Resulta bastante inquietante que el Partido Popular no asuma el nivel
competencial que la Constitución otorga a las autonomías. Más grave, que trate
de confundirnos traspasando responsabilidades, que sólo le competen a las
comunidades autónomas, al gobierno central, cuando algún desastre natural saca
a la luz la incompetencia en la gestión de la que hacen gala los gobiernos
autónomos que ellos dirigen. Lo vimos durante la pandemia; con el volcán de La
Palma; ha sido de vergüenza cómo ha escurrido el bulto en la Comunidad
Valenciana con la DANA; y ahora, han tocado arrebato, para que parezca que la
mala gestión contra los incendios forestales en las comunidades que ellos
gobiernan, principalmente en todo lo que significa prevención contra los
incendios, parezca un “nuevo” despropósito del gobierno central, es decir, de
Pedro Sánchez, que se ha sentado a ver como arde España (sic Díaz Ayuso).
Han sacado el ventilador en sus medios de comunicación y tertulianos
afines, para disimular que sólo ellos son los responsables del desmantelamiento
presupuestario y político de los sistemas de emergencia autonómicos y el
desprecio a los trabajadores/as: bomberos, protección civil, etc., que muestran
su proyecto de un modelo económico y político que se desentiende de lo público,
alineándose con el negacionismo del cambio climático y las políticas verdes que
desde Europa y el gobierno central se impulsan.
Decía que resulta inquietante, que los defensores a ultranza de la
Constitución, cuando se trata de pasear la bandera, la patria y las pulseritas,
exijan al gobierno central que se inmiscuya en las competencias de exclusividad
autonómica, para disimular su mal gobierno, y se erijan como defensores a
ultranza de otras competencias, cuando chocan con su proyecto político de
defensa de los intereses de la oligarquía política y económica del país.
Sigue siendo triste, que la derecha en España haya abandonado su
impulso democrático y esté abonada al enfrentamiento salvaje y grosero con el
gobierno, incluso cuando se le debería presuponer sentido de Estado, en
aquellos asuntos que así lo exigen. Pero, claro, cuando uno define su proyecto
político, exclusivamente, en la negación del otro, cualquier cosa es
posible.
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