sábado, 30 de enero de 2016

Crónicas de la Transición valenciana

Publicado en Levante de Castellón el 29 de Enero de 2016
La Transición española ha superado ya con creces ese plazo de sedimento histórico que el historiador Manuel Tuñón de Lara cuantificaba en 25 años, para que podamos acercar a ella las herramientas de la ciencia de la historia con la suficiente perspectiva temporal, a fin de de estudiarla, analizarla y fundamentarla con un análisis crítico, que nos permita conocerla mejor, más allá de los acontecimientos que tuvieron lugar en ella. O mejor dicho, estableciendo una relación,  o varias, entre estos y los movimientos subyacentes en el ámbito de la economía, la cultura, la sociedad, la política, etc., que se dieron en aquellos años.
                Para cualquier historiador, es sabida la importancia de las fuentes históricas, pues son ellas la materia prima con la que trabajan para estudiar y desvelar las claves de un momento histórico, un personaje o unos acontecimientos. Muchas y múltiples son las fuentes, incluso varían dependiendo de cada época; no son igual para estudiar la Edad Media, que para hacerlo del siglo XX. Y es en este siglo donde aparece una fuente de información preciosa, como un diamante pulido, al desarrollarse la prensa como medio indiscutible de información a lo largo de la centuria, hasta que internet revoluciona todo. Una fuente de información, y pasado el tiempo, una fuente histórica de primera mano.
                Lo interesante que tiene poder estudiar la Transición española con perspectiva histórica, es que se introduzcan estudios acotados a un aspecto concreto o  territoriales, porque sólo así, en la conjunción de todos los estudios parciales, podremos tener una visión de conjunto veraz, más allá de lo que sucedió en Madrid,  que sin ánimo de restarle importancia, pues era y sigue siendo la capital del país, no es el todo, viviéndose de una manera bastante diferente en otros lugares del territorio español. Quiero decir, que siendo la esencia de la Transición la misma para todos los sitios, en cada uno de ellos tiene características específicas, que la historia debe afrontar.
                Así, la Comunidad Valenciana vivió la Transición de una manera muy diferente a como se vivió en Madrid o Bilbao. Fundamentalmente porque la sociedad valenciana tiene un pasado propio, distinto al de otras Comunidades, que le da unas singularidades que la marcaron con una intensidad mayúscula. Por eso, la aparición de estudios y libros que hablen de esos años, es de suma importancia para comprender que pasó y cuáles son las claves que nos han llevado al presente actual.
                Podemos decir, que todos aquellos y aquellas interesados en conocer mejor los años de la Transición en la geografía valenciana, están, estamos, de suerte, con la aparición del libro de Jaime Millás: “Crónicas de la transición valenciana. 1972-1985” (Ed. Alfons el Magnanim). Y digo que estamos de suerte, porque el libro de Millas cumple los dos parámetros a los que hemos hecho referencia más arriba: es una fuente histórica periodística de la época, y está acotada al tiempo de la Transición en la Comunidad Valenciana.
                Jaime Millás es un periodista de raza, versado en la crónica y en la elaboración  trabajada de sus artículos, intentando buscar todas las vertientes que conducen a una noticia. Periodista que se formó a sí mismo, una vez abandonó las aulas de la facultad en la Universidad de Valencia, teniendo como máxima la objetividad, la imparcialidad y la independencia, escribió el relato de la Transición valenciana con las crónicas que mandaba a la revista Triunfo y al diario El País, selección de la cuales se publican ahora en su libro “Crónicas de la transición valenciana. 1972-1985)
                Es en el empeño de poner la honestidad con su profesión, con la época que está narrando y consigo mismo, por delante, donde reside el valor de este libro como fuente histórica, no sometidas sus crónicas a tutelajes del poder, ni a sectarismos que habrían acabado, no construyendo un relato veraz, que hoy todavía tiene vigencia, sino elaborando una ficción retorcida de la realidad al servicio de otros intereses, muy alejados de contar lo que estaba sucediendo realmente. Nada que hoy, en el siglo XXI, no sepamos de cómo informan determinados medios de comunicación y algunos periodistas que han rendido vasallaje al poder.
                Porque Millás, en “Crónicas de la Transición valenciana”, hace un ejercicio de independencia, trasparencia informativa y buen hacer periodístico, que debería ser tomado como referencia en las facultades de periodismo. Por eso, después de su lectura, tenemos sensación de confianza máxima, de que aquello que hemos leído no es un cuento chino, sino que está fundamentado y tratado con un rigor, que provoca la emoción de haber ensanchado nuestro conocimiento sobre la sociedad valenciana y su comportamiento en la Transición, a través de la lectura de una fuente periodística para la historia. Sabemos más de todo, porque el libro está muy bien estructurado en áreas de información, y por tanto, de conocimiento. Hay una parte dedicada a la economía, otra a la política, otra a la cuestión de la identidad, a la sociedad, a la cultura y sus grandes personajes valencianos, a la ecología, a los sucesos, a la historia y al periodismo.
En fin, trece años de intensa actividad periodística dan para mucho y, aunque en “Crónicas de la transición valenciana”, hay sólo una selección de aquellos artículos, Jaime Millás ha acertado en ella y en la organización del libro. Y sobre todo ha acertado, porque nos ha hecho ver que en la Transición también hubo vida en la geografía valenciana, mucha vida, que solemos tender a olvidar, o simplemente minusvalorar, por esa facilidad que tenemos las sociedades de amilanarnos ante la historia.

“Crónicas de la transición valenciana. 1972-1985”, es un gran libro, para todo aquel que quiera conocer más su tierra, o si es de fuera, ver que esta, con todas sus contradicciones, también bulle en el crisol de la historia. Y aunque pueda asustar por el gran número de páginas que hacen de él un libro voluminoso, lo que se esconde en el interior es merecedor de una lectura paciente y atenta.

domingo, 24 de enero de 2016

El huevo de la serpiente

Publicado en Levante de Castellón el 22 de enero de 2016
La invisibilidad mediática ha lanzado un manto de silencio sobre el gravísimo drama de los refugiados en Europa, que huyen de las despiadadas guerras y regímenes brutales que hay en sus países. Ya no son portada de ningún telediario, ni informativo radiofónico, ni primeras páginas (ni página alguna)  de la prensa escrita. Salvo que suceda algún drama que impacta como un aullido capaz de sobrepasar el autismo mediático, y golpearnos la cara con una bofetada que nos va a sonrojar el tiempo exacto que dura el minuto escaso de la noticia. Como la que nos sobrecogió el fin de semana pasado del naufragio de una barcaza en la que iban varias familias de sirios en busca de las costas europeas, y al volcar, en ese segundo fatal, cambió la vida para siempre de sus ocupantes, destruyendo familias y vidas en las frías aguas de este mar Mediterráneo que se está convirtiendo en una gran fosa común abierta por este capitalismo deshumanizado que gobierna el continente.
Habremos derramado alguna lágrima, al ver a ese padre que llora, con el desconsuelo de las grandes desgracias, la pérdida de sus tres hijos pequeños, quizá preguntándose qué maldición bíblica ha caído sobre ellos, para que sean, inocentes criaturas, las que están pagando los platos rotos de una política que sólo piensa en intereses geoestratégicos y beneficios económicos. Será tanto el dolor que nos transmita en ese instante, que no reaccionaremos con emociones contrarias cuando una madre se reencuentra con sus hijos, después de la angustia de pensar haberlos perdidos en el naufragio.
Cuando nos mostraron las imágenes de Aylan, aquel niño de cuatro años que apareció muerto en una playa de Turquía, el mundo occidental se revolvió en su sillón, y una vez más, el gran circo mediático que rodea el drama de los refugiados se puso en marcha. Parecía que las conciencias de los europeos y sus dirigentes se habían removido y, según pudimos escuchar una declaración tras otra, se iban a poner medidas, para que una cosa así no volviera a suceder. Qué ironía, ver las imágenes del sábado pasado y todas las que hemos visto entre los dos sucesos, y las que no hemos visto ¿Cuántos naufragios; cuántos muertos se ha tragado el Mediterráneo, sin que tengamos conocimiento de ellos, fuera de las frías estadísticas que tanto les gusta usar a los políticos? Posiblemente nunca lo sepamos ¿A quién le interesa que lo sepamos? Desde luego a los gobiernos europeos no. Ellos tienen suficiente con manipular datos, para que nuestras conciencias no se escandalicen hasta el extremo de ponerles en cuestión, maniobrando entre declaraciones de intenciones y la realidad de sus decisiones, con el único fin de salir indemnes del naufragio en el que se ha convertido la política humanitaria europea.
Tienen que impedir, a toda costa, que el problema crezca como una bola de nieve hasta que les situé ante el espejo mágico que un día les diga la verdad, y vean que no son princesas, sino lobos de colmillos afilados. Al igual que  la reina bruja de Blancanieves se apoyaba en el espejo para creerse la bella del reino, los dirigentes de Europa, se miran en otro espejo, el del racismo de una parte de la población, para justificar su desgana de afrontar un problema  del que no quieren sentirse responsables. Pero lo son. Por eso alimentan la xenofobia, en algunos dirigentes con descaro, tomando medidas que sólo tienen la intención de contentar a un electorado cada vez más racista, que está haciendo que la sombra del fascismo sobrevuele, otra vez, por los cielos de Europa. ¿Por qué no se ha puesto freno al nuevo nacionalismo/xenófobo de los países del este, que están condenando a muerte y tratando como animales a miles de seres humanos que se hacinan en sus fronteras? Quizá porque los países occidentales, de manera encubierta, están haciendo lo mismo. O lo que es mucho peor, aplicando medidas que creíamos que después de Hitler habían quedado desterradas para siempre del continente, como la confiscación de bienes. Las civilizadas Dinamarca y Suiza, confiscan los bienes de los refugiados que superen los 350 o 900 euros, respectivamente, para pagar su estancia en el país. En Alemania, la ola xenófoba es creciente, igual que en Francia, Holanda y otros países, en los que el apoyo a movimientos de claro signo xenófobo y, por tanto, fascista (el racismo no tiene cabida en la democracia, ni en la cabeza de un demócrata), no para de aumentar, y en vez de ser frenados radicalmente por los gobiernos, estos integran en sus medidas propuestas de claro corte racista, que son exigencias del nuevo fascismo que recorre Europa. Nadie hace por frenar este aumento, que viene ya de antes del problema de los refugiados, pero que ha encontrado en ellos el caldo de cultivo perfecto para extender sus ideas antidemocráticas.  De seguir así, Europa no va a tardar en llenarse de camisas pardas, negras o azules, da igual el color. En 1977, Ingmar Bergman estrena “El huevo de la serpiente”, una película en la que narra como en la Alemania de los años 20 se va incubando el virus del nazismo, mientras la población da la espalda a un fenómeno de violencia que acabará encumbrando a Hitler al poder, con las consecuencias que todos sabemos. Cuando los que miraban para otro lado quisieron reaccionar, ya era demasiado tarde.
Martin Neimöller, escribió en 1946 un poema que en España se atribuye erróneamente a Bertold Berch, titulado: “Ellos vinieron”. El poema es todo un alegato a lo que los individuos de una sociedad democrática no deberían consentir, y con la democracia en horas bajas, en muchos países de Europa y la xenofobia en crecimiento, con la excusa de los refugiados, está más al día que nunca. Me van a perdonar que lo transcriba entero, con el fin de que nos haga reflexionar una vez hayamos acabado de leerlo, porque lo que está sucediendo, en nuestras manos está frenarlo y solucionarlo. Que no nos vuelva a sorprender la serpiente saliendo del huevo.

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,/porque yo no era comunista./Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,/guardé silencio,/porque yo no era socialdemócrata./Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,/no protesté,/porque yo no era sindicalista./Cuando vinieron a buscar a los judíos,/no pronuncié palabra,/porque yo no era judío./Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí,/no había nadie más que pudiera protestar”.

viernes, 15 de enero de 2016

David Bowie. El rock elegante.

Publicado en Levante de Castellón el 15 de enero de 2016
Desde el día de la muerte de David Bowie una pregunta me viene rondando la cabeza como un run-run. ¿Es esta la muerte de uno de los grandes ídolos de la música mundial del siglo XX, el fin de una época? Obvio que sería muy simplista, por mi parte, darle tanto protagonismo a una sola persona en el cambio de ciclo histórico que estamos viviendo. Pero no se puede negar que hay hombres y mujeres que han sido referentes de una época, habiendo conseguido marcar tendencias y aptitudes en toda una generación y qué duda cabe, que David Bowie, al igual que John Lennon y algunos otros, ha representado como nadie una manera de vivir y entender la vida en los últimos años. No es una casualidad que uno de los mayores éxitos del funk-rock de los años 70 del siglo pasado: “Fame”, estuviese escrito y cantado por ambos, como un himno a unos tiempos en los que la fama se convertía en un roll social, por encima de las cosas que nos deberían importar: “Fama, te pone allí donde están las cosas huecas”.
                David Bowie nos retrotrae a unos años en donde el futuro era posible y todos creíamos que la utopía era el faro que guiaba hacia buen puerto la nave de nuestra vida. “Y nos besamos/como si nada pudiera caer/y la vergüenza estaba en el otro lado/ ¡Oh! que podemos ganarles/para siempre jamás/Entonces, podemos ser héroes/sólo por un  día”, cantaba Bowie en su canción Héroes en el año en 1977. Años en los que nos creíamos dueños de nuestro destino y nos dejábamos llevar por sus canciones al otro lado de la valla, donde todo era posible y el poder, un muro que seríamos capaces de saltar.
                Bowie es el rock elegante, incluso cuando su aspecto era un grito revolucionario en contra de la norma vigente, escandalizando a una sociedad bien pesante, plagada de una moralidad falsa, que sólo quería encorsetar cualquier idea que pudiera romper los moldes de su reglada y conservadora vida. Por eso amábamos a Bowie cuando salía a escena con el provocador atuendo del glam y nos hacía volar por encima del mundo, sumergiéndonos en el deseo de sentirnos libres de ataduras. “Ponte los zapatos rojos y baila el blues/vamos a poder/Bajo la luz de la luna, esta grave luz de luna/vamos a bailar”. “Let’s dance” 1983.
                Y el mundo giraba y bailábamos y creíamos que todo era posible, y ese empuje nos hacía crecer y luchar por que  fuese mejor. Una geografía capaz de asimilar la paz, la justicia y el amor, como principios de convivencia. “¿Dónde estamos ahora?/ El momento en el que lo sabes/sabes lo que ves/mientras haya sol/mientras haya lluvia/mientras haya fuego/mientras esté yo/mientras estés tú”. No se rinde. No deja que nos entreguemos a la fatalidad de unos tiempos tristes y oscuros. Por eso en 2013 publica el single “Where are we now?”, ya con en sus años de madurez.
Bowie siempre inmortal. Como en aquella película de 1983 dirigida por Tony Scott: “El Ansia”, en la que junto a dos maravillosas mujeres: Catherine Deneuve y Susan Sarandon, protagoniza un film de vampiros elegantes, anteriores a las sagas crepusculares de los últimos años, en el que Bowie encarna al amante de una vampiresa inmortal (una Catehrine Deneuve guapísima), hasta que se cruza en el camino de ambos la sensual Susan Sarandon y el amor cimentado durante siglos gira como una veleta movida por un viento irrefrenable y la Deneuve encuentra en la Sarandon un  nuevo amor en el que volcar su inmortalidad, que provoca que la máquina del tiempo empiece a funcionar y Bowie a envejecer. Película rompedora de ambiente algo gótico que introduce un tema casi tabú para principios de los años 80, como es el amor lesbiano, que no cayó muy bien a la crítica biempensante de la época. Y es que Bowie, siempre fue rompiendo moldes y señalando el camino por donde se transita con una mayor libertad.
“Mira aquí arriba, estoy en el Cielo/Tengo cicatrices que no pueden ser vistas/Tengo drama, no puede ser hurtado/todos me conocen ahora”. Es su despedida. El adiós de un genio que marcó toda una época en la música y la manera de entender la vida de una generación. Se va de la única manera posible, con el legado de un nuevo disco: “Blackstar”, para que siempre perdure en nuestra memoria, al igual que otro genio de la música: WA Motzar, se despidió escribiendo El Requiem más famoso de la historia. Sólo el tiempo dirá si su obra perdurará o desaparecerá devorada, como Saturno devoró a sus hijos, en la vorágine de una época que muere y otra que empieza. Por eso, sigo con la duda de intuir que nos encaminamos a un tiempo donde todo va a ser distinto, pero que David Bowie, emblema de un pasado reciente, nos ha enseñado que los cambios pueden ser a mejor, si nosotros creemos en ellos y tomamos las riendas de nuestro destino.
“Estoy cayendo/No piensen ni por un segundo que los olvidaré/Lo estoy intentando/Muero por hacerlo” (Dollar day), de su último, y casi póstumo, disco Blackstar.

miércoles, 13 de enero de 2016

El Pacto de Progreso, cada vez más lejos

                                                                                                 Foto; Autor desconocido

Pacto de Progreso. La primera en la frente. Parece que el Pacto a la portuguesa de Sánchez, pasa primero por Berlín. No sabemos si Susana Díaz le ha cambiado los billetes de tren. Esta´ claro que el PSOE no tiene interés alguno en llegar a un acuerdo con PODEMOS. La excusa de que el Reglamento del Congreso impide crear los grupos parlamentarios que solicita PODEMOS es una milonga, pues el Reglamento es tan flexible como los Partidos quieran que sea. Lo que sí se empieza a barruntar, es que la intención es aislar a PODEMOS como un patógeno peligroso. Al final van a ser verdad lo de la casta.
No entender que España ya no es la unidad de destino universal que tanto gustaba proclamar a franquistas y falangistas, sino un país de diversidad nacional, que hay que respetar, porque en ella está su grandeza, es seguir instalados en un ceguera histórica, que sólo tiene que ver con el aferramiento al poder de las élites centralistas, por miedo a perder parte de él, y quizá, desde su lógica, de los privilegios que este aporta.
Tengo la sensación de que las elecciones están a la vuelta de la esquina. Está claro que, al final, el pacto por la izquierda, que daría un gobierno tan estable como por la derecha (otra cosa es que sea una estabilidad que no guste en los círculos que llevan años manejando este país), no va a ser, porque el PSOE está instalado en la lógica de alejarse de PODEMOS, entrando en el juego de la derecha, de dentro y de fuera del Partido. O bien, el Pacto de Estabilidad PP-PSOE, con Ciudadanos de monaguillo, está más avanzado de lo que creíamos.
No me extraña que Rajoy siga fumándose un veguero de medio metro, porque al final, con a sin elecciones, todo indica que va a volver a ser presidente del gobierno.


domingo, 10 de enero de 2016

20-D. El cambio ha llegado

                                                                 Imagen: El descubrimiento de Eduardo Úrculo
Parece que tras las elecciones del 20-D, el panorama político en España se ha complicado en exceso, con un Congreso fragmentado, que obliga a pactar para formar gobierno. O eso es lo que los poderes fácticos quieren hacernos creer, pintando un escenario en el que sólo puede caber la reagrupación de aquellas fuerzas que van a seguir respetando el status quo actual, que como hemos podido comprobar sólo les beneficia a ellos, a costa de una gran desigualdad e injusticia social. De ahí la insistencia en presentar una coalición de izquierdas como un galimatías imposible de controlar que, además, puede atentar contra la unidad de España. Está claro que han puesto a toda su maquinaria mediática a funcionar, para que nada, ni nadie, les agüe la fiesta del poder y el enriquecimiento en la que viven desde hace años, y para ello, ya han buscado un nuevo chivo expiatorio de todos los males de esta país, en PODEMOS. Sorprende que pocos días después de las elecciones, todos, incluidos reputados miembros de la izquierda, señalen a este Partido como el culpable de la ingobernabilidad de España y promotor de la ruptura de la unidad patria. Es obvio que ellos si se han dado cuenta, antes que nadie, del cambio que se está fraguando en España, y tratan de impedirlo como sea, incluso con esa Gran Coalición, con partido bisagra en medio, que lo único que ofrece es que todo siga igual como hasta ahora, reforzando el bipartidismo, como tabla de salvación de sus intereses, y conjuro contra las fuerzas que empujan para que se produzca un cambio, que pasaría, ineludiblemente,  por una pérdida de poder del establishment actual, que cada vez se comporta más como una casta en defensa de sus intereses estamentales. En el fondo, seiscientos años de historia no han cambiado mucho las cosas y resabios feudalistas siguen aflorando en nuestra sociedad.
                En el delirio político que vive este país, a veces uno tiene la sensación de haber vuelto a los años setenta, por la recuperación de términos lingüísticos que tanto gustaban al franquismo, y la propuesta de medidas sobre territorios que conforman el Estado que huelen demasiado a la España, Grande y Libre, unidad de destino en lo universal, que estudiábamos en el colegio bajo la foto de Franco y Jose Antonio. Escucho hablar a algunos líderes políticos de “separatismo”, o de “unidad inquebrantable”, y de toda una parafernalia  ultranacionalista española, que últimamente se utiliza desde Génova al Palacio de San Telmo, sin entender que España es un país plurinacional, y que si no se reconoce este hecho, seguiremos con la misma matraca nacionalista periférica que tiene secuestrado a este país desde hace décadas.
                Claro, que decir que no entienden es otorgarles el beneficio de la duda. El nacionalismo ya sea español, catalán o de cualquier otra región es una fantástica coartada para disimular la perfidia de gobernantes que tienen que ocultar ante la opinión pública sus malas gobernanzas. Da igual de dónde sea. El nacionalismo les va igual de bien a Mas, a Rajoy, o a Susana Díaz; todos tiene algo que esconder. Por ello, a quienes tratan de reconducir el error histórico de la Transición de no reconocer la plurinacionalidad de España, hay que desprestigiarlos políticamente. Y si encima proponen un cambio de ciclo y modelo de sociedad, aplastarlos. Cómo cantaba Rafael Amor en esa maravillosa canción titulada “El loco de la vía”: “Y  vinieron veinte carros de asalto…/carros autobomba, sesenta mil mangueras/ para aplacar el humo blanco de su blanca bandera./ Aplastaron su casa barata y chata/ le expropiaron al perro puntiagudo con alma de felpudo.”
                Pero volviendo a la situación postelectoral. ¿Qué está sucediendo en los Partidos? Sinceramente creo, que están interpretando la situación en clave interna, y no en la solución de los graves problemas que tiene el país. Aunque a fuer de ser sinceros, habría que decir que unos más que otros. Veamos sólo aquellos de representación estatal. El PP lleva varios meses en crisis, por el cuestionamiento que desde muchos sectores están haciendo del liderazgo de Rajoy. El resultado electoral ha supuesto ahondar más en la herida, ya que por mucho que lo disimulen han tenido una sangría de votos y diputados de muy difícil digestión. Creo que si Mariano Rajoy no consigue formar gobierno, la guerra va a ser total. Y es posible que muchos están jugando a esa carta.
                Si la hemorragia del PP no ha sido mayor, se debe a que la debacle del PSOE es para llorar. No sé qué esperaban sacar, si el resultado les parece aceptable. Hay que tener en cuenta que en las elecciones del 2011 la derrota fue épica, y ahora todavía han perdido millón y medio de votos más. Pero este no es el problema más grave que tienen. La guerra interna ya es tan grande, que los gritos se oyen en toda la escalera. Aquí no hay tregua. Pedro Sánchez se ha interpuesto en medio de las ambiciones de Susana Díaz, como valedora de los intereses de la vieja guardia del Partido, con Felipe González en la sombra, y no va a para hasta acabar con él. Por eso, le niegan el pan y la sal para cualquier negociación que pudiera darle la presidencia del gobierno, que dinamitaría las aspiraciones de la andaluza para convertirse en la lideresa del socialismo casposo español, y le urgen a que convoque un Congreso para defenestrarle. Parece que los españoles tengamos un gobierno de izquierdas y progresista les importa menos que su posición de poder en el Partido y defensa del establishment de poder actual, léase casta.

                Ciudadanos se ha demostrado que es un Partido inútil, sino puede ser bisagra, ya que sus planteamientos políticos e ideológicos se diferencian bien poco de los del Partido Popular. De ahí si empeño en un gobierno PP-PSOE, que les incluya a ellos en medio. Al final, la única tabla de salvación de este Partido es servir de refuerzo al bipartidismo. En el caso de PODEMOS, la situación es diferente. No necesitan ser bisagra de nadie y programa de cambio, en la medida que recoge las aspiraciones del 15-M, está bastante diferenciado del resto. Ahora bien, va a tener que elegir, si al final Pedro Sánchez se impone a los inmovilistas de su Partido, entre políticas que acaben con la desigualdad y la injusticia, y/o el referéndum en Cataluña. Personalmente soy partidario de ese referéndum, pero las cosas hay que hacerlas cuando están maduras, y un punto de programa electoral no puede hipotecar el resto, sobre todo cuando no se ha ganado para gobernar y hay que negociar. En cuanto a IU, creo que debe reflexionar sobre su papel en la izquierda.

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...