martes, 7 de abril de 2020

Vigesimocuarto día de cuarentena. Palabras


Vigesimocuarto día de cuarentena. Palabras. Deberíamos ser más cuidadosos con las palabras, porque estás no solo tienen un significado morfológico o semántico, también expresan una intención sobre lo que se quiere decir. Escucho en los últimos días la palabra falso y otras derivadas de ella. Sobre todo cuando alguien quiere referirse a algo que todos sabemos: que los datos sobre el número de contagio del coronavirus no reflejan la cifra que realmente pueda ser, entre otras cosas, porque para cifrar los datos exactos habría que hacer pruebas masivas a toda la población.  Está claro que hay una disfunción entre la realidad y lo que se dice, pero de ahí a que se quieran ocultar datos de contagios hay un trecho muy grande. Por eso, cuando alguien usa la palabra “falseando” o “falso”, está introduciendo, es posible que a veces sin quererlo, una carga de acusación, de me estás engañando y yo sé que lo estás haciendo. Con esto, lo único que se consigue, deliberadamente, como lo hacen aquellos a los que les gustaría que todo fuera mal, cuanto peor mejor, es crear un ambiente de sospecha sin datos que lo sostengan; o los que tienen que parecer más listos que todos, y no se aguantan de  pavonearse en público. Luego están los que lo hacen inconscientemente, porque cada vez hablamos peor y no sabemos utilizar las palabras.
Sería mejor, en vez de acusar de falsedad a los datos oficiales, los de el gobierno o cualquier Comunidad Autónoma, habría que hablar de cifras no correctas, porque aquí  se abre mucho el abanico de posibilidades para analizar la incorrección de los datos. Mientras que si usamos la palabra falso, no hay ningún camino alternativo a la acusación de ser un mentiroso.
Otra cosa es que no se den los datos correctos en lo que ya se está pudiendo medir: ingresados hospitalarios, ingresados en UCI y fallecimientos. Aquí no hay margen de error, salvo que se quiera mentir u ocultar la realidad por razones espurias (hablaremos de este asunto otro día y los datos falsos que están ofreciendo algunos países, para parecer que ellos son más listos, más altos, más guapos y más rubios).
Otra palabra que me chirría en los oídos. Ahora se habla de crear espacios para la cuarentena de personas contagiadas y asintomáticas. Nada que objetar, sabios tiene la Iglesia. Lo que me parece sospechoso es el nombre que se está dando a estos espacios: ARCAS DE NOÉ. ¡¡Hombre!! parece más que lo que están planeando es una selección de la especie, para que si esto se pone mal, alguien salve a la humanidad. Mezclar “arca” y Noé es como anunciar que la ira de Dios ha vuelto a caer sobre nosotros, por malos. Quizá deberían buscar otro nombre menos sospechoso, porque las palabras son importantes y pueden tener muchas interpretaciones dependiendo de quién las diga, cómo las diga, dónde se digan, qué intencionalidad tienen o qué esconde el que las dice.
De momento, cada uno en su Arca de Noé, y nos vemos a las ocho.

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