jueves, 27 de mayo de 2021

Indultos

 


Desde el año 1996 se han concedido 10.652 indultos en España, algunos de ellos sonados, como los de los golpistas Alfonso Armada o Milans del Bosch, entre otros personajes públicos, ligados de alguna manera o de otra al poder y al imperante bipartidismo durante años. Como entonces, los indultados eran de la simpatía de uno u otro bando ideológico, nadie ponía el grito en el cielo cuando se liberaba a algún condenado amigo. Digamos, que había un pacto tácito entre derecha e izquierda para indultar a personajes afines.

En cualquier caso, el indulto es una medida de gracia, que otorga el gobierno y que más allá de las connotaciones políticas, en los casos anteriormente citados, puede tener un fin humanitario o de hacer justicia cuando la ley se muestra injusta con algunas personas. Aunque chirría un poco que la Ley aplicable para indultar sea de 1870, aprobada en plena Revolución de la Gloriosa, cuando se puso fin al reinado de Isabel II y la dinastía de los Borbones en España, aunque fue solo temporalmente. Tiempo ha habido para renovarla después de 150 años. Ya saben que en España hay cosas que nunca se tiene prisa por cambiar.

Pero cómo es preceptivo en este país en los últimos años, la derecha, que parece que tampoco ha cambiado en el último siglo y medio, se ha vuelto a lanzar al monte al igual que lo hace siempre que pierde unas elecciones y el sinfín de oportunidades que les ofrece estar en el gobierno. Y todo, absolutamente todo lo que haga el actual ejecutivo estará mal y supondrá un peligro para la unidad de España y la sumisión de los españoles. Siempre el mismo espantajo, que coloca en una situación de desafección patriótica a la parte del país que entiende que España no es la nación centralista/madrileñista que nos hacen creer, sino la suma de muchos territorios, algunos de ellos con derechos históricos (recordemos que fue el borbón Felipe V el que acabó con ellos, recentralizando España, al aplicar en toda la monarquía las leyes de la entonces Corona de Castilla).

En este contexto de negar la mayor al gobierno en todas sus acciones y de idea centralista de España, es imposible que los indultos a los condenados del procés no se conviertan en munición de alto calibre para la derecha, que ve en ellos una oportunidad para derribar al gobierno actual. Porque no nos engañemos, al Partido Popular los indultos le importan un bledo, para ellos lo importante es tener artillería para que puedan seguir con su acoso y derribo, hasta la victoria final. Nada nuevo que no venga sucediendo a lo largo de los meses de pandemia; ni siquiera en este asunto tan grave para la salud de la población han sido capaces de aflojar la cuerda que tratan de poner en el cuello del gobierno.

Así que, otra vez más, vuelven a agitar los fantasmas de la unidad de España, la bandera y la traición de todo el que no defienda la visión centralista de nacionalismo rancio que ellos tienen. La verdad es que no les funciona mal, porque como se ha demostrado en las últimas elecciones en la Comunidad de Madrid, una buena dosis de patriotismo barato hace maravillas electorales, tapando todos los problemas que la sociedad tiene y que ellos han acrecentado en sus años de gobierno. Para ello, volvemos a la mentira o al olvido. Cuando Casado y todos sus afines dicen que hace falta arrepentimiento para conceder el indulto a los condenados del procés, está faltando a la verdad. No son pocos los expertos en derecho que sostienen que en ningún lugar de la Ley de indultos se dice que el arrepentimiento sea requisito para su concesión. Incluso, me atrevería a decir que en la mayoría de los 10.652 concedidos en estos veinticinco últimos años, no ha sido condición sine qua non, para su concesión.

El propio presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, ya en 2013, en el caso del indulto al Kamikaze, que fue otorgado por el gobierno de Mariano Rajoy, advirtió en un voto particular junto a otros diez magistrados, que «las razones de un Gobierno para conceder un indulto pueden ser muy variadas y “no siempre exteriorizables”, pues pueden estar relacionadas con la el seguridad pública, política criminal, relaciones internacionales, “e incluso para resolver graves problemas políticos que pueden afectar a la convivencia nacional”». Sin embargo, ahora sostiene, en una intromisión, una más, inaceptable de la adjudicatura en la política, que no sería bien aceptado. ¿Aceptado, por quién? Una vez más tenemos que dirigir nuestra mirada a quienes entienden la política como un coto personal, y los demás solo tenemos el derecho a ser espectadores.

Por último, no somos pocos los que creemos, porque tenemos una visión descentralizada de España, que los indultos pueden favorecer el entendimiento entre diferentes poderes territoriales, aunque nunca se sabe cómo va a responder el independentismo catalán, en su huida constante hacia la nada o lo que es peor, hacia el conflicto. Pero lo que sí sabemos, es que si esta medida de gracia contribuye a serenar las aguas y a consolidar la mayoría parlamentaria del gobierno, la derecha nacionalista española habrá perdido otra oportunidad y va a romper todos los puentes de convivencia política, y lo que es más peligroso, social.

 

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España huele a podrido.

El único resumen que se me ocurre para despedir el año, es que la sociedad española está podrida, y cada vez, en su podredumbre, huele peor....