Trigésimo noveno día de
cuarentena. Niños. Ahora parece que la gran preocupación de este país son los
niños. Hace unos días, para los que solo hablaban de los muertos para lanzárselos
a la cara al gobierno, los niños eran seres invisibles que no tenían más
remedio que aguantarse encerrados en casa. Nadie se acordaba de ellos. Pero
ahora toca utilizar a los infantes como rascador para arañar al gobierno.
Aunque en el fondo pienso que les importa un pimiento cómo lo están pasando los
niños. Cómo les ha importado siempre.
¿De qué niños hablan ahora? ¿De
los que llevan un mes comiendo en Madrid menús de pizzas y sándwiches con los parabienes
de la presidenta de la Comunidad? No parece que esto les haya preocupado mucho.
Ni que les haya quitado el sueño la desigualdad educativa que ha creado el confinamiento,
por una brecha tecnológica que se ha visualizado más que nunca. Debe ser que los
niños pobres no cuentan para la derecha. Por eso, no quieren ni oír hablar de
las lamentables condiciones de vida que están sufriendo muchos, en casas minúsculas,
con dificultades alimentarias y toda la panoplia de miseria que va ligada a la pobreza.
A lo mejor hablan de los niños
que durante años han sido víctimas de la violencia de género, sin que los que ahora
se preocupan tanto de ellos, mostraran mucho interés por considerarlos víctimas;
o los que han tenido que suicidarse para que se les hiciera caso, ante la
desidia por el acoso escolar, que siempre han mostrado quienes ahora claman por
sus derechos para que puedan salir a pasear. Esos niños, en exclusión social
que han visto como la vorágine depredadora
de los gobiernos de derecha abocaban a sus familias a la pobreza, mientras
ellos regaban de millones a la banca y las grandes empresas, con el aplauso de sus
medios afines.
Ahora toca empatizar con los
niños. Pobrecitos, encerrados en casa, por culpa de este gobierno maléfico embrujado
por un mago perverso, que no los deja ir al parque a jugar con sus amigos, o
juntarse los adolescentes, en esos paseos interminables de sábado por la tarde de
cualquier ciudad.
Decía una psiquiatra infantil, que
realmente los niños son los que mejor están llevando el confinamiento, y qué
decir de los adolescentes, sin la tortura de los padres diciéndoles a todas
horas que no usen tanto el móvil. A lo mejor somos los padres los que queremos
que nuestros hijos puedan salir, para no tener más remedio que acompañarlos.
Pero todo esto a la oposición le
da igual. El gobierno la ha pifiado con sus indecisiones agarradas al miedo. Y
el miedo es una tenaza que no te permite pensar. Pero ha rectificado, aunque
eso ya no importa, porque la oposición ya vuelve a tener gasolina para hablar
mucho y no decir nada.
Niños, niñas, no vais a ir al
parque; chicos, chicas, vais a poder salir a pasear con vuestros padres. ¡¡Vaya
plan tan divertido!! No sé si os molará más quedaros en casa y seguir conectados,
o jugando al parchís. O haciendo todos los días un desayuno de fin de semana. Y
tranquilos, que en un par de días se habrán olvidado de vosotros.
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