Undécimo día de cuarentena. No sé
si a ustedes les pasa lo mismo que a mí, que tengo dificultad para saber en que
día estoy. Esta monotonía que nos hace vivir todos los días la misma
circunstancia, a mí me empieza a crear
un despiste enorme con el calendario. No alcanzo a saber si es martes,
miércoles o jueves. Ni siquiera el día del mes en el que vivo. Claro que pueden
pensar que es una exageración, que solo con abrir el ordenador o mirar el teléfono
ya puedo saber en qué día vivo. Ya, pero es que
no lo miro. No es solo despiste, es que tampoco pongo voluntad en ello. No
quiero convertirme en un esclavo de los días, interesándome solo, y para escribir
este comentario, el día de cuarentena en el que estamos.
De la misma manera que soy incapaz
de planear nada. Solo falta que me ponga a planificar lo que tengo que hacer,
para que luego no lo cumpla y al encierro le añada frustración. Voy transitando
por las horas haciendo lo que surge o me apetece; tengo tiempo para ello. Ora
recojo la casa, ora leo, ora miro por la ventana, ora me conecto al ordenador,
ora veo la TV, ora toca una película. Y a pesar de todo, no puedo dejar de tener
horas fijas, no hay una anarquía total en mi vida. Es hora fija comer, sacar al
perro, escribir este comentario, acostarme, levantarme (tengo que hacerlo
porque mi hija a las diez empieza la
conexión de las tareas del cole) y salir al balcón al aplauso diario, que no debemos
dejar.
Fíjense. Muchos de ustedes,
seguro que piensan que estoy aprovechando este tiempo para escribir, y salir de
esta con una novela en el bolsillo. Siento decepcionarles, o echar un jarro de
agua fría a esa imagen que muchos tienen
del escritor abnegado, que aprovecha cualquier momento para estar sentado
delante de la pantalla del ordenador. Desde que estamos en cuarentena no he
escrito ni una palabra de la novela que tengo empezada no hace mucho. Mi cabeza no da para tanto y ahora la tengo,
como muchos de ustedes, en la incertidumbre de cuando se va a acabar esto y cómo
nos va a cambiar la vida, si es que lo hace.
También miro por la ventana
buscando algún animal de esos que están paseándose por las ciudades. Hasta ahora
no he visto ninguno, salvo a algún racional haciendo lo que los irracionales no
harían jamás, si vieran su vida en peligro. Pero esto, es asunto de otro
escrito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario