Otra
vez la mentira ha vuelto a ocupar gran parte del discurso de la derecha en
campaña electoral. No es nuevo. Viene sucediendo desde José María Aznar y Mariano
Rajoy. Lo que sucede en este verano de 2023, es que Núñez Feijoo ha hecho de la
mentira su seña de identidad, y cuanto más se le atrapa en un engaño, más miente.
Es como si en su cabeza no cupiese otra cosa, quizá porque no da para tener
ideas coherentes que exponer o porque si las tiene las quiere ocultar o porque piense
que los ciudadanos y ciudadanas somos un una panda de catetos que todo nos lo
creemos. Incluso, a lo mejor, es posible que haya un poco de las tres cosas.
Adolf
Hitler, que de esto sabía mucho, dijo que las grandes masas sucumbirán más fácilmente
a una gran mentira que a una pequeña. Esto es lo que trató de hacer José María
Aznar cuando nos engañó a todos con la autoría del 11-M, pero, afortunadamente,
le salió mal, porque ya llovía sobre mojado y cuando uno miente por norma, al
final, deja de ser creíble. Decía Friedrich
Nietzsche: No que me
hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra. Porque
cuando uno o una miente demasiado acaba de ser creíble. Justo lo que le está
pasando a Núñez Feijoo, que miente tanto que empieza a producir rechazo en
mucha gente (esperemos que sea la suficiente para que no nos gobierne un
mentiroso).
Además, en
las mentiras encadenadas del Partido Popular, convertido en émulo del
neofascismo de Vox, hay una dosis de desprecio tan grande a la inteligencia,
que debería aterrarnos. Con ellas no sólo construyen una realidad paralela a acomodada
a sus intereses, sino que extienden un tupido velo sobre todo aquello que no quieren
que se sepa. A la sazón de estas elecciones: todos los avances que ha habido en
España propiciados por el gobierno actual de coalición.
¿Qué
tratan de ocultarnos con el machaqueo constante de que España es un desastre de
país al borde del abismo? Todos y todas aquellas que no somos hooligans de la
derecha o tienen intereses muy particulares para que esta gane, es decir, los que
se pueden permitir vivir sin el paraguas de lo público, deberíamos ponernos a
pensar si realmente lo que está diciendo Núñez Feijoo, Cuca Gamarra o González
Pons es bueno para nosotros. Porque tratar de derogar o modificar o frenar el
desarrollo de todas las leyes que han sido beneficiosas para la ciudadanía y el
país con la cantinela del sanchismo como enemigo de España, lo único que
esconde, de ahí tanta mentira, es que quieren volver a la época en la que la derecha
campaba a sus anchas cercenando bienestar y derechos. Con el agravante de que en
estas elecciones no vamos a elegir un modelo de gobernar u otro, que ya de por
sí tendría que ser objeto de tener mucho cuidado a la hora de depositar el voto
en la urna. Estamos ante un problema más grave, que tiene que ver con el ataque
y el derribo del mismísimo sistema democrático. En estas elecciones lo que está
en juego es la propia democracia como sistema político de convivencia, tolerancia,
respeto y bienestar económico.
No es
baladí ni catastrofista lo que planteo. Nos estamos jugando la libertad de expresión,
los servicios públicos, las pensiones, el derecho a que cada uno sea como
quiera, la batalla contra la violencia de género, la igualdad de oportunidades,
el respeto a las minorías, el salario mínimo, el ingreso mínimo vital, el
incremento de las becas universitarias, la protección a los trabajadores/as con
los ERTES, la mejor ley laboral que ha habido en España desde hace muchas décadas
porque vuelve a situar al trabajador/a en el centro del sistema productivo, tener
la inflación más baja de Europa, los precios de la energía contenidos gracias a
la excepción ibérica, la transición energética y la protección del medio
ambiente …, en fin todo lo que Núñez Feijóo trata de ocultar enfangándolo con
mentiras, con un discurso apocalíptico de la realidad (hasta en Europa le han
tenido que parar los pies en alguna ocasión) y con otra realidad que no deberíamos
obviar, como es el blanqueo de la extrema derecha neofascista que ya está en
los gobiernos de muchos ayuntamientos y comunidades autónomas.
Revertir la
autosuficiencia que muestra Núñez Feijoo y el Partido Popular, tanta que ni
siquiera tiene la cortesía hacia los electores de asistir al último debate que
se celebra en televisión entre los cuatro candidatos más importantes a la
presidencia del gobierno, está al alcance de la mano. Sobre todo si el votante progresista,
sea del color que sea, asume que impedir la mentira y el retroceso político
es posible dejando la papeleta de voto en la urna el próximo día 23 de julio.
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