Entre
el 24 de mayo y el 1 de junio de 2018, España vivió unos días convulsos. Tras
la sentencia de la Audiencia Nacional condenando al Partido Popular por
corrupción, el PSOE presenta una moción de censura contra el presidente del
gobierno Mariano Rajoy, proponiendo como candidato a Pedro Sánchez. Pero esta
es una historia que ustedes conocen perfectamente y, por eso, José Antonio
Ruiz, en su primera novela “La suerte del presidente”, no habla de
ello, pero tampoco deja de hablar. Es en este juego de palabras donde reside la
gracia de la novela, que sin contarnos aquella historia que llenó las portadas
de los medios de comunicación durante días hasta el aburrimiento y mantuvo al
país entero sin aliento, unos porque suspiraban para que triunfara y otros para
que fuera un fracaso, no deja de ser el armazón que construye la novela.
José
Antonio Ruiz hace un artificio literario fantástico al inventarse una
historia, incluso podría haber sido cierta, que con mucha maestría engarza en
los acontecimientos de la moción de
censura, teniendo al lector absolutamente despistado a lo largo de toda
la novela. Mejor que no hagan cábalas sobre lo que realmente está sucediendo en
busca de una solución anticipada de la trama, porque será un esfuerzo inútil.
Solo puedo decirles, para despistarles un poco más, que la clave está en el
título.
Hay
un segundo elemento, que participa del enredo al igual que la moción de
censura, y este es, ni más ni menos, que el procés independentista y su sumo
sacerdote Carles Puigdemont, que al igual que el holandés errante, vaga de país
en país para evitar su extradición a España, que tendrá junto a María Dolores
de Cospedal, un puesto de relevancia en el elenco de personajes. Pero tampoco
cae el autor en la tentación de contarnos los dimes y diretes del procés.
Además,
“La suerte del presidente”, Ruiz tiene la valentía de contarla en
primera persona, algo bastante complicado, sobre todo cuando se trata de la primera
novela, si no sé quiere acabar escribiendo un biopic, por utilizar un término
muy de moda en el cine, o caer en la aburrida narración de la vida de personas
que no tenemos gran cosa que contar desde el punto de vista literario.
Desgraciadamente, esto suele pasar bastante. Sin embargo, el riesgo que asume
Ruiz lo sabe gestionar con bastante soltura, porque en este caso la ficción
triunfa sobre la realidad, muy alejada de la vida del autor, aunque se soporte
en ella.
Dicho
todo lo anterior, la estructura de la novela está muy bien construida, con un
excelente manejo de la analepsis; unos personajes que cumplen a la perfección
el papel y el perfil que el autor les ha querido dar, incluso los de no
ficción, que están magistralmente retratados; y un estilo que es ágil y
envolvente, de tal manera que la historia que cuenta acaba atrapando al lector entre
los acontecimientos que se narran y sus elucubraciones.
En
definitiva, estamos ante una buena novela, que merece la pena leer y
disfrutarla, sacando entre sus páginas la didáctica que nos enseña que el poder
está inundado de aguas sucias, por no decir fecales, sobre todo cuando se trata
de no perderlo. Yo lo único que les puedo adelantar es que todo empieza en
París, en la sede de La Française de Jeux, una noche que se acaba de celebrar el
sorteo de euromillones, con un sustancioso bote de 250 millones de euros. Hasta
ahí puedo y quiero leer.
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