miércoles, 14 de junio de 2023

23-J. La Comunidad Valenciana como anticipo de lo que puede pasar

 


¿No queríamos té? Pues nos vamos a tener que tomar dos tazas.

Creíamos los valencianos que después de años de corrupción, trapacería, comportamientos cuasi mafiosos, uso de las instituciones sólo y exclusivamente para el enriquecimiento personal, aferramiento al poder costase lo que costase, trajes por la cara, circuitos de Fórmula 1 para echar carreras de vanidad política y, en fin, años de mal gobierno que endeudaron las arcas públicas de la Comunidad Valenciana y no aportaron nada al bienestar de los valencianos, estábamos vacunados contra esa derecha tramontana y blavera, que nos resulta imposible creer que lo que está sucediendo desde las últimas elecciones no es un mal sueño o que asistimos a una mala versión hitchcockniana de la realidad.

Aunque, por lo que parece, no éramos tantos los que creíamos esto y la gran mayoría de valencianos y valencianas han decidido señalar el camino de lo que puede llegar a ser el gobierno de España. Una lectura que han hecho sin complejos, y quizá ahítos de poder, los dirigentes del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, que no han tardado ni el tiempo de rezar un rosario para ponerse de acuerdo con la extrema derecha de Vox. Y todo ello bendecido por Núñez Feijoo, el mismo que reniega de Vox por la mañana y consagra pactos con el fascismo español por la tarde, si estos le garantizan a cualquier precio el poder.

Si no fuera por el miedo que da, el esperpento en el que se está convirtiendo la gobernanza de la Comunidad Valenciana produciría risa, en el mejor estilo de los grandes sainetistas valencianos como Eduardo Escalante o Manuel Millás, sobre todo tras leer el guion de gobierno que han pactado PP y Vox. Desde aquel hilarante diálogo de los Hermanos Marx de “la parte contratante de la primera parte, reconoce a la parte contratante de la segunda parte, como parte contratante de la segunda parte”, no he visto nada igual de disparatado en la firma de un contrato.

Pero ojo, que es ahí donde está el truco. ¿Qué programa de gobierno han pactado? Si alguien lo sabe, que levante la mano. Aunque quizá, la intención es esconder tras una sucesión de pleonasmos lo que todos sabemos, que no es otra cosa que repartirse el poder, para hacer lo que les dé la gana, sin que nadie les pueda pedir cuentas. Comportamiento de gobierno muy al uso de la derecha española, sea extrema derecha o derecha extrema.

La vuelta al pasado más reciente de negacionismo del cambio climático, de banalización de la violencia de género, de eliminación de la memoria histórica (sobre todo si esta es contraria a sus intereses políticos), de reducción de impuestos a los más ricos, de privatización de los servicios públicos, de cuestionamiento del estado de las autonomías, y de tantas cosas que parece que hemos olvidado en tan poco tiempo, es el camino que está marcando el Partido Popular de la Comunidad Valenciana, sobre lo que puede venir si Núñez Feijoo acaba siendo presidente del Gobierno.

Pero esto parece que da igual, porque no es posible que ganen elecciones sin el voto de muchos y muchas a los que cualquier canto de sirena les endulza los oídos, aunque acaben estrellándose contra la costa, al igual que los marineros de la antigua Grecia cuando se dejaban atrapar por aquellas.

Gracias al Partido Popular, la extrema derecha profranquista ya está aquí, normalizada para la gobernanza en ayuntamientos y comunidades autónomas. Sólo le falta entrar en el gobierno de España, y eso, es una certeza, que ni siquiera las evasivas de Núñez Feijoo pueden ya disimular.    

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