No sé por qué tengo la sensación
de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula van der Leyen, se siente
sola tras la humillación que el presidente de Turquía, Tayyip Erdogán, con la
camaradería del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, sufrió en su
visita al país turco, tras ser ninguneada por los dos dirigentes, en lo que se
ha llamado el “sofagate; solo les faltó pedir que les sirviera un café. Un acto del machismo más burdo e indigno,
que del dirigente turco se da por sentado, pero no del dirigente europeo, que
nos ha hecho avergonzar a muchos, de cómo, todavía, el machismo sigue siendo un
problema mental y estructural en los comportamientos de muchos hombres y no
pocas mujeres en Europa, incluidos bastantes de sus dirigentes. La propia van
der Leyen lo ha descrito muy acertadamente en el Parlamento Europeo, que
tampoco ha estado muy a la altura, al no recriminar, formalmente, más allá de lo
que hayan expresado algunos de sus parlamentarios, ese comportamiento de un
dirigente de altísimo rango en la UE.
“Me sentí humillada y sola, como
mujer y como europea”, ha dicho la presidenta de la Comisión, casi en un
intento desesperado para que se la escuche y no vuelva a suceder un desprecio
tan grosero a una mujer, y sobre todo, entre aquellos que tienen que dar ejemplo
de igualdad. Porque está claro, que si en vez de ser ella hubiera sido él, esa
situación no se habría producido.
"Soy la primera mujer en ser presidenta de la Comisión
Europea y así es como esperaba que se me tratara en nuestra visita a Turquía.
Pero no lo fui. No hay ninguna justificación. Se me trató así por ser mujer”.
Ese es el problema de fondo, y por el
que Charles Michel, si tuviera un mínimo de conciencia de género y dignidad democrática,
habría presentado su dimisión. No cabe otra, cuando a una mujer, que además
ocupa un puesto de altísima representación en la UE, se la trata de esa manera.
Porque se insulta a las mujeres, a los hombres y a la institución que representa,
que es como hacerlo a todos y todas las europeas.
Que Erdogán se comporte así no
nos extraña, pero es en esos momentos de controversia cuando uno debe ser consciente
de lo que está pasando, y comportarse con dignidad y respeto, algo que Charles
Michel no ha hecho.
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