Cuadragésimo cuarto día de cuarentena.
Padres. No quiero que nadie se enfade con este comentario, por eso los papis y
mamis que ayer cumplieron con su deber cívico de respetar las normas de
distanciamiento cuando sacaron a sus hijos a la calle, que no se den por aludidos.
Pero los otros, los de las fotos e imágenes en televisión, charlando animadamente
con otros padres, dejando que sus hijos jueguen al fútbol, apiñándose en los
paseos y parques, saliendo toda la familia al igual que si fuese un espléndido día
de domingo a dar una vuelta, haciendo el capullo como si no hubiéramos pasado
ya cuarenta y tres días con sus noches encerrados en casa, sois un grano en el
culo (con perdón) para esta sociedad, que tantos esfuerzos está haciendo para
acabar, en la medida de lo posible, con esta pandemia de consecuencias, todavía
inciertas.
Parece que no os queréis enterar
de lo que pasa, quizá porque pensáis que el confinamiento es un exceso autoritario
de los gobiernos del mundo; o que sois unos descerebrados abonados a las
múltiples teorías de la conspiración que circulan por las redes sociales y la
literatura barata. Aunque quizá no sea nada de eso, simplemente es que sois una
panda de egoístas, incapaces de ver más allá del ombligo, con la mente abotargada
por todo aquello que no sea vuestro único y exclusivo interés momentáneo, porque
el comportamiento que habéis tenido ayer no puede dar tanto de sí como para
mirar el futuro.
Os importa una mierda los 23.000 muertos,
los 114.000 hospitalizados, el ingente esfuerzo económico y social que estamos haciendo
la gran mayoría de españoles e instituciones para que el país no se vaya al
garete. Os pasáis por el arco del triunfo a los sanitarios, las fuerzas de seguridad,
los barrenderos, los empleados de
supermercados, los científicos y cualquiera que estos días esté poniendo en
riesgo su salud para que esto se solucione de la mejor manera posible. Incluso,
resulta ofensivo que despreciéis la disciplina de millones de españoles que sí
cumplen las directrices gubernamentales, les guste o no. Gracias a los cuales y
a los de todo el mundo se ha podido evitar la muerte de casi ocho millones de
personas, según un estudio del proyecto internacional Covid Compass.
Lo que parece es que hay sujetos,
entre los que os encontráis, que solo entienden un idioma, en este caso el de
la multa de 1.500 €, que es lo único que puede frenar vuestra insensatez. Luego
pontificaréis contra el gobierno y contra todo lo que no se ajuste a vuestro
criterio insolidario. Lo mejor que podríais hacer es quedaros en casa y no poner en riesgo
la esperanza de poder empezar a normalizar nuestra vida privada y social. Aunque
al final los paganos de vuestra estupidez serían vuestros hijos.
Nos vemos a la ocho a pesar de
todo.
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