viernes, 16 de febrero de 2024

Una mascletá en Madrid

 


Me parece una magnífica idea tirar una mascletá en Madrid; les aseguro, para quien no lo haya vivido, que es una experiencia inolvidable, pero, realmente, con lo grande que es Madrid, ¿no había otro sitio para tirarla? ¿Tiene que ser justo en una zona de recuperación natural de fauna y vegetación? ¿Era necesaria esta polémica absurda? La mascletá es toda una tradición valenciana, de toda la Comunidad o región, como usted prefiera, no sólo de Valencia capital; en Castellón, por  poner un ejemplo, durante las fiestas de la Magdalena, se tiran varias, muchas de ellas magnificas. Es más las fiestas la inaugura una poderosísima mascletá. Que haya otros territorios de España o del extranjero interesados en dar espectáculo con un ruido que encoge el alma, dice mucho de la potencia festiva que tiene una mascletá. Por eso, el Ayuntamiento de Madrid debería haber sido un poco más cuidadoso a la hora de elegir ubicación. Como consejo: la mascletá tiene un efecto mucho más excitante cuando se tira entre edificios, no en medio del campo.

Además, no es la primera que se va a hacer en la capital de España, como lo están vendiendo algunos medios de comunicación. Ya a principios de los años 80 del siglo pasado, yo asistí a una y quedé fascinado, como colofón de un Festival Internacional de Teatro que se celebró en Madrid. ¿Saben dónde se tiró? En la Plaza de España.

Claro que ahora, un evento tan ruidoso podría espantar turistas, o así lo deben entender las autoridades madrileñas. La alcaldesa de Valencia, que ha salido a defender la realización de la mascletá en Madrid, podría explicarles que eso en Valencia no pasa, más bien al contrario, los atrae. Claro, que en la capital del Turia, las mascletás se tiran en un ambiente festivo y propicio para ello, no como una ocurrencia de “Això també ho faig jo”, no vaya a ser que pensamos que Madrid es menos que nadie. Ya saben Madrid es España, España es Madrid.

Un consejo: ¡No lleven a su perro! Se lo agradecerá de por vida.  

domingo, 11 de febrero de 2024

La grandeza del cine en los Premios Goya

 


Ayer me di un atracón con la gala de los Premios Goya, y tengo que decir que nunca me defrauda por lo que tiene de significante para el cine y la cultura española e hispanohablante. No voy a entrar en consideraciones acerca de si la gala fue larga o corta, o si estuvo entretenida o no, porque, entre otras cosas, no me interesa, sabiendo que se trata, única y exclusivamente, de la gran fiesta del cine español y no un programa televisivo de variedades. Tampoco voy a entrar en si esta película se mereció más o se mereció menos, porque eso son valoraciones muy subjetivas, que pueden hacer desviar la calidad que tienen las premiadas, las candidatas y otras que no lo han sido; ni todas pueden estar ni todas pueden ganar. Posiblemente cada uno de ustedes, que están leyendo este escrito, tenga sus preferencias sobre si los ganadores/as se lo han merecido o no. A fin de cuentas, no todo el mundo puede ganar y unas veces les toca a unos y otras a otros. Este es el juego de cualquier premio y en este, como en todos, influyen muchos factores, que al espectador corriente como yo se nos escapan, y no por eso, las premiadas y las que se quedan con la miel en los labios dejan de ser grandes películas, grandes actores, grandes actrices o grandes cineastas en el sentido amplio de la palabra: productores, directores, técnicos, guionistas, etc., etc. etc. Además, creo que Los Goya son unos premios con un sistema de votación bastante fiable y democrático, en la medida de que son los propios académicos, es decir, el mundo del cine, en voto secreto y sin reuniones de jurado, los que deciden quienes van a alcanzar la gloria de ser candidatos o se van a elevar hacia el Olimpo cinematográfico, sosteniendo el busto de Goya que, por cierto, podrían buscar un busto que tuviera menos cara de enfadado.

Lo importante es que candidatos y premiados son, ineludiblemente, la mejor representación del cine español en este momento, y eso es una certeza que no deberíamos cuestionar, al margen de nuestros gustos, cayendo en ese relativismo negativo que impregna la sociedad, hasta el punto de cuestionar las cosas más evidentes. En un momento de nuestra historia en el que negacionistas de todo tipo, antivacunas, antisistema, terraplanistas, populistas de esto lo arreglo yo en dos patadas, mentirosos, propagadores de noticias falsas y redes sociales abonadas al disparate y el odio, tener certezas es muy importante, uno de los mensajes que nos dejan los Premios Goya es que el cine español está más vivo y vigoroso que nunca, con unos niveles de calidad excelentes; que necesita nuestro apoyo como espectadores/as; que si no hay una política comprometida de ayudas públicas no es posible hacer buen cine; que el cine es un bien de interés cultural que no se puede dejar al margen de la planificación cultural de un país; que los cineastas viven, en muchos casos, en la precariedad, frente a los mensajes de odio que los criminaliza como unos estómagos agradecidos al poder; y, por último, que sigue representando la voz que nos sitúa frente a los grandes problemas que tiene la sociedad y la humanidad, a pesar de los intentos de silenciarla desde determinados estamentos de poder, a los que no les gusta que se sepa lo que hacen y/o piensan hacer.  

Los Premios Goya, además, nos muestran la fortaleza que tiene el cine en todas las lenguas oficiales de España, algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos, porque esto sí es un signo de la diversidad cultural y lingüística que tenemos. También nos dice que es en esa diversidad cultural en donde se encuentra la verdadera unidad de España como proyecto de país. Pero también nos hace ver que es en la inclusión del diferente, en la aceptación de lo que cada uno o cada una es, por nacimiento o por socialización; en la fortaleza de la igualdad, como una seña de identidad que nos pone a todos en su sitio, sin desprecio por razones de género, sexo, raza, procedencia, capacidades o gustos culinarios, donde podemos construir una sociedad en la que quepamos todos. No me quiero olvidar del “Se acabó”, como denuncia de una situación de violencia, miedo y abuso de poder contra las mujeres y colectivos LGTBI, que se vive en el cine y en toda la sociedad, cada vez más impregnada de mensajes machistas.  

Todo esto es la nobleza del cine, que cada año se expresa y se agranda en la celebración de los Premios Goya, más allá de las disquisiciones de si la gala pudiera haber sido mejor o peor. Enhorabuena a los premiados, a los no premiados, a la Academia del Cine Español, a los espectadores, a quienes desde lo público o lo privado apoyan y apuestan por el cine y a todos los espectadores/as que regularmente van a las salas de cine o pagan una plataforma para verlo en la TV. Porque, a fin de cuentas, el cine, como la literatura, como el teatro, son expresiones artísticas de la vida misma, y ahí es donde reside su grandeza.

 

viernes, 9 de febrero de 2024

Tractores en la carretera

 


Tengo que reconocer que las protestas de los agricultores me generan sentimientos contradictorios, al pensar que detrás de ellas no todo lo que se reivindica es para mejorar la vida y la profesión de aquellos que se dedican a la agroalimentación, sino la utilización del campo por otros intereses que distan mucho de sus demandas. Aquí se mezclan churras con merinas, y ya saben, a río revuelto ganancia de pescadores. Porque en estas marchas hay mucho señorito, mucho terrateniente, mucho dueño de grandes explotaciones, mucho negacionista y mucho fascista tratando de capitalizar el descontento de cara a las elecciones europeas. Esto también va de eso, de posicionarse con discursos fáciles y simplones a ver si en junio la extrema derecha controla el Parlamento de la UE. ¿Realmente creen que si la extrema derecha llega a gobernar en la UE, la PAC va a seguir regando de euros al campo en Europa? No se ven jornaleros ni trabajadores/as del campo ni inmigrantes, posiblemente explotados por algunos de los que van subidos a los tractores.

Así pues, los agricultores y ganaderos que trabajan medianas y pequeñas explotaciones, vuelven a ver sus demandas diluidas entre un totum revolutum de reivindicaciones, que acaban ocultando el verdadero motivo de las protestas. Porque sus demandas son justas, en la medida de que se está produciendo un agravio comparativo entre las exigencias de producción dentro de la Unión y la laxitud de estas exigencias para los productos que vienen de fuera. O por la indefensión que tienen frente a los grandes distribuidores y cadenas comerciales, que les obligan a vender a pérdidas o tirar la mitad de la cosecha, entre otras muchas imposiciones.

Tienen razón los agricultores y ganaderos de protestar, porque el campo lleva mucho tiempo siendo el patito feo de la economía, sometido a los vaivenes de los acuerdos estratégicos, comerciales y políticos, nacionales e internacionales, más proclives hoy a producir en donde los costes son más bajos, al igual que sucede en otros sectores, producto de las políticas de libre comercio.

Por eso, no deberían dejarse llevar por los intereses de sectores ajenos a sus problemas, que sólo buscan beneficios que poco o nada tienen que ver con la agroalimentación. Es esencial que centren el objetivo de sus propuestas y el foco hacia donde tienen que dirigirlas. Ni señoritos ni hijos de marquesas ni propietarios de grandes explotaciones ni fondos de inversión ni rentabilidades políticas de la extrema derecha van a solucionar sus problemas. ¿O acaso han pensado que cuando el terrateniente consiga aumentar sus beneficios vía subvenciones, sin producir apenas; o cuando el mercado agroalimentario se alinee con los intereses de las grandes empresas agrícolas; o cuando pasen las elecciones europeas y a la extrema derecha ya no le interese el campo, sus problemas se van a solucionar?

El campo es la despensa, no solo de las ciudades, también del ámbito rural, y ni se debe abandonar al albedrío del libre comercio ni se debe dejar manipular por intereses espurios, que nada tienen que ver con sus verdaderos problemas.        

 

La peligrosa huída hacia adelante de Israel y EEUU

  Netanyahu, EEUU y algún que otro país occidental demasiado implicado en su apoyo a Israel, haga lo que haga, sólo tienen una salida al con...