Publicado en Levante de Castellón el 3 de mayo de 2019
Hay muchas cosas que comentar
sobre las elecciones del pasado domingo. Bastantes ya se han dicho y otras
quedan en un purgatorio mediático, quizá porque no interesa mucho que se hable
de ello, o simplemente, porque no es relevante. ¿Quién sabe? Lo cierto es que
ha habido una movilización de la izquierda, y eso se ha notado en el resultado,
y que la derecha, siempre en pie de guerra electoral, no ha sido suficiente
para desplazar el temor a un involución democrática de parte de la sociedad. El
fantasma de la unidad de España en peligro, esgrimido por Casado, Rivera y
Abascal, no ha podido con el miedo a perder derechos democráticos y de
bienestar. Lo que sí está claro es que para doblegar a la derecha, la izquierda
tiene que dejar de ser tan estupenda y vaga, y darse cuenta de que la única
manera de progresar que tenemos los españoles es acudiendo a votar. Si nos
relajamos volverán a ganar, y en un mes hay nuevas elecciones.
Pero
me gustaría hacer algunas consideraciones sobre el resultado electoral:
1. La
extrema derecha no ha resurgido de la nada. Estaba incrustada en el Partido
Popular de Aznar y Rajoy. El propio Abascal fue delegado en el congreso de
Valencia, dentro de las filas de los contrarios al expresidente del gobierno. Desgajada
del PP, el voto ahora se divide.
2. La
estrategia de Casado, asesorado por Aznar, se ha reducido a ser un candidato
deslenguado, montaraz y
echado al monte, que ha convertido al PP en subsidiario de las
ocurrencias de Vox durante toda la campaña. Lo ha hecho tan mal, que ni
siquiera la suma de los dos Partidos alcanza al PSOE, que todavía les saca
medio millón de votos. Tiene un camino duro por delante, con Feijoo al acecho.
3. Ciudadanos
ha subido en votos, es cierto, pero ha fracasado estrepitosamente en sus dos
objetivos: Echar a Sánchez de la Moncloa y superar al PP. Ahora, con ese ansia
adictiva que tiene Rivera por ser jefe, se proclama líder de la oposición y
mañana se creerá presidente del gobierno in péctore, porque en su pecho anida
ese deseo, por encima de todas las chaquetas que se pone a lo largo del día.
4. Albert/Alberto
necesita figurar y se ha dado cuenta que de partido bisagra siempre será el
segundo de abordo. Por eso, no va a negociar con Sánchez nada, que no sea su
dimisión y ha iniciado una pelea con el PP, por ver quién aparenta ser el líder
de la oposición.
5. No
hay sitio para tres derechas. Los que se inventaron a Ciudadanos y jalearon la
crecida de Vox, lo saben, porque han metido la pata. Una de las tres sobra.
Veremos quién paga la cuenta de tanto comensal.
Por hay pueden ir los movimientos estratégicos de algún partido de
querer ser líderes de la oposición.
6. La
política de confrontación de la derecha nacionalista española en Cataluña y
País Vasco, de Partido Popular, Ciudadanos y Vox, ha sufrido un duro golpe en
esas Comunidades, desapareciendo en una y convirtiendo su representación en
residual en la otra. Una cosa es defender la unidad de España y otra pretender
que esta sea monocolor y de uniformidad franquista. Estas elecciones han
demostrado que España es una nación que se reconoce en la diversidad, muy lejos
de ese Prietas las Filas, que la derecha quiere imponernos. Esto debería ser
objeto de reflexión por parte de quiénes quieran ser presidentes del gobierno.
Nunca lo conseguirán a espaldas de catalanes y vascos.
7. El
independentismo está en quiebra absoluta, a pesar de los discursos
triunfalistas de la noche electoral. Puigdemont y su muñecolate Torra están
siendo amortizados por el electorado catalán, y Esquerra Republicana se
equivocaría si no es capaz de ver, que una parte importante de su voto viene de
electores que son más izquierdistas que independentistas, y probablemente, por
simpatía con los líderes de Esquerra encarcelados.
8. Una mayoría de españoles nos hemos convertido
en traidores a la patria y felones, porque no nos ha importado que Sánchez haya
negociado con el independentismo sus leyes. Ha habido un respaldo a la política
de distensión con Cataluña del gobierno, tan denostada por la derecha
9. PODEMOS
debería hacer unos ejercicios espirituales, para reflexionar en cónclave por
qué no ha sido capaz de rentabilizar en votos su apoyo al gobierno. No creo que
el problema sea de los demás, sino de sus cuitas internas permanentes y el
culto al líder, Pablo Iglesias, que por cierto, debería aplicarse lo de “en
boca cerrada no entran moscas” y ser más discreto. Además la humildad es un
principio fundamental de todo buen político. Podemos ha perdido 30 diputados y
esto debería hacerles reflexionar sobre cómo van a plantear la negociación con
el PSOE. No tengo yo muy claro, visto el resultado de unos y de otros, que la
entrada en el gobierno deba ser una condición sine qua nom para negociar los
apoyos en la legislatura.
10. Pedro
Sánchez y su partido han sido los grandes ganadores de estas elecciones. A
parte del miedo a la derecha
ultramontana, algo habrá hecho bien. Tienen una tarea por delante difícil y colosal,
plagada de presiones a diestra y siniestra. Pero no deberían caer en
tentaciones fáciles. El mandato electoral y el grito de sus militantes en la
noche del domingo, es bien claro a la hora de alcanzar pactos. No debería tirar
por la borda todo el rédito que ahora tiene en una parte importante de la
sociedad, equivocándose de socios de gobierno. No sólo está el límite de la
Constitución, pues ésta puede y debe cambiarse, los auténticos retos están en preservar
y mejorar el estado de bienestar, cerrar la herida de la memoria histórica,
romper las barreras de la desigualdad y encontrar un espacio de convivencia
para que todos los que habitamos en España nos sintamos cómodos, más allá de
nuestras utopías. Estas son, entre otras muchas, las razones que le han aupado
a la victoria electoral.
11. La
triunfo de Pedro Sánchez, también es interno y quizá haya llegado el momento de
sanear el partido de baronías casposas y antiguallas que ya no entienden la
nueva España del siglo XXI.
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