lunes, 19 de diciembre de 2022

¡¡Viva el fútbol!!

 


No soy muy futbolero. He de confesar que el fútbol me aburre, quizá porque no soy hincha de ningún equipo, y eso hace mucho a la hora de ser aficionado. Pero si el fútbol es lo que vimos el domingo en la final del Mundial, solo puedo gritar ¡¡Viva el fútbol!! Porque asistimos a una épica ya solo reservada a los libros de fantasía y aventuras, en la que todo podía suceder, sobre todo después de ese minuto ochenta en el que nuestros esquemas racionales se vinieron abajo, cuando ya el mundo entero, sentado frente al televisor, colocaba el laurel de la gloria en la frente de los jugadores de Argentina y sentenciaba que los únicos ganadores de ese partido eran ellos. Entonces, aparecen las meigas y la magia se instala en el estadio y el corazón de los millones de aficionados y aficionadas, que ya en ese momento se habían rendido al juego del balompié, como el gran espectáculo universal capaz de aunar por unos instantes a la humanidad, aparcándola de sus miedos cotidianos.  

Les diré, que antes de empezar el partido quería que ganara Francia. Siempre he sido un poco francófono. Pero a los quince minutos de rodar la pelota, ya deseaba que lo hiciera Argentina. Aunque, todavía, por esa tozudez que tenemos los humanos cuando hemos de dar nuestro brazo a torcer, esperaba que Francia remontara, aunque todas mis neuronas me estuvieran avisando de lo contrario.

Pero además, concluido el partido, nos dimos cuenta de que el resultado no estaba exento de una gran justicia poética. Porque si hay un pueblo que necesitaba ganar este mundial, es el argentino. No solo por la gran afición al fútbol que se destila en cada rincón del país; ni porque se viva con una pasión capaz de alterar el rumbo de la nación; ni porque haya dado dos de los más grandes jugadores de la historia del fútbol: Messi y Dios. No. La justicia poética viene porque Argentina es un país vilipendiado por sus dirigentes; un pueblo que no se merece vivir constantemente en el filo de la navaja, gobernado por corruptos y facinerosos (pónganle ustedes el femenino), que tratan a los argentinos como si fueran la lana de un colchón, que se varea para que esté mullido y el dirigente de turno se tumbe confortablemente, hasta que lo vuelve a aplastar.

Por eso, al final del partido, supe que no solo había ganado el mejor equipo que hubo sobre el campo, sino que se alzó con la victoria el país que más lo necesitaba. Porque los argentinos, también se merecen alguna alegría, y que mejor que se la de su gran pasión.        

jueves, 15 de diciembre de 2022

Librerías que aman a los lectores

 


Cuando uno es amante de los libros, entrar en una librería es como poner el pie en un templo sagrado. Es una sensación difícil de explicar; quizá lo entiendan los amantes del fútbol, si un día entraran en el vestuario de su equipo favorito y estuvieran allí todos sus ídolos balompedistas. Andar, rebuscar, pasear entre los anaqueles cargados de libros, coger uno y hojearlo aspirando el olor a papel sin ollar todavía por mano homo sapiens alguna, y esa emoción de estar sumergido alrededor de todo lo bueno que la raza humana ha imaginado, pensado y transmitido en forma de palabras y letras.

Sin embargo, las nuevas formas de vender están convirtiendo las librerías en supermercados gobernadas por grandes corporaciones empresariales, que diseñan librerías igual que pueden diseñar un local de venta de comidas o ropa, por poner un ejemplo. No digo que no tengan amor a los libros, nada más lejos de mi intención, sino que han convertido las librerías en tiendas de ventas de libros, funcionales, frías y anodinas. Atrás han quedado esas librerías donde el cliente nunca deja de ser lector, una pieza más en ese engranaje literario que crea una simbiosis maravillosa entre escritor, lector, librero y editor. Librerías en las que entrabas y te sentías como en casa. Cercanas en trato y asesoramiento. En donde podías tener una conversación con el librero o la librera, sabiendo que no solo pretenden vender, sino entablar una conversación que al final va a acabar en que salgas de la librería satisfecho, no porque te llevas un libro, sino porque te vas con la sensación de pertenecer a un mundo sin el cual seguiríamos siendo homínidos.

Afortunadamente, no todo está perdido. Con el tesón de las hormiguitas, todavía hay libreros que se ganan tu confianza porque son tan amantes de los libros como tú; librerías que no han sucumbido a la estandarización y cumplen una función social; que son coquetas y alejadas de diseños anodinos tan en boga; conectadas con la cultura del barrio donde están ubicadas y convertidas en centros de encuentro social e intensa actividad literaria. Lugares donde apetece estar entre libros y pasar un rato.

Pero también, estas librerías tienen que subsistir, y solo lo pueden hacer si las convertimos en nuestra referencia para comprar libros; si las visitamos y salimos con un ejemplar de tu escritor favorito entre las manos, o de una escritora que desconocías y te llevas su última obra porque te fías de las recomendaciones del librero o la librera.

Hay un espacio para todos: para las grandes librerías comerciales y para las pequeñas, que además de vender, son lugares confortables de encuentro con los libros. No las dejemos a la intemperie del mercado.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Algunos jueces

 


Cuando la ministra de Igualdad dijo, en una subida de tono dialéctica muy propia de PODEMOS, que los jueces en España son machistas, cometió un error, porque las generalizaciones lanzadas a bombo y platillo en los medios no suelen dar muy buenos resultados a quien las dice. Por eso, la señora ministra debió decir que “algunos jueces en España son machistas” y ya nadie, salvo los que se pudieran sentir aludidos, entenderían sus palabras como un ataque al sacrosanto colectivo de la judicatura española. Incluso podría haber dicho más: algunos jueces son machistas, clasistas, filofascistas, ultraconservadores y enemigos de cualquier atisbo de progreso que se dibuje en el horizonte de España; sobre todo si en ese horizonte intuyen que todos esos privilegios acumulados a lo largo de los siglos como garantes del orden establecido, se tambalean.

¿Alguien que no sea parte interesada se cree que en España los jueces son imparciales? Yo no digo que no los haya, y posiblemente más de lo que pensamos, pero a la vista de algunas de las últimas sentencias, retorcimiento de los casos más políticos y controvertidas actuaciones que solo tienen como objetivo bloquear que la judicatura pierda el poder conservador que tanto interesa a la derecha, no sería un disparate poner en duda esa imparcialidad. Como dijo Francis Bacon: “Cuando un juez se aparta de la letra de la Ley, se convierte en legislador”. ¿No les suena esto a lo que parece que está pasando últimamente?

Esa es la otra cuestión: los intereses entrecruzados entre la derecha y parte de la judicatura. No en balde llevamos cuatro años con las máximas instancias judiciales bloqueadas por la derecha y con sobreactuaciones de “algunos jueces”, que como las lloronas en los entierros, se lamentan mucho por ello, pero son lágrimas de cocodrilo que tratan de disimular las mercedes recibidas por seguir aposentados en sus estrados.

A pesar de que la propaganda de la derecha nos quiere hacer ver que la culpa de determinados comportamientos no es de sus señorías, sino de las leyes, eliminando de un plumazo mediático la capacidad de los jueces para interpretar la Ley, lo cierto es que detrás de las críticas y la avalancha de resoluciones judiciales con una premura inédita en España, algunos magistrados, perdón parte de ellos, se han convertido en un ariete con cabeza de macho cabrío, con el fin de derribar al gobierno actual, que no es del agrado ni de la judicatura ni de la derecha en su conjunto. Por tanto, señora ministra de Igualdad, la próxima vez afine más sus afirmaciones, porque sí, algunos jueces, o quizá muchos, son machistas, y como diría Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá.             

lunes, 28 de noviembre de 2022

Lo que nos enseña José Saramago y preferimos olvidar

 


José Saramago estuvo veinte años sin escribir, «Sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir lo mejor es callar» (sic). ¡Vaya lección de sabiduría! Una más del gran maestro de las letras portuguesas e ibéricas. Aunque cuando uno habla de José Saramago, ya está asomándose al Olimpo de la literatura universal.

Escribía la cita anterior, porque hoy sería impensable que alguien tuviera la inteligencia de callar cuando no tiene nada que decir, o cuando lo que se quiere decir no aporta nada, solo vacuidad y negrura intelectual. No es de extrañar en un mundo tan acelerado, que ni siquiera es capaz de mirar a su alrededor y darse cuenta de que tanta prisa y ambición desmedida está destruyendo la única casa que habitamos. La mayoría de los políticos son incapaces de pensar más allá de la próxima cita electoral; los empresarios quieren beneficios tan urgentes, que no miran la cantidad de cadáveres, en sentido figurado, que dejan por el camino; los escritores quieren triunfar ya en la primera novela, porque lo importante es el éxito, no la calidad de lo que escriban. Fama, éxito, dinero fácil y rápido, poder y toda una ristra de comportamientos que definen una sociedad, a todos nosotros, incapaz de pararse a pensar y emular a José Saramago y su silencio para no decir tonterías sin sustancia. Claro, que si todo fuera más lento y reflexivo no estaría escribiendo esto porque viviríamos en una sociedad, por lo menos, más sensata. Lo de más justa, habría que comentarlo en otro artículo.

Este mes hemos celebrado el centenario del nacimiento de Saramago y quizá deberíamos pararnos a reflexionar sobre algunas de sus aceradas propuestas literarias, que daban muestras de la lucidez que tenía ante cuestiones tan tabús, como la figura de Cristo, al margen del personaje divino que nos ha transmitido la Iglesia (El evangelio según Jesucristo); la debilidad de la democracia cuando los ciudadanos deciden votar en blanco, por puro aburrimiento y desafección hacia la clase política, que acaba derivando en actitudes autoritarias de un poder, supuestamente democrático, que no soporta el desdén de la ciudadanía (Ensayo sobre la lucidez) ; o, por último la desorientación que se produce en una sociedad que tanto desea la inmortalidad, cuando la muerte decide que ya no va a morir nadie más (Las intermitencias de la muerte).

Lo triste de todo es que, más allá de las celebraciones oficiales a su figura, para la mayoría, Saramago es un escritor famoso, y ya saben que la fama dura el tiempo que tarda en cruzar el firmamento una estrella fugaz. Inmediatez demasiado ajena para un escritor que prefirió callar cuando no tenía nada que decir.  

lunes, 21 de noviembre de 2022

El arte como chivo espiatorio del fanatismo

 


Siempre he pensado que el arte es una de las expresiones que como especie nos hace diferentes al resto de los animales. Es esa capacidad de abstracción la que nos convierte en seres culturales y hace que tengamos el talento necesario para intelectualizar nuestro entorno, y en el caso del arte, además, creando belleza. No es una casualidad que dos personajes tan dispares como Oscar Wilde y Friedrich Nietzsche, pensaran que el arte es una necesidad para vivir, o que sin el arte la vida sería un error.

No existe ningún pueblo, tribu o colectividad humana en la que el arte no haya tenido una importancia vital para su subsistencia. De diversas maneras, con diferentes visiones, ninguna civilización, desde que los humanos dejaron de ser homínidos, ha dejado de ver el arte como el centro en torno al cual se ha proyectado el alma de cada uno, que es como decir el alma por donde las comunidades han transitado en la búsqueda de la belleza y de una explicación del mundo. Habría que remontarse varios milenios atrás en el tiempo, y seguiríamos viendo como los hombres y mujeres de la prehistoria plasmaban sus anhelos en pinturas y esculturas, facturadas con arte.

Quizá por eso, cuando se ha querido humillar a un pueblo, negar un sentimiento, ningunear una religión, una ideología o una forma de vida, se ha destruido su arte, en un intento de despojar a esa comunidad de identidad, porque qué otra cosa no es el arte sino la identidad colectiva e individual expresada a través de la belleza.

Así los talibanes destruyeron figuras de Buda; los nazis y fascistas de cualquier pelaje han quemado libros, prohibido determinadas músicas o perseguido a artistas que no eran de su agrado, en un intento de afirmación de su voluntad sobre la capacidad de crear libremente en consonancia a una manera de interpretar la realidad que les rodeaba.

Es por todo lo anterior, por lo que no acabo de entender los ataques que están sufriendo algunas obras artísticas, que no porque no provoquen desperfectos irreversibles dejan de ser atentados contra el arte. Ni siquiera la defensa del planeta contra el cambio climático tiene justificación,  porque nos deja huérfanos de inteligencia y nos iguala en cerrilismo a cualquier especie sin capacidad de razonar o crear belleza como fruto de la abstracción intelectual.  

Decía hace unos días el gran Antonio López, que las protestas en los museos por el cambio climático le parecían algo sucio, desagradable y basto. Actos que degradan la importancia de la denuncia que se quiere hacer y demuestran la ignorancia en la que acaban cayendo aquellos que hacen de una idea una religión absoluta.                

lunes, 14 de noviembre de 2022

España se rompre..., otra vez.

 


¡¡¡Vaya, otra vez se rompe España!!! Por enésima vez, España se rompe y ya no puedo dejar de imaginármela hecha jirones. Parece que cuando gobierna la derecha la da brillo y esplendor, por esa capacidad que tiene para esconder la basura debajo de las alfombras; y que cuando gobierna la izquierda España se guarrea y aparece desatendida porque a los izquierdistas solo les gusta divertirse y vivir la vida padre. Y claro, como no tienen servicio doméstico para adecentarla…

Después de tantos motivos de ruptura de la patria, no podía faltarles uno nuevo, agotado el último, aunque este sea recurrente, por el cual nuestro pérfido e ilegítimo gobierno no va a bajar los impuestos, a los ricos, por su puesto, sino que piensa subírselos. ¡Si Franco y doña Carmen levantaran la cabeza! Aunque da igual, si ustedes escarban un poco en esas campañas tan bien orquestadas por los medios de comunicación de la derecha, es decir, casi todos los medios, y sus caras visibles de anarrosas, grisos, herreras, ferreras y losantos, podrían descubrir que detrás de cada ruptura de España hay una metedura de pata de la derecha, una corrupción que ocultar o un exabrupto de alguno de sus dirigentes que olvidar.

Veamos el último: A costa del delito de sedición, toda la derecha se ha tirado en tromba contra el gobierno acusado a su presidente de ser el infiltrado del Maligno. No se andan con chiquitas: España, dicen, está al borde del abismo, regalada por el innombrable a las huestes destructivas del independentismo. No parece que les siente muy bien, después de haber ocupado la judicatura como entró el Caballo de Pavía en las Cortes, allá por 1874, regalando cargos, prebendas y puestos de alto copete, que el gobierno cambie las normas y les deje, como vulgarmente se dice, compuestos, pero sin novia. ¿No les llama la atención, que muchas de las veces que se ha roto España han sido cuando el gobierno de felones actual ha intentado cambiar leyes que sentaban a la derecha como un guante? 

Aunque a alguno puede que no, realmente, todo esto les importa bien poco. Digo lo de la bandera, lo del himno (¿dónde está Marta Sánchez y su canto a la España invertebrada?), las tradiciones que se remontan a Santiago y cierra España, lo de la unidad de destino en lo universal, y todo lo que suene a una España, Grande y Libre. Lo que sí les importa, es lo de que les cambien las leyes. Porque lo que interesa al Partido Popular y sus acólitos es tener el poder para seguir repartiéndose el país entre ellos y sus amiguetes y pasearse como los amos absolutos de nuestras vidas.         

 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Leyendo "El dilema de Sofía" vivirás con ella el año más intenso de su vida.



Sofía de Valdivieso es una mujer madura, moderna, empoderada, soltera y de gran prestigio profesional, lo que hace que lleve una vida muy activa. Hereda de su padre un libro: un ejemplar único, manuscrito por Cervantes, de la segunda parte de El Quijote, que le hace conocer a Matías Alonso, un librero de libros antiguos, joven y atractivo. Entre ellos sucede lo que se supone que no debería ocurrir: el amor se cruza entre los dos y la vida de Sofía se desbarata, ya que no está preparada para enamorarse de un hombre veinte años menor que ella. Mientras tanto se despierta un interés creciente entre cierta gente por el manuscrito de Cervantes, pese a que su existencia se supone que es un secreto familiar, despeñando la vida de Sofía por un abismo de confusión y caos. El dilema de Sofía es una novela de amor, desamor, intriga y libros antiguos que nos sumerge en el Madrid vital y atractivo de principios del siglo XXI, y en la que ciudades como Cuernavaca, Monterrey, Marrakech, Imlil, Roma o las playas de Castelló de la Plana, tienen un papel relevante en el desarrollo de la trama.



 


sábado, 5 de noviembre de 2022

¡¡Salvadores!!

 


¡¡Salvadores!! ¡¡Qué Dios  nos libre de ellos!! Mesiánicos convencidos, neoliberales interesados, ególatras con vocación de salvapatrias, purpurados con vocación de salvaalmas,  millonarios que solo quieren salvar su culo… y su dinero, etc., etc., etc. Es lo que pasa cuando una sociedad deja de cumplir con su obligación de mejorar la vida de la gente y da paso a todo tipo de especuladores del bien y del mal, este normalmente ajeno.

Salvadores como el Banco Central Europeo, que se revuelve cuando un gobierno decide que la banca tiene que pagar más impuestos, sobre todo cuando está ganando el dinero en exceso a costa de sus clientes. Pero claro, a quién le puede extrañar que el BCE salga en defensa de los bancos con mensajes torticeros sobre la inevitabilidad de tener que hacer lo que los consejos de administración deciden que es mejor para ellos.

Salvadores como los partidos que se arrogan la obligación de defender la patria, aun a costa de sus ciudadanos, pero que en realidad solo buscan un abono fácil para ganar elecciones. Aquellos que cuando no gobiernan prefieren que todo vaya mal y, como los bomberos pirómanos, luego ya llegarán ellos para salvar el país; su país imaginado de banderas, himnos y mentiras bien regadas de dinero público en los medios.

Salvadores como los  millonarios metidos a políticos: Berlusconi, Musk, Trump, etc., que tras un trampantojo de reformas que siempre van en la misma dirección, es decir la de proteger su dinero, convenciéndonos de que solo ellos pueden salvar nuestras carteras cuando la suyas ya estén bien repletas. O  bien, aquellos que solo les interesa salvarse así mismo de sus fechorías, cuando los tribunales ya no pueden mirar más para otro lado, haciéndonos creer que la justicia es igual para todos.

Salvadores como los mesiánicos de la política, a derecha e izquierda, que entienden las ideas como una religión monoteísta, ante la que hay que arrodillarse y agradecer, con una dosis infinita de fe,  que ellos están ahí para salvarnos de  nuestra ignorancia.

Como una maldición divina, ahora que conseguíamos liberarnos de los salvadores de almas que tan sumisos nos tenían, para mayor gloria de la buena vida clerical, nos llegan los salvadores laicos, con idénticas mentiras y mismos mensajes milenaristas de apocalipsis, que no nos tienen menos mansos que los profetas de la vida eterna.

 

miércoles, 26 de octubre de 2022

La cultura del esfuerzo

 


Por todos es ya sabido que la sociedad actual ha sucumbido al cinismo más despiadado orquestado desde las élites del poder, para hacernos creer que son dogmas de fe lo que a ellos les conviene para preservar sus situación de privilegio. No es que en otras épocas no hayan hecho lo mismo -siempre el poder de los privilegiados, desde la Revolución Francesa, se asocia a la derecha, por estar situados en ese ámbito de los asientos cuando votaron en contra del fin de la monarquía absoluta-, es que en la actualidad los medios de control y engaño son tan poderosos, que no les hace falta el empleo de la fuerza, casi nunca, para colarnos mensajes clasistas, que dibujan una falsa realidad, en la que los privilegiados son magníficos y, por eso, pertenecen a ese grupo residente en el Olimpo, y el resto somos una caterva de tuercebotas ignorantes que solo podemos aspirar a servirles y estar agradecidos por las migajas que nos dan.

Por eso, cuando gobiernan, y cuando no también, ya se encargan de que el sistema educativo sea lo más elitista posible, marcando así la diferencia entre ellos y los demás, a quienes solamente dejan la opción de ser mano de obra lo más barata posible, de ahí sus reformas laborales que cada vez recortan más derechos a los trabajadores/as, sin posibilidades de ascenso social.

Y para ello se inventan ese término tan cargado de intencionalidad política, como es la cultura del esfuerzo. No tenemos derecho a mejorar nuestra existencia porque somos vagos pedigüeños, acostumbrados a la sopa boba, que solo nos gusta vivir del cuento como sanguijuelas del trabajo ajeno; es decir, de su esfuerzo por ser y seguir siendo millonarios o aspirantes a serlo.

En la soflama de la cultura del esfuerzo, que tanto le gusta sacar a pasear a la derecha política y mediática, hay una intencionalidad política clara de eliminación del estado de bienestar, entendiendo este como un sistema de distribución de la riqueza, a la que todos aportamos algo. No es baladí que sonados caraduras que han conseguido todo en la vida gracias a sus familias o por haberse arrimado al poder de la derecha como voceros de sus intereses, saquen, de vez en cuando a pasear, la acusación de que no tenemos cultura del esfuerzo y, por tanto derecho a una vida mejor.

Y para ello, por si acaso no somos unos vagos y nos esforzamos en tener una vida y un mundo mejor, porque saben muy bien que esto va de clases sociales y que mantener sus privilegios tiene que quitárselos a otros, ya se encargan, no solo de convencernos (lo triste es que muchos se lo creen), sino de poner todas las trabas posibles para que no podamos subirnos a ese ascensor social que supone la educación, unos derechos laborales dignos y el estado de bienestar en su conjunto.

 

lunes, 17 de octubre de 2022

La expendora de carnets

 


No hay nada más ridículo que la estupidez intelectual que algunos escritores, escritoras, llevan por bandera allá por donde vayan.  Se quieren tanto a sí mismo, que acaban convirtiéndose en bufones de su figura o del pretendido personaje que quieren mostrar que son.

Empiezo tan fuerte y despectivamente, que me van a perdonar; criticar como un criticón no me gusta. Todo viene porque esta mañana he escuchado una entrevista a una escritora encantada de haberse conocido, que se ha erigido en chamán de alguna especie de ministerio literario en la sombra, con la capacidad de otorgar carnets de escritor o escritora, según los criterios que a esta literata le parecen ajustados, que no son otros que la ridiculización de quienes, probablemente con bastante esfuerzo, han escrito un libro, un solo libros y osan denominarse escritores. Ella ya ha dejado bien claro que lleva escritos veinticinco, lo que debe darle una autoridad sobrada para decidir quién se puede considerar escritor/a y quien no.

Se olvida la susodicha y prolífica escritora, que el título de escritor/a no te lo da publicar un solo libro, sino los lectores que deciden leer tu obra y sentirse identificados con ella, sea muchos o pocos. ¿Cómo deberíamos considerar, entonces, a Sallinger, John Kennedy Tool o Emily Bronte? Tres ejemplos autores/as de un solo libro a los que nadie, incluida nuestra querida expendedora de carnets, tendría la ocurrencia  de negar su condición de escritores (aunque la necedad humana es tan excelsa que no puedo afirmar esto con rotundidez).

¡Qué le vamos a hacer! La necedad solo tiene un recodo del camino donde se encuentra bien: la ignorancia. No hay necio que no sea ignorante y si, además´, entra en juego el ego, apaga y vámonos. Porque de necios engreídos está el mundo literario lleno, hayan escrito un libro o decenas. A lo mejor si se hubieran leído La  conjura de los necios, serían más comedidos en su vanidad. Pero, claro, esa novela es de John Kennedy Tool, escritor de un solo libro al que no merece la pena dedicarle atención ni dar entrada en el Olimpo de la literatura.

sábado, 15 de octubre de 2022

RESEÑA SOBRE "EL DILEMA DE SOFÍA"

 


Por Beatriz Rabasa, directora de La Tertulia Literaria del ICAV

El pasado jueves 29 de septiembre iniciamos la nueva temporada de Tertulias ICAV de este curso con un autor ya conocido por los tertulianos: José Manuel González de la Cuesta, escritor castellonense que compartió con nosotros El dilema de Sofía su última novela publicada este año en la editorial Sargantana.

La novela habla de amores y desamores, teniendo a Sofía como protagonista principal, mujer menopáusica de gran prestigio profesional que se enamora a pesar de sus miedos e inseguridades de un hombre mucho más joven. La delicadeza con la que el autor describe las dudas y culpabilidades que padece Sofía por ese amor que cree imposible nos muestran la finura psicológica del autor, que es capaz de ahondar en la mente femenina con gran precisión. Pero además, la novela se nutre de una historia de intriga relacionada con los libros antiguos. El acierto de esta obra consiste en saber entretejer las dos tramas con gran soltura.

En suma, un libro bien estructurado, de ágil lectura y que desvela los prejuicios que debido a la diferencia de edad de los miembros de la pareja todavía pesan en sociedades que dicen llamarse liberales.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Yo fui un Si-Si

 


Escucho en una emisora de radio que los Si-Si, es decir los jóvenes que trabajan y estudian, han aumentado en los últimos años. Me quedo pensando y llego a la conclusión de que si han aumentado es porque anteriormente habían disminuido. Porque Si-Si los ha habido durante un tiempo no tan lejano, por diferentes razones. Yo mismo fui un Si-Si. A los 14 años me puse a buscar trabajo, no porque en mi casa hiciera falta el dinero que yo ganara, aunque, todo hay que decirlo, vino muy bien. Lo busqué, sin que mis padres lo supieran y lo encontré de botones en un banco, es decir, de aprendiz de bancario. Claro, cuando mis padres se enteraron de que podía trabajar en un banco si aprobaba los exámenes de acceso, no cupieron de sí en gozo: al niño ya lo tenemos colocado y con la vida resuelta. Con lo mal estudiante que era, no me extraña que se alegraran.

Toda mi juventud la pasé estudiando y trabajando; hasta hice carrera universitaria. Trabajar no solo me cambió la vida; también me hizo sentar la cabeza de chorlito que tenía. En aquellos tiempos, estudiar y trabajar no resultaba tan complicado si tenías un buen horario de trabajo, y si no era sí, tocaba restarle horas al sueño. No estaba mal visto, como parece que hoy sucede en esta sociedad entregada al postureo dentro y fuera de las redes sociales. Había “nocturnos” en los institutos, las academias y en la Universidad, con horarios diseñados para quienes trabajaban. Esto nos permitió, a muchos pasar de Si-Si (este apelativo no existía entonces) a trabajadores instruidos y formados. Pero claro eso pasaba cuando la enseñanza todavía era un ascensor social, la manera de escalar puestos en la sociedad y permitía a los hijos poder vivir mejor que sus padres.

Por eso, hoy, me suena extraño que trabajar y estudiar sea noticia, como algo raro que surge de la nada, y no de una sociedad que ha condenado a los jóvenes al ninguneo social, educativo y económico. Una sociedad muy clasista diseñada para que los ricos tengan estudios y cierren más la burbuja de privilegios que los envuelve, y los demás se busquen la vida como puedan, algo difícil dado el coste que tiene estudiar una carrera universitaria y la falta de un diseño para que se puedan compaginar trabajo y estudios. Es decir, para que la universidad se convierta en un gueto al que solo pueden acceder los hijos de los poderosos y de esta forma aumentar la brecha que los separa del resto de la sociedad.            

miércoles, 28 de septiembre de 2022

No solo es Italia. El fascismo avanza por Europa y la democracia mira para otro lado

 


Me resulta aburrido hablar siempre de lo mismo, cada vez que la extrema derecha crece en los diferentes países de la UE. Ahora, a cuenta de las elecciones italianas, asistimos a un torrente de aspavientos ideológicos y opiniones tertulianas de todo tipo, que no hacen más que crear confusión. Principalmente, porque son muy pocos los que están llamando por su nombre a este fenómeno político en ascenso, que está haciendo que Europa regrese a épocas que todos creímos pasadas, tratando de ocultar que esta nueva ola política es un resurgir del fascismo en su versión de siglo XXI, que está por ver si dista mucho de la del siglo XX.

No son pocos los opinadores y articulistas que están colaborando, intencionadamente o no,  en el blanqueamiento lingüístico y mediático del fascismo. Lo llaman extrema derecha, como si este apelativo no fuera un eufemismo para no nombrar a la bicha de tres cabezas. Y yo me pregunto si alguien puede explicar qué diferencia hay entre la extrema derecha y el fascismo, porque por mucho que lo intente no consigo verla; es como aquella frase que aparecía en uno de los discos de ”Viva el rollo” del Mariscal Romero: “Yo me la he bebío toa y no menterao de na”.

El fascismo, con toda su carga ideológica, está aquí, campeando a sus anchas, sin que nadie parezca querer detener su avance. Y luego nos extrañamos de que en Italia, que ya tuvo su buena ración de Mussolini en el siglo pasado, hayan ganado los  nuevos fascistas, acompañados de una derecha desdibujada, que no ha tenido ningún pudor en pactar con ellos, si de seguir arañando poder se trata. Nada que  no sepamos en España y en un número creciente de países de Europa.

Sin  embargo, la causa más grave, de la que quizá se haya hablado también estos días en los medios, es la falta de compromiso de las instituciones democráticas europeas con el bienestar de los ciudadanos. Unas instituciones, tan prisioneras de ese capitalismo salvaje que todo lo fía a los mercados y los beneficios de las grandes empresas, antes llamadas multinacionales, que están siendo incapaz de poner freno a la desigualdad creciente, a la pobreza vergonzante y al abismo que se abre, cada vez más grande entre ricos y pobres, con una clase media menguante.

Podemos buscarle los tres pies al gato por lo sucedido en Italia y, previsiblemente, en otros importantes países de la UE, donde grandes sectores de la población, que antaño votaban izquierdas, se han pasado al bando que les promete lo que no les va a dar, con un discurso fácil y populista, que se sustenta en decir lo que tu oyente quiere escuchar, pero que les hace creer que hay esperanza en un futuro mejor (vamos, nada que no sepamos del fascismo).

La democracia si no es capaz de distribuir la riqueza que genera entre la sociedad, no sirve para nada (lo podemos constatar si miramos alguna vez a la historia reciente de Europa y España), es un trapo inútil, que acaba por ser repudiado por la gente. Porque si la sociedad, en su conjunto, ve como se empobrece, mientras otros, los menos, cada vez son más ricos, y nadie hace nada por remediarlo, los otros valores de la democracia, como la igualdad, la libertad, la tolerancia, la fraternidad y el ecologismo, son papel mojado.  No sirven para nada. Porque la gente, si no tiene para llegar a fin de mes, para pagar las facturas más básicas, para dar una buena educación a sus hijos y tener una sanidad pública que no sea un salto de obstáculos; si no puede acceder a una vivienda digna y el futuro es un concepto exclusivo de las películas de ciencia ficción, abrazará el fascismo, si este le promete acabar con todo eso, aunque sea mentira (no hay un país en el que el fascismo haya  mejorado la vida de la gente). Y si además, les llena la cabeza de pájaros envueltos en banderas, patrias, xenofobia y nacionalismo, que solo tienen como objetivo demonizar a los otros como culpables de sus problemas, el cóctel está servido. Y no olvidemos que Hitler llegó al poder tras ganar unas elecciones.

O se da un giro radical en la política europea, retomando el estado de bienestar que se ha venido liquidando en los últimos años, al abrazar a derecha e izquierda postulados neoliberales o una época de negrura se acabara extendiendo por todo el continente. Eso sí, los ricos, seguirán siendo ricos.  

lunes, 25 de julio de 2022

¡¡¡Feliz Aniversario de Barcelona 92!!!

Hoy hace treinta años que en este país teníamos todos el estómago encogido por la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Ese fatalismo atávico que tenemos los españoles de que nunca hacemos nada bueno, nos hacía temer que algo sucedería que ensombrecería el acontecimiento más grande y universal que jamás se había organizado en este país. Por eso,  a las ocho de la tarde de ese 25 de julio de 1992, para el recuerdo, estábamos casi todos delante del televisor con fervor y miedo, que según pasaba el espectáculo, perfecto, sincronizado como un reloj suizo y cargado de emoción mediterránea, fuimos cayendo en la admiración, para pasar al final al orgullo y la extrañeza porque todo había salido bien y nos había maravillado, no solo a nosotros, sino al mundo entero.

Barcelona 92 fue el principio de todo, cuando todavía nada sabíamos o no queríamos saber del cambio climático y el fascismo no andaba campando por el globo terráqueo como Pedro por su casa. Fue el inicio de un cambio de mentalidad, de darnos cuenta de que sí éramos capaces de hacer cosas buenas y no solo eso, sino que a lo largo de nuestra historia habíamos hecho muchas otras extraordinarias, y que era nuestra ceguera como sociedad, capaz de entregarse a una Leyenda Negra prefabricada por los que otrora fueran enemigos de España, la que nos sumía en la más absoluta irrelevancia; aunque es cierto que la dictadura de Franco no ayudo mucho a acabar con ese sentimiento dentro y fuera de nuestras fronteras.

Pero también, fue el principio de la explosión del deporte de élite en España.  Porque nuestro asombro no se quedó ahí, en la ceremonia de inauguración, sino que se trasladó al estadio olímpico o los campos de competición, según íbamos viendo como España subía en el medallero a cotas impensables años atrás (éramos los eternos cuartos). Barcelona 92 fue el punto de inflexión desde el que nuestro deporte de élite pasó de la nada a la gloria en muchas disciplinas; no voy a hacer aquí una lista de las gestas deportivas de estas últimas tres décadas, porque ya las saben ustedes mejor que yo.  Pero si hoy destacamos en un buen número de deportes , tanto individuales como de equipo, es gracias a que Barcelona 92 impuso un modelo de gestión del deporte exitoso, siempre mejorable, pero exitoso, y porque los españoles empezamos a creernos que no éramos los parias de la tierra. Solo hace falta que también nos lo creamos en otras disciplinas, que todavía no han tenido su Barcelona 92, y acabemos de una vez por todas con aquella certera sentencia que hizo Carlos Marx de nosotros, cuando dijo que los españoles éramos actos sin ideas e ideas sin actos.

¡¡¡Feliz Aniversario de Barcelona 92!!!

viernes, 15 de julio de 2022

No estuve en el Vicente Calderón

 


Pido perdón, pero yo no estuve allí. Y no estuve por voluntad propia. Porque prefería gastarme las 2.500 pesetas que costaba la entrada en otros grupos que sí eran de mi veneración. Nunca he sido stoniano, y digo esto con temor, porque hoy, en un país entregado a la confrontación de principios sagrados, cuando se celebra el 40 aniversario del concierto de los Rolling Stones en el extinto estadio Vicente Calderón, me puede acarrear no pocos insultos cariñosos y algunos no tanto.   

Además, en aquella época si eras de los Beatles no podías ser de los Rolling, porque era como entregarte al enemigo y yo siempre he sido más de los de Liverpool. Aunque tengo que confesar que durante estos cuarenta años, he bailado como un poseso con Brown Sugar o Satisfaction.

Pero no estuve en el Calderón aquella tarde de tormenta épica, encerrado en casa, al resguardo de la lluvia y el viento, porque todos mis colegas sí que fueron a rendirse antes sus satánicas majestades y no podía quedar con nadie. Ese estigma me ha acompañado toda mi vida, porque parecía que si te gustaban los Beatles, para alguna gente eras un negado para el rocanrol. Ya veis, un negado para el rocanrol a quien ha bebido los vientos detrás de Deep Purple o Lou Reed o Yanis Yoplin o Miguel Ríos.

Así es la vida, en algún momento tienes que salir del armario y confesar que nunca, salvo alguna canción, te han puesto los Rolling Stones.  

 

sábado, 2 de julio de 2022

La OTAN y la inocencia perdida

 


En los años ochenta muchos clamamos contra la OTAN, incluso algunos votamos por no entrar. Éramos jóvenes felices e indocumentados, embebidos en la inocencia de una izquierda, que veía el mundo como un jardín de flores, incapaz de ver que el lobo siempre está al acecho. Éramos pacifistas que creíamos en la bondad de la humanidad, que yo no digo que esté mal, sobre todo cuando tienes veinte años y la vida no te ha hecho ver que hay mucho mamón suelto, dispuesto a vender su alma al diablo, para llevarse por delante todo aquello que entorpezca su narcisismo.

También había motivos para pensar que todo estaba cambiando. La llegada de Gorbachov al poder en la URSS en 1985, podía significar el fin del enfrentamiento entre el este de Europa y occidente. Además, nuestra ceguera eurocéntrica (esto es válido para la derecha y la izquierda) nos impedía ver que muchas cosas estaban cambiando y nuevos actores llamaban a la puerta reclamando una posición de valor en el reparto geoestratégico del planeta. Como así ha sido.

Vivíamos en un mundo muy distinto al actual. El de ahora,  con manadas de lobos pululando a nuestro alrededor, dispuestos a hincarnos el diente, a la primera de cambio. Lobos financieros; lobos belicistas; lobos de a Dios rogando y con el mazo dando; lobos políticos ahítos de poder.

Si algo he aprendido, muy a pesar mío, a lo largo de todos estos años, es que la seguridad es un valor fundamental en una sociedad democrática. Porque de nada sirve creer que vivimos en el mejor de los sistemas políticos posibles, si no tenemos defensa contra los lobos. A veces me pregunto si la OTAN y occidente, en vez de haber estado jugando a los barquitos durante estos años o al Monopoli con los oligarcas rusos, con su sátrapa a la cabeza, estaríamos en esta situación. El gran truco del diablo (digo esto como encarnación del mal) es que nos ha hecho creer que no existe, y en occidente pecamos un poco de flower power en este aspecto.

Nunca pensé que diría esto, pero la OTAN es hoy más necesaria que nunca, porque son muchos los que quieren acabar con nuestro modelo de vida, con todos sus fallos incluidos, y porque al final, Thomas Hobbes va a tener razón y el hombre es un lobo para el hombre, y solo una  buena barrera defensiva puede impedir que nos devore.   

 

miércoles, 25 de mayo de 2022

La sanidad pública que tenemos

 


Nos dijeron que teníamos la mejor sanidad pública del mundo, y nos lo creímos. Tanta era  nuestra fe, que no nos dimos cuenta del deterioro que venía produciéndose desde hacía algunos años. Luego vino la crisis del 2008 y los recortes, que acentuaron el deterioro y la pandemia, que puso al descubierto todas las carencias que tenía el sistema. Nos volvieron a decir que la sanidad pública era una prioridad y pensamos que los años de listas de espera, de déficit de personal sanitario y de apostar más, en algunas comunidades autónomas, por la sanidad privada, habían llegado a su fin. Nos volvimos a equivocar y hoy seguimos igual que antes, incluso me atrevería decir que peor, pues la atención primaria está bajo mínimos en todo y no parece que nadie, ni gobierno central ni gobiernos autonómicos, tengan intención de revertir el problema. Es más, los vientos políticos que soplan apuntan a un agravamiento de la situación, apostando por la sanidad privada como alternativa a la pública, que defienden algunos políticos y se empieza a materializar en todo el país.

Parece que unos por desidia y otros por ideología vamos caminito de convertir la sanidad pública en un trampantojo político, más parecido al sistema estadounidense, en donde la gente se muere por no tener para pagar los tratamientos y los seguros médicos, cuando son muy caros, se hacen los suecos.

No nos damos cuenta de que en España, por ejemplo, en comparación con un ciudadano USA, desde el punto de vista de la sanidad, somos millonarios, y si no, imagínense que tuviéremos que pagar, de nuestro bolsillo,  los 30.00 euros que cuesta en tratamiento de cáncer en el país de las delicias del liberalismo económico; el mismo por el que muchos suspiran.  Solo por poner un ejemplo.

martes, 24 de mayo de 2022

Microfascismos

 



Seguimos con los microfascismos que están llevado en volandas a la extrema derecha hacia las instituciones. Actitudes que se vienen dando en casi todas las instituciones del Estado, que ya han sucumbido al blanqueamiento, que desde los medios de comunicación, incluida RTVE, se está produciendo, sin que nadie, o casi nadie, ponga el grito en el cielo. Claro, que después de ver como lo derecha tradicional ha ido normalizando la participación del nuevo fascismo en parlamentos, ayuntamientos y gobiernos, no nos ha de extrañar que la ciudadanía   vea con naturalidad que ya no escondan sus ataques a la democracia, a los pobres, las mujeres y las instituciones. Incluso, que estás, que no dudan en actuar con mano de hierro contra la izquierda, se pongan un guante de seda cuando tiene que intervenir contra ese nuevo franquismo que se enseñorea sin control por el España. Y si no, que alguien explique, por qué la Junta Electoral impide a Podemos inscribirse en la coalición Por Andalucía, por culpa de un error administrativo, y exculpa de un fraude administrativo a la candidata de la extrema derecha a la Junta de Andalucía, por empadronamiento fraudulento. Parece que la vara de medir no es la misma, por eso que se vaya mesando los cabellos la alcaldesa de Salobreña, no vaya a ser que acabe ella enjuiciada.

 


miércoles, 18 de mayo de 2022

La ilegalización de la prostitución

 


¿Estamos seguros de que la ilegalización de la prostitución va a acabar con la explotación sexual de las prostitutas y la trata de mujeres por las mafias? Tengo la sensación de que se está tratando de poner puertas al campo; a un campo tan grande, que tiene los suficientes espacios de sombra como para ocultar una vuelta de tuerca de las mafias en su control de un negocio sucio y feo, que trata a las mujeres como seres sin derechos, a mayores de considerarlas como una mercancía.

 Por eso, no entiendo esa moralidad de una parte de la clase política a la hora de tratar el asunto: se ilegaliza la prostitución, se esconde la cabeza y ya está solucionado el problema. Igual que algunas religiones, que abogan por la ilegalización de todo lo que sean derechos de las mujeres. ¡Cuánto daño hace a la sociedad la falsa moral en nombre de valores supremos o divinos!

¿No sería mejor legaliza la prostitución, otorgando a las prostitutas derechos laborales y ciudadanos, que las alejaran del control de las mafias? Pienso que sería más justo y beneficioso para ellas. Además de proyectar luz sobre esas sombras que tiene el campo cuando es muy grande.

Lo que tienen que hacer los poderes públicos, no es condenar a las prostitutas a la ilegalidad, como si no existieran, sino perseguir, con todo el poder de la ley y la fuerza policial, a quienes controlen el negocio de la prostitución basado en la explotación, la violencia y el desprecio hacia las mujeres.

martes, 10 de mayo de 2022

Los Monty Pynthon en Andalucía

 


Parece que ha empezado la caza contra Yolanda Díaz, y no precisamente por sus adversarios ideológicos, que estarán velando armas para cuando llegue el momento, sino por sus “supuestamente” amigos políticos.

Ya lo dice el refrán: Con amigos así, para qué quieres enemigos. Y es que en la izquierda lo de los amigos es una quimera que siempre se viene abajo por un  quítame esas pajas, o mejor dicho, por esa competición cainita de ver quién es el primero en redimir a la humanidad.

La parodia  de “La vida de Brian”, entre Frente Judaico Popular y/o Frente Popular de Judea, se repite, esta vez sin la gracia de los Monty Pynthon, como un sainete en la izquierda, que muchas veces deriva en astracanada.

Así ha sucedido en  Andalucía, que tanto discutir para ver quién se posicionaba mejor en la coalición de izquierdas redentoras de los andaluces, que a uno de los partidos en liza se le ha hecho tarde para inscribirse en el registro electoral. Buena imagen de solvencia política.

Pero no se crean, la derecha también tiene estos devaneos de quítate tú para ponerme yo, lo que pasa, es que como ellos no pretenden salvar el mundo, sino sus cuentas corrientes, es más fácil ponerse de acuerdo y hacer borrón y cuenta nueva. Que  no está la cosa como para perder dinero en discusiones políticas.

Volviendo al esperpento de Andalucía. Como no hay por donde cogerlo, ahora el foco tratan de ponerlo en Yolanda Diaz y su “frente amplio”, o en cómo leches se termine llamando (sic Pablo Iglesias). Si yo fuera ella, los mandaría a todos a freír  monas y me retiraría como la mejor ministra de trabajo que ha habido en España desde que Franco cautivó y desarmó al Ejército Rojo, antes del Auto de Fe.  

 

      

jueves, 5 de mayo de 2022

El Real Madrid es Pinito del Oro

 


Pinito del Oro fue una trapecista española, que entre los años 50 y 60 del siglo pasado,  hizo las delicias de miles de asombrados espectadores, viéndola evolucionar en el trapecio con piruetas increíbles, que hacían brotar de las gargantas ¡¡ooohs!! de asombro. Tuve la suerte, siendo niño, de poder verla en aquellas maravillosas tardes del Circo Price, cuando tenía una sede permanente en un Madrid en el que no había  muchas opciones de diversión.  

Con Pinito del Oro siempre estabas al borde del infarto, incluso los pequeños corazones infantiles se resentían cuando saltaba de un trapecio a otro y debajo no tenía ninguna protección, solo el suelo de la pista. Porque la trapecista nunca actuó con red de seguridad, lo que añadía una buena dosis de morbo y te en cogía hasta el alma. 

Aunque esto que voy a decir a muchos les va a escocer, el Real Madrid, en esta Champions League, antigua Copa de Europa, se parece cada vez más a Pinito del Oro. Sus partidos de clasificación son un “vivo sin vivir en mí”, un ejercicio trapecista sin red, en donde el espectador, incluso hasta los que no somos muy futboleros, nos quedamos atónitos delante de la pantalla del televisor, esperando que se produzca el milagro de la remontada, porque si cae no hay red que lo salvaguarde. Y lo mismo que con Pinito, el milagro se produce y el espectador entra en éxtasis.

El sufrimiento y la exaltación son dos estados de ánimo que en el deporte van de la mano. Dos emociones que marcan la cara y la cruz de una misma moneda, la de la pasión. Y si veíamos con entusiasmo a Pinito del Oro rezando para que no se cayera, ahora pasa lo mismo con el Real Madrid, que en cada clasificación ha forjado más su leyenda de equipo planetario.

Cuando un acontecimiento no se puede explicar con palabras, es porque rebasa los límites de nuestras entendederas, y eso es lo que pasaba con Pinito del Oro, y pasa, ahora, con el Real Madrid. Enhorabuena a todos su seguidores, hinchas y aficionados al fútbol. La magia existe. 

martes, 3 de mayo de 2022

Pegasus

 


No dejo de pensar en lo del espionaje de Pegasus. Es como si la cloacas del poder se hubieran independizado y se dedicaran a morder la mano que les da de comer. Dicho de otra manera: imagínense un ciborg, que al igual que Roy Batti, el replicante de Blade Runner, se revolviera contra quienes lo han construido y acabara arrestándoles.  

 Porque Pegasus que es igual que el inteligente Roy, pero mucho menos poético, no nos regala un monólogo como el de Lágrimas en la lluvia: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…” No tiene la capacidad de intuir su final y, por tanto, convertirse en mortal.

 Aunque algo de mortal sí que tiene, por lo menos capacidad destructiva de gobiernos, colaciones, mayorías parlamentarias, servicios de inteligencia y sentido común de la clase política. No digamos ya en España, un país tan cainita, que es capaz de devorarse a sí mismo, si tiene un bien motivo para ello.

 El caso es que, como la poesía es una virtud negada a la política, una vez más estamos al borde del abismo por ese sentimiento tan calderoniano, que nos hace morir porque el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios.    

miércoles, 13 de abril de 2022

Día Internacional del Beso

 Día Internacional del Beso



¿Quién no se acuerda de esos besos de las tías, cuando hacía tiempo que no te veían, y te cogían de la cara con las manos mientras te daban un sonoro beso en la oreja, que resonaba en el interior de tu cabeza como una proyectil de trompetas que estallaran todas de golpe?

Besos que son una expresión exagerada de lo que nos gusta besar a los españoles, que no concebimos la relación con nuestros semejantes sin el visto bueno de los labios. Porque los besos sonoros de tías; desesperados de abuelas, que parece que siempre te están dando el último. Besos entre amantes, como los de las películas antiguas, de tornillo sin abrir la boca (no como los que vemos ahora en el cine, apasionados y lúbricos; ni los castos besos de las películas españolas de la dictadura, que eran en la barbilla, huyendo de los labios como si el COVID-19 anidara entre sus comisuras). Besos de madre, que no cambian ni aunque pasen treinta años; besos de hijos al llegar a casa, que si no se dan parece que ha entrado la mitad de ellos; besos formales, de presentación, que son como un chequeo que dice cómo puede ser la otra persona por el olor y el contacto con su piel; besos pijos, de esos que son ¡mua, mua!, rozando solo los carrillos; besos de bares, imprescindibles para sentirnos acogidos por nuestros amigos; besos de oficina, formales y, a veces, no exentos de una cierta exploración erótica; besos en los morros, que son un te quiero sin fisuras; besos de Judas, traicioneros y ladinos; besos de tristes de despedida, cargados de esperanza y pérdida. En fin,  besos que configuran nuestra vida, que la hacen más dulce y cercana. Porque cuando dos personas se besan, están abriendo su burbuja de seguridad, en un acto de confianza máxima.

Si para nosotros el beso no fuera una parte de nuestra alma, de nuestro alimento vital, seríamos otros muy distintos, que no entenderían que en el beso encontramos un elixir de vida y de amor. Nunca habría existido la copla, y la gran Concha Piquer, jamás habría cantado: “Y bajo tus besos en la madrugá,/sin que tú notaras la cruz de mi angustia/solía cantá:/Te quiero más que a mis ojos,/te quiero más que a mi vía,/más que la aire que respiro/más que a la mare mía”.

Seguiremos besando y celebrando que lo hacemos. 

 

Reseña en MIRARTE de "El dilema de Sofía"

MIRARTE

 Amor, intriga y libros antiguos en ‘El dilema de Sofía’, última novela de González de la Cuesta







Haz clic enel título o las fotos, para ver la reseña






martes, 12 de abril de 2022

Entrevista en VIVE CASTELLÓN sobre "El dilema de Sofía"



Entrevista al escritor José Manuel González de la Cuesta

vivecastellon.com charla con el escritor José Manuel González de la Cuesta con motivo del lanzamiento de su última novela ‘El dilema de Sofía’ (Ed. Sargantana). El autor de ‘Hotel Voramar’ o ‘Larga tormenta de otoño’ se adentra en una trepidante historia donde el amor, la intriga y la codicia se unen con el aroma singular de los libros antiguos. Descubrimos qué más se esconde detrás de este sugerente título… (para leer la entrevista haz clip en el título o las fotos)




 








                                                                              


lunes, 11 de abril de 2022

Juventud

 


Escuchaba hace no mucho a una chica joven decir que estaba harta de vivir tantos acontecimientos históricos. No me extraña, porque la juventud lleva doce años sin un momento de relajo, y encima, a todo lo pasado, se le añade una guerra en las puertas de casa, como aquel que dice, que aporta muchísima más incertidumbre a su futuro, por no decir un temor verdadero a que los Cuatro Jinetes de la Apocalipsis, que inevitablemente acompañan a cualquier guerra, se instalen en sus vidas marcándolas para siempre. Resulta triste no ser el responsable de un suceso, pero sí sentir que las consecuencias las vas a pagar tú, si no las estás ya sufriendo.

Es cierto que la juventud tiene una ventaja sobre los que ya no somos jóvenes, y es que tienen toda la vida por delante, y con esa capacidad de resiliencia y adaptación a las circunstancias que tenemos los humanos, podrán reponerse a tanto despropósito y rehacer sus vidas, como lo han hecho los sobrevivientes de otras catástrofes pasadas. Pero ahora, en pleno apogeo vital, cuando cada día debería ser un paso a la conquista de sus sueños, una sombra gris se cierne sobre ellos, sin solución de continuidad, desde la Gran Recesión de 2008,  provocada por la avaricia de un capitalismo salvaje y especulativo; la pandemia universal que ha cambiado tanto nuestros hábitos de vida; y ahora la guerra en Ucrania, provocada por ese fantasma que creíamos desaparecido de Europa, como es el fascismo, que tan de moda está entre muchos de esos jóvenes, desgraciadamente, deseosos de escuchar algo que les levante el ánimo, aunque sea mentira.

No es cierto que la juventud sea caprichosa y mal criada, como muy a menudo se dice cuando no aceptan los códigos y valores que han conducido la vida de las generaciones que la ha precedido. Y mucho menos, una juventud muy preparada que ve cómo sus expectativas de futuro se van diluyendo en la imbecilidad de los adultos, que somos incapaces de entender que el mundo cambia y que las necesidades de las generaciones que nos siguen son otras. Un mundo que está en pleno proceso de transformación, tan rápido que a todo el que tenga más de cincuenta años sobrepasa.

Vivimos en un época histórica de transición acelerada hacia no sabemos todavía muy bien donde, como ha pasado siempre en los momentos de cambio en la humanidad. Pero lo que sí tengo claro es que está más preparado para lo que viene un chaval o chavala de 8 años que un hombre o mujer de 60. Dejemos a los jóvenes que tomen las riendas de un futuro que les pertenece, porque si se equivocan será su mundo el que pague las consecuencias. Nosotros solo deberíamos cumplir un papel: rebajar la testosterona propia de la juventud para que la solución de los conflictos no sea violenta y se mueva en los límites de la democracia, la igualdad y la tolerancia hacia los otros. Algo que parece que no solo no estamos haciendo, sino que alimentamos negativamente día a día. Solo  nos queda ese cometido, porque mal podemos aconsejar sobre lo que no comprendemos.

La verdad, es que tantos acontecimientos históricos acaban siendo una aburrimiento, incluso para los mayores. Y ya saben que cuándo una sociedad está aburrida, solo ganan los vendemantas que nos dicen lo que queremos escuchar.

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...