jueves, 23 de abril de 2020

Cuadragésimo día de cuarentena. Bares


Cuadragésimo día de cuarentena. Bares. No me he equivocado. Sé que hoy tocaría hablar de libros, pero no quiero agobiarles, porque me imagino que todo el mundo está hoy entregado a los libros. Aunque lo mejor que podemos hacer para festejar este día es leer, darnos una ración doble de lectura y así habremos hecho más por los escritores, los libros y las librerías, que por todo lo que hoy se va a decir y comentar. Día del Libro, una copa de vino a mano y buena lectura; nada mejor para evadirnos por un rato del coronavirus.
Como no voy a hablar de libros, lo voy a hacer de bares. Además, en los últimos años, en la simbiosis de libro y bar está la supervivencia de muchas librerías. Qué haríamos los españoles sin un bar a la vuelta de la esquina. Sin esas cañas y el pincho de tortilla, que ahora nos parece algo de otra vida, lejano en el tiempo.
“Bares, qué lugares/tan gratos para conversar”, cantaban en los años ochenta Gabinete Caligari, cuando parecía imposible que nuestra vida pudiera existir sin los bares, como templos de nuestra vida social, y para algunos religiosa. ¿Parece extraño verdad? Pero la vida, que nunca, jamás, es previsible, nos ha llevado por un vericueto impensable.
Nosotros, que somos muy de calle, muy de encontrarnos fuera, hemos convertido el bar en la prolongación del salón de nuestra casa. Los nórdicos beben hasta el agotamiento reunidos en casa, los españoles bebemos con bastante más moderación, porque para nosotros el bar no es un sitio para emborracharse, en todo caso achisparse un poquito, sino pare encontrarnos, reconocernos y dar rienda suelta a nuestros sentimientos, ya sean amorosos o futboleros.
En los bares soñamos, proyectamos negocios, escribimos poemas, nos miramos a los ojos hasta emocionarnos, leemos, reímos y lloramos. Todo esto, cuando no estamos arreglando el mundo, que es otra de nuestras especialidades, que convierte al bar en un inmenso ágora que se extiende por todo el país, mientras vuelan las cañas, las tapas, los cafés o los vinos.
Dicen que el mundo va a cambiar después del coronavirus.  Ya veremos hasta donde. Pero los bares seguirán ahí, no hay otra opción posible, si queremos no perder  nuestra identidad con tanto cambio. Ahora estamos todos pendientes de cuando se acaba el confinamiento. ¿Y qué es lo primero que se nos viene a la cabeza? CUÁNDO SE VAN A ABRIR LOS BARES. No nos mintamos, porque esa es una de nuestras grandes preocupaciones.
No puedo terminar sin acordarme de los dueños de los bares de nuestro barrio, los que trabajan horas y horas detrás de la barra, para hacernos la vida más feliz, que ahora lo están pasando mal. Nadie habla de ellos, siendo los pequeños negocios más importantes que hay en nuestro país. Deberíamos ser conscientes de su situación y apoyarles en lo que podamos. Ya se están poniendo en marcha iniciativas que tratan de aligerar los costes de apertura después de tanto tiempo con el negocio cerrado. Estaremos a su lado.  
Nos vemos a las ocho, aunque los bares estén cerrados.

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