Se queja la presidenta Díaz Ayuso de que durante la pandemia “ha habido ensañamiento con Madrid” porque “cuando ha habido un error, que los ha habido, era de la Comunidad, pero cuando se hablaba de acierto, era de España”. No se da por aludida la señora presidenta en sus propias palabras de que los errores de su Comunidad son imputables a ella y su gobierno, no al de Murcia o Extremadura. A no ser, que no haya cometido ninguno y toda la mala gestión que está habiendo de la pandemia en Madrid sea imputable al gobierno central. En definitiva, ella pasaba por allí y no sabe por qué tiene que comerse ese marrón.
Lo que no es capaz de entender la
señora Ayuso es que como presidenta de la Comunidad de Madrid tiene una responsabilidad
absoluta en todo aquello que pase en su territorio con las competencias
transferidas, entre otras: sanidad, educación y atención a los mayores. Qué
casualidad, justo lo que está haciendo aguas en la comunidad madrileña desde
que comenzó la pandemia de coronavirus. Quizá debería pensar que si en otras
comunidades las cosas no van tan mal es porque están gestionando el problema mejor.
Luego la culpa de que Madrid sea nuevamente el centro de los contagios con una
sanidad diezmada, no es de Andalucía, Galicia o la Comunidad Valenciana, es solamente
de su presidenta y gobierno. Ya no cuela el lloriqueo y acusar de los pecados
cometidos al mundo, el demonio y la carne.
Ahora, la culpa de que Madrid sea
la ciudad de Europa con más contagiados y camino del colapso hospitalario, ya
no es del aeropuerto de Barajas, la tienen los inmigrantes y su forma de vida
-qué raro, estaba tardando mucho en sacar a relucir este espantajo-, y por extensión
todos los barrios de la periferia trabajadora de Madrid, que es que tienen una
manera de vivir incompatible con una buena prevención del coronavirus. No tiene
nada que ver la pobreza de muchos de sus habitantes, la mala calidad de sus
trabajos precarios, los sueldos de miseria, el cierre y abandono por parte de
la Comunidad de los centros de salud, los pisos pequeños donde viven más personas
de las deseables…, etc. No, la culpa es de cómo se vive en estos barrios. No
como en los de los ricos; esos si que se cuidan bien con casas grandes y
espaciosas, ninguna dificultad económica, buenos trabajos, chalet en la sierra
y servicio doméstico. Esos barrios son un modelo para la presidenta, no se han
contaminado este verano. Veremos si ahora que han vuelto de sus residencias
veraniegas, no hay un repunte de los contagios. Pero claro, la culpa la tendrá
el servicio: las mucamas, limpiadoras, criadas, etc., que como son inmigrantes con
un estilo de vida impropia para la presidenta, acabarán contagiando a los
señores, que tanto gustan a la señora Ayuso.
En ese descarte de responsabilidades
al que nos tiene acostumbrados, encaja perfectamente una de sus nuevas/viejas
propuestas (luego hablan los de su partido y afines de populismo) de bajar los
impuestos a los madrileños. A ver, con la sanidad, las residencias de mayores y
la educación en precario, a la presidenta madrileña lo único que se le ocurre
es bajar impuestos. Pues solo hay dos opciones: o sigue destruyendo los
servicios esenciales del estado de bienestar, en beneficio de las empresas privadas
(¡Oh, curioso, quiere blindar por ley la enseñanza concertada!), o, como ya ha
hecho, le va a exigir el dinero al gobierno central. Es decir, la presidenta de
la Comunidad de Madrid y su gobierno pretende que paguemos el resto de los
españoles el sostenimiento de los servicios públicos madrileños. Parecía tonta, pero es muy lista.
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