Décimo día de cuarentena. Estamos
en un momento delicado del confinamiento. La tozudez de las cifras no son, precisamente,
un bálsamo para animarnos y la perspectiva de dos semanas más encerrados en
casa, nos coloca ante una durísima situación, que puede quebrar muchas
voluntades. Se contagia mucha gente, muere mucha gente, y ya vemos como en nuestro
entorno empieza a haber casos, que son como un cerco que poco a poco se va
cerrando sobre nosotros. Es comprensible, que a mucha gente se le empiece a hacer
cuesta arriba la situación. Por eso son tan importantes los aplausos de cada
día, para que como seres gregarios que somos, podamos sentir el calor de los
demás, el apoyo a nuestro esfuerzo, el
mensaje de que no estamos solos, ni nosotros ni quienes están en primera línea.
Lo que no es comprensible, es que
se empiece a levantar la veda de las críticas a quienes están llevando el mando
de la situación. O que una dirigente autonómica siembre dudas sobre la
honestidad del gobierno al mandar una carta pidiendo que no se bloquee el
material sanitario que ella ha pedido. ¿Qué pretende esta señora con este tipo
de comportamiento? ¿Esconder el desastre de la sanidad pública madrileña, que
ha ido siendo desmantelada desde hace 25 años por su partido político? ¿Ocultar
su incapacidad para afrontar el problema con seriedad? Le iría mejor si asumiera,
como lo ha hecho el alcalde de Madrid, con una gran dosis de sentido común, que
es mejor estar en segunda línea y ponerse al servicio del gobierno, que ir
haciendo el ridículo en las redes sociales.
Qué ya tengamos en Cataluña un
presidente descerebrado, al que sólo le interesa el confinamiento de la comunidad
autónoma, para vivir su ensoñación independentista al margen del resto de
España, ya lo damos por descontado. A nadie le asombra. Pero que a la fiesta
del chivo se una la madrileña, solo puede indicar que ambos no pueden justificar
por qué sus comunidades son las que más casos están teniendo, algo que no es ajeno
a la privatización de la sanidad puesta en marcha en los dos territorios.
Solo puedo entender que el
comportamiento de estas personas y la de otros, es una falta de respeto hacia todos
los que estamos cumpliendo con disciplina la cuarentena; hacia los que están
padeciendo el riesgo de contagio diariamente. Es una falta de consideración hacia
la sociedad movilizada en torno a las medidas del gobierno, con el único fin de
salvar su culo o vivir en la virtualidad de los sueños.
Tiempo habrá de valorar si lo que
se ha hecho en España y en el mundo ha sido lo correcto, porque todos estamos en
la misma situación. Mientras tanto, seguimos resistiendo como si fuéramos un
ejército de hoplitas, hasta que el virus
acabe siendo derrotado con el esfuerzo
de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario