miércoles, 19 de junio de 2019

Putas, guarras, zorras


Putas, guarras, zorras. Estos son los insultos que tuvieron que soportar las concejalas de Barcelona en Comú, en la constitución del nuevo consistorio barcelonés. Parece que sus oponentes políticos no tenían mejores argumentos para expresar su descontento a la traición que  esas concejalas habían hecho al ideario independentista. Pero no es de esto de lo que quiero hablar. Sino de los comportamientos machistas, tan arraigados en la sociedad, que cuando a unos ciudadanos/energúmenos deciden protestar, cabe esperar que cargados de sus razones, sólo se les ocurre recurrir al insulto contra las mujeres, que parece es lo más fácil si tiramos de lo que nos cuece en las entrañas.
                A pesar de tantas campañas de igualdad; a pesar de todos los 8 de marzo exitosos que ha habido en los últimos años; a pesar de aprobar leyes para equiparar a mujeres y hombres; a pesar del auge del feminismo en el último siglo; y a pesar de los pesares, nada ha cambiado desde la Edad Media. Los intra comportamientos de la sociedad siguen estando donde estaban, y las mujeres sieguen siendo unas zorras en las que fijamos nuestra ira cuando ellas son partícipes de algo que no nos gusta o nos incomoda.
                Damos por sentado que hay una parte de la sociedad que nunca va a considerar a las mujeres como iguales. Una parte que ahora sale a relucir, y que tiene unas ideas sobre la mujer, sus derechos y la igualdad, que no difieren mucho de las  que tenía San Agustín en el siglo V:  «Nada hay tan poderoso para envilecer el espíritu de un hombre como las caricias de una mujer». A esos los damos por irrecuperables. Sólo hay que leer el programa electoral de Vox, o escuchar algunas declaraciones hechas por miembros de la extrema derecha para darse cuenta. Pero que ciudadanos supuestamente defensores de la igualdad, lancen improperios contra las mujeres por el hecho de serlo, da mucho que pensar. ¿Cuántos de los que gritaron en la Plaza de San Jaume: putas, guarras, se autodefinen como defensores de la igualdad ? No lo sabremos  nunca, pero lo cierto es que el espectáculo fue vergonzoso, denigrante para las mujeres, no sólo para las concejalas insultadas, sino para todas las mujeres y todos los hombres que creemos en la igualdad sin desvíos por enfados políticos o de otra índole. 
                Desgraciadamente, lo de Barcelona no es un hecho aislado. Está más presente en los comportamientos habituales de los hombres y también de las mujeres, de lo que pudiéramos pensar. Aceptamos con normalidad que la extrema derecha, con su discurso en contra de la igualdad, entre en las instituciones, avalada por partidos que supuestamente no comparten esa manera de pensar. No nos escandalizamos cuando se trata, desde el machismo más recalcitrante, de despreciar la violencia de género con falsos testimonios que colocan a las mujeres al pie de los caballos de los hombres. Miramos para otro lado, cuando no asentimos, ante la campaña de desprestigio del feminismo, orquestada desde la extrema derecha, y no tan extrema, y sus medios de comunicación afines, que presentan a este como una secta de mujeres radicales, despechadas y machirulos.
                Nadie ha levantado la voz, salvo algún medio de comunicación tímidamente, contra la despreciable humillación vertida en Barcelona, porque quizá, se podría haber producido en cualquier otra parte y  no queremos vernos reflejados en el espejo de la vergüenza. A fin de cuentas, son mujeres queriendo emular a los hombres. Si estuvieran en casa al cuidado de sus hijos y su marido, no les pasaría esto. Suena fuerte ¿verdad?, pero en el fondo, todos los que gritaron putas, guarras, zorras, aireando el machismo más burdo, no están muy alejados de esa manera de pensar y valorar el papel de las mujeres en sociedad.

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