Vigesimosexto día de cuarentena. Europa.
He dudado mucho en escribir este cometario, porque no quisiera que el ultranacionalismo
al que se ha tirado de cabeza la derecha española se ponga bravo pidiendo banderas
desproporcionadas para colgar en las plazas al grito de ¡Viva España! (a algunos
se les escapará un ¡Arriba España!), ¡Que se jodan los alemanes! Es un miedo
que siempre tengo al hablar de estos temas.
Desde que España entró en la UE,
entonces CEE, hemos recibido una cantidad ingente de fondos de cohesión y estructurales,
que nos ha permitido cambiar la faz de este país, muy atrasado en todo, y de forma
especial en infraestructuras. Si sacamos el saldo entre lo aportado y lo recibido
entre 1986 y 2019, obtenemos un saldo de 88.000 millones de euros. No parece
poco, cómo para que nos pongamos ahora estupendos pensando que la UE no nos
sirve para nada.
Pero si es cierto, que hay un factor,
que se ha hecho más evidente en los últimos años, que tiene que ver con esa
idea, ya vieja, con un tufo xenófobo cada vez más fuerte, de que los países del
sur de Europa somos unas sanguijuelas, que solo pretendemos vivir de fiesta y
jarana, a costa de los esforzados centro/norte europeos. No parece que sea nada
nuevo en la idiosincrasia de superioridad que todavía se tiene en muchos países
del lado frío de Europa. Lo que les está llevando a no darse cuenta de la dimensión
social y económica de esta pandemia, de la que ningún país va a poder salir por
sí solo.
Pero no es cierto, que sean tan rubios
y eficaces, sin contar con la ayuda del resto. Los números y las hemerotecas son
unos chivatos tercos. El gran milagro Alemán, se produjo después de la Segunda Guerra
Mundial gracias a los casi 1.500 millones de dólares de la época, 1947, que hoy
serían, aproximadamente: 175.000 millones de dólares, que recibieron del Plan
Marshall, puesto en marcha por los EEUU, que les permitió reconstruir el país y
reactivar la economía. Pero eso no fue el montante grande: A Alemania se le
hizo una quita de la mitad de su deuda y una moratoria del pago de intereses hasta
la reunificación, que no se produjo hasta el año 1989.
¿Qué pasó con la reunificación? Pues
que Alemania Oriental entró en la UE, saltándose todos los requisitos que se
imponía a los países candidatos, en nombre de la reunificación alemana, que por
supuesto no pagaron los alemanes, sino todos nosotros. Durante el periodo 1991-1993, la UE aprobó ayuda por valor de
3.000 millones de euros al año; entre 1993 y 2013, a través de Fondos de
Cohesión, de Desarrollo Regional y Fondo Social Europeo, la aportación de la UE
ha sido de 80.000 millones de euros.
Ahora se niegan a mutualizar,
para todos los países de UE, la deuda que se pueda generar en la unión como factura
económica del coronavirus, que, por cierto, pagaremos todos. Siguen pensando,
ellos y sus socios norteños, que el dedo divino les ha señalado como los
elegidos para sortear cualquier catástrofe. Así no se construye una Europa
unida, solidaria y democrática. Hasta las ocho.
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