martes, 25 de junio de 2019

Las derechas descorchan el machismo


La campaña de desprestigio e intimidación de las mujeres, continúa desde la extrema derecha, sin que la derecha autodenominada “constitucionalista” parezca que se despeine. No son exabruptos aislados de machos ibéricos de bar, los que estamos escuchando contra la sentencia de la Manada, contra la ministra de justicia o contra las mujeres que se atreven a denunciar ese machismo resurgido en tiempos de reivindicación de la igualdad de las mujeres. Qué casualidad. Estamos asistiendo a un contrataque de los sectores más reaccionarios de la sociedad, capitaneados por la ultraderecha, ahora reagrupada en torno al trasnochado fascismo de Vox y coreado por algunos medios de comunicación,  que en nombre de la libertad de información se han convertido en el amplificador de las invectivas dialécticas de ese partido surgido de las cenizas del franquismo.
                Lo peor que se puede hacer en la sociedad actual es dar pábulo al cerrilismo ideológico, porque despierta los instintos más primarios de ese fascismo larvado que anida en una parte de la sociedad, que siente el progreso como un atentado contra su posición de poder, ya sea este en la política, en el trabajo, en la pareja, en la familia o en la escuela. Y pábulo le están dando a estas ideas regresivas quienes se están sirviendo de ese nuevo fascismo, que detrás del griterío en nombre de España, esconde un cuerpo ideológico incompatible con la democracia.
                El aumento del discurso machista de la ultraderecha, asentido por una importante parte del Partido Popular, tiene como valedor inesperado a Ciudadanos. Este partido, que utiliza el metalenguaje del limbo ideológico, es decir, que nadie sepa lo que pienso para hacer lo que me dé la gana, es el máximo responsable del auge de Vox y sus ideas ultranacionalistas, ultraliberales y ultramachistas. No se puede saciar la sed de poder de sus líderes, apoyándose en el neofascismo de Vox, porque lo único que están consiguiendo es que ocupen un espacio político desde el que pueden amplificar sus retrógradas ideas sobre las mujeres,  por mucho que el partido naranja lo quiera disimular, por muchas piruetas dialécticas que estén haciendo, por mucho enfado que muestren sus dirigentes cuando se les acusa de ser la muleta del machismo de Vox.
                No hay trampolines que posibiliten alcanzar el poder a la derecha saltándose a Vox. Cuando se manifestaron con ellos en la Plaza de Colón de Madrid, o cuando han conseguido que Begoña Villacís sea vicealcaldesa de la capital, o en el caso del PP, Díaz Ayuso, posible presidenta de la Comunidad madrileña con los votos de la ultraderecha, lo que han conseguido es la visibilización política de esta, haciendo que obtengan parcelas de poder. Y llegará a pasar lo que en Andalucía, que la necesidad de sus votos para la gobernabilidad de la Comunidad, está haciendo que Vox, poco a poco, vaya introduciendo medidas contra la igualdad, sin que en Ciudadanos hayan saltado las alarmas.
                La regeneración se ha quedado en regresión, desde que Rivera y su mano derecha Arrimadas, hayan dado por bueno, sin avergonzarse, que Ciudadanos, para ser algo, tiene que ir de la mano de la extrema derecha. Único pacto de la infamia que se ha hecho en este país, en los últimos tiempos. Nuestro querido Benito Pérez Galdós dijo de los hipócritas: «Bajo el hipócrita candor, se esconde una aritmética parda que supera en agudeza y perspicacia a cuanto idearon los matemáticos más expertos».    


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