Sesudos
tertulianos y tertulianas se han liado la manta a la cabeza, como ya lo ha
hecho en otras ocasiones cuando se trataba de desprestigiar a Podemos, en una
carrera para ver quién dice la mayor sandez, eso cuando no dejan volar su
imaginación hacia la insensatez de echar más leña al fuego contra la clase
política, sobre todo cuando se trata de la que no es de su gusto, quizá con el objetivo, no confesado, de lavar
las verdaderas corrupciones que atenazan a medio país, infectándolo todo,
incluidos los grandes medios de comunicación.
La
enviada es un virus que contamina las conciencias de la gran mayoría de
habitantes de este país. No podemos soportar que la gente pueda aspirar a una
vida mejor en el ámbito individual, y mucho menos cuando, encima, defienden el
bienestar colectivo. Parece que muchos, incluidos demasiados puritanos de
izquierda, están empeñados que los políticos de la izquierda, bueno, según qué
izquierda, tengan que vivir en la miseria. Esto sería motivo de un amplio
estudio para analizar por qué la izquierda que viene de estratos sociales medio
altos o altos, no se le exige la misma exigencia de pobreza, que a la izquierda
de estratos sociales medio bajos o bajos. ¿Estamos a asistiendo a una regresión
de la sociedad e clases hacia la estamental?
Como
la derecha icónica acaparadora de la riqueza y la izquierda puritana y, como
todos los puritanismos, vengativa, no pueden acusarles de haber robado para
comprar su lujosa casa (aquí quiero hacer una alto, a ver si nos pensamos que
una casa de 600.000 € en Madrid es el palacio de Buckingham), han sacado el
dedo acusador sobre cuestiones que tienen que ver con la moral o la ética, como
si a ellos esto les importara algo.
Se
apela a la ética de la izquierda y a la coherencia del discurso, como si
tuviéramos que estar amarrados a nuestro pasado, igual que si fuese una
condena, de la que no nos podemos librar. Podríamos tirar de hemeroteca o
recuerdos personales, y ver que todos hemos dicho o hecho cosas que luego con
el tiempo se han ido matizando, cuando no tratando de olvidar. Sin ir más
lejos, el Felipe González del NO a la OTAN,
acabó siendo un entusiasta de la organización atlántica; o Mariano Rajoy
que se ha pasado su vida política diciendo y haciendo lo contrario de lo que
dice; por no hablar de los digo diegos de Albert Rivera y los No es Sí de Pedro
Sánchez. No hay espacio para contar
todas las contradicciones existentes entre nuestro pasado y nuestro presente, porque,
en el fondo, todos somos humanos y la vida es muy larga.
Lo
peor es ese discurso protofascista y ultraliberal, que circula por la redes que
trata de reducir a los político a la condición de escoria, sin ningún derecho,
por supuesto sin salario ¿para qué? Pues para que la política vuelva a ser un
asunto de ricos, que los pobres con ganarnos el pan, ya tenemos suficiente. Ese
es el verdadero problema que subyace detrás de esta estéril polémica, no que
dos dirigentes políticos se hayan comprado una casa, que van a pagar con su
sueldo. Y, por su puesto, querer comparar la compra de una casa, que se va a
pagar con hipoteca, con la de un ático de lujo, pagado en efectivo, no se sabe
muy bien por quién, es torcer el cuello al sentido común, para arañar votos.
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