En el debate de ayer en
TVE faltó el Partido Popular. No estaba, no señor. Por lo menos yo no lo vi. Si
es cierto que había una señora que tenía debajo las siglas PP, pero que hablaba
como si fuera de Vox, lo que me hace pensar, que esas ganas que tiene Pablo
Casado por fagocitar al partido de extrema derecha, lo está convirtiendo en lo
que quiere comerse. Al igual que Zelig, aquel personaje de Woody Allen, que se
mimetizaba como un camaleón, cada vez que se ponía al lado de alguien. Al final
volverán a ser lo mismo, como todos estos años, sólo que en este caso, como el
PP no espabile, no será la extrema derecha la que encuentre acomodo dentro del
partido conservador, sino que será Casado y su partido el que acabe formando
parte del de Abascal.
Siempre con el permiso
de Ciudadanos. Porque conociendo a su líder, Albert o Alberto Rivera, si para
ser presidente del gobierno tiene que hacerse de Vox, el habrá sido fundador de
ese partido.
Del debate de ayer saqué
otra conclusión: ¿Saben Inés Arrimadas y Cayetana Álvarez de Toledo, la condena que van a tener
los enjuiciados en el proceso contra el independentismo catalán? Parece que sí,
dada su insistencia en pedir al presidente del gobierno que no indulte a los
condenados independentistas.
Otra cosa que me llamó
la atención fue ese feminismo de cerrado y sacristía de la representante del PP/Vox.
Cuanto olor a incienso había en sus palabras y cuanto daño hacen estas mujeres,
escapadas de los salones de te del siglo XIX, a la causa de la igualdad entre
mujeres y hombres.
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