jueves, 30 de abril de 2020

Cuadragésimo séptimo día de cuarentena. Prisas


Cuadragésimo séptimo día de cuarentena. Prisas. El refranero español está plagado de sentencias sobre las prisas: el que corre mucho, pronto para; cosa hecha de prisa, cosa de risa; la prisa y el necio se topan frecuentemente, etc. Incluso, es posible que la psicología tenga algún nombre asignado para quienes hacen un buen trabajo y al final lo estropean por acabarlo rápido. Hay nombres para todo.
Ahora parece que nos han entrado las prisas por desconfinarnos. No es de extrañar después de tantos días. Pero no podemos dejar que la urgencia nos haga olvidar qué es lo importante. Y lo importante es que seamos conscientes de que la pandemia no se ha acabado, que estamos transitando por el filo de una navaja y no merece la pena que nos cortemos y tengamos que volver a vendar la herida otra temporada.
Las prisas suelen ser malas consejeras y por muchas ganas que tengamos de salir de casa y normalizar nuestra vida, no debemos caer en la tentación, porque entonces nos olvidaremos de que todavía mueren cientos de personas diariamente; que llevamos casi 25.000 muertos; que hay muchos enfermos en las UCIs luchando por salir adelante; que los sanitarios y mucha gente sigue arriesgando su salud para que nos curemos y todo funcione bien; que la economía está en caída libre y no por querer recuperarla rápido va a salir antes del bache. En fin, que queda  mucho por hacer y no podemos tirar por la borda, porque ahora nos hayan entrado las prisas, todo el esfuerzo individual y colectivo que estamos haciendo.
La sociedad española conforma una gran nación, que a lo largo de la historia ha cometido muchos errores, pero también ha tenido muchos aciertos. Ahora estamos en un momento histórico que podemos convertirlo en error o acierto. Yo apuesto por el acierto, por aplicar el sentido común y la sensatez; no es momento de creer que el que más riesgos asume, tendrá un éxito más grande. Ahora no,  porque estamos hablando de la salud y esta no se puede dejar al albur de la suerte, a ver si en vez de muerte tenemos susto.   
Es cierto que nos preocupa la economía, a todos sin excepción, pero tratar de reactivarla sin juicio nos puede abocar a una recesión brutal, sino hemos salido con éxito de esta epidemia y no estamos preparados para las que pudieran venir.
Las virtudes cardinales que recoge el Catecismo católico nos hablan de prudencia, justicia, fortaleza y templanza. No sé quién se inventó esto, que no dejan de ser virtudes universales, pero lo cuadró, porque es justo lo que necesitamos ahora: Prudencia, para evitar las prisas, que nos pueden jugar una mala pasada; Justicia, para que no paguen siempre los  mismos la factura de la recuperación y seamos capaces de organizar un  mundo más ecuánime; Fortaleza, porque vamos a necesitar mucha para salir de esta, como ya lo estamos demostrado; Templanza, para que las urgencias no nos cieguen la sabiduría.  
Ya saben, seamos sensatos y dejemos que el desconfinamiento se haga poco a poco, para que podamos vivir una nueva normalidad, que esperemos sea mejor que la anterior.
Nos vemos a las ocho. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bullying político

  Pasados ya los días de tensión nacional e internacional y de incertidumbre expectante que hemos tenido en España y quizá en parte del mund...