viernes, 24 de septiembre de 2021

Quizá no echemos de menos a Angela Merkel

 


Angela Merkel deja el poder, y el establishment europeo y sobre todo el español, se embarca en un lavado de imagen de la cancillera alemana, porque en definitiva, esta ha representado como nadie las políticas economicistas neoliberales que imperan en la Unión Europea. Erigida en la líder de la derecha continental, ha sabido moverse muy bien entre dos aguas contradictorias, que se resumían en apretar el cinturón a todos los comunitarios que no fueran alemanes, con el aplauso de partidos como el Partido Popular de Rajoy, a los que venía muy bien seguir el dictado de lo que indicaba Merkel, para aplicar los recortes necesarios en su deriva hacia la eliminación del estado de bienestar en España. Sin embargo, por otro lado, en su país esa austeridad que nos exigía a los demás no se trasladaba a los alemanes a los que aseguraba un nivel de vida envidiable en muchos países europeos, a pesar de las grandes desigualdades regionales que no ha sido capaz de limar y la creación de los minijobs, esos contratos exentos de cotización a la Seguridad Social, puestos en marcha para aliviar la precariedad salarial de importantes sectores de la población, como jóvenes, pensionistas, mujeres e inmigrantes, que al final han conducido a una fragmentación del mercado laboral, al convertirse en un modo habitual de contratación a tiempo parcial, eliminando contratos fijos bien regulados por ley.

Pero todo eso ahora no importa. Merkel tiene que pasar a la historia como la gran estadista que controló Europa en momentos difíciles, aunque este control fuese a costa de sus trabajadores. Si bien es cierto, que en su haber hay que poner la determinación política de aislar a la extrema derecha del poder, algo que salvo en países como España, se viene produciendo en muchos países de la UE. Eso y la política de inmigración, que en los últimos años dio un giro, enfrentándola a una sociedad fuertemente xenófoba y a miembros de su propio espectro político. Aunque en este aspecto habría que valorar cuáles son las necesidades de mano de obra barata inmigrante que necesita Alemania. Esas serían dos de las luces en su favor, una potente y la otra mortecina. En cuanto al europeísmo, tengo mis dudas, ya que este siempre se ha movido anteponiendo los intereses de Alemania sobre el resto.

Por todo ello y más que en este artículo no cabe, la ausencia de líderes europeos de talla continental, convencidos de los valores de la Unión,  han hecho de Merkel el tuerto en el país de los ciegos, útil para la derecha, que está construyendo en ella un relato neoliberal imposible de sustituir en el seno de la UE. Sin embargo, uno que ya tiene los años suficientes como para haber visto pasar a varios cancilleres en Alemania, tiene que decir que no ha sido ni la mejor ni la más europeísta ni la más defensora de la igualdad y el bienestar ciudadano. Cualquiera de estos cuatro que voy a citar fueron mejores que ella para su país y para el proyecto europeo: Willy Brandt, Helmut Schmidt, Helmut Kohl y Gerard Schröder. Pero entonces, había una Europa que todavía creía en los valores de la democracia social y el estado de bienestar.

En conclusión: Angela Merkel ha cumplido el papel que el neoliberalismo internacional había asignado para ella, frenando en muchas ocasiones la integración europea, desvirtuando el estado de bienestar en su país, reduciéndolo en todos los lugares donde ha podido y orillando el grave problema medioambiental que padece el planeta, en defensa de los intereses económicos del gran capital alemán. Es la canciller de la austeridad económica, que tanto daño ha hecho, sobre todo a los españoles, y es así cómo debería pasar a la historia, para que no se vuelvan a repetir los mismos errores. Aunque eso es harto complicado si el establishment neoliberal europeo y sus medios de comunicación se han puesto manos a la obra para lavar su imagen y presentarla como la gran estadista de los últimos años en Europa.  

jueves, 16 de septiembre de 2021

El MACVAC se hace grande con la Colección Fracaral

 


La grandeza de un museo puede venir por muchos caminos, pero qué duda cabe que la importancia de su colección de obras de arte colabora a situarlo en una especie de Olimpo que todo el mundo desea visitar. Porque no nos engañemos, los museos tienen una principal razón de ser, que no es otra que la de albergar arte y mostrarlo al público. Albergar tiene que ver con cuidar, mimar, limpiar, restaurar y proteger la obra de un artista del paso del tiempo y del olvido, porque lo que no se ve acaba desapareciendo de la memoria colectiva. Mostrar es en señar de la forma más adecuada posible, que puede ser cronológica, temática, didáctica, etc., el arte que atesora al público, cumpliendo la función de mantener vivos a los/as artistas y sus obras, además de cómo era el mundo en el que ellos vivieron y lo que es más importante, cómo lo vieron y fueron capaces de transmitirnos lo que sentían. Porque el arte no es otra cosa que atraparnos en ese torbellino de pasión, emociones y sentimientos, que el artista ha experimentado ante la vida que le rodea.

Nada llega por casualidad, y para un museo mucho menos, porque aunque la suerte puede rondar sus puertas, nunca llama si antes no ha habido un trabajo serio, silencioso y meticuloso en el que la gestión acertada es fundamental, pero también la pasión que le ponen todas las personas que trabajan para que su museo sea digno de ser visto y amado.

Esto es lo que viene haciendo el MACVAC, Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés, desde hace décadas: trabajar sin prisa, pero sin pausa, para consolidar aquella magnífica obra, que es el legado de su fundador Vicente Aguilera y todos los/as artistas que participaron en sus inicios. Consolidar, y ensanchar su catálogo museográfico hasta convertirlo en una pieza fundamental en el puzle museístico español, y esencial si hablamos de arte contemporáneo.

Ese trabajo ha dado un fruto que va a engrandecer de tal manera la obra que alberga, que ya no puede haber vuelta atrás en su ascenso a ese Olimpo al que muchos museos desean llegar. Me estoy refiriendo, concretamente, a la llegada al MACVAC de la Colección Fracaral, del coleccionista cacereño Javier García Martín y sus hijos. Una colección atesorada pasito a pasito durante treinta años, que ahora va a estar a la vista de todos los visitantes del MACVAC, en diálogo con las obras que ya pertenecen al mundo expositivo del museo.

Esculturas de Pablo Serrano, Oteiza y Vostell. Fotografías de Dora Maar, Greta Stern, Germaine Krull. Pinturas de Miquel Barceló, Tàpies, Warhol, Basquiat, Picasso, Pérez Villalta, Loló Soldevilla, Menchu Gual, Motherwell, Hockney, Morandi, Baselitz, Udaltsova y un elenco de artistas que completarán las 24 obras iniciales que ya han llegado al MACVAC y van a internacionalizar más, si cabe, su colección, que si ya transcendía al ámbito rural en el que se encuentra el museo, ahora va a proyectarlo más allá de los límites de cualquier frontera artística. Y todo, gracias a la generosidad de un coleccionista, deseoso de que su obra quede preservada para el futuro y cuelgue de las paredes siempre agradecidas de un gran museo. Pero también, gracias a la laboriosidad, no exenta de pasión, de todo el equipo que trabaja en el MACVAC.

Lo último que se me ocurre decir, es que la Comunidad Valenciana, Castellón y Vilafamés, están de enhorabuena.          

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...