jueves, 7 de mayo de 2020

6º día de desconfinamiento. Desescalada


6º día de desconfinamiento. Desescalada. Extraña palabra la de desescalada, que no existe en el diccionario de la RAE, y hablo por mí, no había oído en mi vida, hasta que el coronavirus llegó y trastrocó todo, hasta el lenguaje. Como es muy habitual en castellano, cuando no tenemos una palabra para definir algo, en vez de inventárnosla, le añadimos un prefijo a la palabra que queremos revertir y nos quedamos tan oreados. Existe un antónimo de -escalada-, pero para el caso que nos ocupa de graves intensidades para todo, descenso parece un poco suave, como si  nos dejáramos caer y ya se acabó el coronavirus, el confinamiento y las puñeteras mascarillas, que nos van a asfixiar este verano.
El prefijo -des- no es una degradación del lenguaje, sino un uso más preciso, cuando una palabra no tiene un antónimo que se ajuste a lo que queremos decir. Además ha dado lugar a palabras muy bonitas, como desatino, deslenguado, deslucir… todas ellas ya con reválida suficiente como para tener presencia en la RAE. Pero -desescalar-, todavía no ha llegado a esa categoría. Aunque creo que no tardará en hacerlo por la puerta grande.
Hay que felicitar al lumbreras que se le ha ocurrido la palabra, probablemente experto en equipos de expertos, ahora tan de moda. Realmente, ha cuadrado el significado con lo que se quiere expresar. La palabra -escalar-, lleva implícita en su ADN morfológico el esfuerzo, la capacidad de superación, el control y el sentido común, porque un fallo de cualquiera de sus atributos puede ser fatal. Pero -descender- no es para tanto. No refleja la intensidad de la nueva situación que supone tener que bajar desde la cima de la curva del coronavirus. Sin embargo, -desescalar- sí lo hace con holgura.
No sé si somos conscientes de que estamos bajando de una montaña de paredes verticales, que nunca pensamos subir. Por eso hay que desescalar, hacerlo con prudencia, sin echarnos a correr pendiente abajo, que cuando se desciende por una ladera llena de obstáculos, no llega antes el que más corre, sino el que más control y adaptación al terreno ha tenido. Es decir, el que ha tenido sentido común.
Esta es nuestra situación actual: estamos desescalando por un terreno incierto, desconocido y sin red que frene nuestra caída. No ha lugar para las prisas,  a pesar de que a todos nos urge salir a la calle sin tanta prohibición, abrir nuestros negocios y tomarnos una cerveza con los amigos.  Un paso en falso en la desescalada puede ser fatal, porque aquí no caemos, a ver si hay suerte y no nos pasa nada. Nos condenamos, al contrario que Zeus condenó a Sísifo, a tener que empezar la desescalada otra vez.
Seamos prudentes. Entendamos el concepto de la palabra -desescalada-, y no hagamos gala de una rebeldía inútil que solo conduce a prolongar el sufrimiento de muchos, incluido el nuestro. No hagamos a Sísifo  nuestro compañero de viaje.
Hoy creo que se ha revelado otra palabra nueva: “Destorturado”. Destorturar: “Descansar la mente cuando tu torturador desaparece de la faz de la tierra”.  Quizá así es como se sienten todos aquellos y aquellas que fueron torturados por un personaje tan abyecto como Billy El Niño. Lo que no quiso hacer la justicia española, lo ha hecho el coronavirus. Descanso para todos los destorturados, vivos o muertos.
Nos vemos a las ocho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...