lunes, 8 de noviembre de 2021

Al poder no le asusta el cambio climático

 

¿En algún  momento hemos creído que las grandes corporaciones internacionales iban a dejar de obtener beneficios estratosféricos porque el planeta se esté recalentando y convirtiendo en un microondas? ¿Nuestra ingenuidad es tan grande que nos hace invulnerables a la mentira y la manipulación? Al gran capital solo le interesa amasar dinero, porque la plata, como diría una argentino, proporciona lo que más anhela cualquier ser humano: el poder. Y el poder disuelve cualquier neurona capaz de empatizar con los problemas de la población. A fin de cuentas, si en algún momento la vida en la tierra se vuelve imposible, ellos ya tendrán su alternativa de salvación, como bien nos recuerda la ciencia ficción en libros y películas.

En una situación de deterioro del medio ambiente y la naturaleza como la que estamos viviendo sin que nadie con autoridad lo remedie, con la aquiescencia de la ciudadanía que sigue apoyando con su voto, en los países democráticos, a los mismos que están arruinando la vida tal como la hemos conocido hasta ahora; eso sin contar que cada vez se apoyan más a los movimientos de extrema derecha, que no dejan de ser la sublimación del neoliberalismo más salvaje por  mucho que traten de disimular con sus discursos populistas, no nos ha de extrañar que las predicciones más distópicas estén más cerca de lo que se puede llegar a creer.

A veces pienso que el interés de la ciencia, no tanto de los científicos como de quien los paga, por encontrar  nuevos mundos habitables, no es más que un barniz que oculta, con brillo, las verdaderas intenciones del poder, que  no son otras que las de asegurarse un lugar confortable en el universo conocido, si la cosa se pone mal para vivir en la Tierra. No quiero parecer agorero, pero…

Hace muchos años, cuando los de mi generación éramos felices e indocumentados (parafraseo el título de un libro de García Márquez publicado en 1973) y empezábamos a pelear contra la energía nuclear, sí, esa que ahora muchos quieren mostrarnos como una alternativa limpia contra el cambio climático, un amigo mío escribió en una revista de barrio que la energía solar, entonces no se hablaba de energías alternativas, solo avanzaría cuando las grandes multinacionales energéticas se hicieran con el negocio. Lucidez meridiana la de mi amigo Luis.

Nada de economías locales y sostenibles ni de producción energética dispersada en pequeños proyectos viables. Ya se encargan los gobiernos de que así no sea. Si el gran capital no mete la mano en el futuro energético nos encontraremos con un mundo parecido al de Elysium, película de 2012, dirigida por Neill Blomkamp.

Aunque siempre queda una esperanza, la de que la sociedad se organice en la búsqueda de un futuro más sostenible, seguro y viable, protestando en la calle y votando a quienes sí estarían dispuestos a cambiar el rumbo de este  despropósito al que hemos llegado. Nosotros somos incapaces de asegurar un futuro mejor a nuestros hijos y les toca a ellos deshacer el entuerto en el que les hemos metido.

 

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