domingo, 24 de septiembre de 2023

¡¡Puigdemont a la cárcel. Sánchez a la mierda!!

 


¡¡Puigdemont a la cárcel. Sánchez a la mierda!! Reza una pancarta con el fondo de una bandera de España en el mitin/concentración/manifestación/acto de partido -no está muy claro cuál era la convocatoria, tras la pretensión de que no apareciera por allí Vox, como si de esta manera se tratara de disimular que es el socio preferente del PP en todos los sitios donde huelen a poder; y los intentos para que Díaz Ayuso pasara desapercibida -, que ha sido todo, menos un éxito de participación. ¿Se está agotando el empuje del Partido Popular? ¿O es que en Madrid, colocando a Ayuso de telonera, Feijoo no tiene tirón? Si yo fuera Núñez Feijoo, no habría salido muy contento del “encuentro con militantes”, sabiendo que no aporta nada a su investidura, porque Díaz Ayuso se ha vuelto a dar un baño de masas, pocas esta vez, pero suficientes para mostrar músculo ante el tiempo de cambio de líder que se avecina el Partido Popular; y, además, ese discurso de patriotismo de bandera hipernacionalista, parece que empieza a mostrar signos de debilitamiento.

Pero volvamos a la pancarta, porque resume muy bien todo lo que puede ofrecer en estos momentos el Partido Popular, perdido en el discurso antisanchista, que le está resultando tan estéril, y disfrazado de un populismo nacionalista español que lo alejan de ser un partido de derecha democrática, modernizador y ajeno al frentismo político, al que le viene arrastrando la extrema derecha postfascista, desde hace tiempo.

El Partido Popular hace tiempo que está desnortado, y cada vez se muestra más como un Partido ansioso de poder, para ponerlo a disposición de las clases más pudientes y ricas del país, sin olvidarse de una visión del mundo que no dista mucho de los cenáculos más conservadores y retrógrados de las religiones que tratan de controlar nuestras conciencias, lo que pensamos y lo que hacemos. Para ello nos tienen que mantener en el engaño constante de que la izquierda, liderada por el diabólico Pedro Sánchez, sólo busca el mal de España y su desintegración.

El otro eje de su discurso, que también señala la pancarta, es el de Puigdemont, que vuelve a ser tratado como el desarticulador de la patria una grande y libre, aunque, quizá, aquí estamos ante la trasposición a la política de la fábula de “La zorra y las uvas”, después del cortejo a Puigdemont, al que habrían otorgado, que digo la amnistía, posiblemente hasta la reposición de su cargo como presidente de la Generalitat, anulando con carácter retroactivo el artículo 155 de la Constitución, si hubiera garantizado a Núñez Feijoo la investidura. En fin, Sánchez y Puigdemont, dos seres malignos, que trata de exorcizar el incienso que rodea esa idea de España al servicio de los intereses de los españoles de buena familia, les han ahorrado tener que explicarnos qué pensaban hacer si llegaran al poder de la nación. Claro, que después del gobierno de Mariano Rajoy y a tenor de lo que ya se va vislumbrando en las comunidades autónomas y ayuntamientos donde gobiernan, con o sin Vox, pocas palabras hacen falta. Ya nos vamos haciendo una idea.

Pero lo más triste de todo, es que están utilizando a dirigentes del PSOE, nostálgicos del poder, que perdieron su dignidad hace tiempo. Dirigentes trasnochados, que no entienden nada de por donde va la sociedad española del siglo XXI y, lo que es más grave, que se dejan llevar por el odio que manifiestan a Pedro Sánchez, desde que les apeó del poder del socialismo español, algo que no le van a perdonar nunca y, sobre todo, porque les puso frente al espejo de su decrepitud política, cuando dimitió de su puesto de diputado para no abstenerse y dar la presidencia del gobierno al partido político más corrupto que ha existido en España desde la muerte de Franco. Claro, que a Núñez Feijoo esto le importa poco, apareciendo en el mitin de Madrid flanqueado por el hombre que puso en marcha toda la maquinaria corrupta del PP y el que después la desarrolló.

Por último, un Partido que tiene que recurrir a la ilegalidad de apelar al transfuguismo para poder gobernar España, a ver si con un poco de suerte se produce un nuevo “tamayazo”, nos muestra el  nivel de miseria moral al que está llegando. Y me pregunto otra vez: ¿Dónde está la derecha que se echa las manos a la cabeza al ver todos estos desatinos?

Como verán no he hablado nada de la amnistía. Pero esto lo dejo para otro escrito, que da mucho de sí.              

miércoles, 13 de septiembre de 2023

No van a parar

 


No van a parar. La única política que tiene el Partido Popular desde que perdieron el poder nacional es volver a ocuparlo, cueste lo que cueste. No importa el daño que puedan hacer al país, al Estado, a los ciudadanos o a la patria que tanto cacarean; esos son daños colaterales, y son asumibles para ellos, siempre que el fin justifique los medios. Ya lo hicieron con el presidente Zapatero, al que vapulearon sin misericordia hasta la saciedad. Lo han estado haciendo con el gobierno actual, al que no han dejado de insultar y tachar de ilegítimo, como si hubiese llegado al poder a través de amañar las elecciones, lo que no es ni más ni menos que cuestionar la democracia española. Esto de poner en solfa la democracia es algo que suele hacer la extrema derecha mundial, siempre que ellos no ganan las elecciones; lo llamativo es que en España la derecha del Partido Popular, que pensábamos demócrata, se haya apuntado a este mantra fascistoide que recorre las democracias occidentales. Claro, que volviendo al principio, todo vale si es por alcanzar la Moncloa.

Vivimos en uno de los países del entorno occidental más ricos en diversidad cultural, gastronómica, climática, paisajística, lingüística, política y geográfica. La verdadera esencia de lo que somos es, precisamente, esa diversidad, que no ha sido óbice para que haya una idea común de España, que se puede traducir en mayor o menor sentimiento de pertenencia a un proyecto de país con raíces históricas comunes y un presente de país moderno y tolerante. Lo que no está tan claro es el futuro, dado el empeño de alguno en desdibujarlo si ellos no son los que lo pilotan.

Uno acaba cansándose de tanta amenaza de ruptura de España. De tanta desintegración nacional, que sólo imaginan las mentes calenturientas de la extrema derecha, a las que únicamente les sirve aquello de España como una unidad de destino en lo universal, centrípeta y defensora de una moral religiosa casposa e intransigente, que se puede resumir en “a Dios rogando y con el mazo dando”. Es tanto el abuso y apropiación de la patria, que acaba causando hartazgo. Todos rompen España menos ellos; todos somos malos españoles, menos ellos, que se creen en la potestad de dar carnets de españolidad, convirtiendo así a una gran parte de los ciudadanos del país en apátridas, sólo porque entendemos que España es otra muy diferente a la que su mente ultranacionalista concibe.

Después está el Partido Popular, a quien realmente todo este discurso de ruptura de España sólo les importa como argumento para alcanzar el poder. ¿Alguien se cree que el Partido Popular no convertiría a Puigdemont de villano a héroe nacional (con amnistía incluida), si este asegurara la investidura de Núñez Feijoo? Aznar, que ahora clama por la insurrección cuasi golpista contra el gobierno legítimo, se rindió, cuando creía que esto le iba a beneficiar, a los pies de ETA o habló catalán repentinamente cuando necesitaba a los nacionalistas para su investidura. De Rajoy solo hay que remitirse a la portada de ABC del 19 de octubre de 2017, para ver hasta qué punto llega la hipocresía del Partido Popular en este asunto de la ruptura de España.

No nos engañemos. En España la derecha es más nacionalista que democrática, y eso significa que el futuro que nos esperaría si gobernara sería de mucha bandera, mucho beneficio para el bolsillo de los ricos y Santiago y cierra España contra el infiel que no abrace sus ideas y acate sus políticas. Nada que no sepamos.  

      

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