Trigésimo primer día de
cuarentena. Recortes. Nos han dicho tantas veces que tenemos la mejor sanidad
del mundo, que al final nos lo hemos creído. Ante tan machacona insistencia,
como no podemos compararla con el resto de los países, acabamos aceptando la
afirmación, sobre todo si, de forma interesada, nos comparamos con los EEUU de América.
Ahí sí que somos los mejores y por goleada.
No tenemos un sistema de sanidad
pública malo, aunque cada vez presenta mayores deficiencias, a pesar de que el
personal sanitario está supliendo con un esfuerzo excesivo las carencias que
tiene, que no son otras que la falta de personal y de dotación presupuestaria,
que lo hacen manifiestamente mejorable en muchos aspectos, como las listas de
espera para acceder al especialista, los retrasos en cirugía, etc.
Esta decadencia del sistema público,
que ha venido denunciando el personal sanitario en los últimos años, no se ha
producido por desgaste o una maldición divina, sino por el abandono que la
sanidad pública ha sufrido con recortes y privatizaciones. Algo de lo que a la derecha
no le gusta hablar. Por ejemplo, en Madrid se construyeron en los últimos años
siete hospitales de concesión privada, pero el número de camas disminuyó al
cerrar plantas en los centros públicos.
El cálculo de los recortes en los
últimos diez años, sobre todo entre 2012 y 2019, se estima entre 15.000
millones y 21.000 millones de euros, lo que ha supuesto reducción de camas, una
pérdida de más de 10.000 puestos de
trabajo en los hospitales públicos y unos 2.000 millones de euros menos en
atención primaria. Para 2019, el gobierno del Partido Popular preveía rebajar
al 5,7% del PIB el gasto en Sanidad, menos que en 2009 y muy por debajo de la
media europea que es el 7,5% del PIB.
De este debilitamiento de la
sanidad pública, con menos personal, un número desmesurado de contratos
temporales, pérdida de camas y cierre de plantas, listas de espera y escasa financiación,
a la derecha no le interesa que se hable, no vaya a ser que empecemos a asociar
el zambombazo que ha supuesto en España el coronavirus, con los recortes en sanidad
pública. Para ello se han apuntado al descrédito del gobierno lanzando bulos
como si fueran un aspersor de agua. Solo tenemos que leer los tweets de Cuca Gamarra,
Javier Maroto, Rafael Hernando, Teodoro García Egea, y otros muchos dirigentes
del PP, que no han parado de intoxicar las redes con el único fin, no de aportar
soluciones al coronavirus, sino de desprestigiar al gobierno y echar humo sobre
su responsabilidad en la situación por los recortes y privatizaciones, a los que
su Partido ha sometido a la sanidad siempre que gobierna.
Pero la palma de mentiroso, como
siempre, se la lleva González Pons; este no necesita echar mano de los bulos,
porque él es un bulo andante. Ahora dice que la culpa de los recortes que hizo
su Partido es de toda la sociedad, como si usted y yo tuviéramos la firma del
Boletín Oficial del Estado.
En fin. Nos vemos a las ocho, que
es la manera que tenemos ahora de defender la sanidad pública y a sus
sanitarios.
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