Feijoo
ha prometido que si llega al gobierno de la nación española, Santiago y cierra
España, va a derogar la Ley de Memoria Histórica, para satisfacción de
fascistas, simpatizantes desnortados, entusiastas del franquismo y alivio para
todo el que tenga algo que ocultar. Parece que al candidato del Partido Popular
y una buena parte de la derecha, les preocupa que se siga sacando cadáveres de
las fosas comunes, llenas por los ajustes de cuentas, las purgas, las venganzas
y la limpieza ideológica del país, contra todo aquel, aquella, que no era del
agrado del dictador y sus enfervorecidos admiradores. Quizá es que en el olvido
está la única justificación que pueden hacer de su tibieza con todo lo que
tiene que ver con la dictadura franquista/fascista, que el partido de Abascal
ya reivindica sin pudor.
¿Las
excusas de la derecha postfranquista para la derogación? Las de siempre: Los
españoles tenemos que mirar al futuro y dejar el pasado atrás (esto es lo que
más le gusta a la extrema derecha), siempre que ese pasado haya que esconderlo,
no vaya a ser que les salpique y estropee ese déjà vu con el que tanto sueñan.
La otra: La memoria histórica, otro recurso de esa derecha que tantos lazos
tiene con los tiempos de la dictadura (digo esto porque es sorprendente que a
un partido demócrata le cueste tanto romper amarras con el pasado
nacional/sindicalista/católico apostólico romano). El recuerdo de lo que supuso
la dictadura, lo único que hace es reabrir viejas heridas, dicen, como excusa
para la inacción, no vaya a ser que algunos de sus dirigentes se encuentren una
mañana reflejados en el espejo del franquismo.
Las
preguntas son inevitables: Si Feijoo deroga la Ley de Memoria Histórica, ¿qué
va a pasar? ¿Seguirán actuando como si no hubiera sucedido nada? ¿Todas las
víctimas de la dictadura volverán al limbo de la historia, a ver si algún Papa
decreta que el Purgatorio no existe? Quizá lo que pretendan, es que con el paso
de sucesivas generaciones, la dictadura franquista desaparezca de nuestra
historia a golpe de olvido, como ya lo hace en los libros de texto.
No
sé qué pensarán ustedes, pero a mí, todo esto me huele a polvo enmohecido; que
todavía en este país llamado España, que ya no tiene nada que ver con los
Tercios de Flandes ni con el imperio en el que nunca se ponía el Sol ni con las
montañas nevadas banderas al viento que se cantaba en los campamentos de la
Falange (OJE para los más jóvenes de la época), haya un Partido defensor del
olvido del pasado, nos debería hacer pensar a la hora de ir a votar o quedarse
en casa.
Esa
es la España que promete Feijoo. Y si un partido político demócrata no tiene
entre sus objetivos aliviar las penas provocadas por su pasado fascista y
ajustar cuentas con la historia para que no vuelvan a suceder hechos tan
deleznables como los de la dictadura de Franco, es un partido enfermo, en un
país enfermo. Y eso no nos gustaría que pasara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario