva York, tiene diferentes rutas turísticas siguiendo el recorrido de cientos de películas míticas. Incluso en París puedes seguir los pasos de Robert Landon (Tomk Hans) en el Código Da Vinci.
El cine es una maravillosa herramienta de promoción turística siempre y cuando esté justificado. Cortometrando exige a los directores que sus guiones estén basados en pueblos pequeños del interior de nuestra provincia, y en la selección previa se descartan todos los que no reúnan ese requisito indispensable.
Tenemos lugares realmente bellos, atractivos para los que no los conocen.
Hasta ahora hemos rodado 25 cortometrajes, gran parte de los cuales han recorrido varios festivales de España, incluso del mundo, llevando con ellos los paisajes de nuestro interior.
El propio José Luis Cuerda (Amanece que no es poco, entre otras muchas) bromeaba conmigo hace menos de un año en la Semana de Cine de Medina del Campo, donde coincidimos en una comida. Le hablé de Cortometrando y me dijo que se venía a Morella a rodar su próxima peli, que le encantaba el pueblo… Lo de venir a rodar era una broma, pero lo de que le encantaba el pueblo no lo era.
Otros directores, menos conocidos, también me han preguntado en ocasiones por posibles localizaciones en nuestra provincia. Creo que Cortometrando está abriendo muchos caminos en ese aspecto.
7.- Estamos en la IV Edición de Cortometrando ¿Cómo director del Festival qué tiene de nuevo este año?
Cada año vamos sumando. Recuerdo el primer año cuando nadie sabía ni siquiera qué era Cortometrando. Algunos ayuntamientos no sabían ni que se iba a rodar en su pueblo.
Ahora ya nos conocen. Los ayuntamientos se involucran más porque se han dado cuenta de que Cortometrando es un auténtico regalo para ellos. Un cortometraje rodado en sus calles que guardará para siempre sus imágenes, y que las llevará por diferentes partes del mundo.
Como ejemplo significativo siempre tomo el día de la Gala Final, que es cuando se proyectan públicamente los seis cortos y se entregan los premios. El primer año la hicimos en el Paraninfo de la UJI. Esa misma mañana me llamó Héctor Folgado (Diputado de Cultura por aquel entonces) y me preguntó que íbamos a hacer si no se presentaba nadie, si no venía público… Al llegar a la sala por la mañana, el técnico me preguntó cuánta gente esperábamos. “Lleno”, le dije yo… No voy a reproducir sus palabras, por educación, pero se rió en mi propia cara… Llenamos, hasta la bandera.
Ante el tremendo éxito de público, la segunda edición se hizo en el Teatro Principal, con más capacidad. También lo llenamos, creo recordar que quedaron cinco o seis butacas libres en todo el teatro. La tercera edición repitió en el Principal, pero esta vez nos desbordaron y dejamos fuera a más de 200 personas porque el teatro estaba lleno y ya no cabía nadie más. Exitazo ¡!!! Y este año nos vamos al Auditorio, con capacidad para más de 1.000 personas.
Creo que es un buen referente para valorar el crecimiento del festival. Que 25 localidades hayan quedado reflejadas en algún corto y 25 directores hayan recibido un primer empujón para sacar adelante sus proyectos.
Y nos hemos convertido en un referente a nivel nacional en cuanto a la gestión de un festival, por lo novedoso y por lo peculiar del mismo.
8.- Está claro que Cortometrando se está consolidando como un Festival importante en el mundo del cortometraje y el crecimiento exige mayor planificación ¿Cómo va a afrontar el Festival el futuro?
Pues de la misma manera que hasta el momento. Por fortuna, Diputación está muy comprometida con el proyecto, y hasta ahora se ha ido incrementando el presupuesto cada año, y se ha ido subiendo la dotación de los premios.
La primera edición incluso llegó a costarme dinero, porque no había presupuesto y queríamos sacarlo adelante. Necesitaba demostrarles que era un formato que podía funcionar, y no me importó arriesgar hasta ese punto.
Ahora se trabaja más a gusto. El festival forma parte habitual de los presupuestos y los pagos son fluidos. Eso permite que todo sea más ágil. Piensa que es un festival que implica muchos desplazamientos, muchas horas de lectura de guiones, muchas reuniones, controlar seis rodajes en seis localidades distintas y casi todos a la vez. Es una locura, pero la implicación desde Diputación lo hace todo muy fácil.
Creo que ya nos hemos convertido en un habitual para los cortometrajistas de la provincia, ya esperan que salgan las bases hacia febrero para ir enviando sus trabajos, cada año más y con mayor calidad.
Los ayuntamientos, ahora, incluso piden que vaya el festival a su pueblo. Miro hacia delante con la tranquilidad de que el festival se ha construido con muy buenos cimientos, y que dentro de poco funcionará casi por inercia. Algo impensable cuando arrancamos hace ya casi cinco años.
9.- Para finalizar ¿Qué proyectos cinematográficos tienes  en mente, después de tu exitoso último corto en Festivales: “Ni dos, ni cuatro”?
Ahora toca comenzar a disfrutar un poco de “Ni dos, ni cuatro”. Estrenamos hace un mes y ya tenemos tres selecciones importantísimas (una internacional, en el mejor festival de Bolivia y dos festivales nacionales que pre-seleccionan ambos para los Goya) Algo impensable en tan poco tiempo. Con este arranque todo hace esperar que las selecciones continúen llegando y, con suerte, algún premio que consolide la trayectoria del documental.
Tener un corto en el circuito de festivales, “Ni dos, ni cuatro” en este caso, implica una serie de desplazamientos que te permiten conocer distintos festivales, y aprender de todos ellos. Vamos a estar en Arnedo (La Rioja), donde proyectarán el corto dentro de su festival Octubre Corto. Después se proyecta en el FENAVID de Bolivia, ahí no puedo ir porque me pilla un poco lejos y el vuelo debe ser carísimo. Y a finales de mes, el 28 de octubre (un día después de la Gala de Cortometrando) debo estar en Albacete, donde “Ni dos, ni cuatro” participa en el festival Abycine.
Por otro lado, uno de mis últimos guiones ha sido seleccionado este año en el festival “Navarra: Tierra de Cine”, un festival que funciona un poco como Cortometrando, pero a nivel internacional. Este año se recibieron unos 60 guiones de distintas partes del mundo y seleccionaron 10, entre los cuales está “Ya no quedan domingos”, que será mi próximo corto.
Ya estuve la semana pasada en Viana (Navarra) para hacer un pequeño casting y localizar los exteriores donde vamos a rodar. Tenemos previsto regresar el fin de semana del 4, 5 y 6 de noviembre para completar el rodaje y ponernos en seguida con la edición del corto, porque debe estar entregado antes del 30 de noviembre. El corto se estrenará a mediados de diciembre en el teatro de Tudela. Habrá un jurado que dictaminará un total de cinco premios para los diez cortos finalistas.



viernes, 21 de octubre de 2016

Acoso escolar

                                               Imagen: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 21 de octubre de 2016
El acoso escolar se está convirtiendo en un problema social de primera envergadura, al que se le están dando respuestas tibias por parte del Estado y los poderes públicos que lo representan, corriendo el peligro de cronificarse como un mal al que sólo se le presta atención cuando algún caso de violencia salta a los medios de comunicación, al igual que la violencia de género. Ambos tiene mucho que ver con unos códigos de conducta que distan mucho de alejarse de ese machismo atávico de nuestra sociedad, que marcas las reglas del juego apoyándose en la Ley del más fuerte y en el sentido de propiedad sobre los débiles.
                Todos hemos visto acoso en el colegio, da igual que seamos cincuentones o treintañeros, porque ese comportamiento chulesco de humillación a quien la manada no considera como ellos, es decir, lo sitúa en un plano inferior, y por tanto, se le puede insultar, vejar, pegar y maltratar, es viejo, tanto como gregarios somos los humanos. También hemos visto cómo las autoridades escolares miraban para otro lado, los padres y madres le quitaban importancia, cuando se enteraban, y el Estado… este asunto no era objeto de su interés.  Sin embargo ha estado siempre ahí, de muchas formas, no sólo condensado en la violencia física, quizá esta sea sólo la punta de un iceberg muy profundo. El aislamiento, la soledad, el ninguneo, la humillación el desprecio… han marcado la infancia y la adolescencia de muchos niños y niñas, dejando una huella en su subconsciente difícil de borrar.
                Por eso, no creo que hoy haya más violencia escolar que antes, simplemente que ahora se conoce más. Hace años cuando un adolescente intentaba suicidarse, el último lugar al que se señalaba como posible causa de ese estado de desesperación tan grande que lleva a un chico o chica a quitarse la vida, era la escuela. Incluso el síndrome de culpa que desarrollan los acosados, al igual que las mujeres maltratadas, impide visualizar que los malos son quienes ejercen la violencia sobre uno, asumiendo el maltratado la culpa de ese acoso.
                Lo triste es que hoy, lo que más nos escandaliza no es el acoso en sí mismo, que como ya he dicho no es, en la mayoría de los casos, tangible para la sociedad -y ya saben que lo que no se ve, no existe-,  sino la bravuconada de grabarlo en el móvil, para luego hacer pública la fechoría de la paliza, lo que aumentara el prestigio del acosador en la manada que le sigue en las redes sociales, a costa de ampliar, todavía más si cabe, la humillación del acosado, para hacerle caer en un pozo de aniquilación de la autoestima y vacío social del que resultará muy difícil salir.
                ¿Y qué hacen la escuela y los poderes públicos? Nada. Afectos prácticos nada, como estamos viendo en los últimos tiempos. Primero el colegio da una respuesta corporativa, de defensa, no vaya a ser que una “idiotez cosa de críos” sea objeto de sanciones o acabe con la carrera de algún director, y luego las autoridades salen proclamando sus habituales lugares comunes; palabras que se acabaran perdiendo en el saco roto de su inoperancia.

                Estamos a tiempo para que la sociedad, en su conjunto, empiece a tomarse en serio un problema que es grave y muy oculto ¿Alguno de ustedes o algún dirigente político que tenga hijos adolescentes, sabe realmente si estos están a salvo del acoso? Hay que intervenir, con guante blanco ante quienes lo sufren, y con mano dura para quienes lo ejercen o lo consienten. Nuestra sociedad exige cambios drásticos en los comportamientos para que sea más justa, y uno de ellos y muy principal, es acabar con las actitudes machistas, por las que el fuerte tiene la potestad de comerse al débil.

jueves, 20 de octubre de 2016

Libertad de expresión, dependiendo para quién

                                                                                                   Foto: Autor desconocido
A Felipe González y Juan Luis Cebrián no les han dejado hablar en la Universidad Autónoma de Madrid un grupo de iracundos estudiantes. Asunto reprobable, que la palabra, aunque no nos guste como suena, se vea coartada por la fuerza. Eso es todo menos democracia, y se parece más a las comportamientos de los jóvenes Camisas Pardas hitlerianas, cuando aterrorizaban Berlín boicoteando violentamente cualquier acto que no entrara dentro de su ideario político. Por tanto, queda dicho que la democracia no se debe rendir a estos comportamientos, vengan de la ideología, que vengan.
Dicho esto, me gustaría hacer algunas apreciaciones. En todos los países democráticos del mundo, los jóvenes siempre han tenido salidas de tono políticas y España no es una excepción. Llevan produciéndose desde que tenemos democracia, el propio Felipe González ya tuvo un incidente parecido hace más de veinte años, en la misma Universidad y José María Aznar ha sufrido varios, y no son los únicos. Y eso es bueno, porque nos hace ver que el mecanismo no se ha detenido por defecto de alguna pieza, y la energía de la juventud funciona y asegura el recambio de las generaciones anteriores. Luego, entonces, que la juventud proteste airadamente contra algo o contra alguien, no debería ser motivo de tirarse de los pelos, sino más bien de pedagogía democrática para que esos grupos queden aislados, y en su aislamiento, desinflados. El error es darle mucho bombo mediático, porque es como si echáramos madera a un fuego pequeño, con el único fin de convertirlo en incendio.
Dicen que hay una falta de respeto hacia la libertad de expresión, los mismos que aplaudieron al gobierno cuando prohibió que las protestas por tanto recorte y desmantelamiento del estado de bienestar llegaran al Congreso, vallándolo y reprimiendo con dureza a los manifestantes. O los que pusieron el grito en el cielo por el guiñol: La Bruja y don Cristóbal”, que acabó con el encarcelamiento de los titiriteros por enaltecimiento del terrorismo. Parece que en España hay dos varas de medir la libertad de expresión; una blindada para que las élites dirigentes digan lo que quieran, y otra con la espada de Damocles de la Ley Mordaza, que sólo tiene como fin impedir la libertad de expresión que no le gusta al poder, para el resto de los mortales.
Claro que todo tiene un trasfondo. En el caso de los titiriteros, meterle el dedo en el ojo a Manuela Carmena y al Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Podemos, y en el caso de la Ley Mordaza impedir que la ciudadanía proteste contra las políticas regresivas en derechos y  bienestar del gobierno.
Pero ¿Por qué tanta relevancia mediática ahora, si  no es la primera vez que sucede? Quizá, porque Felipe González es un adalid de la abstención del PSOE para que gobierne Mariano Rajoy, y uno de los instigadores contra cualquiera que se salga de los límites que la democracia neoliberal tiene impuesto, por su propia supervivencia. Además, resulta curioso que sea el grupo PRISA, presidido por Juan Luis Cebrián, el otro afrentado en la Autónoma de Madrid, quién esté dando más bombo al incidente. Otra vez Cebrián, igual que hizo cuando se descubrió su vinculación con los Papeles de Panamá y todo lo que salió después, avalado por su amigo Felipe González.
Que el grupo mediático de Cebrián trate de darnos lecciones de democracia y libertad de expresión, es de risa, por no llorar. No sé si ustedes se darán cuenta, que este Juan Luis Cebrián es quien dio instrucciones para echar al director de eldiario.com, Ignacio Escolar, como tertuliano de la Cadena Ser,  porque no le gustaban las informaciones sobre sus tejemanejes financieros opacos que daba ese diario, y prohibió a los periodistas de PRISA acudir a programas de La Sexta. La libertad de expresión para Juan Luis Cebrián reside en que él haga lo que quiera y nadie se lo critique, porque si no puede acabar despedido como Fernando Berlín como colaborador de la Cadena Ser.
Pero el incidente de la Autónoma da más juego, sobre todo a los carroñeros de la política que acuden a mordisquear cualquier cosa a ver si sacan tajada. Por decencia no voy no mencionar a estos. Pero sí a los que tratan de aprovecharse para disimular sus vergüenzas, como lo están haciendo algunos dirigente de la Gestora del PSOE, que no han dudado en salir acusando a Podemos como instigadora de los mismos. Así el portavoz de la Gestora, mano derecha de Susana Díaz, no tiene empacho en decir que el responsable de todo esto es Pablo Iglesias.  ¿Qué pretende este señor y otros con esto? Están tirando de argumentario para diluir ante la opinión pública que va a ser los responsables de que Mariano Rajoy siga siendo presidente del gobierno. Lisa y llanamente, tratan de levantar una cortina de humo sobre su abstención.
Como ven, la libertad de expresión está en peligro en España, dependiendo de quién quiera utilizarla.


miércoles, 19 de octubre de 2016

Diario esférico. 19 de octubre 2016

                       Parece que el centralismo democrático sigue siendo del gusto de los partidos políticos, bueno así es como se llama en los partidos de izquierda a la toma de decisiones por una élite dirigente, al margen de la militancia; en los de derecha, directamente se aplica el ordeno y mando del jefe. Aunque nadie lo quiere reconocer esa es la realidad imperante en una clase de partidos que no acaba de creerse que la democracia es otra cosa, quizá porque le tienen miedo a que si este se impone en el interior de sus estructuras, los que permanecen anclados al poder durante décadas, pueden perder su asiento cuando no hagan bien las cosas. Ustedes me dirán, pero para eso ya está los congresos. ¿Y qué son los congresos de los partidos sino un mercado donde se compran y se venden apoyos, que tiene como resultado que siempre salen ganado los mismos? Porque no nos engañemos, en los congresos, las discusiones políticas son el invitado de piedra; donde se centra el interés, sobre todo el de las élites dirigentes, es en quién va a mandar o no. Es así, y esto lo sabe cualquiera que haya asistido a alguno.
                Veamos los cuatro partidos de ámbito estatal: En el PP, manda Rajoy y punto. En el PSOE, cuando han ensayado un sistema más democrático de elección de sus dirigentes, la vieja guardia, acostumbrada a gobernar durante décadas, se ha revelado y liquidado cualquier esperanza de democratización. En PODEMOS, que parecía ser el mirlo blanco de la democracia interna, hay una élite dirigente, que se empeña y comporta dentro del más rancio centralismo democrático. Y en Ciudadanos lo que se impone es el caudillismo de su líder.
                Así es difícil que el país cambie y adapte sus estructuras políticas a tiempos donde la democracia debería ser un hábito de participación y control de los grupos dirigentes. En definitiva, hay mucho miedo al voto no controlado desde el poder, y por eso, no se van a cambiar las reglas del juego actual, ni en las normas internas de los partidos, ni en las leyes electorales, ni en la participación de la sociedad en política.

lunes, 17 de octubre de 2016

Fragmento de mi ensayo La Brecha en el Día Internacional de la Pobreza 2016

                                            Fotos portada: José Luis Cuesta
Juanito tiene siete años. Cuando vuelve del colegio se entretiene jugando con el único muñeco que tiene. Los reyes se lo trajeron las últimas Navidades, bueno, más bien tuvo que ir él a recogerlo, pues los Magos de Oriente habían dejado los juguetes en el centro de la Cruz Roja. Él no sabe qué es ese sitio, pero su madre de vez en cuando le trae algo de ropa que dice comprar allí. Su madre no quiere que Juanito pierda tan pronto la inocencia dándose cuenta de que la pobreza se ha instalado en su familia como un miembro más al que hay que alimentar y cuidar. Por eso Juanito vive en su mundo, entre las planchas de metal y trapos viejos que ahora son su hogar, debajo del puente que hay cercano al parque de Gulliver en Valencia, que sus padres se afanan en mantener pulcro y lo más habitable posible. Tiene una suerte enorme de poder estar mucho tiempo jugando en la calle con los niños que van al parque por las tardes después del colegio, hasta que se van a sus casas y él sigue subiendo y bajando por el vientre del gigante, esperando que su madre le vaya a buscar para hacer los deberes. Ahora ya sabe que no puede decir a los otros chicos dónde vive, porque se ríen de él, y eso no le gusta, le pone triste, porque él adora su nueva casa, que ha construido su padre, con su ayuda, de lo que se siente muy orgulloso. Cuando está triste sólo desea que llegue el momento de acostarse, para esconderse bajo las sábanas y cerrar los ojos con el runrún de una vieja radio de pilas que su padre trajo un día, Es un truco que ha aprendido solo, cierra los ojos y todo lo que hay alrededor se desvanece, como si sólo él existiera en el universo, ante un mundo nuevo que va apareciendo en la oscuridad, llenando de luz y color los últimos resquicios de su pena, de esa pena que le provocan sus amigos cuando se ríen de su casa. Juanito se pierde en aventuras fantásticas que le llevan por lugares inimaginables, a países donde los niños son felices y tienen habitaciones llenas de juguetes. Donde no hay colegio y nunca hace frío. Así Juanito pasa el tiempo hasta que se duerme cansado de tanto viajar. Pero esa noche la aventura aparecerá antes de acostarse, y sentirá que va navegando en un barco de velas gigantescas que se enfrenta a mares de olas asesinas, en busca de un gran monstruo marino de dos cabezas que tiene aterrorizados a todos los marineros que surcan aquellas aguas. ¡Su padre ha traído hamburguesas! No sabe cómo lo hace, pero de vez en cuando su padre llega a casa con alguna sorpresa de estas, y hoy ha traído una caja de hamburguesas,
con regalo y todo. Esa noche Juanito no ha necesitado cerrar los ojos debajo de la manta para volar a mundos fantásticos. La felicidad estaba en su casa, y cuando vio que a sus padres se les saltaban las lágrimas por verle tan feliz, se abrazó a ellos y les dijo que les quería.

viernes, 14 de octubre de 2016

Letras del Mediterráneo

Publicado en Levante de Castellón el 14 de octubre de 2016
Vivimos malos tiempos para la cultura en general y para la literatura en particular. La palabra escrita marca un hito en la historia de la civilización, al convertirse la escritura en el interruptor que arroja luz sobre nuestro pasado, frente a las tinieblas del conocimiento en el que sigue permaneciendo todo lo anterior, es decir, la revelación de la historia a través de la escritura, en contraste con la oscuridad de la prehistoria que sólo intuimos mediante la deducción de los restos arqueológicos. Las letras han dado cuerpo intelectual a toda nuestra cultura, ya sea desde la emoción de los sentidos o desde la fuerza de la razón. Porque es en los libros donde se atesora todo el conocimiento de la humanidad, como si estos fuesen una gran red de memoria colectiva en la que nos reconocemos y por la que avanzamos. Los libros y las palabras que albergan son fuente de sabiduría, pero también de placer, de divertimento y/o entretenimiento. ¿Quién no se ha dejado llevar por las lágrimas, las risas, la aventura o la pasión al sumergirse entre las páginas de una novela? ¿Quién no ha sentido la conmoción de la belleza, al terminar de leer un libro de poesía? ¿Quién no ha tenido que parar de leer intermitentemente cuando un libro nos está abriendo a la revelaión del conocimiento?
Pero la literatura no tiene que ser un fenómeno aislado de los derroteros de la sociedad. Nunca lo ha sido. Si la literatura no está pegada a la vida y se entiende como un ejercicio nihilista que niega la posibilidad del conocimiento o del placer, pierde parte de su razón de ser. Siempre ha habido un motivo para escribir, ya fuera ficción o no ficción, con el fin de mostrar la realidad o una parte de esta.
                Y sin embargo, la literatura se muere, o al menos tenemos la percepción de que está entrando en estado anoréxico por la falta de lectores. Porque no nos engañemos, un libro sin nadie que lo lea, es un jardín hermos ocultado a la mirada de la gente por una vaya de cinco metros, es decir, una inutilidad. ¿Y por qué ya no se lee? Podemos echarle la culpa a muchos factores, pero hay dos que destacarían sobremanera en una carrera de culpables. El primero es la falta de sensibilidad hacia la literatura en la escuela y los planes educativos. Ya no se educa para leer, para hacer el esfuerzo de comprender lo que se esconde tras las letras impresas en un texto. La imagen, con toda su capacidad de seducción, se está imponiendo a la lectura y los diferentes matices de la realidad que está puede ofrecer. El segundo factor es la desidia política que las instituciones tienen hacia las letras. Parece que para los poderes del Estado la literatura es un fenómeno en extinción y por tanto no merece la pena dedicar esfuerzo alguno en dignificarla y fomentarla. Es triste que así sea, pero es lo que tenemos.
                 Pero, afortunadamente, todavía quedan instituciones que sienten la pulsión de la literatura como una fuente de creación de cultura, aunque sea en función de un objetivo concreto. Es el caso de la Diputación de Castellón, que ha conseguido un perfecto maridaje entre literatura y turismo, al convocar el Galardón Letras del Mediterráneo, que la semana pasada celebró su primera gala. No se trata de un premio literario, en el que un jurado, más o menos imparcial, decide cuál es la mejor obra que se presenta en función de los objetivos que han llevado a convocar ese Premio, que pueden ser diversos. Lo que pretende es galardonar a aquellas novelas que ya están publicadas y tengan a Castellón y su provincia como elemento vertebrador de la narración.
                Dos son los principales aciertos del Galardón Letras del Mediterráneo: uno muy prosaico, que es abrir el encorsetado mundo de los certámenes de literatura a obras que ya han sido publicadas, y que en España escasean bastante. El otro, mucho más poético, es construir una mirada literaria de Castellón, algo que se está revelando como una fuente a tener en cuenta para atraer lectores ávidos de sumergirse en aquellos lugares que han imaginado mientras leían. Lo que engarza perfectamente con el objetivo del Galardón: dar a conocer Castellón, esta vez desde una apariencia literaria.
                Como toda experiencia novel, es posible que necesite de muchos ajustes y me consta que se está trabajando en ello, para que la segunda edición sea mejor que la primera. Pero eso no quita para que haya que felicitar a la Diputación de Castellón por su iniciativa y felicitarnos a los que habitamos por estas tierras, por tener un certamen literario llamado a ser uno de los grandes del país. A fin de cuentas, la literatura sólo tiene como frontera  nuestra imaginación.


jueves, 13 de octubre de 2016

En memoria de Ángel Jiménez

Hace 10 años escribía en el diario Mediterráneo de Castellón un artículo con motivo de la celebración del 75 cumpleaños de Ángel Jiménez. Hoy, que nos ha dejado, suscribo cada una de las palabras que escribí aquel entonces. Sólo me entristece no haber acertado en los años de vida que todavía podían quedarle.

Dijo Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, pero los hay que luchan toda una vida: esos son los imprescindibles”. Pues bien, en esta última categoría de personas, es en la única que se me ocurre encuadrar a Ángel Jiménez, un hombre al que todos los que le conocemos o han conocido le debemos algo: su pasión por la libertad y la justicia social. Ángel Jiménez es un viejo luchador, incansable luchador para que esa justicia se extienda por todos los confines de la Tierra, por ello es un hombre querido allá por donde ha ido, sobre todo en su amada Nicaragua, por la que ha dado tanto y en donde tanto le quieren.
         Viene todo esto a cuento, porque cumplió Ángel setenta y cinco años la semana pasada y su familia, quien más expuesta está a sus dotes de seducción, organizó una fiesta sorpresa, que al final se convirtió en un homenaje de todas aquellas personas de Castellón que de alguna manera tenemos relación con él, y que consideramos que los homenajes hay que hacerlos en vida del agasajado, cuando éste está en plenas facultades físicas y psíquicas, como es el caso de Ángel Jiménez. En el acto se nos mostró un estupendo reportaje fotográfico de sus andanzas: ora aparecía junto a la Pasionaria, hora en Nicaragua, ora en París en aquellos años de lucha antifranquista, ora junta a su familia y amigos disfrutando de la vida. Porque Ángel es un gentleman de la vida, y sabe disfrutarla con la misma pasión que trata de cambiarla. Por eso Ángel atesora amigos, muchos de ellos en la dedicación diaria de mejorar las condiciones de vida de la sociedad, y todos le reconocen un papel como actor principal en este empeño de alcanzar un mundo más justo y solidario.
                  Estos días se ha celebrado el 100 cumpleaños  de Francisco Ayala. Parece que hay un gen de longevidad para todos los que desde diferentes ámbitos han hecho de la libertad su bandera, ejemplos hay sobrados: Alberti, Carrillo, José Viciano (fallecido recientemente en Castellón a los 96 años y socialista hasta el último día de su vida), etc. Eso nos da la tranquilidad a sus amigos de que por lo menos otros veinticinco años estará Ángel Jiménez entre nosotros.

lunes, 10 de octubre de 2016

Cuando la ciencia se hizo ficción

Artículo publicado en la revista Octubre, de la Universidad Jaume I de Castellón, en octubre de 2015


Diario esférico. 10 de octubre de 2016

                El sábado, cautivado por una campaña de promoción tan rutilante como insistente, me fui a ver “Un monstruo viene a verme”. Eran tantas las bondades anunciadas y las emociones prometidas, que compré un paquete de Kleenex y sin pensármelo dos veces, me acomodé en el sillón del cine, dispuesto a  dejarme llevar por ese monstruo amigo. Incluso, pensé, iluso de mí: si el tejo andante es capaz de arreglar las cuitas psicológicas de un preadolescente, por qué no puede dejarme a mí igual que cuando se sale de una sesión de diván con el psicoanalista a tu espalda.
                Pero mi gozo se quedó en el pozo de la decepción. Quizá por el alto nivel de las expectativas creadas, y el monstruo, que no sé por qué me dio por pensar que estaba sacado de una película de Disney, se quedó en la salida de la autopista y no vino a verme. Lástima: no lloré, no moqueé, ni se me hizo un nudo en el estómago. Nada. Incluso, me aburrí un poco, por momentos. Y no se crean, que lejos de aliviar mi alma, me ha creado un problema, al pensar que debo ser yo el raro, por no llorar, ni empatizar con el niño de la película, que no sé muy bien si sufría por su madre, por él, por los maltratos del colegio, o por su abuela. ¿Será que me he convertido en un frío emocional, como Jadis, la bruja malvada de Narnia? Yo que lloro hasta con el telediario (aunque llorar con el telediario no es nada del otro mundo, lo ponen a huevo) y de la película que hay que salir sorbiéndose la lágrimas me quedo frío.
                Y es que, cuando las expectativas son altas, en este caso altísimas, cualquier cosa que no alcance la altura prometida nos parece mal. Porque no es una mala película, si uno va pensado en ver una obra entretenida de la factoría Disney, con tintes de psicoanálisis. Pero, hombre, creer que vas a ver una obra maestra cuando los personajes más creíbles son los presentadores de las noticias de Tele 5, que insisten machaconamente para que vayamos a verla, es para echarse a llorar, y esta vez de verdad.

                Le voy a dar un par consejos, con su permiso, si piensan ir a ver la película.  A) No lleven niños. Se aburren soberanamente. B) Piensen que van a ver una historia entretenida, a ratos, con efectos especiales normales, y con la posibilidad de emocionarse, dependiendo de lo sensible que se encuentre usted en ese momento. Es posible que así salgan del cine, pensando que no han perdido el tiempo. Vamos, como en muchas de las películas que se estrenan habitualmente. 

viernes, 7 de octubre de 2016

Mis amigos socialistas

                                                                                              Imagen: George Christakis
Publicado en Levante de Castellón el 07 de septiembre de 2016
Estoy triste. Y no digo esto como un recurso literario con el fin de crear empatía entre los lectores. No. Estoy triste de verdad, por mis amigos socialistas, con los que tengo la suerte de poder discutir largo y tendido de política desde hace años. Ellos sí creen que el socialismo es un instrumento para cambiar la sociedad, una búsqueda que sólo tiene como objetivo mejorar el mundo. Son personas que llevan años militando en el PSOE y ahora ven cómo sus dirigentes se despedazan en una lucha que poco tiene que ver con el socialismo y mucho con enfrentamientos aristocráticos para hacerse con el poder. Nada nuevo en la historia de España; durante siglos los nobles han pugnado entre sí, apoyando o derribando reyes, con el único fin de no perder el poder al que ellos se sienten legitimados por la gracia de Dios. Recuerden ustedes que la “gran reina” Isabel la Católica se hizo con la Corona de Castilla tras una cruenta guerra civil entre diferentes bandos nobiliarios. No digo esto por nada, pero parece que estos días en el PSOE ha estado sucediendo lo mismo.
                Por eso mis amigos estarán tristes, al comprobar cómo una élite patricia se ha revuelto contra todo, con tal de hacerse con el poder del Partido. No les han  importado las consecuencias en su objetivo de derrocar a Pedro Sánchez, que me gustaría recordar fue elegido por la militancia en unas primarias, que ahora han desautorizado. Militantes que se creyeron, al igual que mis amigos, que las primarias eran un avance democratizador dentro del Partido. ¿Cómo se puede interpretar derrocar a un dirigente político, elegido democráticamente, por métodos que nos recuerdan mucho a las asonadas cuartelarías del siglo XIX? Por ser suave, porque a mí esto me suena, salvando las distancias, a aquel golpe que hace ochenta años acabó con la democracia en España, aunque este haya sido incruento, pero que al fin y al cabo comparten el mismo fin: acabar con la legalidad democrática abruptamente. Que me perdonen los que han participado en el derrocamiento de Pedro Sánchez, pero sus métodos conspirativos, espurios y facinerosos,  han sido eso: golpistas, porque se han saltado a la torera sevillana todas las normas que el PSOE tiene articuladas para estos casos.
                No quiero hacer con esto un defensa de Pedro Sánchez y su equipo, personalmente creo que no ha sido un buen secretario general, porque siempre se ha comportado más movido por sus intereses personales que por los del Partido y la sociedad. Pero, en este caso, se ha limitado a cumplir lo que un Comité Federal aprobó: no apoyar a Rajoy ni por activa, ni por pasiva. Por eso, el comportamiento de una parte de la nobleza del Partido, con alguna que se piensa Grande de España, induce a pensar que entre bastidores ha habido mucho más en juego que lo que quieren hacernos ver.
                Se escandalizan los afines a Felipe González y la condesa de San Telmo, de que Sánchez haya hablado de bandos en el Partido. Pero mis amigos y yo sabemos que en el PSOE, como en la mayoría de los Partidos, toda la vida ha habido bandos, tribus, familias, etc., que están más pendientes de alcanzar el poder que rendir servicio al socialismo. Grupos de interés organizados que sólo piensan en los militantes como brazos que se puedan alzar en las asambleas apoyando su postura. Del debate ya se encargan los jefes da cada clan. Por eso, aparecer escandalizados porque se habla de bandos, cuando Susana Díaz tiene constantemente a los suyos de Andalucía colgando como una espada de Damocles sobre la cabeza de cualquier dirigente que no se adapte a sus intereses personales, sí digo personales, es de una hipocresía tan impostada que no es de extrañar que haya organizado una cacería golpista contra quien ha osado interponerse en su camino hacia la gloria monclovita.

                Lo cierto, es que mis amigos van a estar tristes durante mucho tiempo, porque sólo hay una posible salida parar que dejen de estarlo y el PSOE recupere su prestigio en la sociedad española y asimile que el espacio de la izquierda lo va a tener que compartir con otras formaciones: que dimitan todos. Sí, todos y todas los que ha participado en este esperpento vergonzoso, que ha colocado al PSOE a los pies de los caballos. ¿O es que alguien piensa que Susana Díaz, en la cabeza o en la cola, va a ser mejor secretaria general que Pedro Sánchez? Eso, si se atreve a presentar su candidatura a la secretaría general, algo que yo no lo veo muy claro en un PSOE devastado, y no coloca otro secretario de paja, hasta que ella vea que los tiempos le son favorables. Eso sí se le da bien: tirar la piedra y esconder la mano, como a todos los conspiradores. 

sábado, 1 de octubre de 2016

El PSOE en el precipicio

                                                                                                Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 30 de septiembre de 2016
“Espero que no se cometa el mismo error que en el Comité Federal del 28 de diciembre, en el que se pusieron tantas líneas rojas, que la habitación quedó pintada de rojo y no se veía nada”. Estas palabras de Miquel Iceta, confirman aquellas de Pérez Tapias, cuando en abril de este año dejó claro que en aquel famoso Comité se bloqueó cualquier acuerdo con PODEMOS, y por tanto, la posibilidad de formar un gobierno de izquierdas. Coincidiendo con Pérez Tapias que el Partido de Iglesias ha cometido muchos errores, el tiempo, ese tozudo implacable que tiene la mala costumbre de sacar a relucir la verdad, nos está haciendo ver dos cosas: una, que la división del PSOE es mucho más profunda de lo que parece y otra, que la política en este país lleva varios meses en situación de bloqueo, por esa división, cada vez más cainita, de resultado incierto.
                Lo que estamos viendo a las claras, es que Pedro Sánchez nunca ha sido del agrado de la vieja guardia, que lo consintió como recambio transitorio en un momento de gran desconcierto del Partido y desprestigio de sus dirigentes. Un tactismo que pasaba por dulcificar la imagen ante la sociedad dándole una pátina de renovación, mientras el mirlo blanco que todos deseaban para que todo cambiase y todo siguiera igual, lanzaba su plataforma para la política nacional desde Andalucía. No sé por qué siempre he sospechado que la dimisión de Griñán tuvo más que ver con colocar a Susana Díaz en la presidencia andaluza, para darla a conocer en el resto de España como líder áurica del socialismo patrio, que con el caso de los EREs.
                Pero los tiempos en política nunca son como uno quiere y la vorágine de cambios que en los últimos años se han precipitado sobre el aburrido panorama bipartidista español, ha dado al traste con la estrategia de la vieja guardia y barones socialistas que luchan por conservar su poder y controlar un Partido que ellos mismos lo lanzaron al precipicio de la desafección de los electores. El problema es gordo. Pedro Sánchez ya se ha cansado de que le traten como un peón al servicio de los intereses de una casta que se resiste a abandonar los privilegios que durante décadas les ha proporcionado un sistema político de turnismo partidario en el gobierno. Además de llegar a la conclusión de que la única alternativa que tiene para conservar el sillón de Secretario General es el enfrentamiento total con quienes le quieren defenestrar desde su despacho de la calle Ferraz.   
                Negar la evidencia de que la izquierda, más allá del mesianismo fracasado de PODEMOS, ya no es asunto que sólo compete a un Partido, es revolverse como gato panza arriba ante los cambios que está experimentando el país. Que quienes están gobernando gracias a PODEMOS plácidamente en sus comunidades autónomas le nieguen la mayor a Pedro Sánchez, para hacerlo en el gobierno de España, es de una hipocresía tan estúpida como absurda, que está sumiendo al país en una situación de desgobierno, que solamente da alas a la derecha y su ejército mediático. Que la derecha socialista encabezada por algunos dirigente territoriales prefiera que el PSOE se abstenga para que gobierne el PP, antes que promover un gobierno de izquierdas, con el argumento peregrino de un nacionalismo español cuasi franquista, nos está haciendo ver que el PSOE necesita una reforma en profundidad que le desligue de sus santos barones, en comandita con una vieja guardia que ha perdido el sentido de la orientación de tanto dar vueltas en puertas giratorias.

                ¿Es Pedro Sánchez el líder que necesita el PSOE para resituarse como un Partido importante en el panorama de la izquierda? Parece ser que no. Que está siendo devorado por una élite patricia cada vez más hambrienta de poder y celosa defensora de sus intereses. Aunque él no esté libre de pecado. El caso es que todo apunta a que el PSOE va a seguir ronroneando con la derecha, alejándose cada vez más de la geografía de la izquierda. Todo para que Susana Díaz acabe alcanzando la gloria, aunque sea costa de empujar a su Partido por un precipicio.  

La vivienda, un derecho olvidado

  Ruido. Demasiado ruido en la política española, que sólo sirve para salvar el culo de algunos dirigentes políticos, que prometieron la lun...