lunes, 19 de diciembre de 2022

¡¡Viva el fútbol!!

 


No soy muy futbolero. He de confesar que el fútbol me aburre, quizá porque no soy hincha de ningún equipo, y eso hace mucho a la hora de ser aficionado. Pero si el fútbol es lo que vimos el domingo en la final del Mundial, solo puedo gritar ¡¡Viva el fútbol!! Porque asistimos a una épica ya solo reservada a los libros de fantasía y aventuras, en la que todo podía suceder, sobre todo después de ese minuto ochenta en el que nuestros esquemas racionales se vinieron abajo, cuando ya el mundo entero, sentado frente al televisor, colocaba el laurel de la gloria en la frente de los jugadores de Argentina y sentenciaba que los únicos ganadores de ese partido eran ellos. Entonces, aparecen las meigas y la magia se instala en el estadio y el corazón de los millones de aficionados y aficionadas, que ya en ese momento se habían rendido al juego del balompié, como el gran espectáculo universal capaz de aunar por unos instantes a la humanidad, aparcándola de sus miedos cotidianos.  

Les diré, que antes de empezar el partido quería que ganara Francia. Siempre he sido un poco francófono. Pero a los quince minutos de rodar la pelota, ya deseaba que lo hiciera Argentina. Aunque, todavía, por esa tozudez que tenemos los humanos cuando hemos de dar nuestro brazo a torcer, esperaba que Francia remontara, aunque todas mis neuronas me estuvieran avisando de lo contrario.

Pero además, concluido el partido, nos dimos cuenta de que el resultado no estaba exento de una gran justicia poética. Porque si hay un pueblo que necesitaba ganar este mundial, es el argentino. No solo por la gran afición al fútbol que se destila en cada rincón del país; ni porque se viva con una pasión capaz de alterar el rumbo de la nación; ni porque haya dado dos de los más grandes jugadores de la historia del fútbol: Messi y Dios. No. La justicia poética viene porque Argentina es un país vilipendiado por sus dirigentes; un pueblo que no se merece vivir constantemente en el filo de la navaja, gobernado por corruptos y facinerosos (pónganle ustedes el femenino), que tratan a los argentinos como si fueran la lana de un colchón, que se varea para que esté mullido y el dirigente de turno se tumbe confortablemente, hasta que lo vuelve a aplastar.

Por eso, al final del partido, supe que no solo había ganado el mejor equipo que hubo sobre el campo, sino que se alzó con la victoria el país que más lo necesitaba. Porque los argentinos, también se merecen alguna alegría, y que mejor que se la de su gran pasión.        

jueves, 15 de diciembre de 2022

Librerías que aman a los lectores

 


Cuando uno es amante de los libros, entrar en una librería es como poner el pie en un templo sagrado. Es una sensación difícil de explicar; quizá lo entiendan los amantes del fútbol, si un día entraran en el vestuario de su equipo favorito y estuvieran allí todos sus ídolos balompedistas. Andar, rebuscar, pasear entre los anaqueles cargados de libros, coger uno y hojearlo aspirando el olor a papel sin ollar todavía por mano homo sapiens alguna, y esa emoción de estar sumergido alrededor de todo lo bueno que la raza humana ha imaginado, pensado y transmitido en forma de palabras y letras.

Sin embargo, las nuevas formas de vender están convirtiendo las librerías en supermercados gobernadas por grandes corporaciones empresariales, que diseñan librerías igual que pueden diseñar un local de venta de comidas o ropa, por poner un ejemplo. No digo que no tengan amor a los libros, nada más lejos de mi intención, sino que han convertido las librerías en tiendas de ventas de libros, funcionales, frías y anodinas. Atrás han quedado esas librerías donde el cliente nunca deja de ser lector, una pieza más en ese engranaje literario que crea una simbiosis maravillosa entre escritor, lector, librero y editor. Librerías en las que entrabas y te sentías como en casa. Cercanas en trato y asesoramiento. En donde podías tener una conversación con el librero o la librera, sabiendo que no solo pretenden vender, sino entablar una conversación que al final va a acabar en que salgas de la librería satisfecho, no porque te llevas un libro, sino porque te vas con la sensación de pertenecer a un mundo sin el cual seguiríamos siendo homínidos.

Afortunadamente, no todo está perdido. Con el tesón de las hormiguitas, todavía hay libreros que se ganan tu confianza porque son tan amantes de los libros como tú; librerías que no han sucumbido a la estandarización y cumplen una función social; que son coquetas y alejadas de diseños anodinos tan en boga; conectadas con la cultura del barrio donde están ubicadas y convertidas en centros de encuentro social e intensa actividad literaria. Lugares donde apetece estar entre libros y pasar un rato.

Pero también, estas librerías tienen que subsistir, y solo lo pueden hacer si las convertimos en nuestra referencia para comprar libros; si las visitamos y salimos con un ejemplar de tu escritor favorito entre las manos, o de una escritora que desconocías y te llevas su última obra porque te fías de las recomendaciones del librero o la librera.

Hay un espacio para todos: para las grandes librerías comerciales y para las pequeñas, que además de vender, son lugares confortables de encuentro con los libros. No las dejemos a la intemperie del mercado.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Algunos jueces

 


Cuando la ministra de Igualdad dijo, en una subida de tono dialéctica muy propia de PODEMOS, que los jueces en España son machistas, cometió un error, porque las generalizaciones lanzadas a bombo y platillo en los medios no suelen dar muy buenos resultados a quien las dice. Por eso, la señora ministra debió decir que “algunos jueces en España son machistas” y ya nadie, salvo los que se pudieran sentir aludidos, entenderían sus palabras como un ataque al sacrosanto colectivo de la judicatura española. Incluso podría haber dicho más: algunos jueces son machistas, clasistas, filofascistas, ultraconservadores y enemigos de cualquier atisbo de progreso que se dibuje en el horizonte de España; sobre todo si en ese horizonte intuyen que todos esos privilegios acumulados a lo largo de los siglos como garantes del orden establecido, se tambalean.

¿Alguien que no sea parte interesada se cree que en España los jueces son imparciales? Yo no digo que no los haya, y posiblemente más de lo que pensamos, pero a la vista de algunas de las últimas sentencias, retorcimiento de los casos más políticos y controvertidas actuaciones que solo tienen como objetivo bloquear que la judicatura pierda el poder conservador que tanto interesa a la derecha, no sería un disparate poner en duda esa imparcialidad. Como dijo Francis Bacon: “Cuando un juez se aparta de la letra de la Ley, se convierte en legislador”. ¿No les suena esto a lo que parece que está pasando últimamente?

Esa es la otra cuestión: los intereses entrecruzados entre la derecha y parte de la judicatura. No en balde llevamos cuatro años con las máximas instancias judiciales bloqueadas por la derecha y con sobreactuaciones de “algunos jueces”, que como las lloronas en los entierros, se lamentan mucho por ello, pero son lágrimas de cocodrilo que tratan de disimular las mercedes recibidas por seguir aposentados en sus estrados.

A pesar de que la propaganda de la derecha nos quiere hacer ver que la culpa de determinados comportamientos no es de sus señorías, sino de las leyes, eliminando de un plumazo mediático la capacidad de los jueces para interpretar la Ley, lo cierto es que detrás de las críticas y la avalancha de resoluciones judiciales con una premura inédita en España, algunos magistrados, perdón parte de ellos, se han convertido en un ariete con cabeza de macho cabrío, con el fin de derribar al gobierno actual, que no es del agrado ni de la judicatura ni de la derecha en su conjunto. Por tanto, señora ministra de Igualdad, la próxima vez afine más sus afirmaciones, porque sí, algunos jueces, o quizá muchos, son machistas, y como diría Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá.             

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...