jueves, 29 de junio de 2023

23-J. LGTBI una piedra en el zapato de Núñez Feijoo



El Partido Popular de Núñez Feijoo dice que va a estar en la vanguardia de la defensa de los derechos LGTBI. Curioso, cuando está sucumbiendo, sin poner demasiadas objeciones, a las intenciones de la extrema derecha, que ya, sin pudor alguno, se ha lanzado contra todo lo que se mueva más allá de la hombría, el sexo casto bendecido por la Iglesia y el amor como un sentimiento reproductivo. Difícil encajar esa defensa en un ambiente tan hostil contra quienes se sienten y son sexualmente diferentes a los cánones establecidos por la Biblia, ya sean del Antiguo o del Nuevo Testamento, queriendo aparecer, aparentar diría yo, como adalides de esos derechos, cuando le cedes el bastón de mando y el relato a la extrema derecha.

Sólo tenemos que darnos una vuelta por todos aquellos ayuntamientos y comunidades autónomas en donde el Partido Popular de Núñez Feijoo ha dado alas de poder a la extrema derecha, para descubrir que todo es una mentira, que sólo tiene como finalidad reducir el impacto electoral que puede tener la entrada de Vox, como elefante en cacharrería, en las instituciones. Porque, realmente, lo que está haciendo Núñez Feijoo es tirar la piedra y esconder la mano, no vaya a ser que alguien se la muerda, electoralmente hablando, claro.

En definitiva, como probablemente dijo Enrique IV de Francia, allá por el siglo XVI, cuando renunció a sus principios hugonotes y se convirtió al catolicismo para obtener la corono francesa: París bien vale un a misa. Para Núñez Feijoo y su Partido la Moncloa bien vale un blanqueamiento del franquismo. Y en esa renuncia a los ideales de progreso que nos quieren hacer ver que son el faro de sus políticas, entra el acoso y derribo de la tolerancia que, hasta hace poco, este país ha tenido con el sentimiento LGTBI. No sólo tolerancia. También importantes avances en derechos que han convertido a España en uno de los territorios más avanzados del mundo en legislación LGTBI. Y todo eso, ahora, está a punto de escurrirse por el sumidero de la extrema derecha con el beneplácito del Partido Popular.

No quiero decir que en la derecha democrática española (cada vez me cuesta más encontrarla) no haya personas que defiendan esos derechos y que, quizá, estén escandalizados por lo que está sucediendo y va a suceder, si Santa Urna del 23-J no lo remedia. Claro que los hay, y posiblemente no pocos, igual que en la izquierda hay gente a la que le repatea todo esto de la normalización de las diferentes maneras de sentir la sexualidad o el género; ni la vida ni las ideas son compartimentos estancos en los que todo el mundo se tiene que mover, afortunadamente. Aunque esa sea la pretensión de los que ahora quieren ponernos un bozal y obligarnos a marcar el paso que ellos dictan.

Lo más grave es que el problema que la extrema derecha, bendecida por Núñez Feijoo, está creando, no atañe sólo a las leyes y derechos. Es una cuestión de tolerancia, de pérdida de respeto hacia aquellos colectivos sociales que se salen de la norma, tal como la entiende el binomio de poder que está germinando en España: PP+Vox. Desde hace tiempo el colectivo LGTBI viene sufriendo una campaña de desprestigio en los medios más conservadores del país, que se traduce en un aumento de los ataques, no solamente psicológicos, también físicos. Lo vemos todos los días en los medios de comunicación: agresiones en el transporte público, en la calle, en los lugares de ocio…, cada vez más recurrentes y cada vez más producto de un sentimiento de impunidad de los agresores.

¿Esta es la España que queremos? ¿La España por la que las generaciones más mayores lucharon cuando murió el dictador, que ahora se reivindica y se blanquea? Una España en la que el odio se normalice como ingrediente en las relaciones sociales, camina, a paso ligero, hacia el pasado reciente más retrógrado e indeseado. En la que el miedo al poder, y no sólo político, acabe en un país triste y agazapado en sus temores. Donde nadie se atreva a mostrarse como es o como siente o como piensa. Es el principio del Gran Hermano que tan lúcidamente relató George Orwell en su novela 1984 (los que no la hayan leído que aprovechen a hacerlo, porque no es de extrañar que se pueda acabar prohibiendo, igual que ya se ha prohibido la representación de una obra de Virginia Woolf en una localidad de la Comunidad de Madrid, porque no era del gusto del concejal de cultura de Vox).

Y es que realmente, aunque se trate de esconder, estás elecciones también van de eso. De impedir que España y la sociedad española sufra un retroceso en libertades y derechos, algo que ni Núñez Feijoo ni el Partido Popular va a frenar, porque París bien vale una misa. Todo eso nos jugamos el 23-J.             

          

 

          

 


lunes, 26 de junio de 2023

23-J. El antisanchismo y el huevo de al serpiente




El huevo de la serpiente es una película de Ingmar Bergman de 1977 en la que entre otras cosas nos muestra cómo era el Berlín de los años 20 en un momento en el que la sociedad alemana empezaba a incubar un peligroso huevo que eclosionó en el nazismo. Pensarán ustedes a cuento de qué viene esto con las elecciones del 23 de julio. Aunque quizá muchos sepan cuál es la respuesta, porque ya no se esconde el ascenso del neofascismo en España, como consecuencia de un proceso de blanqueamiento que desde la derecha y sus medios de comunicación afín se viene realizando desde hace ya tiempo. Últimamente focalizado en ese eslogan a lo que se ha reducido la política española, que no es otro que “antisanchismo”.

Porque, a poco que nos pongamos a pensar, algo cada vez más complicado en la sociedad española (pensar es agotador para una población que solo busca la inmediatez masticada por otros), detrás del antisanchismo lo que se trasluce es un feroz rechazo al progresismo de izquierdas, o si prefieren ustedes llamarlo así: al socialismo democrático. Con la codicia poco disimulada de la derecha por acaparar el poder que creen propio por ley natural y sienten que les es usurpado cuando no gobiernan ellos.

El antisanchismo no es nuevo, ya hubo un antifelipismo cuando Aznar proclamaba a los cuatro vientos la ruina de España, y un antizapaterismo cuando Rajoy proclamaba a los cuatro vientos la ruina de España y, en ambos casos, la venta de la nación española al terrorismo o el separatismo. Luego, más que un programa de gobierno, lo que encontramos es una estrategia que se basa en hacer ver a una población cada vez más acrítica políticamente hablando (por algo la derecha siempre ha insistido en eliminar la asignatura de “Educación para la ciudadanía” de la enseñanza), que si ellos no gobiernan, España se despeña por el abismo de la desmembración y el caos. No importa que el gobierno actual social progresista, o los anteriores, hayan avanzado en la modernización de España, en la normalización de derechos civiles y en la consolidación y extensión del estado de bienestar a la mayor cantidad de población posible. Nada de eso cuenta. Ni que los gobiernos de la derecha hayan hecho políticas favorecedoras para las élites, desprotegiendo al resto, ensanchando la brecha de desigualdad hasta límites cuasi vergonzantes para un país democrático. Empobrecimiento generalizado de la población más propio de regímenes políticos autoritarios y/o fascistas.

El problema, y aquí es donde saltan las alarmas al ver que el huevo de la serpiente empieza a salir del cascarón, es que ahora la derecha está abriendo las puertas de las instituciones y, por tanto, de la gobernabilidad el país, a la extrema derecha fascista/franquista, sin calibrar las consecuencias que puede tener para la sociedad española y la política democrática. Una derecha que se retroalimenta de un discurso populista en una sociedad cada vez más infantil, políticamente hablando, que es como meter al zorro en el gallinero. Ver como la extrema derecha más reaccionaria está ocupando puestos de alta representación democrática, como son los Parlamentos Autonómicos, y cargos políticos de primer nivel con capacidad de gestionar muchos millones de euros, da un poco de pavor y produce bastante desesperanza en el futuro.  

En el antisanchismo cabe todo. No sólo el ansia de poder de la derecha postfranquista española, representada por el Partido Popular, sino que es un cajón de sastre donde se mezclan negacionistas de todo tipo; terraplanistas; fascistas; neofascistas; “izquierdistas” desencantados, que se rinden a los discursos populistas de la extrema derecha; vividores de toda calaña enganchados al qué hay de lo mío; entusiastas de la patria; racistas; xenófobos; machistas de mano ligera; exculpadores de maltratadores; envidiosos; defensores de la mujer en casa y con la pata quebrada; centralistas que piensan que España tiene como límites la Comunidad de Madrid y que el resto son provincias; enemigos de la cultura, cuando esta se revuelve contra el poder o simplemente lo cuestiona; neoliberales que sólo entienden el estado cuando este se pliega a sus intereses; millonarios que quieren serlo más; pobres que quieren ser millonarios y si no lo consiguen es por culpa del gobierno y un largo etcétera que pueden seguir escribiendo ustedes.

No quisiera caer en el peloteo político, nada más lejos de mi intención, pero si el gobierno actual, que aun habiendo cometido errores y algunos sonados, ha elevado la política de estado a niveles de protección social, desarrollo económico y avances civiles a cotas nunca alcanzadas en la historia de España, no es comprensible que tantos ciudadanos y ciudadanas se hayan apuntado al antisanchismo, sin preocuparles qué significa que este triunfe en las elecciones. Algo no va bien en la sociedad española cuando se deja abducir mentalmente por aquellos que no le van a procurar ningún bien.

A no ser que ese maleficio que arrastramos desde hace siglos, que ha convertido en deporte nacional derribar sin compasión a quien tiene éxito en su cometido, sea el que sea, haya desatado nuestros más bajos instintos y estemos dispuestos a inmolarnos.                      

miércoles, 21 de junio de 2023

23-J. Bildu como justificación de la involución

 


Afirma Núñez Feijoo, que si gana las elecciones piensa derogar todas las leyes aprobadas con el voto de EH Bildu, unas 14, aproximadamente, que no son pocas, pero sí un dato menor si lo comparamos con las 140 que se han aprobado desde que Pedro Sánchez es presidente del gobierno. Leyes de una relevancia social importante, de ahí el interés machacón del candidato del Partido Popular en derogar, que no tiene tanto que ver con que hayan sido aprobadas con el apoyo de Bildu, como porque son leyes que no son de su agrado. Ese es el tema: derogar todo aquello que ha sido bueno para la mayoría de la gente y ha afianzado el estado de bienestar, pero que no gusta al establishment patrio, que ya apoyó en su momento la creación de un Partido que fuese el Podemos de derechas (palabras pronunciadas por el presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu, en el Círculo de Empresarios el 25 de junio de 2014).

Cabe pensar que Núñez Feijoo se ha venido arriba en sus declaraciones, ahíto de un poder que ve cada vez más cercano. Por lo que puede estar mintiendo, algo no ajeno a su talante político y al de su Partido, quedándose al final tanta derogación en algo de maquillaje. O que realmente su intención es devolver al país a las cavernas sombrías de la derecha más reaccionaria y conservadora, algo que puede no estar tan lejano si nos atenemos a los pactos que su Partido está haciendo con la extrema derecha torera y negacionista.

Si no es así, salvo que se entiendan las elecciones como un fraude político basado en el engaño, la mentira y el todo vale, tiene difícil explicación, incluso para una derecha democrática y honesta, que en caso de llegar al gobierno se vayan a derogar leyes como la de eutanasia, memoria histórica, ingreso mínimo vital, Ley Trans, de vivienda y del aborto; eliminación de la penalización de los piquetes de huelga, derogación del despido por bajas médicas, ley de libertad sexual…, entre otras.

Escuchado lo escuchado, la tesitura de los españoles que se han apuntado al anti-sanchismo como una forma de expresión política y de los negacionistas de izquierdas que no piensan ir a votar, porque total, para qué, si todos van a lo suyo, no es otra que elegir dar el visto bueno a la política de mentiras encadenadas o al retroceso, en muchos ámbitos, en los que la sociedad española ha avanzado en estos años de gobierno progresista. Eso, sin contar con el abrazo del oso que Núñez Feijoo se va a dejar dar por la extrema derecha, con los consiguientes gastos que pagaremos los españoles.

  

domingo, 18 de junio de 2023

23-J. La Nueva España de las viejas ideas

 


Se va perfilando la imagen de la Nueva España (¿a qué me sueno esto?) entre el Partido Popular de Núñez Feijoo y la extrema derecha de Vox, una vez que vamos conociendo los pactos a los que están llegando en ayuntamientos y alguna comunidad autónoma. Nuevo ciclo político lo llaman los medios de comunicación, los dirigentes de estos Partidos y los tertulianos que lo mismo pueden hablar de un roto que de un descosido.

En esta España post 28-M, todo parece que va a cambiar, y la derecha se relame pensando que el trabajo de desprestigio del gobierno de izquierdas ya está hecho y no hay vuelta atrás. Así, después del 23 de julio el nuevo ciclo estará consumado y España una, grande y libre será suya, con su bandera, sus himnos y su unidad de destino en lo universal.

Sin embargo, eso del nuevo ciclo suena a viejuno, como si estuvieran desempolvando del armario de la historia las viejas ideas con las que han hecho de España su cortijo particular o un Patio de Monipodio donde pueden campar a sus anchas. Parece que los españoles tenemos una maldición bíblica que nos impide progresar de una manera sostenida en el tiempo, enterrando aquellas ideas que nos atan al pasado y que, curiosamente, son las que representan a esa élite gobernante que viene dirigiendo el país desde la derrota de los Comuneros y el aplastamiento de las Germanías. Es la Nueva España, que nos recuerda tanto a los tiempos del nacionalcatolicismo y la Formación del Espíritu Nacional, mientras la mayoría de sus habitantes se deslomaba trabajando para salir adelante.

Todo suena viejo y preocupante. Sobre todo por esa capacidad que tiene la derecha para embadurnar la realidad y hacernos creer que las cosas funcionan sólo cuando gobiernan ellos, porque deben tener algún designio divino que los ha puesto en la tierra para ello, y que cuando lo hacen los demás los cimientos de la patria, su patria, se tambalean. Suena muy preocupante, porque a pesar de los esfuerzos para disfrazar la realidad, por hacernos ver que todo va a cambiar para que todo siga igual (desde luego la lección de la novela el Gatopardo, se la han aprendido bien), lo cierto es que los acuerdos entre la derecha con el neofascismo español que encarna Vox, sí van a tener consecuencias muy negativas para la gran mayoría de los españoles y españolas.

No es una casualidad que se les esté cediendo el poder en parcelas que tiene que ver con la igualdad, el ecologismo, la memoria histórica, la cultura… y otras áreas que dibujan una España de derechos y bienestar que la democracia ha construido desde la muerte del dictador, tan añorado por algunos y reivindicado por otros.

Están dando el primer paso del nuevo ciclo que va a configurar la Nueva España, según ellos. Una España que ya sufrió las políticas de la derecha, sin que todavía Vox tuviera capacidad de mediatizar, con los últimos gobiernos del Partido Popular, que aprovecharon la crisis del 2008, no para hacer reformas que mejoraran la vida de la gente, sino para diseñar un país al servicio de los poderes económicos, culturales y sociales, única y exclusivamente afines a ellos. Recuerden los famosos viernes de reformas, en los que la vicepresidenta del gobierno cuando no anunciaba la supresión de un derecho, nos hacía creer que dar miles de millones de euros a los ricos, la banca y las grandes empresas era bueno para los españoles.

En fin, que en el 23-J no nos jugamos sólo un cambio de gobierno. Efectivamente, nos jugamos un cambio de ciclo político, que va a sustituir políticas progresistas e innovadoras, en las que la buena marcha de la economía no está reñida con la defensa del estado de bienestar, por ese más de lo mismo, que nunca ha beneficiado a los españoles de a pie, más bien al contrario, ha perjudicado. Pero el voto es soberano, aunque para algunas y algunos, si no gana la derecha, no lo será tanto.               

miércoles, 14 de junio de 2023

23-J. La Comunidad Valenciana como anticipo de lo que puede pasar

 


¿No queríamos té? Pues nos vamos a tener que tomar dos tazas.

Creíamos los valencianos que después de años de corrupción, trapacería, comportamientos cuasi mafiosos, uso de las instituciones sólo y exclusivamente para el enriquecimiento personal, aferramiento al poder costase lo que costase, trajes por la cara, circuitos de Fórmula 1 para echar carreras de vanidad política y, en fin, años de mal gobierno que endeudaron las arcas públicas de la Comunidad Valenciana y no aportaron nada al bienestar de los valencianos, estábamos vacunados contra esa derecha tramontana y blavera, que nos resulta imposible creer que lo que está sucediendo desde las últimas elecciones no es un mal sueño o que asistimos a una mala versión hitchcockniana de la realidad.

Aunque, por lo que parece, no éramos tantos los que creíamos esto y la gran mayoría de valencianos y valencianas han decidido señalar el camino de lo que puede llegar a ser el gobierno de España. Una lectura que han hecho sin complejos, y quizá ahítos de poder, los dirigentes del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, que no han tardado ni el tiempo de rezar un rosario para ponerse de acuerdo con la extrema derecha de Vox. Y todo ello bendecido por Núñez Feijoo, el mismo que reniega de Vox por la mañana y consagra pactos con el fascismo español por la tarde, si estos le garantizan a cualquier precio el poder.

Si no fuera por el miedo que da, el esperpento en el que se está convirtiendo la gobernanza de la Comunidad Valenciana produciría risa, en el mejor estilo de los grandes sainetistas valencianos como Eduardo Escalante o Manuel Millás, sobre todo tras leer el guion de gobierno que han pactado PP y Vox. Desde aquel hilarante diálogo de los Hermanos Marx de “la parte contratante de la primera parte, reconoce a la parte contratante de la segunda parte, como parte contratante de la segunda parte”, no he visto nada igual de disparatado en la firma de un contrato.

Pero ojo, que es ahí donde está el truco. ¿Qué programa de gobierno han pactado? Si alguien lo sabe, que levante la mano. Aunque quizá, la intención es esconder tras una sucesión de pleonasmos lo que todos sabemos, que no es otra cosa que repartirse el poder, para hacer lo que les dé la gana, sin que nadie les pueda pedir cuentas. Comportamiento de gobierno muy al uso de la derecha española, sea extrema derecha o derecha extrema.

La vuelta al pasado más reciente de negacionismo del cambio climático, de banalización de la violencia de género, de eliminación de la memoria histórica (sobre todo si esta es contraria a sus intereses políticos), de reducción de impuestos a los más ricos, de privatización de los servicios públicos, de cuestionamiento del estado de las autonomías, y de tantas cosas que parece que hemos olvidado en tan poco tiempo, es el camino que está marcando el Partido Popular de la Comunidad Valenciana, sobre lo que puede venir si Núñez Feijoo acaba siendo presidente del Gobierno.

Pero esto parece que da igual, porque no es posible que ganen elecciones sin el voto de muchos y muchas a los que cualquier canto de sirena les endulza los oídos, aunque acaben estrellándose contra la costa, al igual que los marineros de la antigua Grecia cuando se dejaban atrapar por aquellas.

Gracias al Partido Popular, la extrema derecha profranquista ya está aquí, normalizada para la gobernanza en ayuntamientos y comunidades autónomas. Sólo le falta entrar en el gobierno de España, y eso, es una certeza, que ni siquiera las evasivas de Núñez Feijoo pueden ya disimular.    

lunes, 12 de junio de 2023

23-J. La eliminación del Ministerio de Igualdad

 


¿Qué mensaje está lanzando Núñez Feijoo cuando dice que va a eliminar el Ministerio de Igualdad? Sólo se puede intuir uno muy claro: que las mujeres no tienen entidad como para que haya un ministerio en el gobierno que se preocupe de sus problemas, a saber: inseguridad, violencia de género, desigualdad salarial, techo de cristal, ninguneo de sus capacidades intelectuales, deportivas, etc. y/o estigmatización laboral por cuestiones tan normales como tener hijos, entre otras muchas que se ocupa o debe ocupar un Ministerio de Igualdad.

Habría que preguntarse qué tiene el Partido Popular en contra de las mujeres, que siempre que ha estado en el Gobierno ha rebajado la categoría de su presencia gubernamental, con la consiguiente reducción de derechos y desprotección hacia una sociedad que, nos pongamos como nos pongamos, sigue teniendo demasiados tics machistas.

Que las mujeres tengan un Ministerio de Igualdad, no es un asunto baladí, como hemos podido observar en el avance de medidas en favor de esta y la seguridad que se han producido con el actual gobierno y con el anterior de Rodríguez Zapatero. Y ahora, en una nueva vuelta de tuerca de reducción de derechos y derogación de los avances conseguidos en los últimos años, Núñez Feijoo vuelve a las andadas clásicas del Partido Popular, con la excusa de derogar el sanchismo (excusa que sólo esconde una estratagema mediática para alcanzar el poder y deshacer todo lo andado, no solamente en el ámbito de la Igualdad, sino en todo aquello que a la derecha tridentina que tenemos en este país no le parece bien).

Pero no nos engañemos, detrás de todo ello, de todas las escusas que puedan poner o podamos imaginar, al Partido Popular, con Núñez Feijoo a la cabeza, la igualdad le importa bien poco. No más allá de un slogan electoral al uso. Por su forma de actuar cuando gobiernan, parece que tienen grabado en su ADN el papel subalterno al hombre que deben tener las mujeres. Si no es así resulta incomprensible que siempre eliminen el Ministerio de Igualdad. O que muchas de las mujeres que ocupan puestos de poder entre sus filas, como Isabel D. Ayuso o Esperanza Aguirre, por poner algún ejemplo conocido, reproduzcan en sus comportamientos los roles y la ideología de la sociedad machista o patriarcal.

Eliminar el Ministerio de Igualdad, no es un anuncio electoral. No. Si Núñez Feijoo gobierna, lo hará, y entonces volverá a estar en cuestión el derecho al aborto; regresaremos a situaciones legales de desprotección de las mujeres en todos los ámbitos y se acabará deslegitimando el feminismo, con la excusa de que no defiende a las mujeres. Ya lo han dicho en alguna ocasión.    

viernes, 9 de junio de 2023

23-J. Feijoo y la derogación de la Ley de Memoria Histórica

 


Feijoo ha prometido que si llega al gobierno de la nación española, Santiago y cierra España, va a derogar la Ley de Memoria Histórica, para satisfacción de fascistas, simpatizantes desnortados, entusiastas del franquismo y alivio para todo el que tenga algo que ocultar. Parece que al candidato del Partido Popular y una buena parte de la derecha, les preocupa que se siga sacando cadáveres de las fosas comunes, llenas por los ajustes de cuentas, las purgas, las venganzas y la limpieza ideológica del país, contra todo aquel, aquella, que no era del agrado del dictador y sus enfervorecidos admiradores. Quizá es que en el olvido está la única justificación que pueden hacer de su tibieza con todo lo que tiene que ver con la dictadura franquista/fascista, que el partido de Abascal ya reivindica sin pudor.

¿Las excusas de la derecha postfranquista para la derogación? Las de siempre: Los españoles tenemos que mirar al futuro y dejar el pasado atrás (esto es lo que más le gusta a la extrema derecha), siempre que ese pasado haya que esconderlo, no vaya a ser que les salpique y estropee ese déjà vu con el que tanto sueñan. La otra: La memoria histórica, otro recurso de esa derecha que tantos lazos tiene con los tiempos de la dictadura (digo esto porque es sorprendente que a un partido demócrata le cueste tanto romper amarras con el pasado nacional/sindicalista/católico apostólico romano). El recuerdo de lo que supuso la dictadura, lo único que hace es reabrir viejas heridas, dicen, como excusa para la inacción, no vaya a ser que algunos de sus dirigentes se encuentren una mañana reflejados en el espejo del franquismo.

Las preguntas son inevitables: Si Feijoo deroga la Ley de Memoria Histórica, ¿qué va a pasar? ¿Seguirán actuando como si no hubiera sucedido nada? ¿Todas las víctimas de la dictadura volverán al limbo de la historia, a ver si algún Papa decreta que el Purgatorio no existe? Quizá lo que pretendan, es que con el paso de sucesivas generaciones, la dictadura franquista desaparezca de nuestra historia a golpe de olvido, como ya lo hace en los libros de texto.

No sé qué pensarán ustedes, pero a mí, todo esto me huele a polvo enmohecido; que todavía en este país llamado España, que ya no tiene nada que ver con los Tercios de Flandes ni con el imperio en el que nunca se ponía el Sol ni con las montañas nevadas banderas al viento que se cantaba en los campamentos de la Falange (OJE para los más jóvenes de la época), haya un Partido defensor del olvido del pasado, nos debería hacer pensar a la hora de ir a votar o quedarse en casa.  

Esa es la España que promete Feijoo. Y si un partido político demócrata no tiene entre sus objetivos aliviar las penas provocadas por su pasado fascista y ajustar cuentas con la historia para que no vuelvan a suceder hechos tan deleznables como los de la dictadura de Franco, es un partido enfermo, en un país enfermo. Y eso no nos gustaría que pasara.      

      

martes, 6 de junio de 2023

23-J. Elecciones sin medias tintas

 


La próxima convocatoria electoral no son unas elecciones cualquiera y eso la derecha lo sabe muy bien. De ahí que estén poniendo el grito en el cielo por estar convocadas en verano (como si ellos no lo hubieran hecho nunca), no porque sus votantes vayan dejar de ir a votar, que en eso son bastante más disciplinados que la izquierda, ni se andan con tantas pamplinas, sino porque saben muy bien que una manera de desmovilizar al votante de izquierda, es hacerle ver que Pedro Sánchez, es decir, el sanchismo, sólo piensa en él y no le importa fastidiarnos las vacaciones poniendo la fecha de las elecciones en época estival. Como si no hubiera voto por correo o todos los españoles nos pasáramos le verano en la playa o la montaña. Pero ya saben ustedes, no hay nada como una buena campaña de desinformación y mentiras para que sus intereses queden a buen resguardo.

Estas elecciones no tienen medias tintas, porque nos jugamos mucho, y no lo digo porque piense que la derecha no tiene derecho a gobernar en una democracia; lo digo porque está derecha trumpista, este binomio PP-Vox, puede hacer mucho daño a los progresos sociales y económicos que el país ha tenido en los últimos años. Ha sido aparecer en el horizonte la fecha de las elecciones y el líder del Partido Popular ya ha anunciado la derogación de media docena de leyes, la supresión del Ministerio de Igualdad y la eliminación de los impuestos a la banca y los ricos.

Ha llegado el momento de tomar partido, de dejar de mirar los toros desde la barrera y bajar a la arena. En definitiva, de mojarse y hacer, cada uno, cada una, dentro de sus posibilidades, que todo el esfuerzo de regeneración, protección social y amarre del estado de bienestar, que el gobierno de estos últimos años ha puesto en marcha no haya sido baldío. En nuestra mano está y ahora más que nunca.

lunes, 5 de junio de 2023

23-J. Las emociones como arma electoral

 


Dicen que estas elecciones se van a dirimir en el terreno emocional, que no va a importar que España hoy sea un país mucho más potente en el escenario internacional ni que los españoles, en su conjunto, vivamos mucho más protegidos por el estado de bienestar que hace ocho años, después de la Gran Pandemia y una guerra que se dibuja como un ataque frontal al modelo de sociedad europea. Nada importa, ni tan siquiera que tengamos las cifras de empleo más elevadas de nuestra historia reciente ni que los salarios y pensiones estén en la senda de la recuperación del poder adquisitivo. En estas elecciones lo que está en juego son las emociones de los españoles.

Y nosotros, como inocentes pardillos adolescentes, nos lo creemos y nos lanzamos a un juego de pasiones políticas en donde no importa nada que no sea lo que nos sale de las entrañas, que como ustedes saben pueden crearnos muchos problemas si no están alimentadas correctamente. Un juego que solo interesa a la derecha, porque a ella nuestro bienestar y todo lo demás le importa bien poco, y es encendido las pasiones, que como todos sabemos son la antítesis de la racionalidad y la reflexión sosegada de lo que sucede a nuestro alrededor, como pueden pescar en el río revuelto de una sociedad descreída.

Apelar a las emociones, como único criterio de mirar la realidad y acercarse a las urnas, no es algo nuevo inventado por los cerebros de la derecha española y sus hooligans mediáticos. Ya lo pusieron en práctica Mussolini, Hitler, Franco o Stalin, instalados en el poder apelando a los sentimientos patrios, la negación de los políticos y/o la emoción de las banderas. Y no es que ahora la derecha quiera instaurar una dictadura, aunque en el camino está si sigue tonteando con la extrema derecha, pero sí les resulta eficaz que perdamos el tiempo en descargar la adrenalina acumulada por unos años difíciles, contra quien gobierna instalado en la razón del bienestar social, desviando así, la atención sobre los logros conseguidos y el paraguas de protección que hemos tenido, para superar estas últimas crisis.

La sociedad española no debe caer en esa gran falsedad a la que estamos siendo sometidos para que votemos o no vayamos a votar. Porque nos va mucho en estas elecciones y ya la hemos liado parda con las elecciones municipales y autonómicas, permitiendo desalojar del poder a gobiernos que objetivamente lo estaban haciendo bien. Y todo, porque lo que se impone son las emociones.

         

 

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...