jueves, 20 de julio de 2023

23-J. El voto progresista frente a la mentira

 


Otra vez la mentira ha vuelto a ocupar gran parte del discurso de la derecha en campaña electoral. No es nuevo. Viene sucediendo desde José María Aznar y Mariano Rajoy. Lo que sucede en este verano de 2023, es que Núñez Feijoo ha hecho de la mentira su seña de identidad, y cuanto más se le atrapa en un engaño, más miente. Es como si en su cabeza no cupiese otra cosa, quizá porque no da para tener ideas coherentes que exponer o porque si las tiene las quiere ocultar o porque piense que los ciudadanos y ciudadanas somos un una panda de catetos que todo nos lo creemos. Incluso, a lo mejor, es posible que haya un poco de las tres cosas.

Adolf Hitler, que de esto sabía mucho, dijo que las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña. Esto es lo que trató de hacer José María Aznar cuando nos engañó a todos con la autoría del 11-M, pero, afortunadamente, le salió mal, porque ya llovía sobre mojado y cuando uno miente por norma, al final, deja de ser creíble. Decía Friedrich Nietzsche: No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra. Porque cuando uno o una miente demasiado acaba de ser creíble. Justo lo que le está pasando a Núñez Feijoo, que miente tanto que empieza a producir rechazo en mucha gente (esperemos que sea la suficiente para que no nos gobierne un mentiroso).

Además, en las mentiras encadenadas del Partido Popular, convertido en émulo del neofascismo de Vox, hay una dosis de desprecio tan grande a la inteligencia, que debería aterrarnos. Con ellas no sólo construyen una realidad paralela a acomodada a sus intereses, sino que extienden un tupido velo sobre todo aquello que no quieren que se sepa. A la sazón de estas elecciones: todos los avances que ha habido en España propiciados por el gobierno actual de coalición.

¿Qué tratan de ocultarnos con el machaqueo constante de que España es un desastre de país al borde del abismo? Todos y todas aquellas que no somos hooligans de la derecha o tienen intereses muy particulares para que esta gane, es decir, los que se pueden permitir vivir sin el paraguas de lo público, deberíamos ponernos a pensar si realmente lo que está diciendo Núñez Feijoo, Cuca Gamarra o González Pons es bueno para nosotros. Porque tratar de derogar o modificar o frenar el desarrollo de todas las leyes que han sido beneficiosas para la ciudadanía y el país con la cantinela del sanchismo como enemigo de España, lo único que esconde, de ahí tanta mentira, es que quieren volver a la época en la que la derecha campaba a sus anchas cercenando bienestar y derechos. Con el agravante de que en estas elecciones no vamos a elegir un modelo de gobernar u otro, que ya de por sí tendría que ser objeto de tener mucho cuidado a la hora de depositar el voto en la urna. Estamos ante un problema más grave, que tiene que ver con el ataque y el derribo del mismísimo sistema democrático. En estas elecciones lo que está en juego es la propia democracia como sistema político de convivencia, tolerancia, respeto y bienestar económico.  

No es baladí ni catastrofista lo que planteo. Nos estamos jugando la libertad de expresión, los servicios públicos, las pensiones, el derecho a que cada uno sea como quiera, la batalla contra la violencia de género, la igualdad de oportunidades, el respeto a las minorías, el salario mínimo, el ingreso mínimo vital, el incremento de las becas universitarias, la protección a los trabajadores/as con los ERTES, la mejor ley laboral que ha habido en España desde hace muchas décadas porque vuelve a situar al trabajador/a en el centro del sistema productivo, tener la inflación más baja de Europa, los precios de la energía contenidos gracias a la excepción ibérica, la transición energética y la protección del medio ambiente …, en fin todo lo que Núñez Feijóo trata de ocultar enfangándolo con mentiras, con un discurso apocalíptico de la realidad (hasta en Europa le han tenido que parar los pies en alguna ocasión) y con otra realidad que no deberíamos obviar, como es el blanqueo de la extrema derecha neofascista que ya está en los gobiernos de muchos ayuntamientos y comunidades autónomas.

Revertir la autosuficiencia que muestra Núñez Feijoo y el Partido Popular, tanta que ni siquiera tiene la cortesía hacia los electores de asistir al último debate que se celebra en televisión entre los cuatro candidatos más importantes a la presidencia del gobierno, está al alcance de la mano. Sobre todo si el votante progresista, sea del color que sea, asume que impedir la mentira y el retroceso político es posible dejando la papeleta de voto en la urna el próximo día 23 de julio.        

domingo, 16 de julio de 2023

23-J. La Reforma Laboral en el punto de mira

 


En febrero de 2022, Cuca Gamarra, que todavía era fiel a Pablo Casado, dijo que la Reforma Laboral era un cambio objetivamente malo…un paso hacia atrás… y que tendría una corta vida, solo hasta que el Partido Popular tomase las riendas. Núñez Feijoo defendió que sólo servía para maquillar las cifras del paro. Después, en su propaganda de derogación del sanchismo, la Reforma Laboral entraba en el paquete de lo que iba a hacer el ya autoproclamado presidente del gobierno. Pero como parece que alguien le ha dado un tirón de orejas, vuelve a desdecirse o mentir, y la Reforma Laboral del sanchismo ya es buena. Núñez Feijoo: Es sustancialmente una buena reforma, donde dije digo digo Diego. Incluso va más lejos en su impudor: Es la reforma del Partido Popular con algunos ajustes. ¿Dónde han quedado los exabruptos lanzados contra el gobierno y la propia reforma cuando se aprobó? El acuerdo del diálogo social supone un retroceso. El PP ni transige ni contemporiza ni se resigna cuando está en juego el empleo de los trabajadores (Cuca Gamarra, otra vez).

A ver si lo entendemos: la reforma laboral es mala, pero es la reforma que habría hecho el PP, con algunos ajustes, porque sustancialmente es una buena reforma (Es el alcalde el que quieren que sea los vecinos el alcalde). Seguimos con los juegos de palabras. Si no comprendemos lo que dicen, nunca se les podrá acusar de engañarnos. Parece que el antisanchismo se ha convertido en el juego del Scattergories, y se admite pulpo como animal de compañía, si esto vale para ganar. Lo que nos lleva a preguntarnos si los dirigentes del Partido Popular habrán dicho alguna verdad desde que empezó esta ya larga campaña electoral.

Yo me temo que sí. Porque si tengo que creerme algo es lo de que la Reforma Laboral es una mala Ley que el PP va a eliminar cuando tome las riendas. No nos tenemos que olvidar que está se halla en las antípodas de la que aprobó el gobierno de Mariano Rajoy, que tanto gusta a los populares. Porque no nos engañemos, a la derecha no le importa si los trabajadores y trabajadoras están protegidos en sus derechos laborales, tienen salarios justos y condiciones de trabajo dignas. Ya lo dijo muy explícitamente aquella diputada aplaudiendo a rabiar, Andrea Fabra, cuando Mariano Rajoy anunciaba recortes para los parados: ¡Qué se jodan!

Este es el verdadero espíritu que anida en el alma del Partido Popular: que trabajadores y parados se jodan, y si no haber nacido ricos… o corruptos. El espíritu que se plasmó en la Ley de Reforma Laboral del gobierno de Mariano Rajoy, que dejó a los trabajadores y trabajadoras, perdónenme la expresión, con el culo al aire ante los empresarios. En contraste con los ERTES activados por el sanchismo, que evitaron el desempleo de millones de trabajadoras/es y el cierre de muchas empresas. Hablando en román paladino, mientras el anterior gobierno del PP aumentaba las listas del paro con políticas laborales y de protección regresivas, el sanchismo frenaba, gracias a los ERTES, la pérdida de empleo derivada de la pandemia de coronavirus. Y negociaba con los agentes sociales una nueva Ley laboral que representa todo lo contrario al espíritu del PP en materia de derechos y salarios.    

Por eso no creo que ahora vayan a resistir la tentación de cambiar la reglas del juego. Y en caso de no derogar la ley y volver a las condiciones semiesclavistas de la anterior del Partido Popular, el truco está en los “ajustes”. Con algunos ajustes, ha dicho Núñez Feijoo. Porque ajustando ajustando, se convierte un traje de bailarín en un traje de luces: un recorte por aquí, un añadido por allá, un pespunte, un retoque donde carga el pantalón, y ya está: un torero de vicepresidente. No es nigromancia es caradura. El arte de magia está en convencernos que lo que ahora está bien, hay que cambiarlo a peor, aunque sea a hurtadillas.

Sería muy triste que dejándonos llevar por los cubiletes del trilero, perdiéramos todo lo avanzado en derechos laborales, que hemos ganado por culpa del sanchismo. Pero en España todo es posible si se presenta bien empaquetado. Algo al respecto dijo Otto von Bismarck: España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido.            

miércoles, 12 de julio de 2023

23-J. La mentira como instrumento político

 


Hay una frase atribuida a Groucho Marx que dice: El secreto del éxito se encuentra en la sinceridad y la honestidad. Si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho. Es decir, no se trata de ser honesto, sino de parecerlo. Y para que este axioma funcione, no hay nada más práctico que buscarte un enemigo a quien puedas presentar como un mentiroso patológico, capaz de vender su alma al diablo para conseguir sus propósitos. De esta forma, el que trata de parecer honesto, ya sólo tendrá que cebarse con el otro, para no tener ni siquiera que disimular. Cuando todas las culpas recaen sobre el mentiroso creado para exculpar tus propias mentiras, uno queda libre de pecado y puede presentarse como la Inmaculada Concepción, sin tacha que ensucie su imagen de honesto de bote.

Digo esto porque la política en España viene estando enfangada desde que José María Aznar, fundador del Partido Popular, nos engañó con el cuento de la guerra contra Irak y alcanzó la sublimación con la sarta de mentiras con las que nos hizo creer que el 11-M había sido obra de ETA. Desde ese momento el Partido Popular se instala en la farsa y hace de ella un instrumento político: recordemos las mentiras de Federico Trillo con el Yak-42; las falsedades, que sólo tenían como objeto confundir a la opinión pública, cuando los casos de corrupción del Partido Popular, que todavía colean, embarraron la política nacional, autonómica y municipal; las declaraciones del gobierno de Mariano Rajoy cuando nos decían que el rescate a la banca no iba a costar un euro a los españoles; en fin, no quiero aburrirles con un listado que podría ser como la historia interminable.

No parece que el gran mirlo blanco de la derecha española, el que iba a demostrar que puede ser honesta y gobernar alejada de espavientos y falsedades patológicas, Núñez Feijoo, vaya a cambiar la situación. Más bien al contrario, parece que la situación le ha cambiado a él, al ser un outsider que llega al Partido Popular, como último recurso, porque no hay manera de poner orden en ese Patio de Monipodio en que se había convertido. Y al igual que a Frankenstein, el entorno que le rodea le obliga a convertirse en un monstruo; en este caso, en un mentiroso. En palabras de Fernando Savater referidas a la creación literaria de Mary Shelley : ¿Acaso habrá algo más espantoso que tener conciencia de que uno no es más que un experimento brotado de un cementerio, que no tenemos padres ni familias…? A menos que realmente, Núñez Feijoo nunca haya sido ese político comedido y honesto que nos vendieron como salvación de España, y sea un dirigente fiero, ávido de poder, con cara de no haber roto un plato en su vida, y haya hecho de la mentira su gran obra para alcanzar el poder -volvemos a las palabras de Groucho Marx-, proyectando con el sanchismo un androide en el que volcar toda su perfidia, para aparecer él como un hombre bueno.

Toda la construcción de mentiras difundidas en los últimos tiempos, han tenido su máxima expresión, sin pudor alguno, en el debate a dos de esta semana. Sin decoro, sin disimulo, sin mala conciencia, el único objetivo era destruir a Pedro Sánchez, aunque ello supusiera enfangar el debate, la campaña, las elecciones y el país, hasta niveles de indecencia moral tan grandes que incluso el propio profesor Moriarty se sentiría avergonzado. ¿Qué se puede responder en un debate cuando tu contertulio sólo dice mentiras y a cada objeción se responde con otra mentira? Nada. Sólo desconcierto.

John F. Kennedy dijo: Aquellos que locamente buscaron el poder cabalgando a lomo de un tigre, acabaron dentro de él. Esto le está pasando a Núñez Feijoo, no sabemos desde cuando, a tenor de alguna foto comprometida que circula por ahí. Está cabalgando a lomos de un gran embuste y eso le va a perseguir siempre, llegue a ser presidente del gobierno o no, aunque no creo que a él y a su Partido les importe mucho. Quienes deberíamos estar preocupados somos los españoles, todos, votantes suyos o votantes de otras formaciones y abstencionistas. Porque podemos darle el poder de gobernarnos a quien ya antes de tenerlo nos está mintiendo y va a tener que desdecirse de muchas de sus mentiras. Pero ya sabemos que si hay algo que define bien a los españoles es que somos un pueblo de actos sin ideas e ideas sin actos. Apresúrense a comprar unas katiuskas, porque nos esperan cuatro años de fango, si san 23 de julio no lo remedia.      

lunes, 10 de julio de 2023

¡¡Qué te vote Txapote!!

 


¡Qué te vote Txapote! ¿Es esto todo lo que tiene que decir la derecha de cara a las elecciones del 23-J? ¿Este es el cambio que promete Núñez Feijoo si gana las elecciones? No parece que tenga mucho contenido político el lema, pero sí resume, muy bien, la campaña que el PP lleva meses protagonizando contra el presidente del gobierno, cargada de epítetos y ninguno bueno: traidor, felón, mentiroso compulsivo, ridículo, irresponsable, incapaz, ególatra, chovinista del poder, escarnio de España, incompetente, okupa, capo de la mafia, déspota, adanista…, solo por poner algunos ejemplos, a los que habrá que añadir lo que se les ocurra de aquí a las elecciones. Una campaña que da sus frutos, gracias a unos medios de comunicación persistentes, aglutinando todos esos descalificativos, en ese sentimiento que recorre España de antisanchismo, resumido, ahora, en ¡Qué te vote Txapote!

El Partido Popular insiste en mantener la ficción de que ETA todavía existe -incluso por encima del criterio y el enojo de las víctimas del terrorismo etarra, hartas de ser el ariete de la derecha contra el gobierno-, porque tienen que crear discurso que les permita alejarse de los logros del gobierno progresista y, de paso, no explicar qué piensan hacer ellos, realmente, si ganan las elecciones. Por eso, no tienen empacho de sacar del olvido a un asesino, paseando su nombre por toda España. A todo esto, Txapote debe estar bailando un aurresku en agradecimiento al Partido Popular, por volver a ponerle en el pico de la actualidad.

Aunque, realmente, a Núñez Feijoo, Díaz Ayuso y todo el organigrama político del PP, Txapote les importa bien poco, salvo para hacernos creer que el gobierno de Pedro Sánchez ha sido esclavo de los intereses del independentismo vasco a través de Bildu. Como si Pedro Sánchez hubiese firmado un pacto de gobernabilidad con la izquierda abertzale, y no acuerdos puntuales a leyes que han sido beneficiosas para la inmensa mayoría de los españoles. No ha habido pacto de gobierno, como sí tiene el Partido Popular con la extrema derecha, a la que está permitiendo entrar en gobiernos municipales y autonómicos; pactos que están rompiendo la convivencia democrática y el retroceso en muchos aspectos que sí, a pesar de lo que muchos de los apuntados al antisanchismo crean, va a afectar directamente a nuestras vidas.

No sé si fue una traición a España las 57 veces que PP y Bildu votaron conjuntamente en el Parlamento Vasco entre 2016 y 2019; o que ambas formaciones negaran su voto a la Ley de Reforma Laboral en el Congreso de España; o los acuerdos del PP con Bildu para que Javier Maroto fuera alcalde de Vitoria; o que concejales del PP brindaran en 2011 con correligionarios de la recién constituida Bildu en el Ayuntamiento de San Sebastián. Nada de eso importa, porque significa normalización democrática entre partidos que aceptan las reglas del juego. Pero ahora no son ellos los que pactan, acuerdan o brindan, es el gobierno progresista de Pedro Sánchez, y contra el sanchismo, todo vale.

¿Y los que vamos a votar a los partidos progresistas, somos también Txapote? ¿Estamos alineados con el terrorismo de ETA, de una ETA que hace 12 años que ya dejó de existir? Si votar progreso social, igualdad, derechos y extensión del estado de bienestar, es votar Txapote, tenemos un problema en este país: que vamos a ser muchos millones de txapotes, lo que al criminal de ETA y sus amigos, les puede mandar un mensaje equivocado y piensen que, al final, ellos y sus crímenes estaban en posesión de la verdad.

jueves, 6 de julio de 2023

23-J. Otra vez la censura. La cultura en peligro

 


Mira, Sancho, por el mismo que denantes juraste te juro, dijo don Quijote, que tienes el más corto entendimiento que tiene ni tuvo escudero en el mundo: ¡qué!, ¿es posible que en cuanto ha que andas conmigo, no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés? Y no porque sea ello así, sino porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores, que todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto y según tienen la gana de favorecernos o destruirnos. Este es un fragmento del capítulo 25 de la primera parte del Quijote. Lo escribió Cervantes hace más de cuatrocientos años y parece que nada haya cambiado en el siglo XXI, a pocos días de unas elecciones que pueden ser un portazo a la caterva de encantadores que se están haciendo con el poder en España, o piensan que lo tienen al alcance de la mano; o, si se alzan con la victoria, la conquista de la ciudad de Troya, como símil de la España que ha contenido el neofascismo durante los últimos años, una vez que han conseguido introducir en ella el caballo de la mentira y el populismo (¡qué bien lo define don Quijote!) en forma de medios de comunicación y redes sociales.

Quizá a algunos de ustedes lo anterior les parezca una exageración. Por eso les invito a leer, otra vez, la arenga que don Quijote le hace a Sancho, que anda un poco corto de entendimiento y no es capaz de ver más allá de lo que tiene delante de sus ojos.

Porque lo que estamos oyendo, viendo y sintiendo en las últimas semanas, en las que la extrema derecha y la derecha extrema han copado una parte importante del poder municipal y autonómico, debería hacernos pensar que el objetivo de tanto encantador y caballero andante es poner patas arriba la democracia, entendiendo esta como un estado de libertades, que están por encima de esa libertad parrandera y de fin de semana por la que abogan los mismos que quieren cercenar la libertad de pensamiento, palabra y obra.

¿A qué obedece si no, que la censura haya vuelto a España después de casi cincuenta años de libertad democrática? ¿No está en peligro la democracia cuando se empiezan a censurar obras de teatro y películas que hablan de sexo, género, memoria histórica y feminismo, de momento? Si con poco poder se está censurando la cultura, imagínense lo que puede suceder si alcanzan un poder mayor.

Para censurar sólo hay que empezar, porque se hace sobre todo aquello que a quien regenta el poder no le gusta. A esos defensores de la moral, la patria y sus bolsillos, que estamos dando pábulo político y cobertura mediática. Porque de lo que se trata es de impedir que nada pueda poner en cuestión sus intereses y la construcción de una sociedad aborregada, miedosa, inculta y acrítica. Por ello se empieza por una obra de teatro, un beso lésbico en una película de dibujos animados, una retirada de banderas que no gustan al concejal de turno, etc., y se acaba censurando libros, medios de comunicación no afines, artículos de prensa, libertad de cátedra, canciones, formas de vestir, etc., etc., etc. Nada que los más antiguos del lugar no hayamos conocido cuando la dictadura franquista dirigía el país a su antojo.

Porque al final, estas elecciones van de eso. De no volver a los tiempos pasados en los que  teníamos libertad para tomar cañas, pero no para leer lo que queríamos o ver la película que nos hubiera apetecido ver.  

Va de cultura, algo que a la derecha extrema y la extrema derecha no les gusta mucho, porque la cultura si no es libre, no es cultura. Si no abre nuestras entendederas para conformar un pensamiento crítico capaz de colocar al poder delante de un espejo mágico que les diga la verdad de lo que es y hace, al igual que le pasaba a la madrastra de Blancanieves, no sirve para nada. Esto lo saben muy bien la caterva de encantadores a los que hacía alusión don Quijote, y por eso, ni siquiera han sido capaces de esperar a que pasen las elecciones, para empezar a censurar. Están tan seguros de que las van a ganar, de que el Partido Popular es uno más de ellos, y de que Núñez Feijoo no va a mover un dedo en defensa de la cultura, si esto le supone no poder gobernar, que ya no tienen, ni siquiera, el pudor del disimular.

España es un país tolerante, pero cada vez más ciego, y dice el refrán, que quien se acuesta con niños amanece mojado. Pues quien se acueste con fascistas amanecerá amordazado. Cervantes, que muchas veces parece un nigromante por su capacidad para retratar el futuro, aunque lo tiene fácil, porque en determinados asuntos nada cambia bajo el sol pase el tiempo que pase, nos avisa para que estemos pendientes de las necedades, las quimeras y los desatinos de quienes hoy aparecen como caballeros andantes o piensan vender su alma al diablo.

lunes, 3 de julio de 2023

23-J. Derogar, revisar..., retroceder

 


Convendría que quienes se han dejado atrapar en la izquierda y el centro izquierda por el discurso negacionista de la política y los políticos, o quienes se han apuntado al antisanchismo sin ponerse a pensar qué significa esto, recordaran aquellos viernes de reformas en los que la vicepresidenta del gobierno del Partido Popular, Soraya Sáez de Santamaría, anunciaba leyes y medidas, que bajo la apariencia de modernizar España, lo que realmente significaban era un retroceso en derechos civiles, laborales, sociales…, sin dejar atrás la regresión en medioambiente, sanidad pública, educación, pensiones, servicios sociales y reparto injusto de la riqueza y la austeridad entre clases sociales; en definitiva, aquellos viernes en los que el Partido Popular, él solito, sin extrema derecha, empezó a desmantelar el incipiente estado de bienestar que la democracia, sobre todo en los periodos de gobiernos socialistas y progresistas, estaba implantando en España. También podríamos hacer un esfuerzo de memoria (por algo será que lo de la memoria no le interesa a la derecha) y recordar los anuncios que hacía el candidato a presidente, Mariano Rajoy, de regenerar España. España necesita un cambio, empezaba su programa electoral, pasando a continuación a dedicarl una enciclopedia de improperios al Partido Socialista, como el leviatán que había llevado a España a la ruina (¿Les suena de algo esto?), para luego hacer justo todo lo contrario de lo que prometieron para la regeneración del país.

En algún momento de su vida dijo Mark Twain: La historia no se repite pero rima. Pero en esta campaña electoral para las elecciones del 23-J, rima tanto lo que dice el PP con la de 2011, que más bien parece un estrambote de la historia que ya vivimos hace unos años, plagada de mentiras, sobreactuaciones e improperios de bastante mal gusto contra el presidente Zapatero. Hemos pasado del antizapaterismo al antisanchismo, en la dialéctica electoral de la derecha, como únicos argumentos electorales. Todo obedece a una estrategia que consiste en levantar una cortina de humo, para que la ciudadanía no sepa realmente cuáles son las verdaderas intenciones que esconde el Partido Popular, si llega al gobierno.

Hay que derogar el sanchismo, dice Núñez Feijoo, cuando realmente lo que está diciendo es que va a derogar todas las políticas progresistas implantadas por el gobierno de Pedro Sánchez en derechos sociales y civiles; todas las políticas laborales implementadas y acordadas por la vicepresidenta Yolanda Díaz; todas las políticas de género puestas en marcha desde el ministerio de Igualdad dirigido por Irene Montero; todas las políticas económicas, dirigidas por la ministra Nadia Calviño, que están haciendo de España uno de los países más prósperos de la Unión Europea; todas las políticas medioambientales y de transición energética que salen del ministerio de Transición Ecológica, dirigido por María Teresa Ribera; en definitiva, y para no extenderme más: todas las políticas de modernización y extensión del estado de bienestar que el gobierno actual ha desarrollado, que, por supuesto, no son del gusto de la derecha y la extrema derecha, más partidarias de echar el cerrojo al progreso y la justicia social.

Es por ello que Núñez Feijoo quiere derogar, pero sin que lo parezca. Igual que pacta con la extrema derecha de Vox, haciéndonos creer que es lo mejor para España y que no son pactos, sino acuerdos de gobierno, como si fuera igual gobernar mirando a una España que nos recuerda demasiado al pasado más inmediato, que a un España de progreso y avances sociales, culturales y económicos. Así, desde ahora Núñez Feijoo ya no va a derogar nada, sólo va a revisar. Claro que no dice lo que va a revisar, porque revisando, revisando nos podemos volver a dar de bruces con nuevos recortes sociales y una regresión en derechos laborales, de género, LGTBI, etc., que al final sean como si se hubiera derogado todo. Es la utilización de un lenguaje perverso que es más un trampantojo, con el que nos quieren hacer ver que una cosa es lo que realmente no es.

Y no se trata de ser catastrofista o de que avanzar o retroceder sea una cuestión ideológica, no. Hay ideologías, que en sí mismas son retrógradas, y si no que nos expliquen que puede significar eliminar el derecho al aborto, la eutanasia, la libertad de elección de género y sexo, la lapidación de la memoria histórica, etc. Objetivamente, aunque a muchos les guste o les dé igual, es una involución, igual que lo fueron los viernes de reformas de Soraya Sáez de Santamaría y los serán, en este caso los martes, si Núñez Feijoo acaba siendo presidente del Gobierno, con o sin el apoyo de la extrema derecha.       

  

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...