lunes, 28 de febrero de 2022

No me gusta la guerra

 


Debo ser un cobarde, porque no me produce ninguna satisfacción tanta palabra cargada de testosterona sobre la guerra. Cada vez que escucho: patria, muerte, bandera, identidad nacional, brigadas armadas, ataque masivo, despliegue de tropas, etc., etc., etc., se me hace un nudo en el estómago, porque, irremediablemente, pienso en destrucción y muerte de la de verdad, de la que se deja de respirar; hambre, miseria, pérdida de seres queridos, juventud enviada al matadero, irracionalidad, y todo lo malo que ustedes se puedan imaginar. Por eso pienso que la guerra solo es útil para quien la provoca, y eso si la gana, y para los que hacen negocio con ella.

No me gusta la guerra, y por ello nunca apoyaré ninguna, porque no hay guerras buenas ni guerras malas. Pero tampoco participo de ese romanticismo bélico de banderas al viento,  canciones que conducen al frente de batalla, resistencias numantinas y literatura que ensalza el ardor guerrero, para defender no se sabe muy bien qué. Ese romanticismo que apela a grandes glorias militares y héroes con estatua que siempre mueren. En España creo que sabemos bastante de eso, porque libramos la guerra más romántica del siglo XX, para algunos; pero con el romanticismo y el “No pasarán”, no se ganan guerras.

Quizá, en la que ahora se libra en Ucrania, y que empieza a tener tantas similitudes con la española, digo solo “quizá”, sería bueno que empezara a reinar el sentido común y se parara lo que todavía no es un desastre humanitario. Un ejército bien entrenado en los valores de la  milicia nunca mandaría a los civiles a pelear por lo que ellos no han podido hacer. Se rendiría de la forma más digna posible, pensando en evitar el mayor daño posible, la destrucción irremediable y la muerte en cada esquina o en cada familia. Ya vendrán tiempos mejores, y si la comunidad internacional realmente se cree lo que piensa, tiempo habrá de hacerle pagar al sátrapa ruso la felonía que está cometiendo, sin necesidad de invocar a los cuatro jinetes de la apocalipsis. Porque como dicen en mi tierra: «A cada cerdo le llega su San Martín».

Otro día hablaremos de por qué es la segunda vez que occidente “la caga”, con perdón, en Ucrania. Mientras tanto, me pueden llamar gallina.

viernes, 25 de febrero de 2022

Putin, el gran valedor de la extrema derecha europea

 


Nos pensábamos que ya habíamos vivido todo lo malo que nos tocaba por vivir. Que la pandemia era nuestra cuota de desgracias a la historia, y nos hemos equivocado. Nos quejamos, protestamos, nos enrabietamos por las restricciones de la pandemia, incluso, permitiéndonos el lujo de gimotear porque nuestras libertades (traducido a la sociedad actual: el impedimento de hacer lo que nos salga de las narices) están siendo coartadas. Pero nos equivocamos. Siempre hay algo peor y nada más terrible que una guerra a las puertas de casa, provocada por un fascista con sueños imperiales. Como aquella canción tan querida por el fascismo español, Montañas nevadas:

«La mirada clara, lejos,

y la frente levantada.

Voy por rutas imperiales

Caminando hacia Dios.»

No es una broma lo que está pasando y ahora sí que pende sobre nuestras cabezas una amenaza trágica, con el fascismo en ascenso en Europa, que solo necesita un poco de gasolina, para volver a transitar por rutas imperiales. O acaso es casualidad que todos los dirigentes fascistas de Europa, incluidos los de Vox, sean aprendices de Putin, teniendo en él una referencia para acabar con la democracia. Él y Donald Trump, que hace un par de días ha calificado de maravillosa la estrategia del ruso en Ucrania.

Putin es un sátrapa peligroso, con armas nucleares, que quiere volver a posicionar a Rusia en el tablero de potencias internacionales, algo que ya no es, y para ello no tiene, como se está viendo, empacho en provocar una guerra y amenazar con un sufrimiento indescriptible.

Estoy preocupado, muy preocupado, porque ahora mismo nada nos garantiza que el conflicto no se pueda extender, ni en qué medida nos va a afectar. Ni como el capitalismo mundial va a aprovechar la situación para ajustarse después de dos grandes crisis. Y porque además, la única solución posible fuera de la guerra a este conflicto la tiene China, que de momento se está frotando las manos.

Sostiene Putin que invade Ucrania porque es un país nido de neonazis protegidos por el Estado, entre otras excusas de mal pagador que está ofreciendo. Realmente desconozco ese dato, pero no creo que sea tan relevante como para invadir un país soberano. Pero si realmente es cierto, por qué no invadió Italia cuando gobernaba Salvino o lanza un ataque contra Hungría o Polonia, centros del nuevo neofascismo europeo; también podía haber invadido Grecia por consentir que Amanecer Dorado campara a sus anchas por el país. Incluso Francia, Alemania o España, todos ellos con un creciente a aumento de los partidos fascistas. No cuela, sobre todo en un personaje que tiene como asesor a uno de los principales pensadores del fascismo europeo Aleksandr Dugin y lleva años apoyando a partidos de ultraderecha en Europa como UKIP británico, el PND alemán o el Frente Nacional francés. En el caso de España no tengo datos, pero si no lo están haciendo ya, no es porque no lo quieran Abascal y sus correligionarios, sino por falta de interés del ruso. Una extrema derecha europea ahora desconcertada, que trata de desmarcarse de quien les ha estado alimentando durante años, o lo que es peor para ella, despechada al darse cuenta de que a lo mejor les ha estado utilizando para desestabilizar las democracias europeas. Y me van a perdonar los puristas de la democracia, pero de momento, no conozco otra mejor.

martes, 1 de febrero de 2022

Asalto al Ayuntamiento de Lorca

 


LORCA. Creo que a todos nos ha resultado inevitable relacionar el asalto al Capitolio de EEUU hace un año, con el asalto al Ayuntamiento de Lorca de hace un par de días. A esos energúmenos que se llaman ganaderos, solo les ha faltado una cornamenta de búfalo, en este caso de vaca frisona, para haberlo bordado. Claro, que muchos dirán que no se puede comparar uno con otro y yo me pregunto por qué. ¿A caso un ayuntamiento no es una institución democrática tan respetable como el Capitolio o el Congreso? No es una cuestión de tamaño, sino de dignificación de la democracia. Y condenar lo sucedido sin exigir responsabilidades es hacer un flaco favor a la representación de la ciudadanía que simboliza un ayuntamiento. No digamos ya, condenar y echar la culpa al ministro Garzón, lo que nos indica que para la derecha todo es bueno con tal de socavar al gobierno.

Me gustaría hacer dos preguntas a la fiscalía general del Estado:

1.       ¿Piensa intervenir de oficio contra el asalto violento a una institución democrática? Recordemos que por un intento de asalto a la Consejería de Economía de Cataluña, algunos independentistas catalanes acabaron en la cárcel, entre otras cosas, por la implacable actuación de la fiscalía, a los que acusó de rebelión.

2.       Y si en vez de energúmenos de extrema derecha, manejados y alentados por partidos y grupos ultraderechistas, hubieran sido radicales izquierdistas o antisistema los que hubieran asaltado un ayuntamiento gobernado por el PP. ¿Qué estaría diciendo la derecha? ¿Y la fiscalía?

Por dar una supuesta patada a un policía, un diputado de izquierdas es inhabilitado y se le retira su escaño. Por manifestarse frente al Congreso, no por asaltarlo, la fiscalía pide hasta siete años de cárcel  a 21 acusados (aquí si se les identifica rápidamente). Por participar en un piquete, la fiscalía pidió hace cinco años otros siete años de cárcel contra dos sindicalistas. No sigo, porque la lista se me hace muy vergonzosa.

Esperemos que lo de Lorca no quede impune, porque eso sí es un atentado grave contra la democracia, y que se llegue hasta el final sobre quiénes son los inductores de el asalto. Porque no se trata de un asunto de desórdenes públicos al acabar una manifestación. Por eso el tipo de los cuernos de búfalo, como sublimación del nuevo fascismo, ha vuelto a nuestra memoria.

  

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...