En tiempos difíciles para la cultura es una buenísima noticia el
nacimiento de un club de lectura, y mucho más si este se encuentra ubicado en
un centro educativo, lo que dice mucho en favor de quienes lo han puesto en
marcha. Porque no nos engañemos, si la literatura no asienta bien sus raíces en
la educación y la lectura no se convierte en un hábito entre los jóvenes, su
futuro será más pobre, más triste y difícil. Leer es un ejercicio contra la
ignorancia, además de bastante divertido, lo que supone tejer un antídoto
contra el miedo que día a día nos inoculan para paralizarnos y convertirnos,
poco a poco, en seres diletantes y acríticos con el mundo que nos rodea,
incluido el nuestro propio. Pero además, es una acto de socialización, porque
más allá de la soledad que representa el acto de la lectura, nos introduce en
una comunidad de lectores que comentan, hablan, discuten, recomiendan y sienten
pertenecer a un cosmos que tiene un espacio reconocible por todos: el de la
lectura. Los humanos somos gregarios y leer contribuye a fortalecer esos lazos
de socialización necesaria para nuestro bienestar mental.
Volviendo al principio: participar en el
nacimiento de un club de lectura es un privilegio y un honor como escritor, y a
mí, ayer, me tocó vivirlo en el Club de Lectura del IES Matilde Salvador
en Castellón de la Plana. El entusiasmo, la ilusión y las ganas de crear un
ámbito cultural y social en torno a los libros y la lectura se podía palpar
entre sus miembros, la gran mayoría mujeres, por cierto, como viene siendo
habitual en estos menesteres.
Iniciativas como la que se está llevando a
cabo en el Matilde Salvador, deberían ser imitadas en todos los
institutos del país, para que el alumnado perciba que leer es un acto normal,
compatible con sus gustos, modas y formas de comunicarse. Y para ello, el empuje
de profesores y profesoras es muy importante en la tarea de lograr que los
libros sigan siendo un patrimonio cultural y social imprescindible para el
progreso, la convivencia y el ocio.
Enhorabuena a las impulsoras del club de
lectura, a los miembros que participan en la iniciativa y al IES Matilde
Salvador, por facilitar su puesta en marcha. Y felicidades a toda la
comunidad educativa del centro, porque, aunque muchos no lo sepan todavía, el
instituto ha crecido como centro de formación y espacio abierto al conocimiento
universal que dan los libros. Que tontería, solo con poner en marcha un club de
lectura.
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