jueves, 30 de mayo de 2019

Gobiernos de progreso para frenar el fanatismo político


En el ADN de un demócrata debería estar grabado que nunca jamás se llegará a un acuerdo con la extrema derecha ni para formar gobierno ni para que lo sustente. De hacerlo, deja mucho que desear la calidad democrática de quien lo lleva a cabo y trasluce que le da más valor a sus ansias por agarrar poder, que al bien común de la sociedad. No parece que la derecha española esté muy de acuerdo con este principio, a tenor de lo sucedido en Andalucía y la rapidez con que se han lanzado a dar por hecho que no van a poner reparos para conseguir gobiernos en ayuntamientos y comunidades autónomas con el apoyo de la extremaderecha. No está ocurriendo lo mismo en la izquierda, pero sí hay un tufo excluyente en una parte, que está muy lejos de anteponer los intereses de la sociedad a los suyos.
Ciertamente es así. Lo que nos lleva a una política de bloques incapaces de alcanzar acuerdos por el bien de la democracia. Decía Bakunin que ejercer el poder corrompe; someterse a él degrada. Y cuando un político se somete a sus ansias de poder, está degradando su imagen y sus acciones de gobierno futuras. De ahí, que esa claudicación, que incapacita para la dimisión y el examen de conciencia, del que hacen gala algunos políticos en España, conduzca a un enroque de posiciones, imposibles de sostener en una democracia, que debe fundamentarse en el diálogo, el acuerdo y la aceptación del otro como sujeto con valor político, siempre dentro de los límites de libertad, fraternidad,  igualdad y respeto.
Afortunadamente, empiezan a levantar la cabeza algunos políticos con una  altura de miras democrática mayor de lo que estamos acostumbrados, tanto por la derecha como por la izquierda, que están dando muestras de una generosidad inédita desde la Transición, con sus propuestas de gobiernos alejados del delirio nacionalista y el simplismo fascista. Porque cuando un Partido no puede alcanzar acuerdos con sus afines, y la gobernabilidad alejada de los extremos fanatizados  sólo se puede alcanzar llegando a acuerdo con tus adversarios, se hace imprescindible el pacto, aunque el resultado no satisfaga plenamente a unos y a otros.
Dicho claramente. De los acuerdos entre la derecha y la izquierda no afines al extremismo, dependen muchos gobiernos municipales y autónomos de progreso, y quien no lo entienda así, será partícipe de la locura que la  extrema derecha y el independentismo han inoculado en este país.     
¿No queríamos el fin del bipartidismo?  Esto es el fin del bipartidismo: negociar, negociar, negociar. Y ya no estamos en tiempo de elecciones, en el que todos los dislates dialécticos valen. Ahora tocar demostrar cuál es la valía política de cada uno más allá de sus intereses personales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bullying político

  Pasados ya los días de tensión nacional e internacional y de incertidumbre expectante que hemos tenido en España y quizá en parte del mund...