Sexto día de cuarentena. Empieza
a asomar esa estupidez egoísta que tenemos los humanos. Mientras la gran mayoría
de la población está aguantando estoicamente las medidas de confinamiento, algunos
prefieren pensar solo en sí mismo, como si todo lo que está sucediendo no fuera
con ellos, y su bienestar de casita de fin de semana estuviera por encima de
los miles de contagiados y muertos que estamos padeciendo como sociedad. No merece
la pena hablar más de esta gente, solo que la policía haga su trabajo y les
salga caro su incívico comportamiento.
Claro, que no es de extrañar que haya
gente que piense que el gobierno se está pasando con tanta medida que les estropea
su vida, cuando empieza a haber políticos que ya no aguantan más tiempo callados,
y tienen que salir a decir lo que sea, y
qué mejor que poner en cuestión lo que se está haciendo, para que parezca que
ellos hacen algo.
Entiendo que estos días estar en
la oposición es difícil, y no tienen mucho
margen de maniobra para chupar cámara, principal razón de ser de muchos
dirigentes políticos. Pero, de verdad, las cayetanas, torras y ayusos, sobran
en estos momentos, no necesitamos escucharlos como una letanía, que solo tiene
como fin sacar tajada de los errores que el gobierno y toda la gente que está trabajando
duro cometen; sería imposible que todo se estuviera haciendo bien. Además, ante
una pandemia de estas características, lo único que no hace falta es cuestionar
medidas, porque el efecto que esto puede tener en la población puede ser
demoledor para controlar el virus.
Mientras, los demás seguimos
confinados, encontrando ese aplauso de las ocho de la tarde como uno de los momentos estrellas de nuestra vida social.
Seguimos intentando que la moral no decaiga, que el ánimo de cada uno se
convierta en subsidiario del ánimo de su familia, de su calle, de la
colectividad en su conjunto. Necesitamos sentir que pertenecemos a una
comunidad con un objetivo común: acabar con el virus. No hay otro futuro y, por
eso, nuestro granito de arena de cada día, simplemente respetando el encierro
en casa, es fundamental para que podamos escuchar un día, que la pandemia ha
terminado y podemos volver a nuestra vida, que espero sea más sensata que la anterior.
Esta será la mejor manera de neutralizar a los estúpidos y los ególatras.
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