19º día de desconfinamiento. Pepito
Grillo. A veces tengo la sensación de ser un Pepito Grillo, que está siempre
zumbando en la conciencia de los lectores sobre esto y aquello. Realmente, pontificar
y discursear desde este púlpito abierto al mundo que es internet, bajo el
eufemismo de llamarlo “reflexión”, es fácil, sentado delante del ordenador, con un ventanal
por donde entra la luz y la vida que se extiende delante, sin edificios que la
escondan. Ejercer de Grillo, es una idea que no me puedo quitar de la cabeza y,
honestamente, me produce cierto rechazo. Claro, que ustedes pueden pensar, que
si es así no lo haga, y no les faltaría razón.
Sin embargo, la necesidad de escribir
sobre lo que sucede alrededor y aportar un pequeño granito de arena que nos
induzca a cavilar, es más fuerte que la sensación de discursear e, incluso, la tendencia
a la vaguería que a veces me invade. No hay nada como una buena escusa del tipo:
qué tontería, estar todos los días aquí soltando la arenga que a nadie le
interesa, para caer en los brazos de la apatía y no hacer nada.
En todos los años que llevo
escribiendo, nunca había escrito un artículo diario, por es simple hecho de
escribirlo y colgarlo en un blog, que además es mío. Pero no me arrepiento,
porque me ha servido de estímulo intelectual, tener que pensar diariamente lo
que iba a escribir, para que la cabeza no cayera en un estado diletante, que
acaba llenando de telarañas las neuronas.
Además, lo que pasa, lo que nos cuentan y lo que nos hacen creer, está
tan lleno de pliegues, que me resulta imposible no hablar de ellos, como si
fuera un diario que comparto con los amigos y vecinos. Hace mucho tiempo aprendí
que nada es lo que parece y que todo tiene una o varias capas de pintura ocultas,
si se rasca un poco.
Fíjense. Ahora la hemos tomado
con Suecia, porque parece que ha errado en su planteamiento de afrontar la
pandemia. Es como si el fracaso de Suecia fuera la confirmación de que otros
muchos países lo han hecho bien, aplicando unas medidas de confinamiento más estrictas.
Pero, a fin de cuentas, Suecia ha dado los mismos palos de ciego que el resto
de países. Nadie sabía nada cuando esto empezó, y se ha trabajado sin un
cuaderno de ruta. Unos han tomado unas decisiones y otros otras. ¿A quién le ha
salido mejor? Pues tristemente a nadie. Bueno, quizá a los países que tienen una
sanidad pública más potente, aunque este axioma se desquebraja cuando vemos que
Grecia y Portugal, por poner dos países de nuestro ámbito cultural, histórico y
económico europeo, que no destacan por tener una sanidad pública potente, como
puede tener Alemania, están en la parte baja de afectación de la pandemia.
Consulto una tabla de muertes por
cada 100.000 habitantes de varios países del mundo, que es lo que más se
aproxima a la realidad de respuesta al coronavirus. Porque no nos hemos de
olvidar, que el principal objetivo de cualquier sanidad pública y de cualquier Estado,
debe ser evitar muertes por enfermedad, y no enzarzarse en discusiones sobre el
número de contagiados, que puede tener un valor incuestionable desde el punto de
vista estadístico y científico, pero que no evita salvar vidas ante la
emergencia. Veamos un ejemplo: Alemania: 178.000 contagiados, 10 muertos por cada
100.000 habitantes. Francia: 180.000 contagiados, 42 muertos por cada 100.000
habitantes. ¿Por qué?
Volvamos a Suecia. El gran
fracaso de la apuesta de Suecia para afrontar el COVID-19 arroja una cifra de
31.500 contagiados y 37 muertos por cada 100.000 habitantes. Bélgica, otro país
avanzado: 56.000 contagios y 80 muertos por cada 100.000 habitantes. Podíamos
seguir con Portugal: 29.000 contagiados y 12 muertos por cada 100.000 habitantes.
Incluso EEUU tiene 28 muertos por 100.000 habitantes y España 59. Hay muchas
cosas que analizar.
No debemos ser tan soberbios,
porque todos tenemos mucho que aprender. Los países ricos y los menos ricos. Lo
importante, es que seamos conscientes de que el virus sigue aquí. Que el éxito
de haberlo detenido, indudable en España y otros países, solo se debe a las
medidas de confinamiento y la disciplina de la población. No tenemos nada más, ni
vacuna ni tratamiento. Solo lo que hayamos aprendido en estos meses, que no es
poco, y nuestra prudencia. Sobre todo nuestra prudencia. Todo lo demás, serán cuestiones
a analizar por los expertos, y son campañas políticas que no tienen nada que ver con la pandemia.
Imagen: "Juntos y separados", Obra de Ernesto Bailo Xerri. Perteneciente a la colección del MACVAC
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