jueves, 29 de junio de 2023

23-J. LGTBI una piedra en el zapato de Núñez Feijoo



El Partido Popular de Núñez Feijoo dice que va a estar en la vanguardia de la defensa de los derechos LGTBI. Curioso, cuando está sucumbiendo, sin poner demasiadas objeciones, a las intenciones de la extrema derecha, que ya, sin pudor alguno, se ha lanzado contra todo lo que se mueva más allá de la hombría, el sexo casto bendecido por la Iglesia y el amor como un sentimiento reproductivo. Difícil encajar esa defensa en un ambiente tan hostil contra quienes se sienten y son sexualmente diferentes a los cánones establecidos por la Biblia, ya sean del Antiguo o del Nuevo Testamento, queriendo aparecer, aparentar diría yo, como adalides de esos derechos, cuando le cedes el bastón de mando y el relato a la extrema derecha.

Sólo tenemos que darnos una vuelta por todos aquellos ayuntamientos y comunidades autónomas en donde el Partido Popular de Núñez Feijoo ha dado alas de poder a la extrema derecha, para descubrir que todo es una mentira, que sólo tiene como finalidad reducir el impacto electoral que puede tener la entrada de Vox, como elefante en cacharrería, en las instituciones. Porque, realmente, lo que está haciendo Núñez Feijoo es tirar la piedra y esconder la mano, no vaya a ser que alguien se la muerda, electoralmente hablando, claro.

En definitiva, como probablemente dijo Enrique IV de Francia, allá por el siglo XVI, cuando renunció a sus principios hugonotes y se convirtió al catolicismo para obtener la corono francesa: París bien vale un a misa. Para Núñez Feijoo y su Partido la Moncloa bien vale un blanqueamiento del franquismo. Y en esa renuncia a los ideales de progreso que nos quieren hacer ver que son el faro de sus políticas, entra el acoso y derribo de la tolerancia que, hasta hace poco, este país ha tenido con el sentimiento LGTBI. No sólo tolerancia. También importantes avances en derechos que han convertido a España en uno de los territorios más avanzados del mundo en legislación LGTBI. Y todo eso, ahora, está a punto de escurrirse por el sumidero de la extrema derecha con el beneplácito del Partido Popular.

No quiero decir que en la derecha democrática española (cada vez me cuesta más encontrarla) no haya personas que defiendan esos derechos y que, quizá, estén escandalizados por lo que está sucediendo y va a suceder, si Santa Urna del 23-J no lo remedia. Claro que los hay, y posiblemente no pocos, igual que en la izquierda hay gente a la que le repatea todo esto de la normalización de las diferentes maneras de sentir la sexualidad o el género; ni la vida ni las ideas son compartimentos estancos en los que todo el mundo se tiene que mover, afortunadamente. Aunque esa sea la pretensión de los que ahora quieren ponernos un bozal y obligarnos a marcar el paso que ellos dictan.

Lo más grave es que el problema que la extrema derecha, bendecida por Núñez Feijoo, está creando, no atañe sólo a las leyes y derechos. Es una cuestión de tolerancia, de pérdida de respeto hacia aquellos colectivos sociales que se salen de la norma, tal como la entiende el binomio de poder que está germinando en España: PP+Vox. Desde hace tiempo el colectivo LGTBI viene sufriendo una campaña de desprestigio en los medios más conservadores del país, que se traduce en un aumento de los ataques, no solamente psicológicos, también físicos. Lo vemos todos los días en los medios de comunicación: agresiones en el transporte público, en la calle, en los lugares de ocio…, cada vez más recurrentes y cada vez más producto de un sentimiento de impunidad de los agresores.

¿Esta es la España que queremos? ¿La España por la que las generaciones más mayores lucharon cuando murió el dictador, que ahora se reivindica y se blanquea? Una España en la que el odio se normalice como ingrediente en las relaciones sociales, camina, a paso ligero, hacia el pasado reciente más retrógrado e indeseado. En la que el miedo al poder, y no sólo político, acabe en un país triste y agazapado en sus temores. Donde nadie se atreva a mostrarse como es o como siente o como piensa. Es el principio del Gran Hermano que tan lúcidamente relató George Orwell en su novela 1984 (los que no la hayan leído que aprovechen a hacerlo, porque no es de extrañar que se pueda acabar prohibiendo, igual que ya se ha prohibido la representación de una obra de Virginia Woolf en una localidad de la Comunidad de Madrid, porque no era del gusto del concejal de cultura de Vox).

Y es que realmente, aunque se trate de esconder, estás elecciones también van de eso. De impedir que España y la sociedad española sufra un retroceso en libertades y derechos, algo que ni Núñez Feijoo ni el Partido Popular va a frenar, porque París bien vale una misa. Todo eso nos jugamos el 23-J.             

          

 

          

 


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