Noveno día de cuarentena. Ayer,
al terminar ese acto de convivencia social en el que se han convertido los aplausos
diarios de las ocho de la tarde, se oyó en mi calle un sonoro ¡¡Hasta Mañana!!
Era la voz de una niña de no más de 5 o 6 años, que define con una claridad imposible
de creer hace unas semanas, el momento que estamos viviendo, más allá de las
cifras de contagiados. En España hay una hora que es la de la convivencia con
los demás, con nuestros vecinos
desconocidos hasta la fecha, con esas caras que vemos habitualmente por la calle
o el supermercado, que nos suenan, pero que nos son ajenas a nuestra vida diaria.
El hasta mañana de la niña nos hace comprender que los aplausos diarios ya no
son solo para agradecer su esfuerzo a sanitarios, fuerzas de seguridad y todos
aquellos que están al pie del cañón para que esto se pueda vencer. No. Las ocho
de la tarde se ha convertido en un acto de socialización, en el que también nos
homenajeamos a nosotros mismos, a todos los que salimos al balcón o la ventana
de nuestra casa, incluso a los que no salen, porque cada uno de nosotros también
somos héroes en silencio, viendo como pasan las horas y los días confinados,
encerrados el tiempo que haga falta. Todos somos esa infantería en la retaguardia
que desde nuestras casas, con mucha
resignación y disciplina, estamos contribuyendo a que este virus que tantas cosas
va a cambiar, se termine y podamos volver a abrazarnos y brindar como siempre
lo hemos hecho: a corta distancia. Estamos ahí, en la lucha, y seguiremos hasta
el final.
Porque ese final se empieza a
barruntar a pesar de que las cifras nos sigan pareciendo terroríficas. En China,
en Corea del Sur, ya lo están consiguiendo; en Italia, ayer ha habido 142 muertos
menos; en España, empiezan las primeras altas de UCI y aumenta el número de
altas de la enfermedad y parece que el ritmo de velocidad del contagio se está reduciendo.
Todo llegará si aguantamos y seguimos reuniéndonos todas las tardes, desde la distancia
de nuestros balcones, porque esa es nuestra fuerza. Hasta las ocho.
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