Trigésimo segundo día de cuarentena.
Soberbia. En el año 2007 el expresidente José María Aznar, con ese tono de soberbia
que tienen aquellos que se piensan que están por encima del resto de los
mortales, tan habitual en él, dijo: “¿Quién es la DGT, para decirme a mí
cuánto puedo beber?”. A él le iban a prohibir tomarse unos vinos y luego ponerse
al volante unos advenedizos recién llegados al poder.
¿Por qué me acuerdo ahora de esto?
Porque la soberbia es un pecado capital del que algunos políticos no están vacunados,
y si la juntas con la imprudencia que da creerse al margen de las normas de la
sociedad, es un cóctel letal de incalculables consecuencias. Nunca sabremos el
efecto que pudo tener en los accidentes de tráfico aquella frase del expresidente,
cuando se intentaba que la gente no condujera bebida.
Tampoco podemos saber que efecto
va a tener en mucha gente que el “prudente” Mariano Rajoy se haya saltado el
confinamiento para salir a andar por las calles de su pueblo. Millones de
españoles encerrados en sus casas, haciendo largos por los pasillos o bicicleta
con una foto de los lagos de Covadonga en frente, y otro expresidente del PP,
se salta a la torera las normas que el gobierno nos ha impuesto a todos de confinamiento.
Hacer lo que me sale de las narices en nombre de la libertad, parece que es un
dogma doctrinario de la derecha neoliberal de a mí nadie me manda. Ni el
ridículo chiste del perro de Cayetana Álvarez de Toledo, le salva de entrar en
el paseo de la soberbia, que ella tan bien refriega todos los días.
Claro que Rajoy Brey se debe
sentir respaldado por la Santa Madre Iglesia, que ya lo habrá confesado y perdonado, y recibido misa, en algunas de las
decenas de misas clandestinas que curas y obispos están celebrando, como lo ha hecho
el arzobispo de Granada el Viernes Santo en la catedral de la ciudad, que, por
cierto, tuvo que ser desalojada por la policía; o el ínclito arzobispo de Alcalá
de Henares, Reig Pla, que ha autorizado que se celebren misas en todas las parroquias.
La Iglesia, ya saben, tiene bula
para saltarse las leyes, porque como ha dicho el cardenal de Valencia, Antonio Cañizares: “Se nos ha querido quitar
la libertad de proclamar la Resurrección y ellos se ha demostrado en lo sucedido
en la catedral de Granada”. Dios siempre por encima de los mortales, aunque a
estos les vaya la vida en el intento.
Como ven la humildad y el decoro
social no van con los que siempre han sentido que son ellos los llamados por
Dios para gobernarnos en la tierra y en el cielo. Menos mal que con nuestros
aplausos y nuestra paciencia, los ponemos todos los días frente al espejo de su
soberbia. Hasta las ocho.
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