1º día de desconfinamiento. Indecente. No se me ocurre otra palabra para calificar el acto de
cierre del hospital de IFEMA, organizado por el PP madrileño, con su presidenta
a la cabeza, que se ha saltado todas las normas de distanciamiento y seguridad
que usted y yo estamos cumpliendo a rajatabla, para escapar, cuanto antes, de
esta epidemia que todo lo está cambiando.
Un espectáculo bochornoso,
protagonizado por una friki de la política, que ha decidido, con el visto bueno
de la dirección de su Partido, convertir la pandemia de coronavirus en una campaña
electoral permanente, sin filtro ni nada que pueda obstaculizar su desenfreno
político. Ignoro si esta señora es así en su vida privada, pero en la política se
ha convertido en un histrión de sí misma.
No sé si es para esconder su incapacidad para dirigir una Comunidad de la envergadura
de la de Madrid, y mucho menos la dimensión de una crisis tan grande como la
actual.
Nunca, en ningún momento ha
estado a la altura. Ni en la gestión del material de protección para sus sanitarios,
con aviones fantasma divagando por el mundo; ni en la gestión sanitaria de las
residencias de la tercera edad; ni siquiera en el respeto a sus colegas presidentes
autonómicos, a los que dejó plantados para irse a misa.
Díaz Ayuso no conoce la palabra
humildad, quizá por eso el tándem Aznar/Casado, la han convertido en su
marioneta tonta de la campaña electoral que ya han puesto en marcha. Si no
llegan sus aviones, la culpa la tiene el gobierno; si ella monta un acto indecente en IFEMA, la culpa la tiene la oposición; y así suma y sigue, en su cabalgada
hasta el ridículo y más allá.
La presidenta debería ser más
consciente de que el COVID-19 está teniendo una dimensión tan elevada en España,
por las cifras que arroja la Comunidad que ella preside. ¿Es una casualidad? ¿Se
debe a que la sanidad pública en Madrid está bajo mínimos por años de privatizaciones?
¿Hay una mala gestión política de la crisis? El tiempo dará la respuesta a
estas preguntas, pero ya va apuntando maneras sobre cómo entiende ella todo
esto, si es cierto que se plantean despedir a los sanitarios contratados para hacer
frente al coronavirus y las graves consecuencias que ha tenido en Madrid. Justo
ahora, que los expertos dicen que hay que reforzar la asistencia primaria, para
que la atención sanitaria esté a la altura de lo que se le viene encima, Madrid
quiere volver a los números anteriores a la pandemia, es decir, ser una de las
CC.AA. que menos gasta por habitante en sanidad.
En necedad ha acabado superando al
presidente catalán, que ya es decir mucho. Ambos, dirigen unas Comunidades que tienen
más del 50% de incidencia del coronavirus en todos sus parámetros, cuando su
población ronda el 31% del total del país. Pero ellos no tienen nada que ver, y
la presidenta madrileña prefiere ir a comerse un bocadillo a un bar de IFEMA,
algo que por cierto no está permitido, para querer dar apariencia de normalidad.
Nos vemos a las ocho.
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